“Me encanta Wikileaks”, dijo el candidato Donald Trump el 10 de octubre en la campaña electoral. Elogió a la organización por informar sobre el lado más oscuro de la campaña de Hillary Clinton. Fue información probablemente filtrada por un informante desde adentro de la campaña de Clinton a Wikileaks.
En aquel entonces alabó a Wikileaks por promover la transparencia, pero el Trump candidato se parece menos al Presidente Trump cada día. El candidato alabó a los informantes y a Wikileaks a menudo en la campaña electoral. ¡De hecho, el candidato Trump amaba a Wikileaks tanto que mencionó a la organización más de 140 veces sólo en el último mes de campaña! Ahora, como Presidente, parece que Trump quiere que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, sea enviado a prisión.
La semana pasada CNN informó que, citando fuentes anónimas de la “comunidad de inteligencia”, el Departamento de Justicia de la Administración de Trump buscaba la detención de Assange y había encontrado una forma de acusar al fundador de Wikileaks de publicar información clasificada sin culpar a otros medios como el New York Times y el Washington Post por publicar la misma información.
Podría haber sido tentador descartar el informe de la CNN como “noticias falsas”, como lo son gran parte de sus reportes, excepto por el hecho de que el presidente Trump dijo en una entrevista el viernes que emitir una orden de arresto contra Julian Assange estaría “bien por mí.”
La condena de Trump contra Wikileaks se produjo apenas un día después de que su director de la CIA, Michael Pompeo, atacara a Wikileaks como un “servicio de inteligencia hostil”. Pompeo acusó a Assange de ser “un fraude – un cobarde escondido detrás de una pantalla”.
La elección de palabras de Pompeo no fue un accidente. Al acusar a Wikileaks de ser un “servicio de inteligencia hostil” en lugar de un editor de información sobre prácticas ilegales y abusivas del gobierno, filtrada por informantes, estaba señalando que la organización no tiene derechos cubiertos por la Primera Enmienda. Como muchos en Washington, no entiende que la Primera Enmienda es una limitación del gobierno en lugar de una concesión de derechos a los ciudadanos. Pompeo estaba declarando la guerra a Wikileaks.
Pero no hace mucho Pompeo también citó Wikileaks como una importante fuente de información. En julio llamó la atención sobre la liberación de información de Wikileaks que dañaba la campaña de Clinton, escribiendo, “¿Necesitan mayores prueba de que el arreglo [the fix] provenía desde el Presidente Obama hacia abajo?”
Hay una palabra para este giro repentino sobre Wikileaks y la transparencia que nos proporciona en las operaciones de los prominentes y poderosos: hipocresía.
La declaración de guerra de la Administración Trump contra los denunciantes y Wikileaks es una de las mayores decepciones en estos primeros 100 días. Donald Trump cabalgó a la Casa Blanca con promesas de “drenar el pantano”, lo que significaba que derribaría los carros de manzana de los intereses creados de Washington. Al desatar esos mismos intereses creados sobre aquellos que los mantienen en jaque -los informantes y los que publican sus revelaciones- le ha dado la espalda a quienes lo eligieron.
Julian Assange, junto con los informantes que nos revelan el mal que se está haciendo en nuestro nombre, son héroes. Merecen nuestro respeto y admiración, no una celda en una prisión. Si permitimos que este presidente declare la guerra a los que dicen la verdad, sólo nosotros seremos los culpables.
[Traducido por Miguel Duranti.]