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Nuestra seguridad nacional no depende de peligrosos vuelos en helicóptero en Washington DC

Aunque la retórica política ha sido acalorada desde que el 29 de enero la colisión de un helicóptero del ejército de los EEUU y un avión civil matara a 67 personas cerca del Aeropuerto Nacional Reagan, poco se ha dicho de por qué los helicópteros militares operan siquiera cerca de ese abarrotado espacio aéreo. A pesar de las afirmaciones de «necesidades de seguridad nacional», la razón de estos peligrosos vuelos es servir de mundana provisión de taxis aéreos para las élites políticas de DC. Según del New York Times:

El helicóptero Black Hawk del Ejército que chocó el miércoles con un avión de pasajeros cerca de Washington estaba entrenando cerca de un aeropuerto muy concurrido, y en una vía aérea complicada, ya que los helicópteros del Ejército transportan con frecuencia a funcionarios del gabinete, legisladores y otros V.I.P.s a través de la zona, dijeron funcionarios del Ejército el jueves.

El artículo continúa:

En muchos sentidos, dijeron, la 12ª Brigada de Aviación se considera el servicio de taxi VIP del gobierno federal en Washington.

Sin embargo, el artículo trata de dar «perspectiva» a estos vuelos desde el punto de vista de la «seguridad nacional»:

La brigada es especialmente responsable de las misiones de «continuidad del gobierno», que incluyen el traslado de funcionarios del gabinete a lugares seguros y no revelados en situaciones de emergencia nacional, como los atentados del 11 de septiembre de 2001.

En otras palabras, se supone que los lectores deben creer que llevar en avión a un senador de EEUU del Capitolio al Pentágono para que esa persona pueda evitar el tristemente famoso tráfico de DC hace que todos los demás estén «más seguros». Del mismo modo, se supone que es vital llevar en avión a un mediocre militar de carrera de cuatro estrellas al Capitolio para que pueda presionar al Congreso para conseguir aún más dinero en lugar de dejar que ese oficial viaje por las calles de superficie. Y así sucesivamente.

A pesar de la apelación a un acontecimiento puntual —el asalto del 9-11 al Pentágono—, es muy rara la ocasión en que la seguridad de todos los americanos depende del uso de helicópteros para trasladar a la gente por Washington. En su mayor parte, los planes de emergencia están destinados a proteger a los funcionarios gubernamentales privilegiados, como el infame plan durante la Guerra Fría para alojar al Congreso en The Greenbriar, en Virginia Occidental, en caso de ataque nuclear contra Washington. Todos los demás fuera de la burbuja VIP están solos.

Cualquier visitante de Washington DC puede ver fácilmente los helicópteros que sobrevuelan la ciudad con regularidad, ya que se han convertido en una forma de vida. Poca gente les presta atención, hasta que uno de ellos se ve involucrado en un incidente que causa la pérdida a gran escala de vidas inocentes, como ocurrió el 29 de enero. Sin embargo, si hay algún momento para replantearse una política, debería ser cuando la vemos a la luz del peor escenario posible.

Incluso sin la presencia de helicópteros militares en el espacio aéreo en torno al Reagan National, el aeropuerto siempre ha sido un gran accidente a punto de ocurrir. Debido a todos los lugares «sensibles» como la Casa Blanca, el Capitolio y el Pentágono, los pilotos que vuelan dentro y fuera del aeropuerto tienen que encajar sus aviones en ventanas estrechas:

El espacio aéreo en torno a Washington, DC, está congestionado y es complejo, una combinación que los expertos en aviación llevan tiempo temiendo que pueda provocar una catástrofe.

Esos temores se materializaron el miércoles por la noche cuando un avión de American Airlines colisionó con un helicóptero militar , cobrándose la vida de 67 personas, entre ellas tres soldados y más de una docena de patinadores artísticos.

Según los expertos, incluso en condiciones de vuelo óptimas, el espacio aéreo en torno al Aeropuerto Nacional Reagan de Washington puede suponer un reto para los pilotos más experimentados, que deben sortear cientos de aviones comerciales, aviones militares y zonas restringidas en torno a lugares sensibles.

«Era una catástrofe anunciada», dijo Ross Aimer, capitán jubilado de United Airlines y director ejecutivo de Aero Consulting Experts. «Los que llevamos mucho tiempo en esto hemos estado gritando al vacío que ocurriría algo así porque nuestros sistemas están estirados al extremo».

Las noticias señalan que el error humano, incluidos los errores del piloto del helicóptero y de la torre de control aéreo, inclinaron la balanza hacia los errores sistemáticos:

El helicóptero voló fuera de su ruta de vuelo aprobada. Lo más probable es que los pilotos de American Airlines no vieran el helicóptero cerca cuando giraban hacia la pista. Y el controlador aéreo, que hacía malabarismos con dos trabajos al mismo tiempo, fue incapaz de mantener separados el helicóptero y el avión.

Washington DC es probablemente la ciudad más engreída del mundo. Sus líderes gubernamentales insisten en que todos los demás soporten enormes costes para mantener inflada la burbuja de DC y hacer que estos líderes parezcan más importantes de lo que realmente son. De vez en cuando, esta prepotencia choca —en este caso, literalmente— con la gente corriente de fuera y, cuando esto ocurre, los resultados son trágicos. Aunque las autoridades están restringiendo, al menos temporalmente, los vuelos de helicópteros militares cerca del aeropuerto, cabe preguntarse si este ejercicio de «cerrar la puerta del establo después de que se escape el caballo» llega demasiado tarde tras 67 muertes innecesarias.

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Image Source: Adobe Stock
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