Un informe de Gallup y la Fundación Knight publicado el miércoles pone de relieve la caída en picado de la confianza de los americanos en los medios de noticias.
Según la encuesta, la mitad de los americanos cree que los medios masivos pretenden desinformar con sus informaciones. Los datos revelados ponen de manifiesto que los americanos intentan cuadrar una visión cívica imaginaria de los medios de comunicación con las realidades del sector.
La encuesta Gallup/Knight reveló que sólo el 26% de los americanos tiene una opinión favorable de los medios de noticias, la cifra más baja registrada en los cinco años de historia de la encuesta. El 53% tiene una opinión expresamente desfavorable.
Pero la cifra más notable es que el 50% de los americanos cree que «la mayoría de las organizaciones de noticias nacionales pretenden engañar, desinformar o persuadir al público».
En otras palabras, no es que estos americanos piensen que los medios de comunicación no informan adecuadamente a los consumidores, sino que creen que trabajan activamente para engañar al público.
Este comunicado es la segunda parte del estudio Gallup/Knight. La primera parte expone lo que los autores de la encuesta y muchos americanos consideran erróneamente la raíz del problema: la tensión entre las noticias como negocio y las noticias como bien público.
A todos nos enseñan desde pequeños que una prensa libre e independiente es fundamental para el proceso democrático. Que el trabajo de los periodistas es mantener al público al corriente de los problemas para que pueda tomar decisiones informadas y racionales a la hora de elegir un candidato o votar una propuesta.
Sin embargo, el 76% de los encuestados admite que «las organizaciones de noticias son ante todo negocios, motivadas por sus intereses y objetivos financieros».
En el informe, la conclusión que queda clara tanto en el encuadre de los autores como en las respuestas de los sujetos es que los incentivos de negocios corrompen la finalidad superior del periodismo.
Pero la verdad es exactamente lo contrario. Es la aspiración a un ideal democrático imposible e indeseable lo que explica la podredumbre de los medios informativos actuales.
El ideal es imposible porque la prensa no puede funcionar independientemente de las fuerzas gubernamentales y privadas. El periodismo debe financiarse de alguna manera y, por tanto, las organizaciones de medios estarán sujetas a los deseos de los funcionarios del gobierno, los anunciantes, los donantes o los consumidores de noticias. No hay escapatoria.
Y es indeseable porque, como la propia democracia, esta visión idealizada de la prensa se basa en el supuesto de que una población llega a tomar colectivamente decisiones tanto para grupos minoritarios dentro de esa población como para ciertos grupos extranjeros en contra de su voluntad.
El «público» no tiene ese derecho. Pero actuando como si lo tuviera, el gobierno puede ejercer su fuerza en todo el mundo y luego decirnos que es nuestra responsabilidad estar informados de todo lo que hacen porque nosotros dirigimos colectivamente el barco. En otras palabras, el gobierno toma un montón de cosas que no nos incumben y las convierte en asunto nuestro.
El mensaje de que los buenos ciudadanos están al día de las noticias mezclado con la politización de todo actúa, en efecto, como una subvención a los medios de comunicación de la que las compañías se aprovechan alegremente.
También otorga a las organizaciones de noticias un enorme poder político. Y lo utilizan para beneficiarse a sí mismos y a sus amigos en el gobierno y la industria. Los medios de hoy en día son un desastre de amiguismo y esta encuesta muestra que cerca de la mitad de los americanos se están dando cuenta de ello.