Ante la creciente frustración de los americanos por los más de 100.000 millones de dólares gastados en una fallida guerra por poderes en Ucrania, ¡los manipuladores del presidente Biden han dado con un truco para convencernos de que esta ayuda exterior es en realidad una inversión en nuestra propia economía! En su reciente discurso televisivo, Biden explicó que a medida que transfiramos más armas a Ucrania, construiremos nuevas armas en casa para reemplazarlas. Eso, explicó Biden, significa más empleos americanos y una economía americana más fuerte.
Así pues, el «Proyecto Ucrania» no tiene que ver realmente con el beneficencia exterior, sino más bien con beneficencia corporativa nacional para el complejo militar-industrial. ¿Debería eso hacernos sentir mejor?
No se puede negar que esta guerra de casi dos años entre Ucrania y Rusia ha sido una bendición para la industria armamentística de EEUU. Los beneficios del complejo militar-industrial han vuelto a alcanzar máximos históricos tras una breve caída durante el miedo al Covid. Y el dinero que va a los fabricantes de armas también satura Washington, DC: un poco va a los think-tanks que promueven la guerra, otro poco va a las campañas políticas de los candidatos que promueven la guerra, y así sucesivamente.
Como nos recuerda Connor O’Keeffe en un artículo reciente en el Instituto Mises, los argumentos de que más gastos de guerra son buenos para la economía ignoran la «falacia del escaparate roto», explicada por primera vez por el economista francés Frédéric Bastiat en su ensayo «Lo que se ve y lo que no se ve». En el cuento, a un comerciante se le rompe un escaparate y debe pagar para que se lo cambien. Los lugareños ven con buenos ojos el percance, ya que consideran que los 50 dólares de un nuevo escaparate suponen un beneficio para el cristalero que luego gastará, mejorando así la economía en su conjunto. Lo que no se ve, sin embargo, es lo que el tendero podría haber hecho con esos mismos 50 dólares si no se hubiera visto obligado a sustituir una ventana rota. Tal vez los habría invertido de una forma que hubiera creado mucha más riqueza y más puestos de trabajo.
Desgraciadamente, Biden no es el único que inventa nuevos trucos para que Washington funcione «como siempre».
El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, también ha estado ocupado intentando convencernos de que enviar dinero al extranjero es realmente bueno para nuestra propia economía. El fin de semana apareció en Fox News para decirnos que enviar otros 14.000 millones de dólares a la rica nación de Israel es que los Republicanos «intentan ser buenos administradores de los recursos de los contribuyentes». ¿Cómo es eso? Bueno, se le ocurrió el truco de que recortarían 14.000 millones de dólares del IRS y los enviarían a Israel.
Dijo Johnson: «En lugar de imprimir nuevos dólares o pedirlos prestados a otra nación para enviarlos a cumplir con nuestras obligaciones y ayudar a nuestro aliado, queremos pagar por ello, qué concepto, estamos tratando de cambiar cómo funciona Washington.»
¿Ven el truco? No están «pagando por ello» enviando el dinero al extranjero, y no están «cambiando el funcionamiento de Washington» haciendo exactamente lo mismo que hacen siempre: robar a los pobres en casa para enviarlo a los ricos en países extranjeros.
En lugar de intentar engañar a los americanos haciéndoles creer que la ayuda exterior y la beneficencia corporativa son buenos para nuestra economía, ¿por qué no dejamos de romper todas nuestras ventanas? Pongan fin a la ayuda exterior y a la beneficencia corporativa.
Reimpreso con permiso del Instituto Ron Paul.