Al tiempo que vemos cosas que nos impresionan tecnológicamente, también tenemos cierta inquietud porque se nos dice que los robots van a quitarnos nuestros empleos. «Sí, Internet es maravilloso», podemos decir, «pero los robots no me gustan».
No quiero restar importancia a esto porque los robots van a asumir un montón de empleos. Van a asumir un montón de empleo industrial y van a asumir un montón de empleo administrativo que no creemos que puedan asumir. Ya hay robots que pueden dispensar medicinas en las farmacias. Ya pasa en California. No han cometido ningún error. No podemos decir eso de los farmacéuticos, que ahora están libres para hablar contigo mientras el robot rellena la receta.
Kevin Kelly explica muchas de estas cosas en su nuevo libro, The Inevitable, con el subtítulo Entendiendo las 12 fuerzas tecnológicas que darán forma a nuestro futuro. Es increíble lo que los robots pueden hacer y lo que serán capaces de hacer.
La automatización realmente está asumiendo nuestros empleos
Para mí, solo el hecho de que una de las computadoras más modernas de Google pueda identificar perfectamente una foto —puede saber qué está pasando en la foto y dar una descripción perfecta— es asombroso. Cuando piensas que «una máquina no puede hacer mi empleo», tal vez sí pueda.
¿Hacia qué tipo de mundo nos estamos moviendo? Entiendo el miedo a eso. Pero al mismo tiempo pensemos, ante todo, lo que pasó en el pasado.
En el pasado la mayoría de la gente vivía en granjas y la automatización se llevó por delante al 99% de todos esos empleos. Literalmente, el 99%. Han desaparecido. La gente pasó a ocupar nuevos empleos que nunca podía haber imaginado. Y al buscar esos empleos podemos decir que nos hicimos más humanos. Porque nos diversificamos. Porque encontramos un hueco que era único para nosotros. La automatización va a hacer posible que los seres humanos hagamos un trabajo que nos llene más.
¿Cómo es eso? Bueno, pensemos primero sobre los tipos de trabajos que realizan la automatización y los robots que no podríamos hacer aunque lo intentáramos. Hacer chips informáticos, no hay aquí nadie que pueda hacer eso. No tenemos la precisión y el control para hacer eso. No podemos inspeccionar todos los milímetros cuadrados de un TAC en busca de células cancerígenas. Todo esto son cosas que trata de explicarnos Kevin Kelly. No podemos inflar vidrio fundido para que tenga la forma de una botella.
Así que hay muchas tareas que realizan los robots mediante automatización que son tareas que no podemos hacer físicamente en absoluto y no se harían de ninguna otra manera.
La automatización crea lujos que no creíamos posibles
Pero la automatización también crea empleos que ni siquiera sabíamos que queríamos hacer. Kelly da este ejemplo:
Antes de que inventáramos automóviles, aire acondicionado, pantallas planas de televisión y dibujos animados, nadie en la antigua Roma habría deseado poder ver películas mientras viajaba a Atenas con climatización. (…) Cuando los robots y la automatización realizan nuestro trabajo más básico, haciéndonos relativamente fácil alimentarnos, vestirnos y alojarnos, podemos preguntarnos «¿Para qué sirven los seres humanos?»
Kelly continúa:
La industrialización hizo más que solo alagar la vida humana. Llevó a un porcentaje mayor de la población a decidir que querían ser bailarinas, músicos profesionales, matemáticos, deportistas, diseñadores de moda, maestros de yoga, autores de fan fiction y gente con profesiones únicas en sus tarjetas de visita.
Lo mismo pasa hoy con la automatización. Miramos atrás y lamentamos que algunos seres humanos hubieran tenido que hacer algunos de los empleos que aquella lleva hoy a cabo.
En lugar de eso, dirigirse al arte, la ciencia y más
He aquí algo polémico. Kelly observa que hay una sensación de que queremos empleos en los que la productividad sea lo más importante. Cuando pensamos en productividad y eficiencia, los robots nos superan en todo. En lo que se refiere a «quién puede hacer esto más rápido», ellos pueden hacerlo más rápido. Así que deja que hagan trabajos así. Se trata, por decirlo así, de hacer robóticamente lo mismo una y otra vez tan rápido como sea posible. No podemos competir en esto. ¿Por qué nos preocupamos?
¿Dónde podemos competir? Bueno, podemos competir en todas las áreas que son gloriosamente ineficientes. La ciencia es gloriosamente ineficiente debido a todos los fracasos que se producen a lo largo del camino. Lo mismo pasa con la innovación. Los mismo pasa con cualquier clase de arte. Es grotescamente ineficiente desde el punto de vista de dirigir una fábrica de alfileres. Ser creativo es ineficiente porque te topas con muchas calles sin salida. Atención sanitaria y enfermería: estas se refieren a relaciones y experiencias humanas. No se refieren a eficiencia.
Así que dejemos la eficiencia a los robots. Asumiremos las cosas que no estén tan enfocadas hacia la eficiencia y la productividad y en las que destacamos y nos centraremos en relaciones, creatividad, contacto humano, cosas que nos hacen humanos. No centraremos en esas cosas.
La automatización realmente nos hace más ricos
Con eficiencia extraordinaria viene abundancia fantástica. Y con abundancia fantástica viene un mayor poder adquisitivo, debido al impulso a la baja de los precios a través de la competencia. Así que aunque ganemos menos en términos nominales, nuestras nóminas se estiran mucho más. Por eso la gente se hizo rica durante y después de la Revolución Industrial. Podíamos producir de repente tantos bienes adicionales que las presiones competitivas presionaron los precios a la baja. Seguirá siendo así. Así que, aunque tenga un empleo que me pague relativamente poco —en términos de cuántos de estos bienes increíblemente abundantes que podré adquirir— será un salario cuyas posibilidades me cuesta imaginar.
Puedo prever una objeción. Es una objeción que oigo a los izquierdistas y también a algunos conservadores tradicionalistas. Dirán que el consumo y la mayor abundancia material no nos mejoran espiritualmente; nos están empobreciendo en realidad.
Bueno, para empezar, hay en realidad mucho más materialismo bajo el socialismo. Cuando apenas consigues lo suficiente para sobrevivir, te obsesionan las cosas materiales. Pero, en segundo lugar, consideremos lo que nos han permitido hacer estas fuerzas. Primero, solo por la industrialización. He comentado esto antes, pero en mi programa tuve una vez a Deirdre McCloskey y esta apuntó que en Borgoña, todavía en 1840, los hombres que trabajaban en las viñas —después de las cosechas, en otoño— se iban a la cama y dormían apiñados juntos y básicamente hibernaban así durante meses porque no podían pagar algo para calentarse o la comida que necesitarían comer si gastaban energía paseando por ahí. Eso es inhumano. Y ya no tienen que vivir así porque tienen estas «terribles cosas materiales que les empobrecen espiritualmente».
La media mundial en términos de renta diaria ha pasado de $3 diarios por pareja hace cien años a $33 diarios. Y en los países desarrollados a $100 diarios.
Sí, es verdad que la gente puede desperdiciar en cosas frívolas, pero siempre habrá gente frívola.
Entretanto, tenemos ocio para hacer cosas como participar en concursos de belleza canina o ir a una feria de antigüedades o a una convención de bailes regionales u observar los pájaros o tener un club de lectura en casa. Son cosas impensables para cualquiera hace cien años.
La liberación material ha liberado nuestros espíritus y nos ha permitido tener vidas más satisfactorias que antes. Así que no quiero oír eso de «el dinero no hace la felicidad». Si esto no te hace feliz —que la gente sea libre para hacer estas cosas y haga lo que le guste— entones nada te va a satisfacer.