Ha habido críticas contra el plan de Javier Milei de instalar un sistema bancario con un 100% de reservas en Argentina. Uno de los temores es que en un sistema bancario de reserva al 100% se produciría una deflación de precios que sería perjudicial para la economía. He escrito sobre el mito de que la caída de los precios debe combatirse con la inflación de la masa monetaria en mi libro «En defensa de la deflación», que ha sido recomendado recientemente por Javier Milei en X.
Ahora el profesor Huerta de Soto se ha pronunciado al respecto. Sus comentarios sobre la dolarización en Argentina, la necesidad de un coeficiente de reservas del 100% para evitar corridas bancarias y los planes de Milei merecen ser leídos por todos los interesados en la materia.
Jesús Huerta de Soto:
Permítanme hacer dos comentarios sobre el plan de reforma monetaria de Javier Milei: 1. La dolarización.- La dolarización con un coeficiente de reservas del 100% para los bancos (mal llamada banca «Simons», debería llamarse «Mises» o «Rothbard» porque Simons pretendía mantener el Banco Central, cuando Milei, siguiendo a Mises y Rothbard —y a mí— pretende abolirlo) no mantendría congelada la oferta monetaria en dólares en Argentina: la masa monetaria en dólares crecería (y mucho) como persistentemente ha decidido hacer la Reserva Federal y el aumento en dólares llegaría a Argentina como llega al resto de los países, vía déficits comerciales crónicos de los EEUU en su comercio con Argentina y el resto del mundo;
y 2.- Panamá y Ecuador mantienen la dolarización con reservas fraccionarias porque cuentan con el apoyo implícito de la Reserva Federal como prestamista de última instancia y eso se ha hecho realidad en varias ocasiones en el pasado, sin mayores dificultades dado el pequeño tamaño de sus economías. En el caso de Argentina, especialmente debido al gran tamaño de su economía, y a las malas experiencias del pasado, la Reserva Federal ha hecho explícito que no actuará como prestamista de última instancia en ningún caso, por lo que es inevitable establecer reservas al 100% para evitar esos malos recuerdos en Argentina (recordemos la primera ley de la teoría bancaria: Un sistema bancario de reservas fraccionarias no puede evitar «corridas» sin un prestamista de última instancia; de hecho, la «estabilidad» del sistema se consigue mediante «corridas» contra los bancos menos prudentes).
Por eso, Milei tiene muy claro que la dolarización requiere un coeficiente de reservas del 100 por ciento (la memoria colectiva argentina aborrece el corralito, que a la menor ruptura de la confianza por cualquier motivo externo o interno —por ejemplo, el regreso en el futuro de un gobierno socialista corrupto— arruinaría todo el sistema, ¡por segunda vez! —con un coste social y reputacional devastador).
Por otra parte, es factible que el 100 por ciento se compute con depósitos en dólares de bancos argentinos en otros bancos extranjeros si éstos son «demasiado grandes para quebrar» y gozan del apoyo irrevocable de sus respectivos bancos centrales. Precisamente por eso, dolarizar con el 100 por ciento es sólo una segunda mejor opción porque no inmunizaría a la Argentina de los ciclos de expansión crediticia que orquesta regularmente la Reserva Federal, y el ideal sólo se alcanzaría con un patrón oro clásico y 100 por ciento de reservas (lo cual no es del todo rígido ya que el stock de oro viene creciendo al 2 por ciento anual).
En cualquier caso, Milei ha estudiado muy bien el tema y lo tiene muy claro (sólo falta determinar el plazo por debajo del cual los préstamos a corto plazo se considerarán depósitos a la vista: Yo le he aconsejado un plazo de hasta 30 días, ya que en Argentina sólo hay demanda de préstamos de 30-60 y 90 días precisamente para descontar papel comercial). Así, al menos para la situación actual de Argentina, la dolarización con el 100 por ciento es la solución más factible y menos riesgosa teniendo en cuenta el contexto y los antecedentes.
En resumen, incluso los «banqueros libres» deberían, en las circunstancias actuales, defender el 100% de reservas en Argentina. Además, el profesor Huerta de Soto aborda el punto de que el 100% de reservas sería de algún modo antilibertario al no permitir a los bancos crear medios fiduciarios:
Lo que es profundamente antiliberal es la banca de reserva fraccionaria, que viola sistemáticamente el derecho de propiedad, generando una continua inestabilidad financiera, y siendo responsable de la creación de los bancos centrales (ya que no puede sobrevivir sin ellos, salvo mediante «corridas bancarias» e inmensos perjuicios para los afectados). Y viola el derecho de propiedad que el capitalismo requiere para funcionar sea cual sea la forma en que se manifieste el ejercicio de la banca de reserva fraccionaria: delito de estafa y falsificación en documento público, en el caso de la emisión de billetes de banco sin respaldo (afortunadamente prohibida por la Ley Peel en 1844); o delito de apropiación indebida, en el caso de la apropiación de depósitos de clientes (o la emisión de nuevos depósitos, que al final y a nivel agregado es lo mismo). Defender la banca de reserva fraccionaria a estas alturas no sólo es científicamente erróneo, sino también frívolo y perjudicial en relación con un país como Argentina que ya ha vivido un doloroso «corralito» y que actualmente se debate entre acabar con la inflación, dolarizar y eliminar el banco central. Por otro lado, no cabe duda de que en un sistema anarcocapitalista todos los bancos tenderían a operar con el 100 por ciento de reservas, porque hoy, con la banca electrónica y los medios tecnológicos que existen, a la menor duda un banco se vacía de depósitos literalmente «a la velocidad de la luz». ¡Debate cerrado!