A principios de este mes, la CNN publicó los resultados de una encuesta según la cual la mayoría de los americanos se oponen a enviar más dinero y ayuda militar al gobierno ucraniano. Un análisis más detallado revela que los votantes Republicanos están detrás de los resultados. Alrededor de siete de cada diez Republicanos se oponen a enviar más ayuda a Ucrania.
Los resultados de la encuesta han provocado un esfuerzo entre los Republicanos del establishment y los neoconservadores para volver a alinear a los votantes del partido. Días después de que la CNN publicara los resultados, el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, pidió que se mantuviera el apoyo e intentó hablar de lo que considera preocupaciones comunes de los Republicanos.
«La gente piensa, cada vez lo parece más, que no deberíamos estar haciendo esto. Bueno, permítanme empezar diciendo que no hemos perdido ni un solo americano en esta guerra. La mayor parte del dinero que gastamos relacionado con Ucrania se gasta en realidad en EE.UU., reponiendo armas, armas más modernas.»
El ex congresista Republicano Steven Moore ha esgrimido un argumento similar. «Si eres un conservador fiscal, sabes que este es un gran uso del dinero de los contribuyentes. Y no ha tenido que morir ni un solo soldado americano». Defendiendo Juntos la Democracia, fundada por el neoconservador Bill Kristol, lanzó recientemente Republicanos por Ucrania, una campaña publicitaria destinada a presionar a los Republicanos del Congreso para que ignoren a sus electores y, en su lugar, escuchen el testimonio de cincuenta «votantes Republicanos pro-Ucrania elegidos a dedo.»
Se trata de nuevos intentos de imponer la misma mentira básica que nos han contado desde que Rusia invadió Ucrania a principios de 2022: que enviar dinero y armas al gobierno ucraniano redunda en nuestro interés nacional. Es muy posible que sea en el interés de la gente en el gobierno y sus amigos en las empresas de armas. Pero seguir enviando dinero de los contribuyentes y recursos al gobierno ucraniano no redunda en interés del pueblo americano. Ni del pueblo ucraniano.
Como se señala en este artículo de Kyle Anzalone, hubo cuatro oportunidades antes de la invasión de febrero de 2022 para que los gobiernos americano y ucraniano resolvieran pacíficamente sus tensiones con el gobierno ruso. No se aprovechó ninguna de estas oportunidades. Y como resultado, la región descendió a la guerra.
Aun así, incluso al principio del conflicto, hubo oportunidades para entablar conversaciones. Pero en abril de 2022, funcionarios occidentales dijeron expresamente al gobierno ucraniano que no negociara con los rusos.
El gobierno de EEUU y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) actuaron como si pudieran debilitar a Rusia y mejorar la influencia de Kiev en las negociaciones futuras librando una guerra por poderes a través del gobierno ucraniano. Pero no fue así. Las fuerzas rusas tomaron primero el control de gran parte del este de Ucrania y más tarde lo declararon parte de Rusia.
El pasado otoño se produjo una sorprendente victoria ucraniana en la ciudad septentrional de Kharkiv. Pero una batalla de pesadilla a principios de este año para defender la ciudad estratégicamente intrascendente de Bakhmut rompió ese impulso. Ahora, los fracasos de la tan anunciada contraofensiva ucraniana han obligado a algunos funcionarios de EEUU a admitir que las mejores oportunidades para que Ucrania negocie ya han pasado.
Y así, si nuestro gobierno actuara realmente en nuestro interés, al menos impulsaría las conversaciones inmediatamente antes de malgastar más de nuestro dinero y recursos. Seguir alentando la lucha, como hacen McConnell, Moore y Kristol, en el mejor de los casos retrasará las negociaciones necesarias y, en el peor, corre el riesgo de escalar la guerra más allá de las fronteras de Ucrania.
Por no hablar de los intereses del pueblo ucraniano, que ya ha soportado un sufrimiento inimaginable. Han perdido sus vidas, sus medios de subsistencia y sus libertades en una guerra brutal que nunca debería haber estallado. Es repugnante enmarcar esta guerra en nuestro interés porque «ningún soldado americano ha tenido que morir».
La guerra en Ucrania ha sido fructífera para la industria armamentística y para los políticos receptores de sus presiones. Pero ha sido terrible para el pueblo americano y catastrófica para sus homólogos ucranianos. Si los dirigentes políticos de Occidente no trabajan para poner fin a este conflicto, está garantizado que las cosas empeorarán aún más, y nadie sufrirá más que el pueblo ucraniano.