Una tautología es una ley lógica, parte de una ley lógica o una definición. Algunas personas no creen que las tautologías nos digan nada útil, señalando que si alguien pregunta por el tiempo, que le digan: «O llueve o no llueve», no es muy útil.
Ludwig von Mises no está de acuerdo con esta opinión. Reconocería de buen grado que hay tautologías inútiles, pero sugiere en Acción Humana que también hay tautologías útiles. (Si cambió de opinión sobre el estatus de las proposiciones de la praxeología en obras escritas después de Acción Humana no es un tema que se aborde en este artículo).
Mises dice:
El razonamiento apriorístico es puramente conceptual y deductivo. No puede producir otra cosa que tautologías y juicios analíticos. Todas sus implicaciones se derivan lógicamente de las premisas y ya estaban contenidas en ellas. De ahí que, según una objeción popular, no pueda añadir nada a nuestro conocimiento.
Todos los teoremas geométricos están ya implícitos en los axiomas. El concepto de triángulo rectángulo ya implica el teorema de Pitágoras. Este teorema es una tautología, su deducción da lugar a un juicio analítico. No obstante, nadie sostendría que la geometría en general y el teorema de Pitágoras en particular no amplían nuestro conocimiento. La cognición a partir del razonamiento puramente deductivo es también creativa y abre a nuestra mente el acceso a esferas antes vedadas. La tarea significativa del razonamiento apriorístico es, por una parte, poner de manifiesto todo lo que implican las categorías, los conceptos y las premisas y, por otra, mostrar lo que no implican. Su vocación es hacer manifiesto y obvio lo que antes estaba oculto y era desconocido.
Mises procede a dar un ejemplo de tautologías útiles en praxeología. Dice:
En el concepto de dinero están ya implícitos todos los teoremas de la teoría monetaria. La teoría cuantitativa no añade a nuestro conocimiento nada que no esté virtualmente contenido en el concepto de dinero. Transforma, desarrolla y despliega; sólo analiza y, por tanto, es tautológica como el teorema de Pitágoras en relación con el concepto de triángulo rectángulo. Sin embargo, nadie negaría el valor cognitivo de la teoría cuantitativa. Para una mente no iluminada por el razonamiento económico sigue siendo desconocida. Una larga serie de intentos fallidos de resolver los problemas en cuestión demuestra que no fue fácil llegar al estado actual de los conocimientos.
No es una deficiencia del sistema de la ciencia apriorística que no nos transmita el conocimiento completo de la realidad. Sus conceptos y teoremas son herramientas mentales que abren el camino hacia una comprensión completa de la realidad; no son, por supuesto, en sí mismos ya la totalidad del conocimiento fáctico sobre todas las cosas. La teoría y la comprensión de la realidad viva y cambiante no se oponen entre sí.
¿Cuál es la explicación de que las tautologías de la praxeología sean útiles y no inútiles? En un pasaje fascinante, que habría que desentrañar para comprender todo su significado, Mises encuentra la respuesta en una afinidad entre la acción y el pensamiento:
Lo real que es objeto de la praxeología, la acción humana, procede de la misma fuente que la razón humana. La acción y la razón son congéneres y homogéneas; incluso puede decirse que son dos aspectos diferentes de la misma cosa. El hecho de que la razón tenga el poder de aclarar, mediante puro raciocinio, los rasgos esenciales de la acción es una consecuencia del hecho de que la acción es un vástago de la razón. Los teoremas alcanzados por un razonamiento praxeológico correcto no sólo son perfectamente ciertos e incontestables, como los teoremas matemáticos correctos. Se refieren, además, con toda la rigidez de su certeza e incontestabilidad apodícticas, a la realidad de la acción tal como aparece en la vida y en la historia. La praxeología transmite un conocimiento exacto y preciso de las cosas reales.
El punto de partida de la praxeología no es la elección de axiomas y la decisión sobre métodos de procedimiento, sino la reflexión sobre la esencia de la acción. No hay acción en la que las categorías praxeológicas no aparezcan plena y perfectamente. No hay modo de acción pensable en el que medios y fines o costes y productos no puedan distinguirse claramente y separarse con precisión. No hay nada que sólo se ajuste de forma aproximada o incompleta a la categoría económica de intercambio. Sólo hay intercambio y no intercambio; y con respecto a cualquier intercambio todos los teoremas generales relativos a los intercambios son válidos en toda su rigidez y con todas sus implicaciones. No hay transiciones del intercambio al no intercambio o del intercambio directo al indirecto. Jamás se puede tener una experiencia que contradiga estas afirmaciones.
En el espacio que me queda, me gustaría dilucidar las muy interesantes ideas que Mises sugiere sobre por qué son útiles las tautologías de la praxeología. Creo que argumenta de la siguiente manera: si una proposición es realmente una tautología, entonces no se puede cuestionar su verdad, aunque sí su utilidad. Pero puede que algunas de las proposiciones de la praxeología no sean realmente tautologías, al contrario de lo que parece. Tal vez contengan términos vagos o confusos; si es así, no podemos estar seguros de que futuras pruebas no las falsifiquen. Pero, sugiere Mises, los términos de la praxeología no son vagos ni difusos. O se aplican o no se aplican, y esto es inmediatamente evidente.
Si estudias Acción Humana, siempre encontrarás nuevos puntos de vista que habías pasado por alto. Yo lo he comprobado en mis sesenta años de lectura del libro.