En círculos libertarios y conservadores a menudo se oye la afirmación de que el sistema político de Estados Unidos es “una república y no una democracia” y normalmente se dice cuando se usa el término “democracia” en cualquier contexto favorable. La afirmación se invoca generalmente cuando su usuario cree una de las dos cosas siguientes:
- “No me gusta tu idea y, como incluye aspectos que son democráticos o mayoritarios, invocaré la afirmación de ‘república y no democracia’ para desacreditar tu idea”.
- “Una mayoría de la población parece apoyar esta idea, así que invocaré la afirmación de ‘república y no democracia’ para indicar de debería ignorarse a la mayoría”.
Para estas afirmaciones también es esencial invocar la autoridad de “los Padres Fundadores” (con esto se refieren a los nacionalistas a favor de la centralización y no a los antifederalistas) por la razón habitual de que uno apela a la autoridad en lugar de ofrecer un argumento real.
Un ejemplo reciente de este fenómeno apareció el año pasado en el debate sobre el colegio electoral. Los defensores de eliminar el sistema del colegio electoral fueron criticados por el grupo “república y no democracia” por estar a favor de la democracia, mientras que quienes querían mantener el colegio electoral se definían a sí mismos como a favor de un estilo republicano de gobierno “mucho más preferible”.
Por ejemplo, en The Federalist, Donna Carol Voss escribe:
[El colegio electoral] funciona de esa manera porque esto no es una democracia; no una pura (…) La “democracia pura” es solo otra expresión para “gobierno de los matones”. La dictadura de la mayoría significa que el 51% de los ciudadanos gobierna al otro 49%. Esa minoría no tiene derechos, salvo los que conceda la mayoría condescendiente.
En la práctica, el argumento se reduce a esto: “puedes estar a favor del gobierno republicano o puede estar a favor estar a favor del gobierno de los matones, también conocido como democracia”.
Hay muchas buenas razones para apoyar el colegio electoral y yo mismo he escrito acerca de algunas de ellas. Pero la afirmación de que hay que apoyar el colegio electoral “republicano” o ser defensor del “gobierno de los matones” en caso contrario, no es una de ellas.
El uso de Voss de la afirmación de “república y no democracia” ilustra así también la indolencia que con que se emplea habitualmente.
Como casi todos los que denuncian la democracia en favor de un gobierno republicano en este contexto, Voss remite a James Madison, que advertía en contra de la “democracia pura” y el “gobierno de los matones” y a favor del gobierno republicano.
Cómo definía Madison la “democracia”
El problema para Voss en este caso es que incluso si EEUU aboliera el colegio electoral (y asimismo muchas otras instituciones “republicanas”) seguiría sin estar en modo alguno cerca de ser una democracia como la definía Madison.
Si se invoca a James Madison como defensor de sus posturas antidemocráticas, al menos se debería ser consciente de cómo define Madison la democracia. La define así en The Federalist, nº 10:
Desde esta perspectiva del asunto, puede concluirse que una democracia pura, con lo que quiero decir una sociedad constituida por un número pequeño de ciudadanos, que se reúnen y administran el gobierno en persona, no tiene remedio para los errores de una facción (..) Por esto esas democracias han sido espectáculos de turbulencia y disputa; se han mostrado siempre incompatibles con la seguridad personal o los derechos de propiedad y en general ha sido de tan corta vida como violentas en sus muertes [cursivas añadidas].
Madison continúa:
Los dos grandes puntos de diferencia entre una democracia y una república son: primero, la delegación del gobierno, en la segunda, a un pequeño número de ciudadanos elegidos por el resto; segundo, el mayor número de ciudadanos y la mayor dimensión del país sobre el que puede extenderse la segunda.
En The Federalist, nº 10, Madison defiende por tanto a una república sencillamente como “un gobierno en el que tiene lugar la estrategia de la representación”.
Posteriormente, en The Federalist, nº 39, Madison define con más detalle una república:
Podemos definir que una república es o al menos puede llevar ese nombre cuando un gobierno deriva su poder directa o indirectamente del cuerpo general del pueblo y es administrada por personas que mantienen sus cargos mientras lo deseen, por un periodo limitado, o mientras tengan un buen comportamiento. Es ESENCIAL para ese gobierno que provenga del cuerpo general del pueblo, no de una proporción poco considerable o de una clase favorecida de este. En caso contrario, un puñado de nobles tiránicos, ejercitando sus opresiones por una delegación de sus poderes, podría aspirar al rango de republicanos reclamar para su gobierno el honorable título de república. BASTA para dicho gobierno que las personas que lo administren sean nombradas, directa o indirectamente, por el pueblo y que mantengan sus nombramientos por los mandatos ya especificados.
Resulta que la definición de la democracia de Madison describe un tipo de régimen que no existe en ningún lugar de la tierra. Ningún país ni régimen tiene realmente una democracia o “gobierno de los matones” como el descrito por Madison, ni ningún régimen (incluyendo EEUU) está en peligro de convertirse en eso. De hecho, usando el criterio republicano de Madison de tener un pequeño número de representantes representando un gran número de personas, EEUU es mucho más republicano que casi cualquier otra república moderna. Y estados unidos se está convirtiendo en más republicano con el paso del tiempo.
Además, prácticamente nadie defiende el tipo de democracia denunciada por Madison. Querer abolir el colegio electoral, o incluso abolir el senado, no convierte a nadie en defensor de la versión de Madison de una democracia.
De hecho, hoy todos los regímenes en la tierra que se califican a sí mismos como “una democracia” pueden considerarse claramente una república de acuerdo con la definición de Madison. Todos los países que son descritos como democracias en el discurso contemporáneo usan esquemas representativos de gobierno y todos tienen un sistema en el que al menos en parte “derivan todos sus poderes directa o indirectamente del gran cuerpo del pueblo”. También eligen representantes en lugar de hacer directamente las leyes.
Por consiguiente, en su uso contemporáneo, no hay diferencia relevante entre las palabras “república” y “democracia”. Así que afirmar una preferencia por una república sobre una democracia comunica esencialmente cero información, salvo que se definan con precisión los dos términos de una manera que se aleje de forma importante de las definiciones de Madison.
Por supuesto no es sorprendente que aquellos que acuden a los Padres Fundadores y su afirmación de “república y no democracia” raramente se preocupan por definir la diferencia real entre ambas. Si estos republicanos modernos usaran la definición de Madison, por supuesto, descubrirían rápidamente que las advertencias acerca del tipo de democracia de Madison son irrelevantes en el mundo moderno.
Esto no equivale a decir que no se puede argumentar en contra de los excesos del gobierno mayoritario, o incluso contra el gobierno mayoritario en general. Hay muchos argumentos plausibles y respetables contra él.
Pero si alguien quiere argumentar contra el mayoritarismo, debería limitarse a decirlo. No hay necesidad de basarse en un uso mal concebido de los escritos de “los Padres Fundadores” que apoyaban claramente un sistema político en el que los votos mayoritarios desempeñan un papel importante en la selección de cargos electos y que es evidentemente una democracia de acuerdo con el uso moderno del término.