Guerra y política exterior

Los expertos en política exterior son expertos en hacer creer al público que traen tropas a casa cuando en realidad están cambiando las tropas o esperando a que llegue una nueva ronda de «botas en el suelo».

Matthew Yglesias ha logrado convertir la política exterior militante antichina en un llamado a grandes aumentos en el gasto del gobierno, y mucha más inmigración.

Los golpes de Estado son casi siempre actos cometidos por las élites contra el poder ejecutivo en funciones usando las herramientas de las élites. Está claro que las élites quieren que Trump se vaya, y el motín del miércoles no fue un golpe.

Lo que la bruja era para el hombre medieval, lo que el capitalista es para los socialistas y comunistas, el especulador es para la mayoría de los políticos y estadistas: la encarnación del mal.

El libro de MacMillan proporciona muchas ideas sobre la verdadera vileza de la guerra, aunque se pierde en algunas áreas peligrosas cuando acepta la errónea noción económica de que las guerras traen beneficios económicos a través del gasto gubernamental.

«¿Qué es lo que une a Republicanos y Demócratas?» Rand Paul preguntó a los periodistas. «La guerra—les encanta».

En este destacado estudio, Stephen Wertheim muestra que ambas opiniones que dominan la política exterior estadounidenses están equivocadas. Al hacerlo, reivindica para nuestro tiempo los méritos de una política exterior no intervencionista.

Los Demócratas, Liz Cheney, y los Never Trumpers todavía quieren guerras interminables, y odian la aparente falta de entusiasmo de Trump para abrazar sus sueños de imperio.

El programa F-35 Joint Strike Fighter no es digno de una inversión masiva por parte del contribuyente, especialmente porque el programa no hace a los americanos más seguros.

El embargo continúa, en parte porque la situación de Cuba ha expuesto indirectamente la farsa corrupta de toda la Guerra Fría y la maquinaria corrupta del establishment de la seguridad nacional de los Estados Unidos.