En las últimas horas de su presidencia, el presidente Joe Biden se aseguró de conceder indultos a sus aliados políticos.
Algunos de los indultados, como Ravidath Ragbir y Kemba Pradia, eran el tipo habitual de personas que obtienen indultos: activistas de nivel medio y promotores del partido que apelaron con éxito a la administración saliente para obtener algunos favores de última hora. Estos indultos se conceden a personas que fueron condenadas por delitos en el pasado. Es decir, los indultos no fueron preventivos.
Además, el poder del indulto, cuando se utiliza para proteger a los indefensos de un Estado vengativo, es algo bueno. En este sentido, no tiene fin la lista de candidatos dignos, desde vendedores de leche cruda hasta turistas ancianos que pasearon por el Capitolio durante los disturbios del 6 de enero.
Lo notable de esta ronda de nuevos indultos, sin embargo, es cuántos de ellos son para burócratas federales o funcionarios que están profundamente enredados en el gobierno federal en los más altos niveles de poder. Los que no ocupaban directamente esos cargos eran familiares del ahora ex presidente. Además, todos estos indultos para personal de alto rango y sus familiares son indultos preventivos que conceden inmunidad general a los amigos de la facción Biden del régimen.
En concreto, Biden concedió indultos preventivos a Anthony Fauci, el general Mark Milley, James Biden, Sara Biden, Valerie Biden Owens, John Owens y Francis Biden. La lista también incluye a todos los miembros del comité del 6 de enero, además del personal del comité y los agentes de policía del Capitolio que testificaron ante el comité selecto.
En resumen, estos indultos están diseñados para proporcionar inmunidad legal a los leales a Biden dentro de la clase gobernante —y a sus aduladores, como la policía del Capitolio— en caso de que los votantes se rebelen. Es decir, como Trump debe su elección a ciertos elementos populistas del electorado, algunos grupos de presión podrían exigir con éxito el procesamiento de funcionarios federales especialmente odiados y descarados.
Por ejemplo, Anthony Fauci había pasado años cometiendo perjurio ante el Congreso y utilizando su influencia dentro de Washington para silenciar a los críticos y obstruir las investigaciones sobre el origen del covid-19. En los últimos años, Fauci, uno de los tecnócratas gubernamentales mejor pagados de la historia, calculó mal. Aunque Trump recompensó generosamente a Fauci con nuevos poderes durante el primer mandato de Trump, Fauci se alió con el Estado profundo respaldado por Biden. Con la elección de Trump, Fauci posiblemente se enfrentó a una serie de investigaciones sobre sus actividades, muchas de las cuales eran probablemente delitos federales. Muchos de los votantes de Trump nunca habían perdonado a Fauci por sus planes totalitarios como el «covid cero» y los mandatos de mascarillas, todo ello basado en pseudociencia a medias. Entonces, ¿cómo evitar tener que responder ante los votantes? La respuesta era sencilla: hacer que Biden emitiera un indulto preventivo general.
Los miembros del comité del 6 de enero son casos especialmente atroces. Estas personas, como Liz Cheney y Adam Schiff, pasaron años en una caza de brujas contra las abuelas y los padres de la clase trabajadora, presentando ridículamente la revuelta sin líderes del 6 de enero como una especie de golpe o insurrección. Tras años de exigir condenas draconianas para los contribuyentes de a pie que se atrevieron a poner un pie en los edificios sagrados del régimen aquel día, Schiff, Cheney y otros, al parecer, suplicaban a Biden indultos e inmunidad.
Deberíamos acostumbrarnos a este tipo de cosas, independientemente de quién esté en el poder. Los partidarios de Trump nos quieren hacer creer que el uso de indultos para proteger a los amigos del régimen es exclusivo de Biden. No es así. Es cierto que el uso fácil y gratuito que ha hecho Biden de los indultos para sus amigos en los últimos meses es la aceleración de una tendencia. Pero Biden difícilmente inventó la idea. Después de todo, Gerald Ford concedió un indulto preventivo a Nixon, asegurándose de que ningún investigador indagara demasiado en las actividades del Estado de seguridad nacional eamericano. Pero ése es sólo el caso más notable.
El propio Trump emitió varios indultos para sirvientes criminales del régimen. Por ejemplo, Trump indultó a cuatro mercenarios americanos por diversos delitos violentos en 2020. Tres fueron condenados por homicidio involuntario y uno por asesinato en primer grado. Los cuatro habían abierto fuego contra hombres, mujeres y niños inocentes en Irak, matando a catorce de ellos. Sin embargo, estos agentes del régimen bien pagados cometieron sus asesinatos al servicio del gobierno de los EEUU, por lo que Trump los indultó.
Otro caso notable es el indulto de Trump a Lewis «Scooter» Libby en 2018. Libby era el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, y Libby había sido condenado por obstrucción a la justicia y perjurio en el caso Plame. Libby estuvo probablemente implicado en la filtración de secretos federales en un intento de castigar a un agente de inteligencia federal por criticar a la administración Bush. La condena de Libby ya había sido conmutada por George W. Bush años antes, pero el presidente Trump indultó a Libby para hacer borrón y cuenta nueva. Libby, después de todo, era un obediente servidor del aparato de inteligencia federal, el mismo al que Trump finge oponerse pero al que ahora pide que sea más activo en el espionaje de los americanos.
El reciente frenesí de indultos es un importante recordatorio de que en los Estados Unidos no existe el llamado «Estado de Ley». Hay un conjunto de reglas para la gente que se gana el favor del régimen. Hay otro conjunto de reglas para los que pagan por todo. En la práctica, por supuesto, los de arriba suelen ser capaces de evitar que sus amigos y aliados sean procesados en absoluto. Sin embargo, con la expansión de los abusivos poderes de indulto, es aún más fácil garantizar que los amigos del régimen nunca tengan que pagar el precio de sus crímenes. El Estado protegerá a los suyos.
Crédito de la imagen: dominio público, imágenes oficiales de la Casa Blanca.