Los republicanos tienen un problema. Los precios de la atención sanitaria están tan hinchados por los monopolios impuestos por el gobierno que la mayoría de la gente no puede permitirse pagar las absurdas facturas sin subvenciones. ¿Qué hacer?
Ejemplo: Mi hijo recientemente fue a una casa de socorro fuera del estado por una intoxicación alimentaria. La factura superaba los 8.000$. Y apreciad lo justo que era: nuestra compañía de seguros la rebajó a aproximadamente 4.000$. Una persona no asegurada habría tenido que pagar la cantidad total. Incluso podría haber llegado a la quiebra por no pagarla.
Personalmente trabajé por una disposición en el Obamacare que impidiera que los hospitales cobraran más a los no asegurados que a los asegurados. Obama dijo que no. ¿Por qué? Porque la idea de ocupaba los hospitales. Querían poder continuar explotando a los no asegurados. Vaya. ¿Qué nos dice eso acerca de Obama?
Bajo estas circunstancias, la gente normal no puede pagar sus facturas médicas sin ayuda. Pero si se deroga el Obamacare imponiendo nuevos controles de precios y subvenciones, en otras palabras, ponemos viejo vino estropeado en nuevas botellas, el problema sencillamente se perpetúa. ¿Qué hacer entonces?
Los precios nunca pueden reducirse con controles de precios, mucho menos con controles sobre precios de monopolio impuestos por gobierno. La mayor parte de la gente no se da cuenta de que el gobierno, a través del Medicare, ha fijado los precios médicos durante medio siglo y los resultados hablan por sí solos. Al mismo tiempo el gobierno ha alimentado aumentos de precios protegiendo monopolios establecidos por las empresas farmacéuticas y la American Medical Association. Eso es lo que siempre hace el gobierno y destroza cualquier sector de la economía en la que se aplica este sistema de capitalismo de compinches.
La única manera de que bajen los precios es aumentar la oferta. Eso funciona automáticamente. La única manera de aumentar la oferta es liberar precios y mercados para que los suministradores tengan un incentivo para proveer más oferta, mejor oferta y, sobre todo, formas innovadoras de oferta. La oportunidad de competir en busca de beneficios en un verdadero mercado empezaría rápidamente a proporcionar más y mejor oferta con precios más bajos.
Es bien sabido que este sistema de mercado ha hecho que los automóviles, que en su momento eran un objeto de lujo para los ricos, se convirtieran en asequibles para las masas o al menos en asequibles hasta recientemente, cuando el capitalismo de compinches del nuevo empieza a llevarlos fuera del alcance incluso de la clase media. De una manera similar, el sistema de mercado hizo que las computadoras pasaran de costar millones en dinero actual a algo que la mayoría de las familias todavía pueden permitirse. La clave es crear un sistema en el que los vendedores tengan que competir entre sí por el dinero del consumidor. Para hacer que función esto, el consumidor debe estar al mando, no las empresas de seguros ni otras agencias públicas. Solo un mercado controlado por el consumidor puede hacer esto.
¿Qué hacemos entretanto? ¿No es evidente que millones de personas se verían abandonadas sin cobertura médica mientras tiene lugar esta transición? Hay tres maneras de hacer esto. Una es eliminar las subvenciones con decisión. Esto causaría mucho sufrimiento, pero no se tardaría mucho en que el mercado corrigiera el problema. El daño sería intenso pero corto. Por otro lado, la atención sanitaria sería asequible sin subvenciones para muchos y la caridad tendrá que actuar cuando se necesite. La segunda manera sería mantener las subvenciones existentes, pero recortándolas cada año en al menos un 10%. Y legislar su extinción al final del periodo. Una tercera, y completamente inútil aproximación sería crear una nueva serie de derechos y controles de las subvenciones para remplazar a las nuevas.
Seamos claros. Una eliminación gradual no es un abismo reglamentario, una fantasía que los políticos adoran crear. Un abismo se crea cuando las subvenciones no disminuyen gradualmente por ley año a año, sino que desaparecen del todo repentinamente al final de un periodo imaginario. Todo el mundo sabe lo que eso significa. Significa que el gobierno acabará dudando y reinstaurando las subvenciones, lo que ocasionará sencillamente más aumentos en precios que rápidamente consumirán las subvenciones, llevando a reclamaciones de más de estas. Es un círculo vicioso con el que todos estamos demasiado familiarizados, no solo en la atención sanitaria, sido en educación y otras cosas. Por supuesto, el principal defecto de una eliminación gradual es que otros políticos pueden detenerla de todos modos en cualquier momento en el futuro. Una eliminación gradual representa el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.
Esperemos que el Congreso tenga la sensatez de apartar al gobierno del control de la atención sanitaria. Solo un mercado controlado por el consumidor con libertad de proveedores para competir puede hacer funcionar esta magia. Juntos proveedores y consumidores dejarán los precios tan bajos que las subvenciones actuales se considerarán inimaginables al mirar atrás.
Lo que hemos visto hasta ahora de Paul Ryan en la Cámara no es alentador. Solo mantiene un mandato público sobre lo que debe cubrir una póliza de seguro (el fregadero de la cocina), lo que hará que las pólizas serán inasequibles para la mayoría. Incluso mantiene los subvenciones federales para las empresas de seguros. Y presenta un nuevo plan de fijación de precios. Ryan sin duda se ha revelado como un enemigo de los mercados libres y un fan de los acuerdos entre compinches, a pesar de proclamar lo contrario.