Impuestos y gasto

Hay señales ominosas en el horizonte de que los gobiernos quieren avanzar hacia el mandato de «inversión socialmente responsable» para las pensiones y los administradores de fondos. Esta es una idea terrible, por decir lo menos.

Los déficits todavía importan, en gran parte porque requieren políticas monetarias que conduzcan a burbujas, a la desigualdad y a la lenta japonización de la economía estadounidense.

Un punto esencial de la filosofía social del intervencionismo es la existencia de un fondo inagotable que puede ser exprimido para siempre.

La relación entre la deuda de los mercados emergentes y el PIB alcanzó casi el 250 por ciento en el tercer trimestre, con China alcanzando el 335 por ciento, y para el año se espera que la relación alcance alrededor del 365 por ciento del PIB mundial.

El lema «tributación sin representación» implica que la tributación con representación son posibles y morales. Pero la idea de la representación política está llena de errores.

El intento de la Prop. 15 de socavar las protecciones del impuesto a la propiedad para empresas de la Prop. 13 de California aparentemente ha fracasado.

Un déficit comercial no es una prueba real de que algo esté mal. Pero si lo fuera, una de las mejores cosas a hacer sería reducir el gasto del gobierno. Desafortunadamente, los políticos no están de acuerdo.

Mientras nos enfrentamos a una segunda ola de brotes de coronavirus en Europa, sabemos que las medidas de marzo y los agresivos cierres fueron un grave error.

Si el pensamiento actual continúa, los bancos centrales del mundo comprarán cualquier papel que los gobiernos emitan. El resultado para el final de la década será un balance de la Reserva Federal de 40 a 50 billones de dólares.

El programa F-35 Joint Strike Fighter no es digno de una inversión masiva por parte del contribuyente, especialmente porque el programa no hace a los americanos más seguros.