[Este artículo es una adaptación de «Why Mirowski Is Wrong About Neoliberalism and the Austrian School»]
Philip Mirowski, conocido por su libro More Heat than Light: Economics as Social Physics, Physics as Nature’s Economics, en el que critica a la economía neoclásica por adoptar métodos de las ciencias naturales, publicó recientemente un libro sobre el neoliberalismo y la profesión económica durante la crisis financiera. En Never Let a Serious Crisis Go to Waste: How Neoliberalism Survived the Financial Meltdown, su tesis principal es que la profesión económica falló completamente en predecir y explicar la crisis financiera. Sin embargo, los economistas dominantes no sufrieron ninguna consecuencia negativa, sino que continúan trabajando como siempre.
En opinión de Mirowski, la economía neoclásica, el neoliberalismo y la derecha política salieron de esta crisis más fuertes gracias a un complicado esfuerzo de propaganda y una intrincada máquina de cabildeo encabezada por la Sociedad Mont Pelerin (SMP). Según Mirowski, la Sociedad Mont Pelerin funciona en el núcleo de una red compleja de think tanks conservadores y de libre mercado y de la academia neoliberal que controla la política.
El análisis de Mirowski es interesante aunque venga de una perspectiva igualitarista de extrema izquierda. Especialmente pertinente es su análisis y crítica de la economía neoclásica.
El estado lamentable de la profesión económica dominante
La profesión económica dominante fue incapaz de predecir la Gran Recesión. Como los economistas neoclásicos creían en una nueva era de estabilidad macroeconómica, llamada la Gran Moderación, en la que los bancos básicamente había acabado con las recesiones duras, les pillaron por sorpresa los inmensos problemas que el sistema financiero y la economía mundial empezaron a experimentar en 2008.
Mirowski explica este fracaso como consecuencia de un callejón sin salida metodológico. La profesión neoclásica fue incapaz de predecir la Gran Recesión con sus instrumentos metodológicos como los infames modelos de equilibro estocástico dinámico (EGED). Como en el EGED no hay básicamente espacio para las crisis, los economistas neoclásicos no solo no fueron capaces de predecir la crisis financiera, tampoco fueron capaces de explicarla retrospectivamente.
Mirowski diagnostica una disonancia cognitiva en el campo neoclásico. Como las teorías neoclásicas son incapaces de explicar la crisis financiera, hay un hueco entre la teoría aceptada y la realidad. Para cerrar este hueco, los neoclásicos, según Mirowski, reaccionaron acomodando (o distorsionando) la realidad empírica para ajustarla de alguna forma a sus teorías. En lugar de reconocer que es necesario un cambio de paradigma en la economía dominante, la profesión económica se mantiene en sus trece con respecto a sus modelos matemáticos.
Mirowski describe apropiadamente la inercia de la ortodoxia dominante. Los costes perdidos de inversiones en capital intelectual son enormes para los economistas neoclásicos. La profesión sigue sin orientación ni visión, titubea y es estanca en la mediocridad. El adoctrinamiento propaga la ortodoxia. Los estudiantes son socializados con libros de texto de economía que usan un guiso incoherente de teorías. Son educados para leer artículos cortos de miras publicados en revistas altamente calificadas y que utilizan metodología dominante. En este contexto, Mirowski señala el hecho de que las revistas en general han dejado de publicar artículos sobre metodología e historia económica a favor de artículos matemáticos y estadísticos. Mirowski relaciona correctamente la matematización con la incorporación de científicos naturales a la economía y considera esta evolución como una razón para la crisis financiera.
El problema de la metodología
Mirowski critica la metodología neoclásica, argumentando que los economistas envidian a las ciencias económicas. Debido a esta envidia, los economistas empezaron a imitar el método y los modeles de la física. Fue la aproximación matemática usada en la física la que hizo a los economistas neoclásicos incapaces de predecir la crisis. La crítica de Mirowski no elude a los economistas neoclásicos de izquierda. Coherente con su aproximación, no solo reprende a Greenspan y Bernanke, sino también a Stiglitz y Krugman. Aunque pueda haber diferencias ideológicas entre ellos, todos emplean modelos EGED en los que un agente representativo maximiza las funciones de utilidad.
Según Mirowski, fue el modelo EGED el que permitió de nuevo la unificación de la economía después de que la microeconomía se separó de la macroeconomía debido a la revolución keynesiana. Los modelos EGED permitían emplear la aproximación matemática de la microeconomía en la esfera macro introduciendo agentes de maximización de utilidad y alta agregación. Mirowski llega a decir que sin EGED la economía neoclásica desaparecería.
Aunque Mirowski reclama un reinicio de la economía y el fin del paradigma neoclásico, no proporciona una alternativa y no parece ser consciente de la aproximación praxeológica de la Escuela Austriaca. La alternativa realista que reclama Mirowski ya existe. Tampoco es consciente de que, debido a su aproximación realista, los economistas austriacos no se vieron sorprendidos en absoluto por la crisis financiera, que fue predicha por algunos de ellos. Por desgracia, la ignorancia de Mirowski con respecto a la Escuela Austriaca es inmensa como veremos en su interpretación de Hayek y su completo olvido de las obras de Ludwig von Mises y Murray Rothbard, por no hablar de su desconocimiento de los austriacos contemporáneos.
La confusión de Mirowski acerca de las escuelas de pensamiento
El principal problema de Mirowski es su confusión en lo que se refiere a la Escuela Austriaca y el libertarismo. Mirowski considera a la mayoría de los economistas neoclásicos como neoliberales (con algunas excepciones en la izquierda, como Stiglitz o Krugman). También incorpora implícitamente a la Escuela Austriaca en el campo neoliberal. Incluso escribe sobre «neoliberales hayekianos». Pero los austriacos no son neoclásicos ni muchos pueden considerarse como neoliberales.
Es verdad que en algunas partes de su libro, Mirowski distingue entre neoliberal y libertario y entre neoclásico y austriaco, pero no aplica constantemente esta distinción. Esta falta de coherencia produce resultados curiosos.
Por ejemplo, argumenta que la hipótesis de los mercados eficientes (HME) de Chicago formaliza la teoría del conocimiento de Hayek. Esto parece implicar que Hayek, u otros austriacos, comparten el método de los economistas neoclásicos y pertenecen al mismo campo neoliberal.
Nada más lejos de la realidad. La teoría de Hayek del conocimiento subjetivo trata al conocimiento como tácito, privado, subjetivo y descentralizado. El tratamiento de Hayek del conocimiento subjetivo se opone fundamentalmente a cualquier tratamiento matemático o formalizado de la información. Más en concreto, la naturaleza creativa del conocimiento empresarial en la tradición austriaca contrasta con el tipo de información objetiva y dada de la HME.
La HME dice que los precios del mercado son eficientes ya que incorporan toda la información relevante y supone un tipo objetivo de información que puede comprarse y venderse en el mercado. Pero lo que importa no es la información objetiva y dada, sino la posterior interpretación subjetiva y la creación de nuevo conocimiento empresarial en un proceso dinámico. Los precios pasados son solo relaciones históricas de intercambio que sirven a los participantes en el mercado para crear nueva información. Mirowski distorsiona a Hayek declarando que según Hayek el mercado transmite el conocimiento que necesitamos tener. Por el contrario, Hayek apuntaba que los precios del mercado nos permiten utilizar el conocimiento subjetivo de otros participantes en el mercado. El mercado no transmite automáticamente el conocimiento que necesitamos tener, sino que más bien los participantes en el mercado tienen que descubrir y crear los que necesitan para lograr sus fines.
Hay problemas adicionales con la mezcla de Mirowski del subjetivismo y la teoría del conocimiento de Hayek con la HME, el CAPM y el modelo Black-Scholes. No hay nada subjetivista en un constructo de equilibrio como la HME, el CAPM y el modelo Black-Scholes. En todos estos modelos matemáticos, toda la información relevante ya está dada. Son estáticos. Mirowski simplemente elude el punto principal de Hayek de que los empresarios en un proceso competitivo del mercado descubren nueva información. Como el mercado es un proceso, el mercado nunca es perfecto. Los participantes en el mercado pueden errar o caer presa de la ilusión, todo el libro de Mirowski es un buen ejemplo de ello.
Otro resultado curioso resultante de la imposibilidad de Mirowski de distinguir claramente entre la Escuela Austriaca y los neoliberales se produce cuando trata el constructivismo. Mirowski considera a los neoliberales como constructivistas. Al mismo tiempo, Mirowski incluye a Hayek en el grupo de los neoliberales (y cabe preguntarse si a toda la Escuela Austriaca) y trata de reconciliar la crítica del constructivismo de Hayek con el neoliberalismo. ¿Pero cómo puede Hayek, que ha luchado con el mayor vigor contra el cientifismo y constructivismo en el siglo XX, ser un constructivista?
Los austriacos contra los de Chicago
La mezcla implícita de las escuelas austriaca y de Chicago es especialmente problemática. Mirowski afirma que los neoliberales suscriben el concepto de orden espontáneo. Pero el orden espontáneo es un concepto empleado principalmente por Hayek y otros austriacos. Por el contrario, los neoliberales de la Escuela de Chicago usan el constructo del equilibrio como herramienta analítica. Pero el análisis del equilibrio se opone esencialmente al análisis del proceso del mercado de la Escuela Austriaca. En resumen, los neoliberales de la Escuela de Chicago no emplean coherentemente el concepto del orden espontáneo.
Escritores como Mark Skousen (2006) han tratado de rellenar el hueco entre la Escuela de Chicago y la Escuela Austriaca. Pero este intento es una tarea imposible. La diferencia principal y fundamental entre las dos escuelas de pensamiento es su aproximación metodológica. Los austriacos de la tradición misesiana deducen lógicamente leyes económicas a priori a partir del axioma de la acción humana con la ayuda de algunas presuposiciones generales. En lugar de hacer experimentos y mirar al mundo exterior, mirar al interior usando la introspección para encontrar la verdad.
Por el contrario, los economistas de la Escuela de Chicago que siguen a Milton Friedman (1953) emplean una metodología positivista. Mientras que los austriacos mantienen que hace falta primero una teoría para entender la historia, los seguidores de la Escuela de Chicago tratan de deducir leyes económicas de la historia. A veces aplicando análisis econométrico. Mientras que los investigadores en la tradición austriaca ven la realidad como un proceso dinámico de interacción humana, los investigadores de Chicago emplean modelos de equilibrio, en los que el emprendimiento y la creatividad están ausentes por definición y el proceso dinámico del mercado está paralizado. Mientras que los economistas austriacos consideran el objetivo de un economista entender y explicar las leyes que gobiernan el proceso dinámico del mercado, el objetivo de Friedman es hacer predicciones correctas. Mientras que los economistas austriacos buscan una explicación realista del proceso del mercado, para Friedman el realismo de las suposiciones es irrelevante. Solo importa el poder predictivo de una teoría.
En su libro, Mirowski critica la aproximación de Friedman diciendo que la construcción de modelos para predicción ha sido un fracaso desastroso, una evaluación que compartirían muchos austriacos. Por desgracia, Mirowski no menciona la metodología austriaca en su libro y parece desconocer esta alternativa defendida por muchos miembros de la «neoliberal» SMP.
Directamente relacionada con estas diferencias metodológicas entre Viena y Chicago está la visión opuesta sobre la competencia. Mientras que los investigadores de Chicago tienden a apoyar e idear leyes antitrust para llevar a la realidad más cerca del modelo de competencia perfecta, los investigadores austriacos se oponen a la intervención pública en la proceso dinámico del mercado en forma de leyes antitrust.
La alta agregación requerida para la creación de modelos y matematización también ha llevado a visiones directamente opuestas sobre el capital en ambas escuelas. El capital, que se representa con la letra «K» en los modelos de Chicago, es ve como un fondo homogéneo y permanente que produce rentas sincrónica y automáticamente. La visión del capital como un fondo homogéneo y de la producción como instantánea es una consecuencia directa de la matematización y formalización de la Escuela de Chicago.
La visión austriaca del capital se opone esencialmente a la neoclásica. De hecho hubo un intenso debate entre Chicago y Viena sobre el concepto de capital. Friedrich Hayek (1936) y Fritz Machlup (1935) criticaron a Frank Knight por el concepto sin sentido del capital como un fondo homogéneo, que se automantiene automáticamente. La teoría austriaca del capital y la visión de la producción como un proceso de consumo de tiempo permitió a los austriacos desarrollar una teoría de las distorsiones intertemporales en la estructura de producción inducidas por la expansión del crédito sin respaldo en el ahorro real. La teorías austriaca del ciclo económico normalmente no es entendida por la Escuela de Chicago, ya que a los economistas neoclásicos les faltan los instrumentos teóricos necesarios, instrumentos que son incapaces de desarrollar con su aproximación metodológica.
Explicando auges y declives
Consecuentemente, a interpretación de la Gran Depresión (y de la Gran Recesión) por los austriacos y la gente de Chicago difiere ampliamente. La Escuela de Chicago, siguiendo a Milton Friedman y Ana J. Schwartz, sostiene que la gravedad de la Gran Depresión se debe a errores cometidos por la Reserva Federal. Más en concreto, la Reserva Federal, de acuerdo con Friedman y Schwartz, no expandió la base monetaria lo suficientemente rápido a principios de la década de los treinta. Siguiendo la interpretación de Chicago, Ben Bernanke (2002) prometió a Milton Friedman no cometer el mismo error de nuevo, lo que explica la reacción de la Reserva Federal a la Gran Recesión en forma de flexibilización cuantitativa.
Por el contrario, la teoría austriaca del ciclo económico explica la Gran Depresión por la extraordinaria expansión del crédito de la década de los veinte. Reinflar la oferta monetaria, en opinión austriaca, perturba el necesario reajuste al estabilizar artificialmente las antiguas amalas inversiones y estimular otras adicionales. Los austriacos explican la gravead de la Gran Depresión por el volumen de la expansión crediticia en la década de los veinte y las consiguientes malas inversiones, así como por las intervenciones públicas introducidas en la década de los treinta, como el arancel Smoot-Hawley o el New Deal en general.
A los economistas austriacos no les cegó la aparente estabilidad de precios de principios de la década de 2000. De hecho, Mises y Hayek advertían contra políticas de estabilización general del nivel de precios alabadas por Fisher y otros monetaristas. En tiempos de crecimiento económico, esas políticas requieren la continua inyección de nuevo dinero que es el origen de distorsiones intertemporales. Debido a su teoría del ciclo económico, a los austriacos no les pilló por sorpresa la crisis financiera, al contrario que a los economistas de Chicago. Lo mismo pasó en los años que llevaron a la Gran Recesión. Así que Mirowski simplemente se equivoca con su declaración absoluta de que (toda) la profesión económica no previó la crisis financiera. Es verdad que los economistas neoclásicos, debido a su aproximación metodológica, no pudieron desarrollar las herramientas teóricas necesarias para entender los problemas de la constante expansión del crédito de principios de la década de 2000. Por el contrario, los economistas austriacos tenían esas herramientas.
No es sorprendente que otra área importante de desacuerdo entre Chicago y Viena, que Mirowski no explica, sea en política monetaria. La mayoría de los austriacos están a favor de la abolición de los bancos centrales y la introducción de una moneda de libre mercado, como un patrón oro 100%. Los economistas de la Escuela de Chicago en general no quieren confiar al mercado la oferta monetaria, sino que están a favor de un banco central emitiendo moneda fiduciaria. La planificación centralizada en el dinero no se ve como un problema, sino como una solución a las crisis en el sector bancario por parte de los defensores de la Escuela de Chicago.
Mirowski no trata estas diferencias esenciales. Tiene razón cuando apunta correctamente al banco central como institución neoliberal. Pero también afirma que el Tea Party en EEUU es básicamente un grupo neoliberal. Más adelante en el libro dice que Ron Paul quiere abolir la Reserva Federal. Mirowski también menciona que Ron Paul sigue la tradición de Hayek, que está a favor de una banca libre. Sin embargo, Ron Paul se considera cercano al Tea Party. Los lectores quedan confusos. ¿Por qué un héroe (Ron Paul) de un grupo neoliberal (el Tea Party) quiere abolir una institución neoliberal (la Reserva Federal)?
Enfrentamos otra aparente contradicción causada por no distinguir claramente entre austriacos y gente de Chicago o neoliberales y libertarios. Si Mirowski ha explicado que Ron Paul es un seguidor de la Escuela Austriaca, no habría sido una sorpresa para el lector que se opusiera a la Reserva Federal. Pero Mirowski solo dice que Bernanke sigue la postura neoliberal de Milton Friedman. Sencillamente no entiende que la gente de Chicago y los austriacos son diametralmente opuestos en cuestiones fundamentales y que es una mentira considerarlos como cercanos ideológica y metodológicamente.
Los orígenes de la confusión de Mirowski
¿De dónde deriva la confusión de Mirowski? ¿Por qué no diferencia claramente entre la escuela de Chicago y la austriaca?
Hay básicamente tres razones que pueden haber contribuido a esta confusión. Primera, la Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago comparten muchas ideas de libre mercado. Los miembros de ambas escuelas se oponen en general a los controles de precios, las regulaciones de productos y la provisión pública de servicios de educación. Aun así, como hemos señalado antes, abundan las diferencias. La Escuela de Chicago apoya la banca central y el antitrust, mientras que la Escuela Austriaca no. Si Mirowski hubiera visto las posturas libertarias que sostienen muchos austriacos, se habría dado cuenta de que las mayoría de los austriacos están muy lejos de las posturas neoliberales de Chicago.
Segunda, Hayek se convirtió en profesor en la Universidad de Chicago en 1950. Aun así, la ubicación de Hayek en Chicago no implica que fuera cercano a las ideas de la Escuela de Chicago. De hecho Hayek se convirtió en profesor en el Comité de Pensamiento Social de Chicago porque los economistas de Chicago se habían opuesto a su nombramiento en el departamento de economía. Esto es comprensible, ya que Hayek era muy crítico con la aproximación positivista que seguían los economistas de Chicago.
Tercera, la causa más probable de confusión deriva del tratamiento de Mirowski de la Sociedad Mont Pelerin, donde a menudo se reunían miembros de ambas escuelas. Desde el principio, en la reunión de fundación de la Sociedad Mont Pelerin en 1947, hubo tres escuelas principales de pensamiento que estaban representadas: la escuela austriaca, el ordoliberalismo y la Escuela de Chicago. Mises y Hayek, de la Escuela Austriaca, Walter Eucken y Wilhelm Röpke era ordoliberales y George Stigler, Frank Knight y Milton Friedman de la Escuela de Chicago.
Tanto la Escuela de Chicao como la Escuela Ordoliberal pueden clasificarse como neoliberales. Se oponen al socialismo, pero también al manchesterismo, es decir, se oponen a la aproximación de laissez faire del liberalismo clásico. Tanto los ordoliberales, principalmente ubicados en países germanoparlantes, como la Escuela de Chicago están a favor de un estado fuerte para establecer el marco para el mercado y dirigir la vida económica en ciertas direcciones. También quieren que el estado proporcione cierta seguridad social.
Ha habido tensión casi desde el principio entre austriacos y neoliberales dentro de la Sociedad Mont Pelerin. Como escribió Mises en la década de los cincuenta: «Tengo cada vez más dudas sobre si es posible cooperar con el ordo-intervencionismo en la Sociedad Mont Pelerin».
Mirando atrás y desde la perspectiva de la Escuela Austriaca, puede considerarse realmente como un error estratégico realizar una alianza con la Escuela Austriaca y otros neoliberales dentro de la Sociedad Mont Pelerin. Al estar unidos austriacos y neoliberales en la Sociedad Mont Pelerin, autores como Mirowski tienden a mezclar neoliberalismo con libertarismo y las posturas de Chicago con las austriacas. En lugar de tratar a los neoliberales como amigos con una causa común, a los austriacos les habría ido mejor considerando a los neoliberales como enemigos de sus enemigos, es decir, del socialismo total. Los austriacos podrían haber dejado mucho más claras sus diferencias ideológicas y metodológicas en una Sociedad Mont Pelerin dominada por ellos y excluyendo a la gente de Chicago y otros neoliberales. La mayoría de los ataques de Mirowski contra la profesión económica en sí o contra el liberalismo habrían perdido credibilidad. Entonces Mirowski habría tenido que dirigir su crítica solo contra la Escuela de Chicago y los neoliberales.