Amiguismo y corporativismo

Hay dos tipos de desigualdad. Una se desarrolla a medida que las sociedades innovan y se vuelven más productivas. El otro tipo es el resultado de la corrupción y la intervención del gobierno.

El recién anunciado préstamo de 765 millones de dólares a Kodak es sólo otro caso de DC eligiendo ganadores y perdedores.

Mientras 20 millones de estadounidenses caen en el desempleo, ninguna crisis es tan grande como para que alguien en Washington piense en recortar el gasto militar, incluyendo los dólares gastados en equipo militar para los policías.

La historia de los rescates en los Estados Unidos es un récord de promesas rotas y de creciente riesgo moral.

El mayor plan de apoyo fiscal y monetario desde la Segunda Guerra Mundial ha sido instigado con dos peligrosos efectos colaterales: el auge de las empresas zombies y el colapso de los pequeños negocios y las empresas de nueva creación.

El problema de la Unión Europea nunca ha sido la falta de estímulos monetarios y fiscales, sino más bien un exceso de éstos. Esto ha fallado en producir un crecimiento real, y ahora estamos obteniendo más de lo mismo, pero aún más grande.

La industria petrolera se convirtió en una de las principales áreas de mala inversión en los años de liquidez masiva y bajos rendimientos. Esto perpetuó el exceso de capacidad y mantuvo a las empresas ineficientes innecesariamente vivas.

Ya sea que hablemos de salud pública o de crecimiento económico, el amor del régimen chino por la intervención y la centralización ha llevado a una crisis tras otra.

El difunto Al Davis, dueño de los Oakland Raiders, era famoso por decir: «sólo gana, nena». Pero ahora la filosofía del equipo es esta: «sólo saquea a los contribuyentes, nena».

Michael Milken era una amenaza para los complacientes cárteles de Wall Street establecidos por el New Deal. Así que fiscales ambiciosos como Rudy Giuliani vieron la oportunidad de entrar en el buen camino de Wall Street derribándolo.