En un artículo reciente, analicé las ambigüedades y contradicciones en el uso típico de términos tales como la libertad y el orden. En la presente obra, me gustaría hacer lo mismo con la palabra anarquía. Al igual que antes, no voy a pasar mucho tiempo con el análisis de fondo. Antes de que mentes sobrias puedan considerar estos asuntos difíciles, primero tenemos que despejar la confusión, no podemos debatir diferentes ideas si ni siquiera sabemos lo que estamos diciendo.
Para ilustrar el problema, voy a dar tres ejemplos de artículos de revistas convencionales que tratan el «anarcocapitalismo» (o «anarquismo de libre mercado»), el sistema antipolítico de completo laissez-faire defendido por Murray Rothbard y muchos otros en la escuela austriaca.1 ,2
En su artículo3 que afirma que las agencias privadas de defensa podrían degenerar en bandas de explotadores, Daniel Sutter explica:
Considero las perspectivas de la anarquía cooperativa en el marco institucional del anarcocapitalismo en el cual agencias privadas, con fines de lucro ofrecen conjuntos de códigos legales y la aplicación de estos códigos. En la anarquía no existe ninguna institución de autoridad legítima sobre todos los miembros de la sociedad. (Sutter p. 602, negrita añadida)
¿Existe algún problema, a pesar de las afirmaciones empíricas de Sutter, para lo que Sutter quiere decir con «autoridad legítima»? Por ejemplo, un acérrimo católico sin duda cree que la Iglesia Católica, como institución universal, que afirma la verdad universal, tiene autoridad legítima sobre todos los miembros de la sociedad. ¿La existencia de tales creyentes descarta la posibilidad de la anarquía? Yo creo que no, ya que presumiblemente Sutter no se molestaría en escribir artículos sobre un concepto tan difícil de alcanzar.
Uno podría pensar que una institución tiene que ser realmente legítima con el fin de calificar para la eliminación de la anarquía, en lugar de ser simplemente considerada legítima por parte de algunos miembros de la sociedad. Desde esta perspectiva, entonces, la Iglesia Católica no es una autoridad legítima sobre todos, porque hay un montón de ateos y protestantes que disputan las afirmaciones del Papa. Sin embargo, por la misma razón, hay un montón de gente (incluido yo) que rechaza las alegaciones de George Bush, así como las alegaciones de todos los agentes del gobierno federal. ¿Eso significa que Sutter cree que el actual Estados Unidos se encuentra en un estado de anarquía? Una vez más, lo dudo.
Nótese que posiblemente podría tenerse un sistema de agencias con fines de lucro, como imagina Sutter, y aún así tener una institución que se considera una «autoridad legítima» sobre todos los miembros de la sociedad. En particular, supongamos que cada persona en el mundo lee La ética de la libertad de Rothbard y está completamente convencido de la belleza y la justicia de sus argumentos en el libro. Todos los gobiernos luego se disuelven, para ser reemplazados por las agencias privadas de aplicación de la ley. Impulsados por el deseo de servir a todos los consumidores que pasan a tener opiniones idénticas sobre los códigos legales, las agencias compiten sobre el precio base, los uniformes del personal de la corte, lo pegajoso de los eslóganes y jingles comerciales, etc.
Y sin embargo, en realidad es un conjunto uniforme de leyes que vinculan a todas las personas, tan plenamente establecidos en el tratado de Rothbard. Por supuesto, uno podría afirmar que ese improbable (pero posible) escenario no sería un ejemplo de la verdadera «autoridad» (ya que la «sumisión» a las opiniones de Rothbard es completamente voluntaria), pero siempre tendríamos anarquía si salvamos la declaración de Sutter en negrita en la cita anterior. En resumen, creo que este hipotético escenario pone de relieve la incoherencia interna en el uso de Sutter de anarquía.
Pasemos ahora a un artículo4 intrigante por el conocido economista Jack Hirshleifer, que comienza con la siguiente apertura provocadora:
¿Qué tienen en común los siguientes? (1) luchas internacionales por el control de los recursos del globo, (2) la guerra de pandillas en la era de Prohibición de Chicago, (3) los mineros frente a los claim jumpers en la fiebre del oro de California, (4) la territorialidad animal, y (5) los elefantes marinos machos quienes luchan para secuestrar «harenes» de hembras. Respuesta: Son todas situaciones anárquicas. (Hirshleifer p. 26)
El problema es que el segundo ejemplo no se ajusta a la definición Hirshleifer de anarquía como «un sistema en el que los participantes pueden tomar y defender los recursos sin regulación desde arriba» (p. 26). Incluso frente a esto, simplemente no es cierto que en la era de la Prohibición los gangsters pudieran luchar entre sí sin «regulación desde arriba». Salvo en casos muy inusuales que involucran sobornos específicos, los hombres de Al Capone no dispararían a un miembro de una pandilla rival en frente de un policía uniformado. (Ver y leer El padrino para tener una idea de la fuerza relativa de mafiosos contra policías) Y aunque hiciéramos asumir que Capone pagó al jefe de la policía para permitir a sus hombres «legalmente» sacar un jefe rival, eso sólo demuestra que la fuerza de policía de Chicago es la banda más poderosa de la ciudad, que ejerce la «autoridad» para castigar los usos de la violencia para los que no ha dado su aprobación previa.
En un nivel más profundo, el ejemplo de la guerra de la era de la Prohibición es particularmente irónico, ya que sólo existe debido a la regulación gubernamental. Es decir, el momento en que se legalizó el alcohol, las pandillas de Chicago dejaron de dispararse entre sí. Lejos de ser un ejemplo de la anarquía, por lo tanto, el segundo ejemplo de Hirshleifer es realmente un caso de violencia causada cuando un grupo de hombres armados tratan de imponer sus puntos de vista de la justicia en una población.
El último ejemplo viene de Dennis C. Mueller, quien escribe:5
En contraste con la aldea medieval, la moderna metrópolis con sus millones de habitantes altamente móviles es apenas imaginable sin las acciones de gobierno abiertamente autoritarias que controlen el comportamiento en muchas situaciones de dilema del prisionero. De hecho, apenas se puede concebir el comportamiento no cooperativo como robar siendo controlado exclusivamente por la costumbre o la presión social de otros miembros de la comunidad en una ciudad como Nueva York. Incluso con la autoridad de las fuerzas policiales parte de Nueva York se asemeja a una selva hobbesiana. Al mismo tiempo, la ciudad moderna es un mercado de dimensiones sin precedentes. Las ciudades abiertas de Hong Kong y Singapur son el epítome de las ganancias de bienestar potenciales resultado de la operación de los mercados libres en una sociedad de masas de gran movilidad, al igual que Nueva York simboliza la pérdida de bienestar potencial resultado de las averías del dilema del prisionero en las comunidades grandes. (Mueller p. 822, negrita añadida)
En este pasaje, Mueller no ha utilizado un término inconsistente, pero en cambio ha adoptado una táctica común de citar un fracaso de las operaciones del gobierno para demostrar su absoluta necesidad. Es decir, Mueller cree que el gobierno «evidentemente» debe prestar los servicios de aplicación de leyes, y como prueba de ello cita un caso en el que el gobierno hace un trabajo horrible protegiendo la propiedad.
Para ver el argumento de Mueller con mayor claridad, vamos a cambiar ejemplos. Supongamos que hubiera alegado lo siguiente: «Es inconcebible que los hispanohablantes puedan producir bienes y servicios, sin intervención del Estado. Incluso con su plan económico de diseño racional, Cuba tiene barrios que se encuentran en situación de pobreza escandalosa. Por el contrario, las personas de habla inglesa en los EEUU tienen una economía relativamente desorganizada y todavía disfrutan de un alto ingreso per cápita».
Este hipotético (y absurdo) argumento es análogo al de Mueller, que piensa que la intervención del gobierno es necesaria para la prestación de los llamados bienes públicos, mientras que los mercados libres son perfectamente adecuados para la provisión de bienes privados. El anarcocapitalista no estaría de acuerdo, por supuesto, y ve esta distinción tan espuria como la supuesta dicotomía entre los hablantes de español e inglés. Una vez más, permítanme subrayar que el punto aquí no es si la distinción es buena o mala. Más bien, el punto es que Mueller no parece darse cuenta de la ironía de citar un caso de gobierno haciendo un trabajo terrible para demostrar cómo el gobierno es esencial.
Hirshleifer y Mueller ambos (implícitamente) adoptan la posición de que ningún gobierno es lo mismo que un gobierno fracasado. Este es un punto de vista típico, es el hecho por el que la gente se refiere a la guerra de pandillas o el actual Iraq como ejemplos de «anarquía». Sin embargo, como ya he explicado anteriormente, esta clasificación es errónea, tanto en un sentido evidente como en un sentido más profundo.
Obviamente no es el caso de que tengamos anarquía en Iraq, hay un oficial del gobierno que está matando a la gente en un intento por hacer cumplir los objetivos de sus líderes. (Véase Hans Hoppe: «¿Demuestra Iraq que necesitamos un Estado?») Y en un nivel más profundo, los anarcocapitalistas dirían que la violación generalizada de los derechos de propiedad en lugares como Iraq y Colombia se producen debido a las acciones del gobierno, no a pesar de las acciones (sin éxito) del gobierno. Para ilustrar este último punto: Supongamos que el gobierno de EEUU redujo la pena por distribución de cocaína a una multa de 100 dólares. ¿Esta relativa «impotencia» de los funcionarios estadounidenses aumentaría o disminuiría la cantidad de violencia en el tráfico de drogas?
Conclusión
Los politólogos, historiadores, economistas, y otros tienen muchos problemas de peso a tener en cuenta cuando se trata del Estado frente a la anarquía. Pero antes de que ese debate siquiera comience, debemos evitar definiciones ambiguas y contradictorias en nuestros términos básicos.
- 1La gente suele criticar a este sitio web por ofrecer artículos sobre el anarquismo, en razón de que el mismo Ludwig von Mises era bastante hostil a la anarquía en sus propios escritos. Permítanme ser claro: Mises, efectivamente, criticó la «anarquía», pero su análisis es realmente una crítica del pacifismo; Mises argumentó la necesidad de hacer cumplir la ley, y supuso que esto demuestra la necesidad de la aplicación de la ley del gobierno. En todo caso, los principios que subyacen en el anarco-capitalismo rothbardiano son ciertamente consistente con la economía de Mises.
- 2Muchos socialistas objetan que el anarcocapitalismo es una contradicción en los términos, porque la anarquía es un sistema social sin gobernantes, mientras que el capitalismo consagra a un grupo determinado (los capitalistas o más generalmente los propietarios) como gobernantes sobre los demás. En el presente artículo puedo eludir esta objeción porque todos los autores que discuto clasificarían al mundo ideal de Rothbard como anarquista.
- 3Sutter, Daniel. (1995). «Asymmetric Power Relations and Cooperation in Anarchy». Southern Economic Journal, vol. 61, No. 3 (enero): pp 602-13. (Tenga en cuenta que todos los artículos citados están disponibles en línea a través de JSTOR.)
- 4Hirshleifer, Jack. (1995). «Anarchy and Its Breakdown» The Journal of Political Economy Vol. 103, No. 1 (February): pp. 26–52.
- 5Mueller, Dennis C. (1988). «Anarchy, the Market, and the State» Southern Economic Journal Vol. 54, No. 4 (April): pp. 821–30.