Mises Wire

Ctrl+Alt+Regular: el reinicio equivocado de la competencia por parte de la DMA

La Ley de Mercados Digitales de la Unión Europea (DMA) representa un intento desafortunado de regular los mercados digitales, resucitando el paradigma obsoleto y profundamente defectuoso de Estructura-Conducta-Desempeño (SCP). Este ensayo sostiene que el enfoque estructural de la DMA no sólo no se adapta bien a la naturaleza dinámica de los mercados digitales, sino que es activamente perjudicial, ya que amenaza con sofocar la innovación, impedir el progreso del mercado y, en última instancia, perjudicar a los mismos consumidores a los que pretende proteger.

El paradigma SCP, que constituye la base de la DMA, es una reliquia de la economía industrial de mediados del siglo XX, lamentablemente inadecuada para comprender los ecosistemas digitales modernos. Este marco postula ingenuamente que la estructura del mercado determina la conducta de las empresas, lo que, a su vez, afecta el desempeño del mercado. Al aferrarse a este modelo obsoleto, los reguladores de la UE demuestran una profunda incomprensión de la dinámica de la economía digital.

La metodología central de la DMA delata su profunda dependencia del paradigma SCP, en particular en su obsesión por la estructura del mercado. Esto es evidente en sus criterios para designar a los «guardianes», que se basan principalmente en métricas estructurales cuantitativas como la facturación anual, la capitalización de mercado y el tamaño de la base de usuarios. Al centrarse en estos elementos estructurales estáticos, la DMA no entiende fundamentalmente la naturaleza de la competencia en los mercados digitales. Supone erróneamente que la estructura del mercado es el determinante principal del comportamiento competitivo y los resultados del mercado, ignorando los procesos dinámicos que realmente impulsan la innovación y la competencia digitales.

Esta fijación estructural conduce a un enfoque regulatorio que es a la vez reductivo y potencialmente dañino. Al apuntar a las empresas en función de su tamaño y posición en el mercado en lugar de su conducta real o los resultados que producen, la DMA corre el riesgo de penalizar el éxito y la eficiencia. Crea una estructura de incentivos perversa en la que las empresas pueden limitar deliberadamente su crecimiento o innovación para evitar el escrutinio regulatorio. Además, este enfoque no toma en cuenta los cambios rápidos y a menudo impredecibles en los mercados digitales, donde el actor dominante de hoy puede convertirse rápidamente en la plataforma obsoleta de mañana. Por lo tanto, es probable que los umbrales estructurales rígidos de la DMA y las regulaciones ex ante estén permanentemente desalineados con las realidades del mercado, lo que podría obstaculizar la dinámica competitiva que pretenden proteger.

Los mercados digitales se caracterizan por una rápida innovación, límites fluidos y disrupciones constantes. El enfoque de la DMA en elementos estructurales —como la designación de «guardianes» en función de umbrales cuantitativos arbitrarios— es similar a utilizar un reloj de sol para medir nanosegundos. No sólo es inexacto, sino absurdo. Es verdaderamente importante entender la competencia tal como es. Como dijo Hayek: «quiero ahora considerar la competencia sistemáticamente como un procedimiento para descubrir hechos que, si el procedimiento no existiera, permanecerían desconocidos o al menos no se utilizarían». No como cualquier tipo de posición o estructura estática.

La DMA representa un monumento a la extralimitación regulatoria, construida sobre los inestables cimientos del paradigma SCP. Es probable que sus consecuencias sean graves y de largo alcance:

  1. Estrangulamiento de la innovación: al imponer reglas draconianas a las grandes plataformas, la DMA inevitablemente estrangulará la innovación. Los recursos que podrían impulsar tecnologías de próxima generación se desperdiciarán en el cumplimiento de las normas.
  2. Arenas movedizas regulatorias: la naturaleza amplia y prescriptiva de la DMA crea un atolladero de incertidumbre para las empresas. En este entorno, el estancamiento cauteloso se convierte en una estrategia más segura que la innovación audaz.
  3. Falta de adecuación a la realidad: los criterios utilizados para designar a los guardianes son instrumentos rudimentarios que no logran captar la dinámica competitiva matizada de los mercados digitales. Esta falta de adecuación amenaza con distorsionar los incentivos del mercado y la competencia.
  4. Desempoderamiento del consumidor: en su celo paternalista, los reguladores de la UE han pasado por alto el poder de elección del consumidor a la hora de configurar los mercados digitales. La DMA supone implícitamente que los consumidores son peones indefensos en lugar de participantes activos del mercado.

El enfoque estructural de la DMA delata la arrogancia de los reguladores de la UE, que creen que pueden microgestionar eficazmente el complejo y rápidamente cambiante ecosistema digital. Se trata de una ilusión peligrosa. Los organismos reguladores carecen de la agilidad, la experiencia y la previsión necesarias para supervisar eficazmente entornos tan dinámicos.

Es probable que la implementación de la DMA sea una pesadilla burocrática, con reguladores que siempre van a la zaga de las realidades del mercado. Es como si la UE hubiera decidido regular Internet a través de un comité de operadores de telégrafos.

Las fallas del enfoque estructural de la DMA se hacen aún más evidentes cuando se las analiza desde la perspectiva de la economía austríaca. La escuela austríaca ofrece una perspectiva radicalmente diferente sobre los mercados y la competencia que desafía fundamentalmente el paradigma SCP subyacente a la DMA. Mientras que el modelo SCP considera la estructura del mercado como el determinante principal del comportamiento de las empresas y los resultados del mercado, los economistas austríacos ven el mercado como un orden espontáneo que surge naturalmente de las acciones individuales sin control central. Esta perspectiva sugiere que los intentos de regular los mercados a través de leyes antimonopolio, como la DMA, malinterpretan profundamente la naturaleza orgánica y autorreguladora de los sistemas económicos, lo que potencialmente perturba los procesos beneficiosos del mercado en lugar de mejorarlos. Como Murray Rothbard ha señalado en Hombre, economía y  Estado: 

Las leyes y procesos antimonopolio, aunque aparentemente están diseñados para combatir el monopolio y promover la competencia, en realidad hacen lo contrario, ya que penalizan y reprimen coercitivamente formas eficientes de estructura y actividad del mercado.

En el centro de la crítica austriaca está el concepto de competencia como un proceso dinámico de descubrimiento, en lugar de un estado estático de cosas o competencia perfecta, como implica el paradigma SCP. Este proceso permite a los participantes del mercado descubrir nueva información, innovar y mejorar continuamente, lo que es esencial para el funcionamiento saludable de los mercados. Al centrarse en preservar ciertas estructuras de mercado o limitar el tamaño de las empresas, las intervenciones de la DMA pueden sofocar inadvertidamente este proceso de descubrimiento, perjudicando la innovación y el bienestar del consumidor. Además, el énfasis austriaco en la naturaleza subjetiva de los precios contrasta marcadamente con las métricas objetivas utilizadas en el análisis estructural de la DMA. Esta subjetividad del valor sugiere que los umbrales cuantitativos y los indicadores estructurales empleados por la DMA pueden no captar las verdaderas complejidades y dinámicas de los mercados digitales, lo que conduce a intervenciones equivocadas que hacen más daño que bien. Como señaló Ludwig von Mises en Acción humana: «El mercado no es un lugar, una cosa o una entidad colectiva… Las fuerzas que determinan el estado —en constante cambio— del mercado son los juicios de valor de los individuos y sus acciones tal como están dirigidas por esos juicios de valor».

La Ley de Mercados Digitales representa un peligroso resurgimiento de los defectos fundamentales del paradigma SCP. Es un intento equivocado de imponer al dinámico e innovador mundo de los mercados digitales un marco regulatorio estático y obsoleto. La DMA amenaza con sustituir la sabiduría de los mercados por la arrogancia de los reguladores, lo que podría sofocar la innovación y la competencia que dice promover.

Lo que se necesita no es un ajuste fino de este enfoque defectuoso, sino un cambio de paradigma completo —un CTRL+ALT+DELETE regulatorio. Los responsables de las políticas deben reiniciar su comprensión de los mercados digitales, abandonando la cómoda pero engañosa simplicidad del paradigma SCP. Deben aceptar la naturaleza compleja, incierta y dinámica de la competencia digital.

El futuro de la economía digital es demasiado importante como para dejarlo a merced de regulaciones equivocadas basadas en teorías económicas obsoletas. Es hora de un reajuste radical en nuestro enfoque de la regulación del mercado digital. De lo contrario, la UE corre el riesgo de convertir su economía digital en un páramo regulatorio, donde la innovación se marchita y los consumidores acaban sufriendo las consecuencias de intervenciones supuestamente bien intencionadas pero profundamente equivocadas.

Donate Today!
image/svg+xml
Image Source: Adobe Stock
Note: The views expressed on Mises.org are not necessarily those of the Mises Institute.
What is the Mises Institute?

The Mises Institute is a non-profit organization that exists to promote teaching and research in the Austrian School of economics, individual freedom, honest history, and international peace, in the tradition of Ludwig von Mises and Murray N. Rothbard. 

Non-political, non-partisan, and non-PC, we advocate a radical shift in the intellectual climate, away from statism and toward a private property order. We believe that our foundational ideas are of permanent value, and oppose all efforts at compromise, sellout, and amalgamation of these ideas with fashionable political, cultural, and social doctrines inimical to their spirit.

Become a Member
Mises Institute