[Extraído del prólogo de Liberty Defined: 50 Essential Issues that Affect Our Freedom, de Ron Paul]
Libertad significa ejercitar derechos humanos de cualquier manera que una persona decida, siempre que no interfiera con el ejercicio de los derechos de otros. Esto significa, por encima de todo, mantener al gobierno fuera de nuestras vidas. Solo esta vía lleva a que se desaten las energías humanas que construyen la civilización, proporcionan seguridad, generan riqueza y protegen al pueblo de violaciones sistemáticas de derechos. En este sentido, solo la libertad puede realmente repeler la tiranía, la gran y eterna enemiga de la humanidad.
La definición de libertad que uso es la misma que fue aceptada por Thomas Jefferson y su generación. Es lo que se entiende de la gran tradición de libertad, pues el propio Jefferson la tomó de John Locke (1632–1704). Uso el término “liberal” sin ironía o desdén, para la tradición liberal en su sentido verdadero, que va de la Baja Edad Media hasta la primera parte del siglo XX y que estaba dedicada a liberal a la sociedad de las cadenas del estado. Es un programa que acepto y que creo que todos deberían aceptar.
Creer en la libertad no es creer en ningún resultado social y económico concreto. Es confiar en el orden espontáneo que aparece cuando el estado no interviene en la volición humana ni en la cooperación humana. Permite a la gente resolver sus problemas por sí misma, construir su vida por sí misma, tomar riesgos y aceptar responsabilidades por los resultados y tomar sus propias decisiones.
Nuestros niveles de vida son posibles por la bendita institución de la libertad. Cuando la libertad está bajo ataque, todo lo que queremos está bajo ataque. Los gobiernos, por su propia naturaleza, compiten tristemente con la libertad, incluso cuando el propósito declarado para establecer un gobierno concreto es proteger la libertad.
Tomemos por ejemplo a Estados Unidos. Nuestro país se creó con los mayores ideales y el máximo respeto por la libertad individual nunca conocido. Pero veamos dónde estamos hoy: gato desbocado y deuda incontrolable, una burocracia monstruosa regulando todos nuestros movimientos, un total desprecio por la propiedad privada, los mercados libres, la moneda fuerte y la privacidad personal y una política exterior de expansionismo militar. Las limitaciones establecidas en la Constitución para nuestro gobierno por los Fundadores no funcionan. Poderosos intereses creados gobiernan y no parece haber manera de luchar contra ellos. Mientras se destruye la clase media, los pobres sufren, los ricos justamente se ven saqueados y los ricos injustamente se hacen más ricos. La riqueza del país ha caído en las manos de unos pocos a costa de muchos. Algunos dicen que esto se debe a una falta de regulación en Wall Street, pero eso no es verdad. La raíz de esto es mucho más profunda.
La amenaza a la libertad no se limita a Estados Unidos. La hegemonía del dólar ha globalizado la crisis. Nunca antes había pasado nada parecido. Todas las economías están interrelacionadas y dependen de que el dólar mantenga su valor, mientras al mismo tiempo se espera que la incesante expansión de la oferta monetaria de dólares rescate a todos.
La globalización del dólar se hizo más peligrosa con casi todos los gobiernos actuando irresponsablemente expandiendo sus poderes y viviendo por encima de sus medios. La deuda mundial es un problema que continuará creciendo si continuamos en esta vía. Pero todos los gobiernos, y especialmente el nuestro, no dudan en expandir aún más sus poderes a costa de la libertad en un esfuerzo inútil por forzar un resultado de sus designios. Simplemente expanden y ahondan más en la deuda.
Comprender cómo los gobiernos siempre compiten con la libertad y destruyen el progreso, la creatividad y la prosperidad es esencial para nuestro intento de invertir el rumbo en que nos encontramos. La disputa entre poder público abusivo y libertad individual es un problema antiguo. El concepto de libertad, reconocido como un derecho natural, ha requerido miles de años para que lo entiendan las masas en reacción a la tiranía impuesta por aquellos cuyo único deseo es gobernar a otros y vivir de su esclavización.
Este conflicto fue entendido por los defensores de la República Romana, los israelitas del Antiguo Testamento, los barones rebeldes que en 1215 reclamaron el derecho de habeas corpus e indudablemente por los Fundadores de Estados Unidos, que imaginaron la posibilidad de una sociedad sin reyes ni déspotas y por tanto establecieron un marco que ha inspirado movimientos de liberación desde entonces. Lo entiende el creciente número de personas que está reclamando respuestas y un fin de la hegemonía de Washington sobre el mundo.
E incluso entre los amigos de la libertad, mucha gente se engaña al creer que el gobierno puede ponerles a salvo de todo daño, proporcionar seguridad económica distribuida con justicia y mejorar el comportamiento moral individual. Si se concede al gobierno un monopolio sobre el uso de la fuerza para lograr estos objetivos, la historia demuestra que siempre se abusa de ese poder. Todas las veces.
A lo largo de los siglos se han realizado progresos en la comprensión del concepto de libertad individual y la necesidad de permanecer constantemente vigilantes para limitar el abuso del gobierno de sus poderes. Aunque se ha logrado un progreso constante, se han producido reveses y estancamientos periódicos. Durante los últimos cien años, Estados Unidos y la mayoría del mundo han sido testigos de reveses para la causa de la libertad. A pesar de todos los avances en tecnología, a pesar de una comprensión más refinada de los derechos de las minorías, a pesar de todos los avances económicos, la persona tiene mucho menos protección contra el estado que hace un siglo.
Desde el principio del pasado siglo, se han plantado muchas semillas de destrucción que están ahora madurando en un ataque sistemático a nuestras libertades. Con una terrible crisis financiera y monetaria tanto sobre nosotros como amenazando en el futuro hasta donde podemos ver, se ha hecho bastante evidente que la deuda nacional es insostenible, la libertad está amenazada y la ira y los temores del pueblo están creciendo. Lo que es más importante, ahora está claro que las promesas y panaceas del gobierno no valen para nada. El gobierno ha vuelto a fracasar y la reclamación de un cambio se hace cada día más sonora. Observad solo los grandes vaivenes de los partidos en el poder.
Lo único que hicieron las promesas del gobierno fue engañar al pueblo en una falsa sensación de seguridad. La autocomplacencia y la desconfianza generaron un tremendo riesgo moral, causando un comportamiento peligroso de una gran cantidad de gente. La autoconfianza y la responsabilidad individual fueron remplazadas por matones organizados que se abrían paso para lograr el control sobre l proceso por el cual se distribuía la riqueza saqueada al país.
La alternativa que afrontamos: más pasos hacia el autoritarismo o un esfuerzo renovado para promover la causa de la libertad. No hay una tercera opción. Este rumbo debe incorporar una comprensión moderna y más sofisticada de la magnificencia de la economía de mercado, especialmente la urgencia moral y práctica de una reforma monetaria. Los enormes defectos de un poder gubernamental que socava el genio creativo de las mentes libres y la propiedad privada deben comprenderse totalmente.
Este conflicto entre gobierno y libertad, llevado a su punto de ebullición por la mayor quiebra mundial de la historia, ha generado las airadas protestas que se han desatado espontáneamente en todo el país y el mundo. Los productores se están rebelando y los receptores de generosidad están enfadados e inquietos.
Esta crisis demanda una revolución intelectual. Por suerte, la revolución está en marcha y si alguien la busca sinceramente, puede encontrarla. La participación en ella está abierta a todos. Nuestras ideas de libertad no solo han evolucionado durante siglos, sino que actualmente se están debatiendo y una comprensión moderna y avanzada del concepto se ve en el horizonte. La Revolución está viva y coleando.
El objetivo es la libertad. Los resultados de la libertad son todas las cosas que amamos, ninguna de las cuales pueden finalmente ser proporcionadas por el gobierno. Debemos tener la oportunidad de proporcionárnoslas, como personas, como familia, como sociedad y como país.