La confianza es un ingrediente crucial para el crecimiento económico y la innovación. Sin el motor de la confianza, el libre flujo de ideas la innovación se detendría. Antes de que las personas puedan cooperar en los negocios y la investigación, deben cosechar un entorno que cultive la confianza. A través de la fertilización cruzada de diferentes puntos de vista, cosechamos los frutos de la innovación. Silicon Valley, Hollywood y Wall Street no existirían si las mentes creativas no estuvieran dispuestas a compartir ideas. Debido al papel fundamental que desempeña la confianza en la estimulación de la innovación, deberíamos contemplar la propensión de la covid-19 a frenar el progreso de la innovación al impedir la confianza.
Un radio de confianza más fuerte permite una mayor difusión de las ideas, pero, como revelan las investigaciones, la intensidad de las enfermedades afecta negativamente a la capacidad de confianza a gran escala al limitar las redes sociales. Decidir que sólo se confía en la familia y los amigos íntimos reduce el margen de innovación. Como sostiene Mark Granovetter en un artículo de referencia, la mayoría de las oportunidades están a nuestro alcance gracias a la fuerza de los vínculos débiles. La familia y los amigos tienen acceso a información similar, mientras que los desconocidos ofrecen nuevas perspectivas. Sin embargo, las amplias redes necesarias para mantener la innovación disminuyen en los entornos infecciosos.
Normalmente, el viaje para dar rienda suelta a la innovación requiere viajar, pero en el contexto de una pandemia como la del covid-19, la gente duda en viajar, incluso cuando el no hacerlo puede privarles de posibles oportunidades. Por supuesto, las reuniones se ven facilitadas por la tecnología, pero las interacciones físicas crean un terreno más fértil para las conexiones íntimas que podrían conducir a avances. Un artículo convincente de Carl Benedikt Frey, publicado en Sloan Management Review, sugiere que las reuniones en línea no pueden sustituir el dinamismo del compromiso físico como catalizador de la innovación. Frey escribe: «Y si bien es cierto que la web, junto con tecnologías como Zoom y Slack, ayuda a explicar la creciente distancia geográfica entre los co-solicitantes de patentes incluso antes de la pandemia, los colaboradores tienen que reunirse en algún lugar para construir una relación y generar nuevas ideas en primer lugar.... Los estudios demuestran que muchas ideas y proyectos nuevos son lanzados por personas que se reúnen en conferencias».
La innovación prospera en entornos sociales, sin embargo, desde la llegada del covid-19 el mensaje de distanciamiento social ha ido calando en el ambiente. Aunque se promueve como mecanismo para evitar muertes, al minimizar las interacciones sociales el distanciamiento social dificulta la innovación. Antes del covid-19, lo normal era entablar conversaciones con desconocidos que dieran lugar a colaboraciones comerciales, pero hoy se nos disuade de socializar. Bajo el régimen actual, se anima a los ciudadanos a expresar un mayor clanismo evitando a los extraños para prevenir la propagación del covid-19.
Emplear el distanciamiento social para reducir las transmisiones parece un objetivo loable, pero socava la confianza generalizada. La confianza generalizada sugiere que nos acerquemos a las personas de forma imparcial como individuos. Sin embargo, hoy en día, por desgracia, se asume que debemos tratar a las personas que conocemos como potenciales transmisores del covid-19. El covid-19 se presenta como el problema más grave del mundo, por lo que a corto plazo la contención de la enfermedad parece ser una estrategia adecuada, pero a largo plazo nos costará reconstruir la confianza generalizada.
Será un reto alterar el legado de asocialidad que ha dejado el covid-19. La historia demuestra que las pandemias imponen una huella a largo plazo en la cultura y las instituciones. Según el relato de los investigadores en el documento «COVID-19 y desarrollo: Lecciones de las pandemias históricas», los enfoques punitivos instituidos para hacer frente a los peligros del covid-19 se lograrán a expensas del capital social y, por extensión, impedirán el desarrollo a largo plazo. Utilizando el ejemplo de la peste negra, afirman que las pandemias fomentan la desconfianza e intensifican los conflictos sociales. De forma muy apropiada, describen las acciones llevadas a cabo por los gobiernos que fomentan la desconfianza. Estos factores incluyen:
Propaganda: «Propaganda que exagera la gravedad de la pandemia y censura de los medios de comunicación que prohíbe el libre debate sobre la pandemia». Según Democracy under Lockdown de Freedom House, noventa y un países experimentaron nuevas o mayores restricciones a sus medios de comunicación como resultado del brote.
Políticas de aislamiento: Esto ha permitido a los agentes nacionales suprimir la libre competencia ejerciendo influencia política para oponerse a la creación de instituciones fuertes y mercados financieros desarrollados.
Deterioro de las instituciones: En relación con las instituciones, se han planteado objeciones sobre el flagrante abuso de las normas electorales y el recrudecimiento de la violencia policial.
Imposición de restricciones de viaje: En el informe de «COVID-19 y derechos humanos: todos estamos juntos en esto», las Naciones Unidas reconocen que la restricción de la libertad de movimiento es una medida práctica y necesaria para detener la transmisión del virus, pero también advierte que dicha restricción debe ser proporcionada y no discriminatoria, dado que se dispone de pruebas eficaces, rastreo y medidas de cuarentena específicas.
Violación de la privacidad: En algunos países, la información personal de los individuos que dan positivo en las pruebas de coronavirus se divulga en los medios de comunicación públicos, incluyendo el apellido, la nacionalidad, el lugar de trabajo, la dirección del domicilio, el hospital, el historial de localización, los contactos cercanos y las relaciones entre ellos. A veces, también se divulga información similar sobre sus familiares directos. Esto hace que las personas que caen enfermas por el covid-19 sean vulnerables a la discriminación.
Estas conclusiones son coherentes con los resultados de un artículo publicado en 2020 en Health Economics en el que se explica cómo los efectos a largo plazo de la gripe española afectaron negativamente al crecimiento económico y sus implicaciones para el desarrollo. Tampoco se ha explorado suficientemente el impacto de la pandemia en la vida cívica. Los grupos sociales se dedican a una amplia gama de actividades filantrópicas y profesionales. Muchos de sus compromisos implican interacciones directas y no pueden realizarse en línea. Por ejemplo, es más eficaz orientar a los estudiantes en persona, especialmente cuando los beneficiarios residen en zonas con bajos niveles de penetración de Internet. Invariablemente, entonces covid-19 despoja a los desfavorecidos del capital social necesario para lograr la movilidad ascendente.
En resumen, las medidas para detener la proliferación del covid-19 pueden parecer plausibles en los círculos políticos, sin embargo presagian consecuencias adversas a largo plazo para el desarrollo de la confianza y la innovación. Pero si la lógica se impone, tal vez los políticos aprecien que los costes de las políticas anticovid superan los beneficios.