La belleza lógica del libertarismo
El libertarismo, también, es hermoso. No estéticamente, por supuesto, pero lógicamente, como una simple y elegante teoría social.
El libertarismo, también, es hermoso. No estéticamente, por supuesto, pero lógicamente, como una simple y elegante teoría social.
En un sentido profundo, deshacerse del Estado socialista requiere que el Estado realice un último, rápido y glorioso acto de autoinmolación, después del cual desaparecerá de la escena.
La paz y no la guerra es el padre de todas las cosas. La paz construye; la guerra destruye.
Henniger escribe: «Ningún presidente ha creído más en el milagro del multiplicador que Barack Obama».
Transcripción de una amplia conferencia, llena de perspicacia y humor, del gran economista austriaco y teórico social Hans-Hermann Hoppe, en la que habla del Estado, la anarquía, la democracia, la monarquía, la delincuencia, la seguridad, y más.
El objetivo real de la reciente avalancha de leyes que hacen que las transacciones en efectivo sean menos convenientes o que las limitan o incluso las prohíben es obligar al público en general a realizar pagos a través del sistema financiero con el fin de apuntalar los inestables bancos de reservas fraccionarias y, lo que es más importante, ampliar la capacidad de los gobiernos para espiar y vigilar las transacciones financieras más privadas de sus ciudadanos.
Las teorías que tratan de relacionar el judaísmo y el capitalismo a menudo, aunque no invariablemente, surgen de la aversión a uno o a ambos términos emparejados.
Las carreras de Mises, Rothbard, Hazlitt y sus discípulos indican que la atención al detalle vale la pena.