La publicación del memo del comité de inteligencia de la Cámara de Representantes sobre el abuso del FBI del proceso FISA desató una tormenta entre los partidos. Los demócratas nos advirtieron por adelantado que desclasificar el memo sería el fin del mundo tal y como lo conocemos. Era imprudente permitir a los estadounidenses ver este material clasificado, decían. Los agentes podían verse dañados y los métodos y fuentes comprometidos, afirmaban.
Los republicanos que habían visto el memo afirmaban que era mucho peor que el Watergate. Decían que se producirían despidos masivos después de que se hiciera público. Decían que la delincuencia de las instituciones públicas de EEUU expuesta por el memo sacudiría a los estadounidenses.
Posteriormente se publicó y no se acabó el mundo. Hasta ahora no se ha despedido a agentes del FBI. Ver material “clasificado” no nos ha aterrorizado, sino que más bien ha demostrado claramente que la información se nos oculta diciendo que está “clasificada”.
Al final, ambos bandos estaban equivocados. Esto es lo que realmente nos demuestra el memo:
Primero, el memo demuestra que hay un “estado oculto” que no quiere que cosas como unas elecciones amenacen su existencia. Las repetidas promesas del candidato Trump de llevarse bien con Rusia y revisar la OTAN tantos años después del fin de la Guerra Fría estaban amenazando a un Washington que depende de crear enemigos para mantener el miedo necesario para justificar un presupuesto anual de un billón de dólares anuales.
Imaginemos que el candidato Trump hubiera mantenido sus promesas de campaña al convertirse en presidente. Sin la “amenaza de Rusia” y sin la “amenaza de China” y sin la necesidad de gastar miles de millones de la OTAN, podrían haber conseguido realmente un “dividendo de paz” más de un cuarto de siglo después del fin de la Guerra Fría. Eso hubiera matado de hambre al belicista complejo militar-industrial y su red de “think tanks” a favor de la guerra que pueblan el área que rodea Washington.
Segundo, el memo nos demuestra que ni a los republicanos ni a los demócratas le importa realmente mucho el abuso en la vigilancia cuando las víctimas son los estadounidenses medios. Esta claro que el abuso de la FISA detallado en el memo era conocido por republicanos como el presidente del comité de inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes, antes de que fuera publicado. Probablemente también lo conocían demócratas en la Cámara. Pero ambos partidos eliminaron estas evidencias de abuso del proceso FISA por el FBI hasta que pudiera reautorizarse la ley de enmiendas a la FISA. No querían que los estadounidenses conocieran lo corrompido que está realmente el sistema vigilancia y cómo EEUU se ha convertido demasiado en Alemania Oriental. Eso podría haber hecho que más estadounidenses llamaran a sus representantes y reclamaran que dejara agotarse el plazo de la enmienda de vigilancia masiva de la FISA.
¡Paradójicamente, el presidente Nunes fue el mayor defensor de la extensión de las enmiendas FISA, aunque sabía el tremendo abuso que se había hecho del proceso FISA!
Finalmente, halcones de ambos lados del pasillo del Congreso usaron el “Rusiagate” como excusa para crear animosidad contra Rusia en el estadounidense medio. Sabían por la información clasificada que no había base para sus afirmaciones de que la administración Trump había llegado al cargo con ayuda de Moscú, pero siguieron adelante porque servía a su objetivo real de mantener a EEUU en pie de guerra y mantener en marcha la maquinaria del gasto en defensa.
Pero no os preocupéis: los neocones de ambos partidos pronto encontrarán otra excusa para mantenernos aterrorizados y listos para inyectar otro billón de dólares en gasto militar y continuar nuestras disputas y nuestra nueva “Guerra Fría” con Rusia.
Entretanto, desconfiad de ambos partidos. Con pocas excepciones, no están protegiendo la libertad, sino promoviendo todo lo contrario.