Medicare Parte D es un programa de “derechos” relativamente nuevo que proporciona una subvención a los jubilados para las medicinas con receta. Está supuestamente pensado para ayudar a los ancianos, pero las que más se benefician son las empresas farmacéuticas. Iniciado en 2006, se pensaba que cubriría a 11 millones, ¡pero esa cifra era de 24 millones solo después de un año! No es sorprendente que los costes del programa se hayan disparado muy por encima de las proyecciones originales y se espere que continúen aumentando en el futuro.
La situación reciente se entrecruza con la crisis de los opiáceos. Los ancianos están recibiendo enormes cantidades de prescripciones de opiáceos usando este subsidio. Casi 5 millones recibieron tres o más meses de pastillas y casi 600.000 recibieron “cantidades extraordinarias” en 2017. Muchos ancianos están recibiendo prescripciones múltiples y usando múltiples prescriptores y farmacias. Indudablemente, algunos de estos usuarios extraordinarios están desviando pastillas para aumentar sus rentas, pero muchos corren riesgo de sobredosis y muerte.
Igual de indudablemente, esto no sería un problema si tuvieran que pagar el precio de venta al público.