Intercalado entre los avatares progresistas Teddy Roosevelt, Woodrow Wilson y FDR, Calvin Coolidge recibe poca aclamación. Pero la historiadora y biógrafa de Coolidge, Amity Shlaes, argumenta a favor de que los libertarios vean a “Cal el silencioso” de manera favorable, como alguien que desconfiaba profunda e instintivamente del gran gobierno. Una vez finalizada la Gran Guerra, Coolidge hizo un llamamiento a la “normalidad”, es decir, a la paz, a permanecer fuera de la Liga de las Naciones, y a una política exterior humilde por parte de los Estados Unidos. La Fed estaba en su infancia, pero Coolidge dio instrucciones al secretario del Tesoro, Andrew Mellon, para que siguiera una política monetaria que produjera deflación, argumentando que “la inflación es repudiable”. Y cuando dejó el cargo en 1929, el presupuesto federal de EE.UU., era nominalmente menor que cuando entró a la presidencia, una gran hazaña en cualquier época.
La señora Shlaes preside la junta de la Fundación Presidencial Calvin Coolidge, una fundación nacional con sede en el lugar de nacimiento del presidente Coolidge.