En el centro de la praxeología se encuentra la proposición incontrovertible de que los humanos actúan. La acción en el empleo voluntario de medios para alcanzar fines de acuerdo con los valores del actor. La existencia de la acción es axiomática: el mismo intento de negarla genera su afirmación.
Aquí defiendo esta validación del axioma de la acción: una validación que ha sido criticado como una declaración autorreferente. Tanto la afirmación como el intento de negación del axioma de la acción son en realidad declaraciones autorreferentes, pero eso por sí mismo no les pone en la misma categoría o niega el valor verdadero de la primera.
Las declaraciones autorreferentes son admisibles en una argumentación siempre que sean no-contradictorias. El axioma de la acción cumple con este criterio, mientras que su intento de negación no lo hace (ya que conlleva una contradicción). Al hacer esta distinción, rebato la injusta caracterización de los positivistas de que todas las declaraciones autorreferentes son inútiles para obtener conocimiento de la realidad.
La acción como sintético a priori
Si uno se limita a observar el comportamiento de humanos en el mundo exterior, no sería capaz de inducir de ello la existencia de acción deliberada: todo lo que observaría serían ciertos movimientos externos de cuerpos humanos. La observación sensorial de otros no permite por sí sola concluir que exista la acción.
Tampoco es suficiente lógica formal llegar a una prueba de que existe la acción. Aunque es necesario razonar lógicamente acerca de la acción para derivar ideas praxeológicas de ello, no hay una serie de premisas de partida desde las que pueda deducirse estrictamente la acción. Más bien. Cualquier análisis lógico de la acción ya presupone su existencia.
La observación externa no es necesaria para concluir la existencia de la acción y el análisis lógico no es suficiente. Sin embargo, cualquier humano pensante sabe que la acción existe y que él actúa. ¿Cómo puede ser esto? Lo es por el hecho de que la acción humana en una proposición sintética a priori. Aunque un puede probarse a partir de premisas más fundamentales de partida, puede validarse sin posibilidad de refutación. Cualquier intento de rebatir una proposición fundamental sintética a priori confirma implícitamente su validez. Es así porque cualquier refutación intentada es en sí misma una demostración del hecho negado. El profesor Hans-Hermann Hoppe lo explica en su tratado Economic Science and the Austrian Method:
La proposición de que los humanos actúan (…) cumple precisamente el requisito para una verdadera proposición sintética a priori. No puede negarse que esta proposición sea cierta, ya que su negación se categorizaría como acción, así que la verdad de la declaración literalmente no puede deshacerse.
Esto implica asimismo que el axioma de la acción es una declaración acerca de un hecho de la realidad. Aunque un individuo pueda tratar de negar el axioma, su comportamiento real atestigua su existencia. La acción es el empleo deliberado de medios para alcanzar fines. En este caso, el fin del actor es la negación del axioma de la acción. Su medio para intentarlo es la declaración «Los humanos no actúan». Aunque su esfuerzo está condenado al fracaso, sigue actuando al pensar que lo medios que emplea llegarán al fin que busca.
Declaraciones autorreferenciales
Una crítica ante esta validación del axioma de la acción es que necesariamente utiliza una declaración autorreferencial (una declaración que afirma su propia validez como verdad). Algunas declaraciones autorreferenciales son paradójicas y problemáticas. El ejemplo clásico: «Esta declaración es falsa» resulta un absurdo. Si la declaración es verdadera, entonces de verdad que la declaración es falsa. Si la declaración es falsa, entonces es falso que la declaración sea falsa, así que la declaración debe ser verdadera, en cuyo caso es verdad que la declaración es falsa, etc. No hay forma de resolver esta contradicción en forma alguna: la construcción básica de la declaración es defectuosa.
Una declaración autorreferencial más compleja podría encontrare al principio de un libro compuesto completamente de proposiciones falsas: por ejemplo, cálculos matemáticos incorrectos como 2+3=7. La frase de introducción es: «Todo lo que se dice en este libro es falso». Es una declaración autorreferencial en su implicación de que ella es también falsa. Aún así, las ramificaciones de esta declaración se extienden más allá de ella misma. Pues si la frase de introducción es falsa, de ello se deduce que al menos una declaración en el libro es verdadera y ésta podría ser alguna declaración distinta de la frase de introducción. Aún así, si sabemos que cualquier otra declaración se había creado realmente para ser falsa, esto implicaría que alguna declaración del libro tendría que se verdadera y falsa al mismo tiempo: algo absurdo. Si la frase de introducción es verdadera, entonces es también falsa (también una contradicción inadmisible).
Muchos positivistas han usado estos ejemplos para negar de plano la validez de las declaraciones autorreferenciales. Como algunas declaraciones autorreferenciales llevan al absurdo, afirman, esas declaraciones no tienen papel alguno en obtener un conocimiento válido acerca de la realidad. Los positivistas utilizan esta afirmación para cuestionar el fundamento de la praxeología: el axioma de la acción.
El axioma de la acción es en sí mismo una proposición autorreferencial: la declaración «Los humanos actúan» constituye una acción. El objetivo de la acción es la afirmación positiva del axioma de la acción; el medio es la declaración. La afirmación positiva del axioma de la acción puede leerse así: «Esta afirmación del axioma de la acción es en sí misma una acción». Por tanto es una declaración autorreferencial. El intento de negar el axioma de la acción es asimismo autorreferencial. Equivale a decir: «La acciones no existe, por lo tanto esta declaración no es una acción». Aún así, los positivistas se equivocan al descartar ambas declaraciones. La declaración de que los humanos actúan (aunque sea autorreferencial) difiere en esencia de la declaración de que la acción no existe.
La no-contradicción: El criterio distintivo
La no-contradicción es un criterio para el conocimiento verdadero. Ningún dato de conocimiento acerca de la realidad tendría que contradecir a cualquier otro. Si lo hace, al menos uno de los datos debe ser erróneo. Si cualquier afirmación conlleva necesariamente una contradicción, es una afirmación mal construida y tendría que rechazarse de plano.
El problema con algunos tipos de declaraciones autorreferenciales no es que sean autorreferenciales, sino que más bien su irrelevancia para el conocimiento real reside en sus naturalezas contradictorias. Consideremos el caso «Esta frase es falsa». Si uno quiere expresar conocimiento real con esa declaración, entonces uno considera implícitamente que la afirmación es verdad. Así, decir «Esta frase es falsa» equivale a afirmar «Esta frase, que considero verdadera, es falsa». La contradicción está incluida en toda la expresión y por tanto no puede conferir conocimiento acerca de algo real. La verdad no puede ser mentira.
¿Pero qué ocurriría si la declaración se reformulara? En lugar de «Esta frase es falsa», podría decirse «Esta frase es verdadera». Aunque siga siendo autorreferencial, la declaración deja de ser contradictoria. Ahora solo dice: «Esta frase, que considero verdadera, es verdadera». Esta declaración no nos da ninguna indicación de la verdad fuera de sí misma, pero además es no-contradictoria. Podemos coherentemente afirmar la verdad de esa declaración. Aunque no nos da ningún conocimiento acerca de algo fuera de ella, sí proporciona algún conocimiento acerca de sí misma (que es verdad). Los positivistas no pueden afirmar que esta declaración autorreferencial sea una mala formulación. Lo más que pueden hacer es preguntar: «¿Y qué?» y clasificarla como «mero conocimiento analítico».
Sin embargo, la situación cambia si la declaración se refiere asimismo a cualquier elemento de la realidad fuera de sí misma. El caso de «Todo lo que se dice en este libro es falso» es una contradicción porque equivale a la afirmación «Esta declaración acerca de todo lo que se dice en el libro, que considero verdadero, es falsa». Sin embargo, esta contradicción puede evitarse fácilmente si reformulamos así la declaración: «Esta declaración es verdadera y afirma que todas las demás declaraciones en este libro son falsas». La declaración es de hecho autorreferencial. No podemos suponer que su afirmación acerca de todas las demás declaraciones en el libro pueda ser correcta salvo que la propia declaración sea asimismo correcta. Una falsa declaración no puede afirmar la verdad de nada, como hemos visto con en los casos anteriores de declaraciones autorreferenciales contradictorias. Aún así, la declaración es asimismo verdadera: es verdad que todas las demás declaraciones en el libro son falsas: el libro se escribió deliberadamente así. También es verdad que cualquier afirmación acerca de la falsedad de cualquier otra declaración en el libro es verdadera.
La declaración «Esta declaración es verdadera y afirma que todas las demás declaraciones en este libro son falsas» es también distinta de la mera afirmación «Esta frase es verdadera» en el sentido de que no solo es relevante para su propio valor de verdad. Puede conllevar un conocimiento definido acerca de hechos fuera de ella misma. Es asimismo el caso del axioma de la acción.
Consideremos la declaración «Los humanos actúan» en una reformulación más detallada: «Esta declaración, que afirma que todos los humanos actúan, es en sí misma una acción». Aquí no hay contradicción. Si realmente todos los humanos actúan, entonces la propia declaración (pronunciada por un ser humano) bien podría ser una acción. Si se ajusta a la definición de una acción (cosa que hace) entonces la declaración puede hacer afirmaciones verdaderas acerca de su estado como tal. La declaración es al tiempo autorreferencial y verdadera. El axioma de la acción es autorreferencial, pero sus referencias se extienden mucho más allá de la propia declaración. El axioma de la acción se refiere al tiempo a sí misma y a cualquier otra acción humana.
Sin embargo, cualquier negación del axioma de la acción es al tiempo autorreferencial y contradictorio. La declaración «Los humanos no actúan» es una contradicción porque los declaraciones como tales se ajustan a la definición de acción: emplean medios para la búsqueda de fines. La afirmación contradictoria puede así reformularse: «Esta declaración, que es en sí misma una acción, afirma que los seres humanos no actúan».
Sabemos que el conocimiento genuino es no-contradictorio. Si hay una contradicción en la misma formulación de una declaración, ésta debe descartarse. Como cualquier negación del axioma de la acción es una contradicción, no puede conferir conocimiento acerca de la realidad. Así que podemos concluir que cualquier negación del axioma de la acción es falsa. Esto solo puede implicar que lo contrario, la existencia del axioma de la acción, debe ser verdadero.
Toda declaración verdadera es en parte autorreferencial
He demostrado que la negación del axioma de la acción por los positivistas basada en su naturaleza autorreferencial no está justificada. Ahora rebatiré la misma base de su uso de una naturaleza autorreferencial de una declaración como fundamento para descartar esa declaración. Aunque no toda declaración autorreferencial sea verdadera, toda declaración verdadera es necesariamente autorreferencial. Si afirmamos algo real, la misma afirmación debe por lógica ser verdadera.
Incluso una declaración puramente empírica como «Este gato es negro» es autorreferencial. Si no reconocemos implícitamente la verdad de la afirmación, no tendría sentido. Para afirmar que el gato es negro, debemos afirmar: «Esta declaración, que afirma que el gato es negro, es verdadera». Si fuera otra cosa que no sea verdadera, nos veríamos de nuevo en una contradicción irreconciliable. Afirmar «Esta declaración, que afirma que el gato es negro, es falsa», no es sino una versión amplificada de «Esa frase es falsa».
Así que la naturaleza autorreferencial de una declaración no puede hacer nada por demostrar su falsedad: muy al contrario, es necesario para que cualquier declaración sea verdadera. El criterio genuino para la verdad es la no-contradicción: el axioma de la acción cumple con este criterio, mientras que su negación no lo hace. Como el axioma de la acción no puede contradecirse, es irrefutablemente verdadero. Además, su formulación abarca hechos más allá de la propia declaración, así que es verdadero acerca de acciones distintas de sus propias afirmaciones.