Internet ha estallado de rabia por la reciente captura y eutanasia de una famosa ardilla de TikTok/Instagram llamada «Peanut». Peanut fue rescatada hace más de 7 años por su dueño Mark Longo. Desde entonces, Peanut se ha convertido en un éxito en TikTok e Instagram, donde cosechó millones de visitas y apoyo. Pero el estado de Nueva York le ha declarado la guerra a este bichito, así como a su compañero, «Fred» el mapache.
Mark Longo lo describió en una entrevista a TMZ:
Entre diez y doce agentes del DEC allanaron mi casa como si fuera un traficante de drogas. Estuve sentado fuera de mi casa durante cinco horas. Tuve que ir al baño con escolta policial. Ni siquiera me permitieron dar de desayunar o comer a mis caballos de rescate. Me sentaron allí como a un criminal después de que interrogaran a mi mujer para preguntarle por su situación migratoria... luego [los agentes] procedieron a preguntarme si tenía cámaras en casa... luego procedieron a revisar todos los armarios y rincones de mi casa en busca de una ardilla y un mapache.
Para hacerlo aún más absurdo, Longo describe cómo consiguieron una orden de registro firmada por un juez para asaltar su casa y revolverlo todo en busca de un animal que no mostraba signos de violencia ni de molestar a nadie.
Como si esta historia de un amigo peludo perdido no pudiera ser peor, Peanut acababa de convertirse en el rostro de una nueva organización de rescate de animales sin ánimo de lucro. Ahora Peanut ha sido sacrificado. Sin el Estado, ¿quién irrumpiría en tu casa y mataría a animales pacíficos?
Este incidente es un ejemplo perfecto de cómo el Estado destruye la sociedad productiva en nombre de la burocracia. La ley del estado de Nueva York prohíbe la tenencia de lo que considera animales salvajes a menos que uno sea un «rehabilitador de vida salvaje autorizado». Este proceso lleva meses. Para tener animales salvajes domesticados, habría que registrarse como «animal educativo». Peanut no había dado muestras de violencia en ninguno de los siete años que vivió con Longo. Pero en lugar de enviar a un agente de la DEC a hacer un seguimiento de la denuncia que puso en marcha la redada, enviaron a diez agentes a confiscar y matar a las mascotas de Longo.
Si estos animales suponen una amenaza suficiente para la sociedad, lo único que hay que hacer es responsabilizar legalmente a sus dueños de cualquier daño que causen. Esto evita que los animales violentos sean tenidos como mascotas y permite a gente como Longo cuidar de animales como Peanut y Fred. En cambio, lo que las burocracias les dan son códigos arbitrarios que no tienen en cuenta sus circunstancias específicas y que dificultan que el ciudadano medio en su sano juicio pueda cuidar razonablemente de animales como Peanut. Longo no siempre ha dirigido una organización sin ánimo de lucro.
Pero en lugar de perseguir a quienes han cometido verdaderos delitos violentos y contra la propiedad, el Estado opta por perseguir a ciudadanos perfectamente respetuosos con la ley. Sam Francis llamó a esto «anarco-tiranía»: la permisividad del crimen contra el ciudadano promedio y la persecución de la ciudadanía regular bajo demandas y edictos arbitrarios.
Nada encarna mejor la arbitrariedad de nuestros señores progresistas que las invasiones de hogares y el asesinato de mascotas, mientras que los centros de embarazo gestionados por organizaciones benéficas provida son objeto de vandalismo y ataques. Sin el Estado, ¿quién destruiría las organizaciones benéficas que cuidan de los animales mientras afirman cuidar del medio ambiente? El Estado continúa su inevitable espiral de muertes por intervención en la buena sociedad: una espiral cada vez más absurda y arbitraria.
Descansen en paz Peanut & Fred, ¡víctimas de la burocracia estatal!