Últimamente, cuando no ha estado tratando de culpar a China de los males de la competitividad de Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha estado obsesionado con el vendedor en línea Amazon. Aunque hay especulaciones acerca de si Trump está usando las riendas del gobierno por un resentimiento personal debido a que Jeff Bezos, CEO de Amazon, también posee el Washington Post, la obsesión más reciente se basa en su creencia de que el Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) está subvencionando la actividad de Amazon. Lo que dice es que, basándose en un método de precios de coste más beneficio, a Amazon se le está subvencionando con 1,47$ por paquete enviado por USPS como transportista a las viviendas. Con una estimación de 608 millones de cajas enviadas por el vendedor en línea en 2017, Trump está deduciendo que Amazon ha quitado al servicio postal 893 millones de dólares. Considerando que USPS perdió 2.700 millones de dólares, esto implicaría además que Amazon sería una razón clave por la que USPS tiene problemas financieros. Trump continúa declarando que Amazon debería pagar esos 2.700 millones para cubrir la diferencia.
Aquí el problema es la suposición de que los negocios operan sobre una base de coste más beneficio. Este tipo de pensamiento es el resultado de lo retorcidas que son las operaciones públicas, que frecuentemente firman tipos de contratos de coste más beneficio. Los contratos de coste más beneficio son aquellos casos en los que el gobierno acuerda cubrir todos los costes aplicables de realizar el trabajo más un beneficio garantizado. Estas formas de contrato son relativamente inusuales en el sector privado empresarial, donde negociar un precio es la forma principal de actuar. Debido a la naturaleza del coste más beneficio y a cómo frecuentemente las empresas se pasan de presupuesto porque así hay pocos incentivos para controlar los costes de rendimiento, estas generalmente no hacen negocios así. Esto significa que en el mundo fuera de la actividad financiada por impuestos, USPS tiene que competir con otros transportistas de paquetes como UPS y FedEx y no puede permitirse el lujo de garantizarse un beneficio en cada actividad.
En lo que se refiere a USPS, la organización tiene grandes costos fijos. En la planificación empresarial, los precios normalmente tienen un nivel inferior en la variable del coste de actividad. Cualquier ingreso que se recaude por encima y más allá de los costes variables es capaz de contribuir a los gastos fijos. Esto se llama margen de contribución. Como el componente fijo existe se venda o no el producto o servicio, las empresas se ven presionadas a rebajar los precios hasta que llegan a cubrir este margen de contribución. Así que las empresas esperan generar suficiente volumen marginal para cubrir los gastos fijos. Si la alternativa está entre no vender y vender por debajo de un precio óptimo con algún margen de contribución, la organización normalmente optará por el precio más bajo del óptimo para al menos reducir el deterioro del recurso.
La razón por la que USBS tiene problemas y le cuesta cubrir la estimación de 29.000 millones de dólares en costes fijos se debe a su situación como monopolio parcial legal. En las propias palabras de USBS, el Congreso ha decretado, bajo sanción penal, el monopolio total de USPS en la entrega de cartas, con algunas excepciones (como las urgentes o las gratuitas). Como la mayoría de los monopolios, USPS tiene pocos incentivos para mantener el control de los costes. En 1999, USPS llegó a encogerse de hombros ante la floreciente Internet, el correo electrónico en particular, como si fuera una moda y se dedicó a encargar expansiones de instalaciones con la expectativa de que el volumen de las cartas continuaría creciendo. Desde su máximo en 2001, el número de cartas entregadas por USPS se ha desplomado desde entonces hasta casi la mitad en 2017. Sin embargo, los costes de USPS continuaron aumentando, de los 62.000 millones de dólares en 2000 a los 72.300 millones en 2017, a pesar del desplome del volumen de negocio. USPS solo ha conseguido permanecer solvente apoyándose en su estatus de monopolio y aumentando precio de los sellos de 0,34$ para un sello de primera clase en 1999 a 0,50$ este mismo año. Pero incluso esto tiene limitaciones, ya que se está acelerando el declive del volumen de correo.
Sin embargo, este monopolio no cubre la entrega de paquetes, poniendo a USPS en la extraña posición de tener un monopolio legal sobre solo una parte de su negocio. Esto crea la impresión de que el negocio de los paquetes está subvencionado por el negocio de las cartas, ya que los precios del lado de las cartas no están limitados por una fuerza competitiva. Esto crea a su vez la impresión adicional de que los gastos, que nunca han estado controlados debido a la confianza histórica en la entrega de cartas, deberían aplicarse por igual a la entrega de paquetes. De ahí la suposición de que hay una subvención, cuando en realidad los costes están enormemente hinchados debido a una falta de disciplina de mercado.
Cuando un negocio privado se ve amenazado por una disminución en el volumen, normalmente tiene que recortar operaciones para ajustar su tamaño y así atender las nuevas demandas del mercado. Por el contrario, USPS no hace esto. La organización continúa funcionando sobre el supuesto de que debe hacer entregas diarias, seis días por semana, a todas las direcciones en la nación. Incluso la antigua excusa rural se ha debilitado al hacerse la nación más urbana (suponiendo que alguna vez estuviera justificado gravar a los residentes en la ciudad para proporcionar comodidades de ciudad a quienes eligieron vivir en lugares remotos). No es que los residentes rurales necesiten una organización monopolística para entregar correo basura.
Derogar el monopolio del servicio postal
¿Cuál es entonces la respuesta a los defectos de USPS? Derogar los estatutos del correo privado y dejar libre a la USPS para gestionar sus propios asuntos sin la interferencia del Congreso en su funcionamiento. Como es conocido que demostró en 1844 Lysander Spooner con la American Letter Mail Company, el sector privado no solo puede entregar el correo, sino que puede entregarlo de forma rentable por una fracción del coste del servicio postal. Esto resuelve dos problemas:
- Se elimina la apariencia de que Amazon está subvencionado a través de USPS.
- Pueden entrar en juego organizaciones rentables y estables de correo.
Derogar los estatutos del correo privado y eliminar al gobierno del negocio de la entrega de correo puede que también salve a USPS, ya que este no solo puede librarse de órdenes populistas, como el muy generoso programa de jubilación, sino también del mantenimiento de un número absurdo de ubicaciones de servicios postales; USPS mantiene más del doble de oficinas postales que restaurantes tiene McDonald’s. También abriría el mercado a más competencia y la competencia estimula un mejor funcionamiento entre los competidores, ya que es más probable que se identifiquen métodos creativos de funcionamiento y estos pueden copiarse, llevando a un funcionamiento superior de todos los participantes.
Al final, el “problema” de Amazon es autoinfligido por el gobierno al insistir en que funcione como un monopolio del transporte de cartas. Trump pueda arreglar el problema de un solo golpe presionando al Congreso para que no apruebe leyes que impongan tarifas más altas a los paquetes enviados por Amazon, lo que solo aceleraría la quiebra de USPS, ya que Amazon se limitaría a elegir una empresa alternativa, sino abrir una competencia sin restricciones en la entrega de correo y liberar a USPS de las ataduras del gobierno. Indudablemente funcionó bien en Nueva Zelanda.