En el semestre de otoño de 1980 descubrí la palabra libertario. Uno de mis compañeros de dormitorio llamó a la puerta y me dijo que fuera a ver lo que salía en su televisor. Era un anuncio de Ed Clark como candidato a presidente en que éste decía que era el candidato libertario a la presidencia y daba una descripción de lo que significaba esto.
Mi amigo y yo políticamente éramos de la misma cuerda, pero éramos muy distintos a la mayoría de las demás personas en términos de ideología. No teníamos nada que ver con los grandes partidos políticos. Nos quedamos atónitos y esperamos mucho tiempo a que se repitiera el anuncio en la televisión de forma que pudiera verlo desde principio. ¡Éramos libertarios!
Creo que siempre fui un libertario, pero nunca había oído hablar de la palabra o el partido político. Esto es lo que escribí en la colección de ensayos de Walter Block en la que diversas personas explicaban cómo se habían convertido en libertarios.
Inmediatamente traté de encontrar más acerca del libertarismo, pero había muy poco disponible en aquellos tiempos y por supuesto no había Internet. Finalmente encontré el Partido Libertario, el Partido Libertario del Estado de Nueva York, Laissez Faire Books, el Instituto de Estudios Humanos y el Instituto Cato.
Empecé a tomar clases de ciencia y filosofía política esperando aprender más acerca del libertarismo, pero esta aproximación no tuvo éxito. Me convertí en graduado en economía pensando que esto podría ser útil. Aquí encontré al economista Milton Friedman y su libro Libertad de elegir, escrito con su esposa Rose. Yo ya me oponía a la guerra contra las drogas, las escuelas públicas, el gran gobierno y los impuestos, así que Milton Friedman fue una poderosa influencia temprana.
Un día, entre clases, vi un pequeño cartel que decía: «Adam Smith tenía razón: pásalo». Este atrajo mi atención porlo que había aprendido en algunas de mis clases de economía. Pensaba que Adam Smith probablemente fuera un libertario, dado lo que había leído en mi libro de texto de la historia del pensamiento económico. El cartel anunciaba una conferencia educativa que iba a dar el Instituto de Estudios Humanos.
Curiosamente, fui a esa conferencia el verano siguiente y conseguí créditos universitarios por ella. Fue allí donde conocí a Roger Garrison, que daba las lecciones de economía de la conferencia. Dos años después, Roger sería uno de mis profesores en la escuela de grado de la Universidad de Auburn. Para mí, era claramente un libertario, pero muchas de las personas que conocí allí se calificarían como conservadores o libertinos, no libertarios.
Al año siguiente, durante el verano, fui a una conferencia de lo que ahora se llama la Universidad Cato en el Dartmouth College en New Hampshire. Tomarse una semana libre durante el verano para ir a una conferencia educativa académica era algo raro en ese momento y comprensiblemente mis amigos y parientes pensaban que era algo peculiar.
El Dartmouth College en verano estaba muy bonito y las leeciones de la conferencia se dieron en las aulas del MBA recién estrenado, que para mí resultaban de primera calidad. Comíamos en la cafetería de la universidad. El hecho de que los únicos estudiantes en el campus fueran jugadores de fútbol significaba que la comida era también de primera calidad. En una cena realmente me comí dos filetes muy buenos, algo que nunca había visto en la cafetería de mi universidad.
Sin embargo, el recuerdo y descubrimiento más importante con mucho fue conocer al profesor Ralph Raico.
Algunos de los demás conferenciantes no tenían las credenciales que yo esperaba en la universidad. Es decir, gente con doctorado y cátedra- Ralph tenía ambas cosas y otros estudiantes me dijeron que había estudiado con Ludwig von Mises, Murray Rothbard y F. A. Hayek. Sinceramente, no sabía mucho acerca de estos hombres y su obra, pero conocía sus nombres, así que eso realmente me llamó la atención.
En otras palabras, estaba muy impresionado con él antes de que fuera realmente presentado y la conociera en persona. Resulta que pasamos juntos la mayoría de las noches durante la conferencia. Una noche en particular, estaba con Ralph Raico, Roy Childs y un par de estudiantes más. Se trataba sobre todo de beber, fumar, escuchar historias, recibir preguntas y de vez en cuando hacer una pregunta. Todo esto tuvo lugar en un ambiente de risas escandalosas.
Una pregunta o, más bien, una serie de preguntas que pude realizar una noche fueron acerca del significado exacto de libertarismo. Dije a Ralph que me parecía raro que a las conferencias libertarias acudieran bandas tanto de conservadores como de libertinos. Lo que provocó un estallido de risas en la pequeña habitación.
Ralph se ofreció a explicarlo y empezó a explicar, después de que acabaran las risas, que la palabra libertario era relativamente nueva. Dijo que también se usaba el término liberalismo clásico para describir el libertarismo. Sin embargo, explicó, la expresión liberalismo clásico era también una expresión moderna. Y luego continuó explicando por qué deberíamos usar la palabra liberalismo para describir la verdadera filosofía del individualismo.
Ahora estaba realmente confuso. Nadie se había referido a la filosofía individualista como liberalismo y entendí que liberalismo y liberales eran algo bastante distinto de mi propio punto de vista, que había estado proclamando a la gente en los dos últimos años. Los liberales apoyaban cosas como el estado del bienestar, las escuelas públicas y el gran gobierno, aunque también estaban en contra de la Guerra contra las Drogas y la Guerra de Vietnam.
Ralph continuó explicando que fuera de Estados Unidos, liberalismo significaba libertad y gobierno limitado y los partidos políticos liberales tendían a apoyar un gobierno limitado. Explicó que el término liberalismo había sido arrebatado hacía mucho tiempo y ya no representaba verdadera libertad e individualismo. Esto era especialmente cierto en Estados Unidos, donde el término ahora representaba casi lo opuesto a su significado original.
Continuó con una larga diatriba contra John Stuart Mill. Esto me resultó extremadamente inquietante porque Mill era usado en algunos de mis cursos universitarios como un ejemplo de individualismo extremo. Al tiempo que me desconcertaba, sentí que estaba haciendo algún progreso a la hora de entender la filosofía y la política en Estados Unidos y que había algunos problemas reales con lo que me habían enseñado e incluso con algunas de mis opiniones personales.
Ralph definió el liberalismo y luego empezó a explicar sus implicaciones. Creo que empezó con el libre comercio y Richard Cobden y Frédéric Bastiat. Creo recordar que tuvo cuidado en apuntar que el libre comercio no es solo un asunto de aranceles y cuotas, sino que cualquiera debería ser libre para comerciar con cualquier otro ya estuviera dentro de un país o entre personas de distintos países.
Sentí como si estuviera recibiendo una conferencia personal de Ralph en la noche en que discutimos estos asuntos. Describió que el liberalismo apoyaba derechos completos de propiedad, tolerancia religiosa, una economía completamente libre y un gobierno muy limitado. Dijo que la guerra era el enemigo del liberalismo y, dado lo que yo había visto de la Guerra del Vietnam y sus efectos, podía decir que era verdad.
Todo esto era fascinante para mí y también fue realmente muy divertido. En realidad fue mejor que la propia conferencia. También aprendí de estas discusiones que mi educación formal tenía grandes defectos y varios sesgos graves.
Sin ser todavía capaz de hacer que mi cabeza entendiera la diferencia entre el liberalismo moderno estadounidense y este nuevo liberalismo, esperé a un nuevo turno para preguntar de nuevo a Ralph, a los que respondió con firmeza que «¡Los liberales no son liberales!»
Ralph no ganó la batalla para devolver el término liberalismo a su lugar correcto en nuestro idioma. Seguimos usando los términos liberalismo clásico y libertarismo, pero él nunca se rindió.
Años después, por lo que solo puedo describir como un accidente histórico, me encontré presentando a Ralph Raico en el discurso de inauguración de la Universidad Mises. Su conferencia fue sobre el tema del liberalismo, en la que sintetizaría todas aquellas lecciones que me enseñó a un grupo mucho mayor de estudiantes universitarios.
Acabé mi presentación de Ralph proclamándole el «padrino del liberalismo clásico». Se que debió molestarle que añadiera el adjetivo «clásico», pero en lugar de contestarme por el uso de se adjetivo, convirtió todo en una broma recurrente. Empezaría dirigiéndose a mí y preguntando a la audiencia si mi comentario no era algún tipo de agravio étnico. Es que Ralph era italiano y de la ciudad de Nueva York y estaba sugiriendo que yo le acababa de calificarle como alguna especie de gánster de la mafia.
La audiencia en el aula se rio con la respuesta de Ralph y mi consiguiente desconcierto. Ralph continuaría esto con más bromas y chistes a mi costa. Y yo continuaría siendo el receptor de más bromas y chistes a lo largo de la conferencia. Nada de esto estaba planeado por adelantado, pero la audiencia estaba ahora encantada y preparada para la naturaleza muy seria del discurso de Ralph. Realizó este «gag» durante varios años y yo la recordaría el resto de mi vida.
Hasta donde yo sé, Ralph no era político, en el sentido de que nunca discutía de política. Era un investigador serio de la historia y la historia de las ideas. Quien esté interesado en filosofía política libertaria, historia revisionista y economía austriaca debería estudiar seriamente la obra escrita de Ralph, así como sus discursos públicos grabados. Fui extraordinariamente afortunado en conocer a Ralph en lo que a veces se llaman «los buenos viejos tiempos» del movimiento libertario, así como de haberle tenido durante 35 años. Gracias a investigadores como Ralph Raico, el movimiento libertario real ha hechos enormes progresos.
Aplaudo a Ralph por su larga carrera de enseñar a generaciones de estudiantes e investigadores que nuestro movimiento tiene tanto tradiciones como principios. Podemos sumar y mejorar nuestra comprensión del liberalismo, pero, como destacaría Ralph, no deberíamos olvidar nunca nuestras tradiciones o renegar de nuestros principios.