[Extraído de El hombre, la economía y el estado]
Hasta este momento, hemos explicado el caso en el que los dueños de la tierra y el trabajo, es decir, de los factores originales, restringen su posible consumo e invierten sus factores un proceso de producción, que, después de cierto tiempo, produce un bien de consumo para vender a los consumidores a cambio de dinero. Consideremos ahora una situación en la que los dueños de los factores no poseen el producto final. ¿Cómo podría producirse esto? Olvidemos primero las distintas etapas del proceso de producción y supongamos por ahora que todas estas etapas pueden agruparse en una. Una persona un grupo de personas actuando conjuntamente pueden así, en ese momento, ofrecerse a pagar dinero a los dueños de tierras y trabajo, comprando así los servicios de sus factores. Los factores a continuación trabajan y producen el producto, que, de acuerdo con los términos de su acuerdo, pertenece a la nueva clase de dueños de productos. Estos dueños de productos han comprado los servicios de los factores tierra y trabajo, ya que estos últimos han contribuido a la producción; luego venden el producto final a los consumidores.
¿Cuál ha sido la contribución de estos dueños de productos o “capitalistas” al proceso de producción? Es esta: el ahorro y la restricción del consumo, en lugar de ser realizado por los dueños de tierra y trabajo, ha sido realizado por los capitalistas. Los capitalistas ahorraron originalmente, digamos, 95 onzas de oro que podían haber gastado en bienes de consumo. Sin embargo, evitaron hacerlo y, en su lugar, adelantaron el dinero a los dueños originales de los factores. Pagaron a estos últimos por sus servicios mientras estaban trabajando, adelantándoles así el dinero antes de que el producto fuera fabricado realmente y vendido a los consumidores. Por tanto, los capitalistas hicieron una contribución esencial a la producción. Eliminaron para los dueños de los factores originales la necesidad de sacrificar bienes presentes y esperar a bienes futuros. En su lugar, los capitalistas han suministrado bienes presentes a partir de su propio ahorro (es decir, dinero con el que comprar bienes presentes) a los dueños de los factores originales. A cambio de este suministro de bienes presentes, estos últimos contribuyen con sus servicios productivos a los capitalistas, que se convierten en los dueños del producto. Más en concreto, los capitalistas se convierten en los dueños de la estructura de capital, de toda la estructura de bienes de capital al ser producidos. Manteniendo nuestra suposición de que un capitalista o grupo de capitalistas posee todas las etapas de la producción de cualquier bien, los capitalistas continúan adelantando bienes presentes a los dueños de los factores al ir pasando el “año”. Al ir continuando el periodo de tiempo, se producen en primer lugar bienes de capital de nivel superior, luego se transforman en bienes de capital de nivel inferior, etc. y acaban con el producto final. En todo momento, toda esta estructura es propiedad de los capitalistas. Cuando un capitalista posee toda la estructura, estos bienes de capital, hay que destacarlo, no le producen ningún bien. Así, supongamos que un capitalista ya ha adelantado 80 onzas a lo largo de un periodo de muchos meses a los dueños de trabajo y tierra en una línea de producción. Tiene en su propiedad, como consecuencia, una masa de bienes de capital de quinto, cuarto y tercer nivel. Ninguno de estos bienes de capital le vale para nada, sin embargo, hasta que los bienes puedan trabajarse más y se obtenga el producto final y se venda al consumidor.
La literatura popular atribuye un enorme “poder” al capitalista y considera su posesión de una masa de bienes de capital como de enorme importancia, dándole una gran ventaja sobre otra gente en la economía. Sin embargo, vemos que esto está lejos de ser verdad; de hecho, es posible que la verdad sea la opuesta. Pues el capitalista ya ha ahorrado de un posible consumo y contratado los servicios de factores para producir sus bienes de capital. Los poseedores de estos factores ya tienen el dinero que en otro caso habrían tenido que ahorrar y esperar (soportar la incertidumbre), mientras que el capitalista solo tiene una masa de bienes de capital, una masa que le resultará inútil si no puede trabajarse más o no se vende el producto a los consumidores.
Cuando el capitalista compra servicios de factores, ¿cuál es el intercambio exacto que tiene lugar? El capitalista da dinero (un bien presente) a cambio de recibir servicios de factores (trabajo y tierra), que trabajan para proporcionarle bienes de capital. En otras palabras, le proporcionan bienes futuros. Los bienes de capital por los que paga son estaciones de paso en la ruta hacia el producto final: el bien de consumo. En el momento en el que se contratan tierra y trabajo para producir bienes de capital, por tanto, estos bienes de capital, y por tanto los servicios de tierra y trabajo, son bienes futuros, representan la encarnación del rendimiento esperado de un bien en el futuro: un bien que puede consumirse entonces. El capitalista que compra los servicios de tierra y trabajo en el año uno para trabajar en un producto que acabara convirtiéndose en un bien de consumo listo para su venta en el año dos está adelantando dinero (un bien presente) a cambio de un bien futuro, mediante el adelanto presente de un rendimiento en dinero en el futuro por la venta del producto final. Se está intercambiando un bien presente por un bien futuro esperado.
Bajo las condiciones de nuestro ejemplo, estamos suponiendo que los capitalistas no poseen ningún factor original, en comparación con el primer caso, en el que los productos eran poseídos conjuntamente por los dueños de estos factores. En nuestro caso, los capitalistas originalmente poseían dinero, con el cual compraban los servicios de tierra y trabajo para producir bienes de capital, que son finalmente transformados mediante tierra y trabajo en bienes de consumo. En este ejemplo hemos supuesto que los capitalistas no poseen en ningún momento ninguno de los factores como operadores de trabajo y tierra. Por supuesto, en la vida real puede haber y hay capitalistas que trabajan en alguna actividad gestora del proceso de producción y también poseen la tierra en la que operan. Sin embargo, analíticamente es necesario aislar estas diversas funciones. Podemos llamar “capitalistas puros” a aquellos capitalistas que solo poseen los bienes de capital y el producto final antes de la venta.
Añadamos ahora otra restricción temporal a nuestro análisis: que todos los bienes y servicios de los productores sean solo contratados, nunca directamente comprados. Es un supuesto útil que se mantendrá mucho después de que desaparezca la suposición de factores específicos. Aquí asumimos que los capitalistas puros nunca compran un factor en su conjunto que por sí mismo pueda generar varias unidades de servicio. Solo pueden contratar los servicios de factores por unidad de tiempo. Esta situación es directamente análoga a las condiciones descritas en el capítulo 4, sección 7 anterior, en las que los consumidores compraban o “alquilaban” los servicios unitarios de bienes, en lugar de los bienes en su conjunto. En una economía libre, por supuesto, esta contratación o alquiler debe producirse siempre en el caso de los servicios laborales. El trabajador, al ser un hombre libre, no puede comprarse; es decir, no se le puede pagar un dinero en efectivo por todos sus servicios futuros totales previstos, después de lo cual esté a las órdenes permanentes de su comprador. Esta sería una condición de esclavitud e incluso la “esclavitud voluntaria”, como hemos visto, no puede aplicarse en el mercado libre debido a la inalienabilidad de la voluntad personal. Así que no puede comprarse un trabajador, sino que sus servicios pueden comprarse a lo largo de un periodo de tiempo: es decir, puede ser alquilado o contratado.