Trabajadores y salarios

Los arrendadores invierten su trabajo almacenado —ahorros— con el riesgo y conocimiento de que no lo recuperarán por algún tiempo. Al crear o renovar propiedades de alquiler, ayudan a aquellos que todavía no pueden almacenar su trabajo —inquilinos y trabajadores.

Puede que el pánico del COVID-19 haya acelerado el inicio de esta crisis económica, pero el virus no fue la causa. La verdadera causa de la crisis fue el boom que la precedió.

La clave para recuperar los puestos de trabajo de forma rápida y eficiente es la combinación de un mercado laboral flexible, un marco de inversión atractivo y políticas sólidas para preservar el tejido empresarial del país.

El estado danés cree que la nación puede evitar el colapso económico si el estado paga los salarios de los trabajadores del sector privado. Se cree que esto permitirá a las empresas privadas evitar los despidos. Pero hay un inconveniente.

Los salarios reales más altos no pueden ser creados con un decreto del Estado. La productividad de los trabajadores debe ser primero incrementada a través de una mayor inversión.

Los salarios reales en Japón han ido disminuyendo gracias a décadas de políticas monetarias y fiscales expansivas. Ahora la «japonización» parece cada vez más un destino que le espera a Europa.

Ludwig von Mises discute la inflación, los sindicatos y los problemas de la adopción de una terminología inadecuada y la desinformación pública generalizada en la reunión de la Sociedad Mont Pèlerin en Princeton, Nueva Jersey, el 11 de septiembre de 1958.

Después de convertirse rápidamente en una economía avanzada, Corea del Sur está experimentando una disminución del crecimiento y de la productividad laboral. El culpable, como de costumbre, es la intervención del gobierno en el mercado para favorecer ciertos intereses.

Los legisladores del Estado poseen una fuente infinita de buenas intenciones. Con el poder de esta benevolencia y munificencia ilimitada, los políticos están regulando la vida de los ciudadanos mientras evisceran su existencia en el proceso.

El argumento conservador contra el libre mercado se basa en la creencia de que si el cambio altera el status quo de alguna manera, o si las empresas imponen reducciones de costos que resultan en un cambio de empleo – o incluso algunos despidos – entonces el Estado debe intervenir y tomar el control.