Historia de EEUU

Los nacionalistas de la Convención Constitucional habían llevado hasta ahora la esencia de su programa: la creación de un gobierno nacional supremo y un Congreso facultado para vetar las leyes de los estados siempre que el Congreso considerara que éstos eran «incompetentes».

En contra de lo que podría argumentar Krugman, el crecimiento del trabajo organizado en la fuerza laboral de EEUU fue mucho más el trabajo de empuje del gobierno y la coerción directa que una progresión natural del lugar de trabajo americano.

¡Debemos actuar ahora! ¡Es mejor hacer algo que no hacer nada! ¡Esto nunca ha sucedido antes! ¡Los expertos nos mostrarán el camino! Desde la gran depresión hasta las crisis actuales, escuchamos estas afirmaciones una y otra vez.

La fragmentación del poder en muchas unidades locales pequeñas probablemente dificulte la opresión de las minorías. Por otro lado, la consolidación del poder en un único Congreso elegido por el pueblo supone una grave amenaza para los derechos de los americanos comunes.

Parece que la oficina de correos no consigue equilibrar sus cuentas. Así que, como todos los monopolistas, el servicio postal planea «mejorar» las cosas aumentando los precios y empeorando aún más su servicio.

Cuando los políticos dicen deplorar la violencia, es difícil tomarlos en serio cuando tienen un largo historial de apoyo a la violencia brutal y arbitraria tanto en casa como en el extranjero.

Los nacionalistas a favor de una nueva constitución en 1787 enviaron a sus hombres más ricos, más instruidos y más «distinguidos». Afortunadamente para ellos, ceteris paribus, cuanto más distinguida sea una reunión, más estatista y reaccionaria será.

Los confinamientos de covid-19 han puesto inesperadamente de manifiesto el hecho de que los gobernadores ejercen un inmenso poder sobre la vida cotidiana de los estadounidenses. Algunas legislaturas estatales han tomado medidas para limitar este poder. Más vale tarde que nunca.

La pataleta del gobierno por el motín del Capitolio ha demostrado que el régimen considera su propia propiedad como sacrosanta. Tu propiedad privada, en cambio, es completamente prescindible y no tiene ninguna importancia.

Al igual que otros esquemas «antidiscriminación», la Ley de Igualdad es solo otra forma de extender el poder federal sobre cada institución privada y aspecto de la vida privada.