Conocí a mis primeros austriacos, y primeros libertarios, en la Universidad de Stanford en el verano de 1988, en el Programa de Formación Avanzada en Economía Austriaca del Instituto Mises, que se convirtió en la Universidad Mises anual. Había unos 40 alumnos, la mayoría doctorandos en economía, con cuatro profesores: Murray Rothbard, Hans Hoppe, Roger Garrison y David Gordon. Lew Rockwell, Pat Barnett y Jeff Tucker también estaban allí.
¡Menuda semana! Nunca había experimentado nada así. Había leído algo de Mises y Rothbard como estudiante de economía, supongo que entendiendo muy poco y había hablado por teléfono con Murray Rothbard, Israel Kirzner y Mario Rizzo evaluando planes universitarios. Pero realmente no había hablado con nadie acerca de la economía austriaca, acerca de los mercados libres, acerca de la libertad y la justicia. Y ahí estaba yo, rodeado por expertos y compañeros alumnos, escuchando, discutiendo, riendo y argumentando hasta muy tarde. Los participantes eran inteligentes, apasionados en sus ideas y dispuestos a absorber más, incluso los profesores, de los que yo suponía que ya sabían todo. (Recuerdo sentarme detrás de Rothbard en una de las lecciones de otro profesor y ver con asombro que tomaba notas página tras página con sus característicos garabatos ilegibles).
Hasta esa conferencia, para mí las ideas austriacas solo existían en la biblioteca de la universidad (recuerden que no había Internet en aquel entonces, cuando los dinosaurios poblaban la tierra). Gracias al Instituto Mises, la Escuela Austriaca se convertía para mí en una entidad viva que respiraba, en un movimiento social en lugar de una nota a pie de página en la historia intelectual moderna. Me sentía un poco como Luke Skywalker, experimentando la Fuerza por primera vez durante su formación con su espada de luz en el Halcón Milenario, cuando Obi-Wan Kenobi le decía: “Está bien. Has dado tu primer paso hacia un mundo sin límites”.
Luego me doctoré en economía y he sido profesor universitario durante 15 años, disfruto de la vida universitaria, aunque no fumo en pipa y sólo tengo una chaqueta de tweed. (Por supuesto, sigo teniendo la existencia de coderas para toda la vida que recibí cuando conseguí la plaza). He publicado muchos artículos en revistas académicas, participado en las habituales reuniones y sociedades profesionales e incluso he ganado unos pocos premios investigadores. He enseñado a cientos de alumnos universitarios y he tenido el placer de dirigir varias tesis doctorales. Tengo el privilegio de presidir el Kreis de Mises en la Universidad de Missouri, con nuestro propio seminario de doctorado, un grupo de lectura informal y más cosas. Pero lo mejor de cada año desde 1988, para mí, es un acontecimiento del Mises, a veces varios. He estado en la conferencia de verano (ahora rebautizada como Universidad Mises) todos los años desde 1988, junto con docenas de otras conferencias especiales, seminarios y eventos, conferencias especiales sobre Marx, Keynes, banca central, igualitarismo, secesión y más cosas y en la Cumbre de Simpatizantes del otoño. Hace dos años, la conferencia de otoño fue en Salamanca, España, el lugar de nacimiento de la teoría económica. Reunirse este año en Viena, hogar de la Escuela Austriaca desde su nacimiento en 1971 hasta la década de 1930, es algo particularmente especial.
El Instituto Mises ha sido importante para mí personalmente, así como profesionalmente: conocí a mi futura esposa en una conferencia del Instituto Mises, una reunión en 1992 en Jekyll Island, Georgia, sobre los orígenes del Sistema de la Reserva Federal. Ron Paul era un conferenciante invitado a esa conferencia e inicialmente ella mostró más interés en él que en mí. Finalmente mis fuertes opiniones contra la Fed debieron ganar en ella.
Cuando entré en el movimiento, el “renacimiento austriaco”, que empezó en 1974 con la Conferencia de South Royalton y el premio Nobel de Hayek, ya llevaba unas dos décadas y la Escuela Austriaca estaba en medio una notable revivificación.[1] Desde sus modestos orígenes, en un mundo germanoparlante dominado por la antiteórica y antimercado Escuela Histórica Alemana, la Escuela Austriaca ha crecido hasta convertirse en una gran fuerza intelectual, convirtiéndose hasta finales del siglo XIX y principios del XX en una de las principales escuelas del pensamiento económico en Europa y Estados Unidos, sólo para caer en decadencia en las décadas de 1930 y 1940. Su historia ha sido explicada expertamente por otros, más recientemente por Guido Hulsmann y su brillante biografía intelectual de Mises y no hay necesidad de repetirla aquí.[2] Baste decir que la escuela continuó creciendo, intelectualmente, y produjo algunos de sus mayores logros más tarde en el siglo XX (La acción humana, de Ludwig von Mises, y El hombre, la economía y el estado, de Rothbard, por supuesto, junto con otras grande obras de Ludwig von Mises, Murray N. Rothbard, F.A. Hayek, Ludwig Lachmann e Israel Kirzner). No hubo un movimiento austriaco durante este tiempo.
Las décadas de 1970 y 1980 trajeron sin embargo un renacimiento austriaco, liderado por Rothbard y Kirzner y que se fusionaría en el moderno movimiento austriaco. Esencial para el renacimiento no fueron sólo las ideas, sino las instituciones: financiación, organización, eventos, implicación en la sociedad y otras actividades esenciales para crear un movimiento. La creación del Instituto Mises por Lew Rockwell en 1982 fue algo crítico. Primero, y tal vez lo más importante, el Instituto Mises dio a Rothbard un hogar institucional: una válvula de escape para sus obras, una plataforma para sus lecciones, un centro de camaradería intelectual que es esencial en este tipo de movimiento, una camaradería que experimenté de primera mano en esa conferencia de Stanford en 1988 y he continuado experimentando en los años posteriores. Durante mis días de estudiante universitario a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, las oficinas administrativas del Instituto Mises estaban en Burlingame, California, muy cerca en automóvil de mi casa en Berkeley y yo estaba un día por semana en la oficina como alumno interno, siendo asimismo miembro del Mises, generosamente apoyado por el instituto. Mi programa de graduación en Berkeley no era exactamente un semillero de sentimientos austriacos o libertarios y las visitas semanales a Burlingame hicieron mucho por mantener mi cordura.
Segundo, Rockwell y Rothbard dedicaron sus energías a llegar, no sólo a los intelectuales afines, sino también a estudiantes, hombres de negocios, periodistas y público en general. (También los políticos son bienvenidos como oyentes, pero no son los objetivos principales de este esfuerzo de acercamiento). El resultado es el moderno Instituto Mises, una institución diversa y de múltiples facetas de investigación, enseñanza y alcance que apoya la investigación académica en la tradición austriaca, publica libros y artículos de investigación y popularización, acoge conferencias para investigadores, estudiantes y gente normal, mantiene la mayor colección mundial de literatura en economía austriaca y economía política libertaria y mucho más.
La presencia en Internet del Instituto Mises es notable (normalmente en lo alto de distintos rankings de sitios web económicos y políticos) y tiene un significado especial para mí, ya que fui el primer webmaster de la web del Instituto, ya en 1994. “Webmaster” es un término anacrónico, en este contexto: alquilé algún espacio en un servidor de la Universidad de Auburn e incluí unas pocas páginas sencillas, utilizando las habilidades con el HTML que acababa de aprender (y que llegaron al máximo alrededor de 1995). Poco después se compró el dominio Mises.org, se organizó un grupo real de programadores y, como la Topsy de La cabaña del Tío Tom, simplemente creció.
Desde la década de 1940, la casa intelectual de la Escuela Austriaca ha estado en Estados Unidos. “La Escuela Austriaca hoy activa”, escribía Hayek en 1978, “casi exclusivamente en Estados Unidos, es realmente la de los seguidores de Mises, basada en la tradición de Böhm-Bawerk”. [3] Aparte del Instituto Mises, otras varias organizaciones, think tanks y miembros y alumnos individuales de facultades, basados en EEUU, han promovido y desarrollado la tradición austriaca. Hasta hace poco, la Escuela Austriaca se había olvidado en buena parte de Europa, particularmente en la propia Austria. Después de la caída del comunismo en la década de 1990, aparecieron grupos austriacos en Europa Oriental, particularmente en la Republica Checa, Polonia y Rumanía. Hay las organizaciones, sociedades y grupos de estudiantes austriacos se extienden por el mundo; cuando escribo esto hay institutos Mises en Brasil, Canadá, Cataluña, China, la República Checa, Ecuador, Finlandia, Alemania, Israel, Japón, Polonia, Portugal, Rumanía, Rusia, Suecia y Ucrania; institutos Hayek en Austria y Canadá y un Instituto Rothbard en Bélgica. La Universidad de Angers, en Francia, bajo Guido Hülsmann, y la Universidad Rey Juan Carlos, en España, bajo Jesús Huerta de Soto, están formando a una nueva generación de intelectuales austriacos en Europa. ¿Puede haber en el futuro unos juegos olímpicos de la Escuela Austriaca?
Gracias al trabajo duro de muchos investigadores, estudiantes, emprendedores académicos y donantes privados, y muy ayudado por Internet, el movimiento austriaco es de nuevo (como en sus buenos tiempos) un movimiento global. Como tal, ahora es el momento perfecto para celebrar a la Escuela Austriaca en su lugar de nacimiento vienés, no sólo para mirar atrás y maravillarnos de lo que se ha conseguido hasta ahora, sino para mirar adelante para que la Escuela Austriaca continúe con su crecimiento, desarrollo, refinado e influencia.
Peter G. Klein es el autor de The Capitalist & the Entrepreneur: Essays on Organizations & Markets. Es profesor asociado y director asociado del McQuinn Center for Entrepreneurial Leadership de la Universidad de Missouri y profesor adjunto en la Escuela Noruega de Economía y Administración de Empresas. Klein enseña en la Mises Academy. Escribe en el blog Organizations and Markets. Visite su página web.
Este artículo se basa en un discurso realizado en la Cumbre de Simpatizantes del Instituto Mises del 2011 en Viena.