Mises Wire

El plan del gobierno para el «rastreo de contactos» para prevenir la propagación de COVID-19 se basa en enormes cantidades de gasto gubernamental, además de la ciencia no probada en cuanto a la naturaleza de la enfermedad.

El aspecto más triste de esta ignorancia económica es que estos evangélicos han ignorado completamente las reducciones reales de las tasas de pobreza en los últimos cuarenta años, reducciones que se deben a las economías liberalizadoras que una vez estuvieron en camisas de fuerza socialistas.

Marx creía que la verdad sólo podía ser comprendida por una cierta clase socioeconómica. Ludwig von Mises no estaba de acuerdo.

En medio de una burbuja bursátil como ésta, todos, desde Warren Buffet hasta el lustrabotas, tienen grandes consejos para ti.

Es posible concebir un mundo en el que la banca de reserva fraccionaria sea entendida tanto por el banquero como por el depositante y no implique engaño o fraude. Pero en ese mundo, los depósitos dejan de ser dinero y se convierten en complejos valores de crédito.

Rothbard ha explicado cómo es erróneo equiparar lo que sería razonable para una agencia de protección privada con lo que es permisible para el Estado.

Una segunda ronda de confinamientos asaltará a unos Estados Unidos que ya sufren de desempleo generalizado y una economía frágil. Peor aún, es probable que la segunda ronda dure más que la primera, lo que supondrá una carga económica y social aún mayor.

Contrariamente a lo que dicen muchos economistas modernos, el aumento del ahorro no es un problema para la economía. El verdadero problema proviene de la disminución de la producción y el ahorro, y éstos a menudo son el resultado de la política monetaria de los bancos centrales.

Después de la Gran Guerra, las ciudades y pueblos austriacos comenzaron a emitir su propio dinero. Los alemanes intentaron algo similar, pero sin los aspectos voluntarios y descentralizados del modelo austriaco. El desastre alemán se produjo.

Frente a la disminución de los presupuestos de las ciudades, los futuros confinamientos por el COVID y más disturbios, muchos residentes y propietarios de negocios en las principales ciudades de Estados Unidos probablemente decidirán que las ciudades ya no valen la pena.