Teoría Política

«Si el yo es la propiedad real del individuo, la fuerza puede ser empleada para repeler la fuerza que tomaría de un individuo este pedacito especial de propiedad en sí mismo».

Jeff Deist hace una reseña The New Right de Michael Malice en el próximo ejemplar de septiembre/octubre de The Austrian.

En un reciente viaje de escalada a Rusia, quedó muy claro que nación y Estado son dos ideas muy diferentes. Casi todos los que conocí estaban orgullosos de su nación. Pocos tenían mucho de bueno que decir sobre su Estado.

¿Es «cosmopolita» una calumnia?

Los estadounidenses nunca tendremos una paz real y duradera mientras le demos nuestra lealtad a un rey, es decir, en nuestro caso, a todo el conglomerado de explotadores y asesinos institucionalizados que conocemos como el estado.

Los trabajadores nunca se entusiasmaron con el socialismo. El socialismo fue traído a las masas por intelectuales de origen burgués, comiendo y ganando juntos en las lujosas casas de Londres y en las sedes de la difunta «sociedad» victoriana.

«Amaba la libertad como otros hombres aman el poder», fue el juicio que un contemporáneo emitió sobre Benjamin Constant. Su preocupación de toda la vida, tanto como escritor como político, fue el logro en Francia y en otras naciones de una sociedad libre.

Los lectores de «Alienated America» de Tim Carney ganarán mucho con el relato del autor sobre la sociedad civil. Después de todo, los individuos aislados no contribuyen al éxito del mercado. Los mercados libres tienen más éxito en el contexto de una sociedad civil estable.

De vez en cuando veo a alguien tratando de suavizar el debate de «deshomogeneización» de Mises y Hayek—debate sobre si, y en qué medida, los plante

La gran bendición de la libertad humana experimentada en décadas anteriores ha sido disfrutada, en el largo registro de miles de años, por una mera fracción de la gente y por sólo un breve momento de la historia.