La misión del Instituto Mises, tal y como la presagiaba Ludwig von Mises en su reseña de 1962 de El hombre, la economía y el estado, de Murray Rothbard:
Si queremos evitar la destrucción de la civilización occidental y el retorno a la miseria primitiva, debemos cambiar la mentalidad de nuestros conciudadanos. Debemos hacer que se den cuenta de lo que deben a la muy vilipendiada “libertad económica”, el sistema de libre empresa y el capitalismo. Los intelectuales y aquellos que se califican a sí mismos como cultos deben usar sus mayores capacidades cognitivas y poder de razonamiento para la refutación de las ideas erróneas acerca de los problemas sociales, políticos y económicos y para la diseminación de una correcta comprensión del funcionamiento de la economía de mercado. Deben empezar familiarizándose con todos los problemas implicados, para enseñar a los que están cegados por la ignorancia y las emociones. Deben aprender para adquirir la capacidad de ilustrar a los muchos desorientados.
Toda la reseña es fantástica y demuestra el grado en que Mises consideraba al joven Rothbard un economista eminente y pionero: nada menos que un contribuidor “histórico” a la ciencia de la praxeología. Una enorme alabanza.