No soy un gran admirador de las ayudas del Gobierno Federal para catástrofes. En demasiadas ocasiones, el dinero no llega a quienes más lo necesitan, y con demasiada frecuencia los «expertos» en catástrofes de Washington están más interesados en presionar a la gente que en ayudarla.
Sin embargo, es duro ver las recientes imágenes de la devastación en Maui y luego escuchar al Presidente Biden decir al Congreso que necesita otros 24 mil millones de dólares para Ucrania. ¿Cómo puede esta administración seguir justificando decenas de miles de millones de dólares para esta guerra perdida que no redunda en nuestro interés mientras el resto de los Estados Unidos se desintegra?
La nueva petición de 24 mil millones de dólares de Biden se suma a los más de 120 mil millones de dólares ya gastados en la guerra de los EEUU contra Rusia en Ucrania. Richard Stern, experto en presupuestos de la Heritage Foundation, ha hecho los cálculos y ha determinado que el gasto de Biden en la guerra de Ucrania hasta ahora costará 900 dólares a todos y cada uno de los hogares americanos. ¿Cuántos americanos preferirían tener esos 900 dólares de vuelta en su bolsillo en lugar de en los bolsillos de Lockheed-Martin, Raytheon y los oligarcas de Ucrania?
Encuestas recientes han demostrado que la mayoría de los americanos no podrían permitirse cubrir una emergencia repentina de 1.000 dólares. Conectarán los americanos los puntos y se darán cuenta de que la razón por la que no pueden encontrar esos 1.000 dólares para una emergencia es porque los neoconservadores ya los han enviado a Ucrania?
Ucrania es conocida desde hace tiempo como uno de los países más corruptos del planeta y no hace mucho el periodista de investigación Seymore Hersh escribió que el presidente ucraniano Vladimir Zelensky ha malversado al menos 400 millones de dólares en ayudas del pueblo americano. Los escándalos de corrupción siguen estallando en Ucrania. La semana pasada Zelensky despidió a los jefes de todos los consejos de reclutamiento locales por corrupción. Algunos informes de prensa sugieren que las ventas de coches de lujo en Ucrania han batido todos los récords anteriores. Me pregunto por qué.
No es de extrañar que la marea de la opinión pública de los EEUU se esté volviendo en contra de una mayor implicación en la guerra. Recientemente, la CNN descubrió que, entre todos los americanos, más del 55% se opone a seguir ayudando a Ucrania. Entre los Republicanos, el número de los que se oponen a más ayuda a Ucrania se eleva a tres de cada cuatro. Por eso, por fin empezamos a ver a más diputados Republicanos planteando sus preocupaciones. Me gustaría pensar que han visto la luz de que una política exterior agresiva e intervencionista no beneficia a América, pero lo más probable es que les preocupe perder las elecciones. Sea cual sea su motivación, hay que celebrar este cambio de tendencia.
Sin embargo, la administración Biden persiste en respaldar a Ucrania incluso cuando los principales medios de comunicación de los EEUU señalan cada vez más lo obvio: Ucrania no está ganando y no puede ganar, y seguir vertiendo dinero en una causa perdedora sólo provocará la bancarrota en casa y más ucranianos muertos en el extranjero.
La semana pasada Newsweek publicó un artículo en el que se preguntaba: «¿Tiene Ucrania kompromat sobre Joe Biden?». En el artículo, el profesor Max Abrahms, de la Northeastern University, se pregunta en voz alta si el apoyo continuado de Biden a Ucrania podría estar relacionado con información comprometedora que obra en poder de Kiev sobre los numerosos negocios turbios de la familia Biden en Ucrania y la región. Sin duda, merece la pena considerarlo.
Mientras tanto, a los residentes de Maui que sobrevivieron al reciente y horrible incendio no les servirá de consuelo saber que la administración Biden está más interesada en enviar su dinero a Ucrania que en ayudarles a recuperarse.
Publicado originalmente por el Instituto Ron Paul.