Argentina y Brasil quieren establecer una moneda común
Dos naciones famosas por su hiperinflación pretenden ahora crear una moneda común. A menos que esa moneda sea el oro, se trata de una mala idea.
Dos naciones famosas por su hiperinflación pretenden ahora crear una moneda común. A menos que esa moneda sea el oro, se trata de una mala idea.
El comercio relativamente libre y la movilización de capitales han elevado enormemente el nivel de vida en los últimos años. Sin embargo, los que se autodenominan globalistas están menos interesados en el comercio que en el poder político unipolar, impulsando planes violentos y desastrosos.
A pesar de la preocupación por que los «competidores» extranjeros superen la producción económica de los Estados Unidos, la innovación y el emprendimiento siguen siendo importantes aquí. Por ahora.
Los partidarios de la política de microchips de los EEUU contra China afirman que esta política es «estratégica», pero en realidad se trata de un proteccionismo anticuado con todos los perjuicios económicos habituales.
Mientras que tanto la izquierda como la derecha celebran el nuevo impulso del gobierno para subvencionar la fabricación de microchips en América, debemos recordar que las «inversiones» políticas siempre resultan en desastres de capitalismo de amiguetes.
Los populistas de la derecha (y de izquierda) afirman que la prosperidad americana se debe a los altos aranceles de protección. Pero la retórica política no puede sustituir a la economía.
La mayoría de la gente piensa que la Revolución Industrial catapultó a la humanidad a la comodidad moderna, pero esta narración deja de lado la revolución agrícola que tuvo que venir antes.
Desde los 1940, los fracasados planes estatistas han arrastrado a Argentina a la pobreza. Javier Milei, que está ganando popularidad allí, espera cambiar la triste historia de su nación.
La multitud de Davos vendió la globalización como una forma de unir a las naciones. Por desgracia, al insistir en la conformidad política, los globalistas han incendiado el mundo.
Aunque Biden presentó la escasez de fórmulas como causada por «fuerzas» fuera de los EUA, la escasez es de cosecha propia. Bastiat podría haber explicado por qué.