Historial mundial

Jeff Riggenbach ha muerto hoy.

Cuando la libertad y el capitalismo nacieron hace más de un milenio, los Estados eran pequeños, descentralizados y débiles. Al restaurar los derechos naturales y la sociedad civil, el Estado se retirará una vez más.

Tanto la teoría como la investigación empírica muestran que un mercado competitivo es incongruente con el racismo, pero la izquierda insiste en que el capitalismo es «inherentemente» racista.

Lo que me parece la gran fuerza del nuevo libro de Pankaj Mishra es su demostración de que las atrocidades de la conquista y el gobierno imperial prefiguraron los horrores de las guerras europeas del siglo XX y las posteriores guerras de conquista también.

Muchos observadores de los asuntos internacionales asumen que los Estados más grandes y poblados son necesariamente más poderosos. Pero la realidad es que la riqueza y el desarrollo económico son los factores más críticos para asegurar el verdadero poder militar.

El fascismo es el sistema de gobierno que carteliza el sector privado, planifica centralmente la economía, exalta el Estado policial, niega las libertades fundamentales a los individuos y hace del Estado ejecutivo el amo ilimitado de la sociedad.

Manent insiste en que si los líderes políticos no lideran la sociedad, tendremos una sociedad que no es liderada por líderes políticos. ¿Y qué?

«Hoy en día la mayoría de la gente tiende a equiparar la libertad con la posesión de derechos individuales inalienables, derechos que delimitan una esfera privada que ningún gobierno puede infringir. Pero, ¿siempre ha sido así?»

Los crímenes más graves en el léxico del Estado casi siempre no son invasiones de personas o propiedades privadas, sino peligros para el propio Estado: traición, deserción, insurrección, etc. El Estado no existe para proteger a sus ciudadanos, sino para protegerse a sí mismo.

Incluso concediendo los objetivos de «satisfacer las necesidades de la gente» y «desinterés» que aprecian los socialistas, una economía de mercado basada en la propiedad es muy superior a la hora de cumplir esos objetivos en la civilización moderna, en comparación con un sistema socialista de arriba abajo y controlado centralmente.