Dinero y bancos

No habrá una rabieta si la Fed avanza seriamente hacia el tapering. Los inversores entienden ahora cómo funciona el juego. El tapering no significa realmente el fin de la inflación monetaria, y todo el mundo lo sabe.

Cincuenta años después de que Nixon cerrara la ventanilla del oro, los precios se dirigen hacia las subidas de la época de los años setenta. Sin embargo, la Fed no puede aumentar los tipos de interés mientras los políticos sigan creando miles de millones de nuevas deudas.

Incluso a un «mero» nivel del dos por ciento, los aumentos de precios acumulados a lo largo del tiempo no son nada del otro mundo. Y lo que es peor, si nos fijamos en lo que la gente gasta realmente, la inflación de los precios no refleja mucho las conclusiones de las estadísticas «oficiales».

«Cruzamos el Rubicón en 2008. Cruzamos un Rubicón diferente en 2020. Y nunca vamos a volver atrás. Y, por lo tanto, las recesiones no están permitidas». Los mandarines del dinero harán todo lo posible para apuntalar los valores de los activos. Para siempre.

El viernes, el CEO de Twitter, Jack Dorsey, tuiteó un enlace al ensayo de Rothbard «Anatomía del Estado».

En 1971, David Rockefeller estaba a favor de un «nuevo sistema monetario internacional con mayor flexibilidad» y «menos dependencia del oro». Viendo una oportunidad para ampliar su propio poder, Richard Nixon abrazó con entusiasmo el plan.

Las economías modernas producen una oferta aparentemente interminable de bienes. Pero sin el «fondo de subsistencia», basado en ahorro e inversión, la montaña de bienes que damos por sentado sería imposible.

En 1971, Nixon utilizó una crisis fiscal para justificar la ruptura de la última conexión del dólar con el oro. Era la misma historia de siempre: «debemos ampliar enormemente el poder del gobierno debido a una "crisis"». El gobierno nunca renuncia a estos nuevos poderes.

El colapso del orden monetario en 1971 reflejó las dislocaciones masivas y la mala inversión de recursos que acabaron convirtiendo la década en una crisis tras otra. Los keynesianos están haciendo algo similar hoy en día.

El mundo real debería considerarse siempre la mejor base para una teoría económica. Sin embargo, muchos economistas de la corriente dominante creen que está bien fundamentar la teoría económica en supuestos poco realistas sobre el comportamiento humano.