Prólogo
Tras la creación de la Fundación para la Educación Económica (FEE) en 1946, Ludwig von Mises se convirtió en asesor a tiempo parcial y desempeñó esa labor hasta su muerte en 1973. Siempre que la FEE tenía un seminario en Irvington, si estaba en el pueblo conducía desde Nueva York, donde vivía con su esposa, Margit, para hablar a los principiantes. Su tema muy a menudo era la inflación. Yo estuve en todas esas clases, las apunté en taquigrafía y posteriormente las transcribí. A mí se me ocurrió la idea de que se podía integrar ocho o diez de sus clases sobre inflación, realizadas en la década de 1960, eliminando duplicados y convertirlas en una sola obra. Es este trabajo.
A Mises no le gustaba que se citaran o publicaran sus comentarios orales, porque, evidentemente, no representaban el cuidado y la precisión que dedicaba a sus escritos. Sin embargo no me parece que estas clases como las he editado representen incorrectamente sus ideas en modo alguno. Además, revelan su forma no pretenciosa y su sencillo estilo informal que usaba al hablar a estudiantes. A menudo reformulaba una idea de distintas formas, repitiéndolas para darle énfasis. Se le acusaba a menudo de ser simplificador o de hacer que los temas económicos parecieran claros y sencillos, pero fue esta misma aproximación la que hizo posible que personas incluso sin ningún conocimiento de economía entendieran y apreciaran lo que estaba diciendo.
Bettina Bien Graves, marzo de 2001
Cooperación humana
La cooperación humana es diferente de las actividades que tuvieron lugar bajo condiciones prehumanas en el reino animal y entre personas o grupos aislados durante las épocas primitivas. La facultad humana concreta que distingue al hombre del animal es la cooperación. Los hombres cooperan. Eso significa que, en sus actividades, anticipa que las actividades por parte de otra gente lograrán ciertas cosas para producir los resultados que buscan con su propio trabajo. El mercado es ese estado de cosas bajo el cual te doy algo a ti para recibir algo de ti. No sé cuántos de vosotros tiene alguna idea de latín, pero en una expresión latina de hace ya 2.000 años estaba la mejor descripción del mercado: do ut des¸ doy para que me des. Yo contribuyo en algo para que debas contribuir con otra cosa. A partir de esto se desarrolló la sociedad humana, el mercado, la cooperación pacífica entre personas. Cooperación social significa división del trabajo.
Los diversos miembros, las diversas personas en una sociedad no viven sus vidas sin ninguna referencia o conexión con otras personas. Gracias a la división del trabajo, estamos conectados con otros trabajando para ellos y recibiendo y consumiendo lo que otros han producido para nosotros. Como consecuencia, tenemos una economía de intercambio que consiste en la cooperación de muchas personas. Todos producen, no solo para sí mismos, sino para otra gente con la expectativa de que esa otra gente producirá para ellos. Este sistema requiere actos de intercambio.
La cooperación pacífica, los logros pacíficos de los hombres se efectúan en el mercado. Cooperación significa necesariamente que la gente intercambia servicios y productos de servicios, bienes. Estos intercambios constituyen el mercado. El mercado es precisamente la libertad de la gente para producir, consumir, determinar qué hay que producir, en qué cantidad, de qué calidad y a quién van a ir dichos productos. Ese sistema libre es imposible sin mercado: ese sistema libre es el mercado. Tenemos la idea de que las instituciones humanas son o bien (1) el mercado, el intercambio entre personas, o bien (2) el gobierno, una institución que, en la cabeza de mucha gente, es algo superior al mercado y podría existir en ausencia de mercado. La verdad es que el gobierno (es decir, el recurso a la violencia, necesariamente el recurso a la violencia) no puede producir nada. Todo lo que se produce, se produce por las actividades de personas y se usa en el mercado para recibir algo a cambio de ello. Es importante recordar que todo lo que se hace, todo lo que ha hecho el hombre, todo lo que hace la sociedad, es el resultado de esa cooperación y acuerdos voluntarios. La cooperación social entre hombres (y esto significa el mercado) es lo que produce la civilización y es lo que ha producido todas las mejoras en las condiciones humanas que disfrutamos hoy.
El medio de intercambio: el dinero
La definición de dinero es muy sencilla. El dinero es el medio general de intercambio usado en el mercado. El dinero, el medio de intercambio, es algo que la gente elige para facilitar el intercambio de productos. El dinero es un fenómeno de mercado. ¿Qué significa esto? Significa que el dinero se desarrolla en el mercado y que su desarrollo y su funcionamiento no tienen nada que ver con el gobierno, el estado o con la violencia ejercida por los gobiernos.
El mercado desarrolló lo que se llama intercambio indirecto. El hombre que no podía conseguir lo que quería en el mercado mediante el intercambio directo, mediante trueque, aceptaba otra cosa, algo que se consideraba más fácil de negociar, algo con lo que esperaba comerciar después por lo que realmente quería. El mercado, la gente en el mercado, la gente que organiza la división del trabajo y genera el sistema en el que un hombre fabrica zapatos y otro fabrica abrigos, generó el sistema en el que pueden intercambiarse abrigos por zapatos, pero solo se volvió práctico debido a la diferencia de importancia y valor por la intermediación del dinero. Así que el sistema de mercado hizo posible para la gente que no podía obtener hoy lo que necesitaba, lo que quería comprar en el mercado, tomar, a cambio de lo que comerciaba, un medio de intercambio, es decir, algo que se usara más fácilmente en el mercado que lo que traía al mercado para intercambiar. Con un medio de intercambio, los originadores del intercambio pueden conseguir satisfacción final adquiriendo esas cosas que quieren consumir.
El dinero es un medio de intercambio porque la gente lo usa como tal. La gente no come dinero: pide dinero porque quiere usarlo para entregarlo en otro contrato. Y este trueque o comercio es técnicamente posible solo si hay un medio de intercambio, una moneda, con la que pueda intercambiar lo que tiene por las cosas que quiere y necesita. Todas las entregas y recepciones mutuas que tienen lugar en el mercado, todos estos intercambios mutuos que llevan al desarrollo del dinero, son logros voluntarios de personas individuales.
A través de una larga evolución, los gobiernos, o ciertos grupos de gobiernos, han promocionado la idea de que el dinero no es sencillamente un fenómeno del mercado, sino que es lo que el gobierno califique como dinero. Pero el dinero no es lo que dice el gobierno. La idea del dinero es que es un medio de intercambio: alguien que vende algo y no está en disposición de intercambiar de nuevo inmediatamente por lo que quiere consumir consigue otra cosa que puede intercambiar por esta en una fecha posterior. Esta otra cosa es un medio de intercambio, porque el hombre vende, digamos, pollos o huevos, no obtiene o no puede obtener directamente lo que quiere consumir, sino que debe tomar alguna otra cosa que usar en una fecha posterior para conseguir lo que necesita.
Si la gente dice que el dinero no es lo más importante del mundo, pueden tener toda la razón desde el punto de vista de las ideas que son responsables de la gestión de los asuntos humanos. Pero si dicen que el dinero no es importante, no entienden lo que hace el dinero. El dinero, el medio de intercambio, hace posible para todos conseguir lo quieren intercambiando una y otra vez. Puede que no adquiera directamente las cosas que quiere consumir. Pero el dinero facilita al individuo satisfacer sus necesidades mediante otros intercambios. En otras palabras, la gente primero intercambia lo que ha producido y luego, mediante intercambios posteriores, puede adquirir las cosas que quiere consumir. Y este es el servicio que presta el dinero al sistema económico: facilita a la gente adquirir las cosas que quiere y necesita.
El papel de jueces y tribunales
La interferencia pública en el mercado y el dinero se produce solo en casos en que las personas no están dispuestas a hacer lo que voluntariamente prometieron hacer. Habiendo elegido para sí mismo el campo en el que quiere trabajar, debe trocar o comerciar con lo que ha producido para sobrevivir, para obtener las cosas que necesita para vivir. Si los actos de intercambio son tales que todos dan y reciben los bienes y servicios contratados al mismo tiempo, puede haber dificultades. El valor y significado de las cosas que se entregan y las que se reciben no son nunca iguales o idénticos, no solo en tamaño y calidad, sino también, lo que es más importante, respecto del periodo en el que se va a realizar el intercambio.
Si la gente contrata, si ambas partes deciden que debe hacerse algo inmediatamente, no hay en general razón para ningún desacuerdo entre las partes. Ambas partes del intercambio reciben inmediatamente lo que quieren adquirir a cambio de lo que entregan. Todo el acto de intercambio se acaba entonces, no hay consecuencias posteriores. Pero la mayoría de los intercambios no son así. En realidad hay muchos intercambios en los que ambas partes no tienen que entregar inmediatamente lo que están obligadas a entregar. Si las partes de un contrato, de un intercambio, quieren posponer la realización, la ejecución de su contrato, pueden aparecer diferencias de opinión, algunas diferencias de opinión muy importantes, con respecto a lo correcto de la contribución de una parte u otra. Traducido del lenguaje más abstracto utilizado por abogados y economistas, eso significa que si un hombre ha contratado con otro hombre y ha prometido hacer algo en una fecha posterior, puede plantearse la pregunta de si cuando llegue ese momento su promesa se ha cumplido realmente de manera acorde con las condiciones del contrato.
El dinero es un medio de intercambio, un fenómeno que evolucionó del mercado. El dinero es el resultado de una evolución histórica que, en el curso de muchos cientos y miles de años, produjo el uso del intercambio mediante la intermediación de un medio de intercambio. El dinero es el medio de intercambio generalmente aceptado y generalmente usado, no es algo creado por el gobierno: es algo creado por las personas comprando y vendiendo en el mercado. Pero si la gente no cumple los acuerdos aceptados voluntariamente, el gobierno tiene que intervenir. Y en cualquier interferencia del gobierno, este tiene que averiguar antes de interferir si hubo realmente una violación de contratos acordados voluntariamente Esos contratos son la consecuencia de acuerdos y si la gente no cumple con lo que ha prometido es entonces el estado el que tiene que interferir para impedir que las personas recurran a la violencia. Se reclama al gobierno que proteja el mercado frente a gente que no quiera cumplir con las obligaciones que tiene que cumplir en el mercado y entre esas obligaciones está la de hacer pagos en cantidades concretas de dinero. Si alguien quiere apelar a la interferencia pública contra otra persona porque esa persona no cumplió con lo que había aceptado voluntariamente como un acuerdo, entonces es tarea del gobierno, de los tribunales, de los jueces, determinar qué es dinero y qué no. Así que lo que hacían los gobiernos, lo que habían hecho los gobiernos durante miles años, podríamos decir, es aprovechar mal la posición que les da esto para declarar como dinero lo que no es dinero o lo que tiene un poder adquisitivo menor por pieza individual.
El mercado, la institución social real, la institución social fundamental, tiene una debilidad aterradora. La debilidad no está en la institución del mercado, sino en los seres humanos que operan en el mercado. Hay gente que no quiere cumplir con el principio fundamental del mercado: el acuerdo voluntario y la acción de acuerdo con el acuerdo voluntario. Hay gente que recurre a la violencia. Y hay gente que no quiere cumplir con las obligaciones que ha aceptado voluntariamente de acuerdo con otra gente. El mercado, la institución social humana fundamental, no puede existir si no hay una institución que le proteja contra esa gente que o recurre a la violencia o no está dispuesta a cumplir con las obligaciones que ha aceptado voluntariamente. Esta institución es el estado, el poder policial del estado, el poder de recurrir a la violencia para impedir que otra gente, hombres normales, recurran a la violencia. La violencia es algo malo. El hecho de que la violencia sea necesaria, que sea indispensable en algunas situaciones, como para resolver disputas respecto de contratos, no hace de la institución que impone la violencia una buena institución. Sin embargo prevalece la idea más o menos en todo el mundo de que, por un lado, el gobierno, la institución que recurre a la violencia, es algo grande y bueno, y que, por otro, el mercado, el sistema de cooperación social voluntaria, aunque quizá sea necesario (aunque mucha gente ni siquiera se da cuenta de esto) indudablemente no es algo que deba ser considerado como bueno.
Ahora, todo lo que ha logrado la acción humana es el resultado de la cooperación voluntaria del hombre. Lo que hace el gobierno o lo que tendría que hacer el gobierno es proteger estas actividades frente a la gente que no cumple las normas que son necesarias para la preservación de la sociedad humana y todo lo que esta produce. Por cierto, la principal función del gobierno, o digamos su única función, es conservar el sistema de acción o cooperación voluntaria entre la gente, impidiendo que la gente recurra a la violencia. Lo que tiene que hacer el gobierno con respecto a este medio de intercambio es solo impedir que la gente rehúse cumplir los compromisos que ha asumido. No es una función de crear algo: es una función de proteger a los que están creando.
Entre las cosas que hacen a veces los individuos refractarios es incumplir sus obligaciones bajo acuerdos de mercado. Por decirlo de forma sencilla, una persona llega a un acuerdo y aun así esa persona no cumple con sus obligaciones bajo dicho acuerdo. Entonces es necesario recurrir a la acción pública. Lo que puedes hacer si la otra parte de un acuerdo dice: «Sí, lo sé. Recibí algo de ti por un acuerdo por el cual yo estaba obligado a darte algo a cambio. Pero no te lo daré. Soy malo. ¿Qué vas a hacer? Debes sonreír y aguantarte.» O es posible que la persona que tiene que darte algo posteriormente diga: «Lo siento, pero no te lo puedo dar o no te lo daré.» Esto hace que se venga abajo todo el sistema de mercado de los intercambios, todo el sistema basado en las acciones voluntarias de las personas.
Si un hombre ha ofrecido un contacto para entregar, por ejemplo, patatas en tres meses, puede plantearse la pregunta de si lo que entrega al comprador son realmente patatas en el sentido del contrato. La parte obligada a entregar patatas puede haber entregado algo que la otra parte no considere patatas. Entonces la segunda parte dice: «Llegamos a un acuerdo con respecto a unas patatas en el que teníamos en mente otra cosa. Teníamos en mente algo que tenía ciertas cualidades que no tienen estas patatas.» Es entonces tarea del gobierno, del juez al que nombra el gobierno para este fin, descubrir si estas patas cuestionables son o no realmente lo que entendían como patatas las partes contratantes. No deben estar podridas, deben tener ciertas características, deben ser patatas de acuerdo con los usos comerciales, etcétera. Pueden ser patatas desde el punto de vista de un profesor de botánica, pero no ser patatas desde el punto de vista del empresario. Esto es algo que la práctica comercial determina en todas partes. El juez puede no estar familiarizado con todo lo que pasa en el mundo y, por tanto, a menudo necesita la ayuda de un experto. El experto debe decir si las patas en cuestión deberían o no ser consideradas el tipo de patatas indicadas en el acuerdo. Y además es tarea del juez considerar el consejo del experto y determinar si lo que se ha entregado realmente son patatas o si son otra cosa.
Los acuerdos referidos a productos como patatas (o cualquier otra cosa: trigo, por ejemplo) que se producen habitualmente en el mercado mediante la intermediación de un medio de intercambio, popularmente llamado dinero, pueden incumplirse, como hemos visto, en el lado del producto. Pero también pueden incumplirse por el lado del dinero. Eso significa que un conflicto, una diferencia de opinión, puede aparecer entre las dos partes de un contrato con respecto al dinero que tiene que pagarse para cumplir con el contrato. El gobierno no estuvo directamente implicado en la evolución del dinero: la tarea del gobierno a este respecto es simplemente ver que la gente cumple los términos de sus contratos con respecto al dinero. Igual que un juez puede decir qué quiere decirse o no en el contrato con la palabra patatas o trigo, en situaciones especiales, para mantener las condiciones pacíficas en el país, el juez debe determinar qué se quería decir cuando las partes de un contrato mencionaban el dinero. ¿Qué usaba la gente como medio de intercambio? ¿Qué tenían en mente en su contrato cuando dijeron «Te pagaré cierta cantidad de unidades de dinero cuando hagas lo que has prometido?» Se llamen esas unidades dólares o táleros o marcos o libras no importa: el gobierno solo tiene que descubrir cuál era el significado del contrato.
Eso es lo que tiene que decidir el gobierno. No tiene el poder para llamar dinero a algo que las partes no consideran dinero cuando concluyen su contrato igual que no tiene poder para llamar patatas a lo que no son patatas o, por ejemplo, llamar cobre a un pedazo de hierro. El dinero no es originalmente lo que el gobierno dice que es: es solo que debe decir qué significa dinero en el caso de un contrato en conflicto. Tengo que decir todo esto para señalar algo que la gente no parece saber hoy, que es que el dinero no lo creó el gobierno. La gente no sabe hoy esto porque las ideas estatistas acerca del mercado y acerca del dinero han destruido el conocimiento de cómo se crea el dinero. Solo tratando el problema de si se han cumplido o no las obligaciones monetarias es como el gobierno o, digamos, el juez tienen algo que decir acerca del dinero. Solo de esta manera el gobierno entra en contacto, entra originalmente en contacto con el dinero: como entra en contacto con todo lo demás, es decir, con patatas, trigo, manzanas, automóviles, etcétera. Por tanto no es verdad que el dinero sea algo que deriva del gobierno, que el gobierno sea soberano con respecto al dinero y que pueda decir qué es dinero. No es verdad que la relación del gobierno con el dinero sea distinta de con otras cosas. El dinero es un producto de los acuerdos de mercado igual que todo lo que entra en los acuerdos de intercambio.
Si un juez tuviera que decir que todo lo que el gobierno llama un caballo es lo que el gobierno llama un caballo y que el gobierno tiene el derecho a calificar a un pollo como un caballo, todos le considerarían corrupto o loco. Pero ene l curso de una larga evolución, el gobierno ha convertido la situación en la que el gobierno debe resolver disputas con respecto al significado de dinero tal y como se refiere en los contratos, a otra situación. A lo largo de siglos, muchos gobiernos y muchas teorías del derecho han generado la doctrina de que el dinero, un lado de casi todos los acuerdos de intercambio, es lo que el gobierno llama dinero. Los gobiernos pretenden tener el derecho a hacer lo que esta doctrina les dice, que es declarar dinero cualquier cosa, incluso un pedazo de papel. Y esta es la raíz del problema monetario.
Eso hace posible hacer cualquier cosa con el dinero, falsificarlo o devaluarlo, de cualquier forma que se quiera siempre que se tenga el gobierno, sus jueces y sus ejecutores de tu lado. Y por tanto un sistema desarrollado que es bien conocido por todos. El gobierno presume que es su derecho, obligación y privilegio declarar qué es dinero y fabricar este dinero. Este sistema produce una situación en la que es posible que el gobierno haga lo que quiera, puede hacer cualquier cosa con el dinero. Y esto crea una situación en la que el gobierno usa su poder para imprimir y acuñar dinero para fines como aumentar los medios, el poder adquisitivo con el que aparece en el mercado.
Oro como dinero
Debemos entonces darnos cuenta de que históricamente la gente en todas partes usaba al principio un tipo concreto de producto como medio de intercambio. A veces se encuentra mencionado en los libros qué tipo de bienes y productos se usaban en distintos países en diferentes épocas como medio general de intercambio, como dinero. La gente alguna vez elegía diversos tipos de productos como medio de intercambio, como intermediarios entre vendedores y compradores. Los productos que elegían eran materias primas que estaban disponibles solo en cantidades limitadas. Si algo está disponible en suficiente cantidad como para atender todo tipo posible de demanda o puede aumentarse en cantidad de una forma que atienda todo tipo posible de demanda, no tiene ningún valor en el intercambio. Solo algo que esté disponible en una cantidad limitada puede tener valor de intercambio, puede ser considerado valioso por la gente.
A lo largo de siglos, los comerciantes eliminaron todo lo demás entre los diversos artículos y materiales usados como medios de intercambio, hasta que solo permanecieron los metales preciosos (oro y plata). Todos los demás productos fueron eliminados como medios de intercambio. Cuando digo que las demás cosas fueron eliminadas de ser usadas como dinero, quiero decir que la gente las eliminó para llegar a acuerdos; la gente al llegar a acuerdos rechazaba otras cosas como medios de intercambio y recurría a usar solo oro y plata; especificaban oro y plata en los contratos que hacían al comerciar con otras partes.
Así que debemos darnos cuenta de que la evolución al dinero de oro y plata la realizaron personas privadas. Luego la plata también desapareció como medio de intercambio en los últimos siglos y permaneció el hecho de que el material oro era usado como medio de intercambio. La función del gobierno consistía en producir pequeñas piezas de este medio de intercambio, cuyo peso y contenido estaba determinado en las oficinas del gobierno y reconocido por leyes y tribunales. No puedo relatar toda la historia del dinero. Pero el resultado fue el patrón oro. El sistema de patrón oro, el patrón oro intercambio, es prácticamente el único sistema monetario del mundo. No fue creado por los gobiernos: fue creado por el mercado, fue creado por las partes intercambiando en el mercado.
En la historia del dinero, que es idéntica a la historia de los intentos de gobierno de destruir el dinero, debemos distinguir dos grandes periodos. Y estos dos periodos no están divididos entre sí por la gran invención hecha en el siglo XV por un hombre llamado Gutenberg. Si los gobiernos necesitan más dinero (y siempre necesitan más dinero, porque no lo ganan), la forma más sencilla para ellos de aumentar la cantidad de dinero desde Gutenberg es simplemente imprimirlo. En cuanto el gobierno dice dólares… pero no usemos el término de un país cuyo dinero sigue funcionando hoy, digamos ducados. Han llegado a un acuerdo sobre una cantidad concreta de ducados. Y luego, porque el gobierno no quiere restringir sus gastos, declara: «Lo que he impreso en mi imprenta, en mi imprenta pública, y llamado Ducado es también un Ducado, lo mismo que un Ducado de oro.» Estas cosas empezaron cuando había bancos privados a los que el gobierno daba privilegios. En el momento en que llegabas a este acuerdo, un ducado significaba una cantidad concreta de oro. Pero el gobierno dice ahora que es otra cosa. Cuando el gobierno hace esto, la situación es similar a la que tendríamos si acordáramos entregar un caballo al otro, pero en lugar de darle un caballo le das un pollo, diciendo: «Está bien… Digo que este pollo significa un caballo.» Así es el sistema que destruye los mercados, ya ven.
Quiero decir algo acerca de la razón por la que se adoptó primero el patrón oro y también de por qué hoy se considera el único sistema monetario realmente sólido. Es porque solo el oro hace que la determinación del poder adquisitivo de la unidad monetaria se independiente de los cambios de ideas de gobiernos y partidos políticos. El oro tiene una ventaja. No puede imprimirse. No puede aumentarse ad libitum [a placer]. Si piensas que tú, o una institución con la que estás relacionado no tiene suficiente dinero en oro, no puedes hacer nada que aumente la cantidad de oro de una forma sencilla y barata. La razón por la que existe el patrón oro, de por qué se acepta el patrón oro, es que un aumento en la cantidad de oro no es más barato que la adquisición de esa cantidad mediante intercambios en el mercado. Esto explica por qué se usa el oro metálico como medio de intercambio.
Gobiernos y escritores a favor de los gobiernos se han reído del hecho de que el mundo, las naciones del mundo, consideren al oro como dinero. Dicen muchas cosas contra el patrón oro. Pero lo que digan no importa. Lo que importa es que, sin ninguna interferencia por parte de una autoridad centralizada, sin ninguna acción gubernamental, las personas eligen el oro como dinero a través del proceso de comerciar en el mercado. La gente hace chistes acerca de la inutilidad del oro. Es solo un absurdo metal amarillo. No podemos comerlo, dicen. El oro solo es bueno para los dentistas y para algo tan poco importante como la joyería. Hay gente que dice: «¿Por qué el oro? ¿Por qué usar precisamente este metal amarillo como dinero? Dejen el oro a los dentistas. No lo usen para fines monetarios.» No tengo derecho a hablar acerca de los dentistas, los uso solo como ejemplo. El que quieran el oro es otra cuestión. Lord Keynes llamaba al patrón oro una bárbara reliquia. Muchos libros dicen que el gobierno tuvo que intervenir porque el patrón oro fracasó. ¡Pero el patrón oro no fracasó! El gobierno derogó el patrón oro haciendo ilegal poseer oro. Pero todavía hoytodo el comercio internacional se calcula en oro. Los críticos no tienen argumentos válidos contra el patrón oro porque el patrón oro funciona, mientras que el patrón papel del gobierno no funciona, ni siquiera de una forma que el propio gobierno considere satisfactoria.
La ventaja de este sistema de oro como dinero, como el de todo sistema monetario no gubernamental, es que un aumento en la cantidad de dinero no depende de las decisiones del gobierno. La ventaja del patrón oro es que la cantidad de oro disponible es independiente de las acciones, los deseos, los proyectos y yo diría que los delitos de los diversos gobiernos. Puede que el oro no sea un dinero ideal, indudablemente no lo es, pero no hay ideales en el mundo de la realidad. Pero podemos usar el oro como medio de intercambio porque la cantidad de oro está en buena parte limitada y la producción de cantidades adicionales requiere gastos que no influyen en el poder adquisitivo del oro ya existente en mayor medida que los cambios que se producen una y otra vez en todo. Podemos por tanto vivir, podemos por tanto existir, con el sistema de oro como dinero. Con el oro como dinero, no hay peligro de que se produzca una gran revolución en los precios. La ventaja del patrón oro no es que el oro sea amarillo y brillante y pesado, sino el hecho de que la producción de oro, como las producción de todo lo demás, depende de actores que no pueden ser manipulados por el gobierno de la forma en que el gobierno puede manipular la producción de papel moneda público. Cuando el gobierno imprime un pedazo de papel, no le cuesta más imprimir 100 de lo que le cuesta imprimir 10 o 1 en ese mismo pedazo de papel. Y la situación del mercado, la situación de todos los intercambios humanos, todo el sistema económico se ve socavado, destruido, por los gobiernos cuando consideran aconsejable aumentar la cantidad de dinero aumentando la cantidad de dinero público.
La crisis monetaria, el problema monetario que enfrenta hoy el mundo se debe al hecho de que los gobiernos piensan que son libres para hacer lo que deseen con respecto al dinero, ya saben. No solo las personas fallan a veces a la hora de cumplir las promesas que hicieron, sino que los gobiernos hacen lo mismo. Ya han usado prácticamente todos los métodos posibles para tratar de evadir la necesidad de pagar lo que han prometido. Y este es el problema que tenemos ahora.
La legislación del curso legal hizo imposible rechazar aceptar el papel moneda. Se escribían algunas cláusulas de oro en algunos contratos por parte de algunos intentando protegerse frente a las leyes de curso legal que les obligaban a aceptar papel. Por dar un ejemplo, hay un país en Europa, un país muy agradable con una gran historia, considerado incluso hoy uno de los países más civilizados del mundo. No quiero dar el nombre de la nación, pero llamémosla Utopía.1 Este país emitió un préstamo, un préstamo público. En todas las páginas de este préstamo estaba inscrito: «Este gobierno promete pagar 20 piezas de moneda de oro utópico, es decir una cantidad definida de monedas de oro acuñadas por esta nación, esa cantidad en oro o una cantidad equivalente en dólares americanos redimibles en oro de acuerdo con el patrón McKinley.» Quien compró esta obligación, esta letra, habría dicho: Estoy realmente protegido contra todo accidente.
En el pasado un país no pagó el mismo peso de oro que había prometido pagar. Pero ahora tengo la promesa no solo de ser pagado en oro, sino que también tengo el poder de elegir. Puedo pedir que me paguen en divisa nacional utópica o el equivalente en dólares americanos, que son redimibles en oro. Luego en 1933, Estados Unidos cambió el precio del oro, como saben, lo que redujo la relación del oro con el dólar de EEUU. En 9153, el Tribunal Supremo de EEUU sentenció que,2 como los tenedores de bonos habían recibido el pago en billetes de curso legal, no podían demostrar daño y no se les pagaría con oro. Este país de Utopía dijo: También aceptamos este nuevo precio. Te pagaremos, tenedor de bonos, solo la cantidad inferior de oro de acuerdo con la nueva ley americana, una ley que no existía en el momento en que te vendimos esta obligación cuando nos comprometimos a pagarte. Eso significa que el derecho de los gobiernos con respecto al dinero se considera algo muy especial, algo que no está sometido a las condiciones y prácticas generales de la economía de mercado. Esta es precisamente la razón del problema monetario que tenemos ahora mismo. Todo esto fue posible solo debido al hecho de que el gobierno es la institución que determina qué significan los acuerdos entre ciudadanos, cuál es el contenido de estos acuerdos. El gobierno tiene el poder de obligar a gente que, de acuerdo con su declaración de gobierno, no cumpla con su acuerdo para pagar las sumas requeridas.
Y como el gobierno supone necesariamente que los tribunales deberían tener el poder de declarar si las partes han cumplido o no con un acuerdo cerrado entre ellas, igualmente el gobierno supone que solo él tiene el poder de declarar lo que es y lo que no es dinero. Igual que los tribunales tienen que determinar si hay un conflicto entre las partes en un acuerdo respecto de si cierta cosa referida en un contrato es lana, por ejemplo, o no es lana, los gobiernos suponen decir si algo es dinero o no en una cantidad definida concreta. Y así, una y otra vez, los gobiernos han destruido los mercados del mundo. Y al destruir los mercados han llegado a destruir completamente el sistema monetario, haciendo necesario desarrollar un nuevo sistema monetario.
De lo que tenemos que darnos cuenta es de esto: todo tipo de acuerdo humano está relacionado de una forma u otra con pagos en dinero. Y por tanto si se destruye el sistema monetario de un país o de todo el mundo, se está destruyendo mucho más que sencillamente un aspecto. Cuando se destruye el sistema monetario, se destruye en ciertos aspectos la base de todas las interrelaciones humanas. Si se habla de dinero, se habla de un campo en el que los gobiernos están haciendo lo peor que puede hacerse, destruyendo el mercado, destruyendo la cooperación humana, destruyendo todas las relaciones pacíficas entre hombres.
El hecho es que con el patrón oro es posible tener un patrón monetario que no pueden destruir los gobiernos. No hay razón para dar a los gobiernos mayor influencia sobre problemas monetarios. Aunque es completamente correcto decir que es solo un accidente que sea precisamente el oro y no cualquier otra cosa lo que sirve a este fin monetario, el hecho es que con el patrón oro es imposible que los gobiernos destruyan el sistema monetario. Por otro lado, no hay nada más fácil para los gobiernos que destruir un sistema de dinero que se basa en demasiada confianza en el gobierno.
Inflación del oro
El patrón oro se debe al accidente, yo diría que al accidente geológico, de que solo haya disponible una cantidad limitada. Como esta cantidad es limitada, tiene valor en el mercado de forma que puede tratarlo como dinero. Lo principal con respecto al dinero es la cuestión de cómo restringir, como no aumentar su cantidad.
Sabemos que el oro puede aumentar en cantidad incluso si no tenemos patrón oro. En los últimos 200 años resultó una y otra vez que el aumento, que el descubrimiento de nuevos terrenos en los que pude producirse oro, cantidades adicionales de oro, produjo una pequeña caída en el poder adquisitivo de cada unidad de oro frente al poder adquisitivo de la unidad de oro que hubiera permanecido en ausencia de este nuevo descubrimiento. La misma tendencia hacia precios más altos se produjo entonces no solo por un aumento en la cantidad de papel moneda, sino también un aumento en la cantidad de metales preciosos. Por ejemplo, en los años de 1848 a 1849, se descubrió oro en California y Australia- Por un periodo determinado, una nueva cantidad de oro, por encima del aumento anual habitual, estuvo fluyendo a los mercados. Muchas personas fueron a estos campos auríferos, trataron de extraer oro y cuando lo encontraron lo gastaron. Por tanto, el resultado fue que estos mineros del oro sacaron de los mercados más bienes producidos de lo que había tomado antes.
Si, por ejemplo, un hombre pobre, que no hubiera consumido mucho hasta entonces, iba a California o Australia y tenía algún éxito en la minería, era entonces capaz de comprar cosas con su oro y de vivir de una forma muy confortable. En un periodo muy corto de tiempo, en unos pocos meses o años, se desarrollaron pueblos en California, lugares en los que los mineros vivían vidas muy agradables. Los mineros recibían cosas reales a cambio del oro- Solo un poco tiempo después, donde no había nada salvo bosques y pantanos, había ciudades, casas, muebles, y botellas importadas de champán. ¿Y de dónde venían estas cosas? Del resto del mundo. ¿Y qué obtenía el resto del mundo, los productores y suministradores de bienes y servicios a cambio de las cosas compraban los mineros? ¡Precios más altos! Recibían oro, por supuesto, pero tenían que pagar más por las cosas que querían comprar. El efecto de estos grandes descubrimientos de oro. Si quieren, pueden llamarlo inflación: produjo efectos similares a los de una inflación de papel moneda.
Es decir, a mediados del siglo XIX, los nuevos descubrimientos de oro produjeron lo que la gente consideraba en ese momento una revolución de precios o algo así. Pero la producción de dinero adicional, dinero oro, fue limitada: no tuvo casi influencia cuantitativa en los grandes mercados del mundo entero. Cuando el único dinero real que se usaba eran las monedas de oro o los billetes redimibles, convertibles en oro, billetes que daban el derecho a conseguir una cantidad de dinero, luego al aumentar la cantidad de dinero hubo una caída en su poder adquisitivo. Y estaban teniendo lugar ajustes que eran necesarios para poner orden en todo esto. Pero esa caída en el poder adquisitivo fue limitada porque las cantidades adicionales de oro se integraron muy rápidamente en todo el sistema monetario y no hubo mayores aumentos en la cantidad de dinero. Estos descubrimientos de oro son casos excepcionales y no tenemos que tratarlos.
La gente puede hacer bromas acerca del patrón oro, sugiriendo que debería dejarse a los dentistas, que el oro es absolutamente innecesario para el dinero y que además es una pérdida de dinero y trabajo usar como dinero algo que tiene que producirse con un coste tan alto como el oro. Pero el patrón oro tiene una cualidad, una virtud: es que el oro no puede imprimirse y que el oro no puede producirse de una forma más barata por algún comité, institución gubernamental, oficina internacional u otro. Es la única justificación para el patrón oro. Se ha tratado una y otra vez de encontrar algún método para sustituir estas cualidades del oro de alguna otra manera. Pero todos estos métodos han fracasado y siempre fracasarán mientras los gobiernos sigan la idea de que es derecho de un gobierno que no haya recaudado suficiente dinero para pagar sus gastos gravando a sus ciudadanos o tomando prestado en el mercado, que está bien que un gobierno aumente la cantidad de dinero sencillamente imprimiéndolo. Hay una doctrina que dice que no hay suficiente oro. La razón por la que estos críticos del oro están en contra del patrón oro se debe a su creencia de que debe aumentarse la cantidad de dinero.
Pero la cantidad de dinero se ajusta a sí misma necesariamente mediante precios para las demandas de la gente. Aun así, hay autores, profesores, escritores de libros de texto, que nos dicen que no hay bastante dinero y sugieren una divisa en papel y aumentos regulares anuales en la cantidad de dinero. No saben de qué hablan. Algunos de estos autores de libros de texto dan otra cifra en cada nueva edición de sus libros con respecto a la cantidad de dinero que quieren aumentar.
En una edición dicen que el 5%, en la siguiente edición dicen que el 8% y así sucesivamente. Si un profesor dice debería haber una divisa en papel a la que el gobierno cada año debería añadir un 8%, o un 10%, o un 5% de dinero adicional, no nos da una descripción completa de qué hay que hacer. Quizá sea un hecho interesante que nos ayude a darnos cuenta de la, digamos, mentalidad de estos autores, pero no es un problema que tengamos que tratar. La pregunta es cómo debería el gobierno poner en circulación este dinero, a quién debería dársele. De lo que tenemos que darnos cuenta es que un aumento en la cantidad de dinero no puede ser neutral con respecto a las condiciones de los diversos individuos.
Por supuesto, es bastante intrigante que no haya otro método de organizar el sistema de intercambios que el uso de un metal concreto, un metal amarillo, el oro. Podríamos hacernos la pegunta: «¿Qué hubiera pasado si no hubiera habido ningún oro?» O podríamos hacernos la pregunta: ¿Qué habría ocurrido si un día, nadie puede decir hoy nada sobre esto, «si la gente descubriera un método para producir oro a un precio tan barato que ya no fuera útil para fines monetarios?» A esta pregunta, yo respondo: Vuélvame a preguntar cuando pase eso. Quizá (no lo sé, nadie lo sabe) algún día se descubra un método de producir oro a partir de nada o, digamos, de algo que sea oro. Quizá el oro fuera tan abundante como el aire y gratis para todos. Si todos pudieran tener tanto oro como quisieran, no tendría valor en el mercado. Nadie estaría dispuesto a aceptar ese producto sin valor en el comercio con otros bienes o servicios por tanto no se convertiría en medio de intercambio.
Si pasan noches en blanco y no tienen otra cosa en que pensar, pueden pensar que ocurriría, ya saben, si un día el oro pudiera producirse de una forma tan barata como, digamos, hoy se produce el papel. ¡Podría pasar! Pero nadie piensa que pasará. Probablemente no pasará. Pero si pasara entonces la gente tendría que ocuparse de un nuevo problema. Y quizá lo resuelva, quizá no lo resuelva, no sabemos eso ahora. Pero hoy es inútil especular qué pasaría, si pasara esto. Y como no sabemos nada acerca de las condiciones que habrá en ese momento, podemos decir: «Esperemos. Esperemos a ver si realmente un día el oro será tan abundante que ya no pueda servir para fines monetarios.» De acuerdo. Si esto pasara, la gente que viva entonces (en ese momento) tendría un problema a resolver. Pero hoy tenemos otro problema. Nuestro problema es impedir que la cantidad de dinero aumente y su poder adquisitivo disminuya a través de la inflación.
Inflación del papel
La primera regla o la única que tenemos que enseñar a todos al explicar los problemas del dinero es que un aumento en la cantidad de dinero produce al grupo, al pueblo, a la sociedad, al rey, al emperador que lo produce, una mejora temporal de la situación. Pero si es así, ¿por qué hacerlo hoy y no repetirlo mañana? Esta es la única pregunta. Y este es el problema de la inflación.
El problema no es aumentar la cantidad de dinero. El problema es aumentar la cantidad de aquellas cosas que pueden comprarse con dinero. Y si se aumenta la cantidad de dinero y no se aumenta la cantidad de cosas que pueden comprarse con dinero, solo se está aumentando los precios que se pagan por ellas. Y con el tiempo, si continúa el aumento en dinero, todo el sistema se convierte en un sistema sin ningún sentido y realmente sin ningún método posible de tratarlo.
Por desgracia estamos viviendo un periodo en el que muchos gobiernos dicen: si no tenemos bastante dinero para algo y no queremos gravar a la gente porque la gente no quiere pagar impuestos para esto, dejadnos añadir un poco más, un poco más de papel moneda, no mucho, solo un poco, ya saben. Me gustaría atacar el problema desde otro punto de vista y decir: «No hay nada en el mundo menos apropiado para servir como dinero que el papel, el papel impreso.» No hay nada más barato. Y prácticamente todo lo que tenemos que decir es que el gobierno está destruyendo todo el sistema económico de la economía de mercado destruyendo el sistema monetario. Se podría comparar esta impresión de papel moneda, y la gente lo hace, con lo que ha ocurrido en el ámbito del uso de ciertas drogas. Igual que cuando empiezas a usar ciertas drogas no sabes cuándo parar ni cómo parar, lo mismo pasa como la impresión de papel moneda, los gobiernos no saben cuándo o cómo parar.
Los precios suben porque hay una cantidad adicional de dinero pujando y buscando una cantidad no aumentada de productos. Y los periódicos o los teóricos llaman inflación a precios más altos. Pero la inflación no es precios más altos: la inflación es el dinero nuevo inyectado en el mercado. Es este nuevo dinero el que luego infla los precios. Y el gobierno pregunta: «¿Qué ha pasado? ¿Cómo podía saberlo uno? ¿Cómo podía yo, el hombre del departamento de finanzas, saber que este dinero adicional se gasta realmente y que este gasto debe aumentar los precios porque la cantidad de bienes no ha aumentado?» El gobierno es muy inocente. No sabe qué pasó, saben, porque esto ocurrió en otro departamento del gobierno.
Y los gobiernos tratan de encontrar a alguien que sea responsable, sin ser el gobierno. Consideran que el hombre que pide precios más altos es responsable. Pero este debe pedir precios más altos porque ahora hay más gente queriendo comprar su producto, ya ven. Tiene 100 unidades a vender a 5 piezas de dinero. Y ahora la gente viene, no con 500, sino con 600 piezas de dinero en sus bolsillos, y los compradores, por tanto, deben, para impedir que otros hombres consigan las cosas que quieren, pagar precios más altos. Ahora tenemos inflación.
Hace años, hace muchísimos años (hace 60 años) escribí mi primer año que trataba los problemas del dinero. Era un estudio acerca de la inflación en Austria y la forma en que un día el gobierno decidió abandonar la inflación y volver a una moneda estable a pesar de una fuerte oposición del partido que estaba dedicado al brillante viejo sistema de inflación. Di este ensayo a mi maestro, Böhm-Bawerk, para su publicación en su revista económica, que publicaba con algunos de sus amigos. Y uno de sus amigos, un exministro de finanzas, el Dr. Ernst von Plener, tras leer el manuscrito, me invitó a hablar con él sobre este, sobre el problema. Estaba muy interesado, dado que era uno de los ministros de finanzas que aparecían en el ensayo. Tuvimos una conversación muy interesante y al final de esta, el Dr. von Plener dijo: «Es un estudio muy interesante el que ha entregado a su revista. Pero estoy atónito porque un joven como usted esté interesado por un problema del pasado como es la inflación. Hubo realmente inflación en el siglo XIX en casi todos los países del mundo. Pero no volverá. Nunca volverá. ¿Puede imaginar que el Imperio Británico, Alemania, Francia, Estados Unidos abandonen el patrón oro? ¡No! ¡Imposible! Y el hecho de que estos países mantendrán el patrón oro obligará también a otras naciones a mantener el patrón oro.»
Dije: «Me gustaría ser de su opinión. Pero cuando miro alrededor en la literatura sobre el dinero y lo que se escribe y publica cada día, también en Estados Unidos, también en Inglaterra y así sucesivamente, acerca de este problema, veo, o creo ver, una tendencia a una vuelta a estos problemas de inflación.» ¡Y creo que yo tenía razón! Veinte años después, después de la Primera Guerra Mundial, después de todas aquellas cosas que pasaron después de la guerra, el Dr. von Plener me dijo: «Recuerde nuestra conversación. Usted tenía razón y yo no. Pero su opinión habría sido un mejor consejo para estos países.» Admití eso sin ninguna dificultad. Y hoy tendría que admitirlo de nuevo.
En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, los economistas americanos visitaban frecuentemente Viena y yo tenía el placer de charlar con ellos y explicar la inflación y las condiciones que prevalecían en ese momento en Austria y en otros países europeos. Y, como saben, cuando la gente habla de problemas económicos, habla y habla hasta que finalmente se hace tarde, muy tarde por la noche. Y pasaba eso. Luego les decía: «No le daré una explicación de por qué las condiciones del país no son tan satisfactorias. Le daré un pequeño paseo por el centro de la ciudad, a partir de un edificio concreto.» Eran las once o medianoche. E íbamos. Había mucho silencio. Pero luego se oía un ruido, el sonido de las imprentas que imprimían billetes día y noche para el gobierno. El resultado en Viena era muy modesto, ya ven: el dólar americano, que había valido cinco coronas austriacas se convirtió en 14.000 o 17.000 coronas. La inflación era mala, tien razón. Pero era una inflación muy modesta: el logro de inflación en Alemania fue mucho mayor, ya lo saben. Hacían falta miles de millones de marcos para conseguir un dólar de EEUU. Lo consideraran una broma, pero por supuesto era una tragedia. Para la gente cuya propiedad fue destruida, fue una catástrofe.
La inflación es hoy probablemente el fenómeno más importante en la vida y las condiciones políticas. Por suerte sigue habiendo en este país, y espero que alguna vez tenga éxito, una oposición muy razonable contra las medidas inflacionistas. Pero para muchos gobiernos es simplemente una cuestión de estar en una situación de necesitar más dinero y creen que es perfectamente razonable aumentar la cantidad de dinero. Si queremos tener un sistema de dinero que funcione y opere, no debe aumentarse la cantidad de dinero sin apreciar a cada paso que nos aproximamos a un punto peligroso, el punto en el que todo se avería. Dirán que esto es algo muy general, que qué relación tiene con las políticas diarias, las políticas monetarias. Tiene una referencia muy importante. La referencia es que cuando estás operando con algo que puede ser un veneno mortal, no siempre, pero que puede serlo, debes ser cuidadoso. Debes ser muy cuidadoso de no llegar a un punto determinado. Hay algo que se puede decir también acerca de medicinas que influyen en nervios y mentes de las personas. El doctor salva las vidas de algunos dándoles ciertos productos químicos en una cantidad que él determina y conoce con precisión. Y si la cantidad se aumenta por encima de cierto punto, el mismo producto químico sería un veneno mortal.
Tenemos una situación similar con la inflación. ¿Dónde empieza la inflación? Empieza tan pronto como aumentas la cantidad de dinero. ¿Y dónde empieza el punto de peligro? Ese es otro problema. La pregunta no puede responderse con precisión. La gente debe darse cuenta de que no puedes dar a un estadista el consejo: «Este es el punto hasta el que puedes ir y más allá de este punto no debes ir y así sucesivamente.» La vida no es tan sencilla. Pero de lo que tenemos que darnos cuenta, lo que tenemos que saber cuando estamos tratando problemas de dinero y monetarios, es siempre lo mismo. Tenemos que darnos cuenta de que el aumento en la cantidad de dinero, el aumento de aquellas cosas que tienen potencial para usarse para propósitos monetarios, debe restringirse en todo caso.
El problema real es que tenemos una cantidad de dinero en la mayoría de los países, incluyendo a Estados Unidos, una cantidad de que está aumentando continuamente. Y el efecto de este aumento es que los precios de productos y servicios están subiendo y la gente está pidiendo salarios superiores. Y el gobierno dice que esto es una presión inflacionista. Veo esta expresión cien veces cada día en los periódicos, pero no sé qué es una presión inflacionista. No existe una presión inflacionista. Nada es inflacionista, salvo un aumento en la cantidad de dinero. O hay un aumento en la cantidad de dinero, o no hay un aumento en la cantidad de dinero.
Hay una solución práctica desde el punto de vista teórico: el patrón oro. Mientras usemos como medio de intercambio el metal precioso oro, no tenemos bajo las condiciones actuales ningún problema especial que tratar. Pero tanto pronto como aumentemos la cantidad de papel moneda, tan pronto como digamos: Un poco más, no importa y todo eso, entramos en un campo en el que los problemas se tornan muy diferentes. Podemos tener hoy un sistema bastante satisfactorio de pagos monetarios cuando aceptamos la idea de que el oro puede usarse como medio de intercambio sin ninguna restricción. Pero entonces podemos decir teóricamente desde el punto de vista de teorías claras que esto no es muy satisfactorio. ¡Tal vez! Pero es muy satisfactorio desde el punto de vista del funcionamiento de un sistema monetario y del mercado. Y eso es lo que importa.
Inflación destruye ahorros
Todo lo que haga un gobierno contra el poder adquisitivo de la unidad monetaria se hace, en las condiciones actuales, contra las clases medias y trabajadoras de la población. Solo que esta gente no lo sabe. Y esta es la tragedia La tragedia es que los sindicatos y toda esta gente están apoyando una política que hace que sus ahorros no valgan nada. Y este es el gran peligro de toda la situación.
En las condiciones bajo las que la gente está viviendo en los países industriales de Occidente, que hoy quiere decir en prácticamente todos los países en los que la civilización estándar ha realizado algún progreso desde el siglo XVI o XVII, las masas están en disposición, por suerte, en los años en los que son capaces de trabajar, en los que tienen plena salud, de proveer el estado de cosas que prevalecerá en años posteriores cuando, o bien sean absolutamente incapaces de trabajar o cuando su capacidad de trabajo haya disminuido debido a la vejes u otros cambios. Bajo condiciones como las actuales, esta gente solo puede prepararse para sus años posteriores prácticamente con contratos laborales que les den pensiones para cuando sean mayores o pueden ahorrar una parte de su renta e invertirla de forma que puedan usarla en años posteriores. Estas inversiones pueden ser simples depósitos de ahorro en bancos o pueden ser seguros de vida o bonos, por ejemplo, bonos públicos que aparecen como perfectamente seguros en muchos países. En todos estos casos, el futuro de esta gente que se prepara así para su vejez, para sus familias e hijos, está estrechamente relacionado con el poder adquisitivo de la unidad monetaria.
El hombre que posee una propiedad agrícola, el productor de petróleo o alimentos o el empresario que posee una fábrica están en una situación distinta. Cuando aumentan los precios de los productos que venden debido a la inflación, no se verán dañados de la misma forma que en que otra gente se ve dañada por la inflación. El propietario de acciones vera que, en general, la mayoría de estas acciones aumentan de precio en la misma medida que los precios de los productos aumentan debido a la inflación. Pero resulta distinto para la gente con rentas fijas. El hombre que se jubiló hace 25 años con una pensión anual, digamos de 3.000$, estaba en general en una buena situación o creía estar en una buena situación. Pero esto era en un tiempo en el que los precios eran mucho menores de lo que son hoy. No quiero decir más acerca de esta situación y las consecuencias y efectos de la inflación para la gente. No que quiero señalar es que el mayor problema hoy es precisamente este, aunque la gente no se dé cuenta. El peligro se debe al hecho de que la gente considera la inflación como algo que daña a otros. Se dan cuenta perfectamente de que tiene que sufrir también porque los precios de las materias primas que compran aumentan continuamente, pero no se dan cuenta del todo de que el mayor peligro para ellos es precisamente el progreso de la inflación y el efecto que tendrá en el valor de sus ahorros.
Hoy en toda Europa se ve inquietud debido al hecho de que las masas europeas están descubriendo que han sido los perdedores en todas estas operaciones financieras que sus propios gobiernos han considerado como algo muy maravilloso. Y por tanto, también desde el punto de vista de hacer posible a las masas disfrutar de la mejora de las condiciones económicas y hacerles socios, socios reales, en el gran desarrollo de la producción industrial que se está produciendo ya ahora en prácticamente todos los países de Europa y Norteamérica, incluso incluyendo a México, es necesario abandonar la política de inflación. La gran inquietud que es hoy característica de todo lo que está pasando en Europa, las ideas revolucionarias de las masas, especialmente de los hijos de las clases medias, de ben al hecho de que los gobiernos europeos, con la excepción quizá del pequeño país que es Suiza y otros países similares muy pequeños, en los últimos sesenta años se han embarcado una y otra vez en políticas de inflación sin límites.3
Cuando se habla de las condiciones en Francia, no debería olvidarse lo que significa realmente la inflación. Los franceses tenían razón cuando, en el siglo XIX y principios de nuestro siglo, declaraban que la estabilidad social y el bienestar de Francia se basaban en buena parte en el hecho de que las masas de la población francesa son dueños de bonos emitidos por el gobierno y por tanto consideran el bienestar financiero del país, del gobierno, como su propio beneficio financiero. Y ahora todo esto se ha destruido. Los franceses que no se dedicaban a los negocios, es decir, la mayoría de la población, eran ahorradores fanáticos. Todos sus ahorros se destruyeron cuando la tremenda inflación redujo el valor del franco a prácticamente nada. El franco francés puede no haber caído completamente hasta cero, pero, para un francés que tuviera 100$ antes y solo un dólar después, para ese francés, la diferencia no fue mucho mayor. Solo unos pocos pueden seguir considerándose dueños de alguna propiedad cuando esta se reduce al 1% de lo que era antes.
Al hablar de inflación, no deberíamos olvidar que por encima de las consecuencias de destruir el patrón monetario de un país, existe el peligro de que privar a las masas de su ahorro las volverá desesperadas. Durante décadas solo había unos pocos que estuvieran de acuerdo conmigo en esta postura. Aun así, me asombró leer hoy en Newsweek que la mayoría del pueblo en la nación no está interesada en la conservación del poder adquisitivo de la unidad monetaria. Por desgracia, el artículo no decía que la destrucción de los ahorros de las masas era un asunto mucho más grave que la famosa guerra que se ha lanzado contra la pobreza.
Es ridículo que el gobierno financie una guerra contra la pobreza4 gravando, inflando y gastando y también sacrificando los ahorros de las masas que estaban tratando de mejorar con su propio esfuerzo. Esta es una de las muchas contradicciones que tenemos en nuestro sistema político, no en el económico. Para explicar lo que tengo en mente, considerad la terrible contradicción del gobierno americano cuando dice: «tenemos que iniciar una guerra contra la pobreza. Indudablemente mucha gente es pobre y debemos hacerla más rica.» Y aun así, este gobierno grava al pueblo para hacer el pan más cari. Dirán: «Así que el pan es más caro: esto es una excepción.» ¡Pero no es una excepción! El gobierno americano gasta también miles de millones de dinero de impuestos para hacer más acaro el algodón. Los productos de algodón sin duda no son bienes de lujo: quizá lo sean comparados con el pan, pero el gobierno hace lo mismo, sigue la misma política, con el pan.
La guerra real contra la pobreza fue la revolución industrial y la industrialización de las fábricas modernas. Al principio del siglo XIX, zapatos y medias eran productos de lujo para la mayoría de las personas de Europa Occidental, no eran artículos de uso diario. Y la condición de esta gente no mejoró con impuestos, tomando dinero o zapatos de los ricos para dárselos a los pobres. Fue el sector del calzado, no las riquezas del gobierno, el que mejoró la condición de los pobres, el que realizó un cambio revolucionario en la condición de las gentes.
Un estadista puede decir: «Si tuviera más dinero para gastar, podría hacer cosas que me harían muy popular en mi país.» El gobierno trata de hacerse popular haciendo estas cosas, pero la técnica que usa es gastar y luego trata de atribuirse los buenos resultados de un gasto. Un gasto no siempre es bueno. A veces un gasto es solo comprar bombas y lanzarlas en un país extranjero. Pero si el gasto es beneficioso, digamos si hace posible mejorar algunas cosas en el país, entonces el estadista dice: «Mirad, nunca tuvieron una vida tan maravillosa como la que tienen bajo mi régimen. Hay alguna mala gente, algunos inflacionistas, algunos que se aprovechan, pero no tengo nada que ver con ellos. No es mi culpa.» Y así sucesivamente.
Nuestra situación económica depende en buena parte de la relación del gobierno y el partido o partidos gobernantes con los sindicatos. Tenemos inflación, en el sentido de precios más altos, creada en nuestro sistema económico porque los sindicatos cada año, cada dos años o en casos excepcionales cada tres años, reclaman salarios más altos. La gran mayoría de los trabajadores quiere continuamente salarios más altos y suponen que los salarios pueden manipularse a capricho, a voluntad del gobierno. Los sindicatos tienen el poder, mediante el uso de la violencia, con la ayuda de ciertas leyes y de ciertas instituciones de Washington, de obligar a la gente a aceptar sus demandas salariales. Si los salarios no continúan subiendo, nadie sabe qué pasará. La única solución posible para el problema de la inflación es una oposición abierta a los sindicatos y a la idea de que mayores salarios monetarios son la única forma de mejorar la condición de las masas. Los sindicalistas también deberían darse cuenta de que sus condiciones mejorarían si bajaran los precios monetarios de las cosas que quieran comprar, aunque no aumenten sus salarios. No quiero decir nada más sobre este problema, salvo añadir que el gobierno lo inició cuando empezó a aumentar la cantidad de dinero imprimiéndolo.
Para dar un ejemplo de cómo la inflación destruye el ahorro, había en un país europeo un niño pobre educado en un orfanato, muy bien educado, porque cuando acabó la escuela y su vida en el orfanato emigró a Estados Unidos. En el curso de una larga vida acumuló una considerable fortuna fabricando y vendiendo algo que tuvo mucho éxito. Cuando murió, después de 45 años en Estados Unidos, dejó una considerable fortuna de 2.000.000$. No todo el mundo deja esa fortuna. Esto era sin duda excepcional. Este hombre hizo un testamento según el cual estos 2.000.000$ tenían que llevarse de vuelta a Europa para crear otro orfanato como aquel en el que este hombre fue educado. Fue justo antes de la Primera Guerra Mundial. El dinero se llevó de vuelta a Europa. De acuerdo con el procedimiento habitual tenía que invertirse en bonos públicos de este país y con los intereses pagados cada año se mantendría el orfanato. Pero llegó la guerra y la inflación. Y la inflación redujo a cero esta fortuna de 2.000.000$ invertidos en marcos alemanes: sencillamente a cero.
Por dar otro ejemplo, a un alemán que el 1914 poseía un fortuna que era equivalente a 100.000$ le habría quedado de esa fortuna nueve años después quizá solo medio centavo, algo así, o cinco centavos, no supone ninguna diferencia: habría perdido todo. Y hubo experiencias similares en las universidades europeas. Por ejemplo, muchas fundaciones fueron creadas a lo largo de siglos por gente que quería permitir a los niños pobres estudiar en la universidad lograr lo que habían logrado por la buena educación que habían recibido en esas universidades. ¿Y qué pasó? En todos estos países, en Alemania, Francia, Austria e Italia, hubo grandes inflaciones. Y estas inflaciones destruyeron de nuevo estas inversiones. ¿Para beneficio de quién? Para beneficio, por supuesto, del gobierno. ¿Y qué hizo el gobierno con el dinero? Lo gastó, lo tiró.
La gente sigue creyendo que destruir el valor de la unidad monetaria no daña a las masas. Pero sí daña a las masas. Y las daña primero No hay mejor manera de conseguir una tremenda revolución que destruir los ahorros de las masas que están invertidos en depósitos de horro, políticas de seguro, etcétera. Un ejemplo de lo que digo me lo contó el presidente de un banco en Viena. Me dijo que cuando eran un joven en la veintena había contratado una póliza de un seguro de vida demasiado alta para su condición económica en ese momento. Esperaba que cuando se liquidara haría de él un burgués rico. Pero cuando cumplió sesenta, la póliza venció. El seguro, que era una suma notable cuando la contrató sesenta y cinco años antes, llegaba justo para pagar el taxi de vuelta a su oficina después de recoger el seguro en persona. ¿Qué había ocurrido? Los precios subieron, pero la cantidad monetaria permaneció igual. En realidad, había ahorrado durante muchísimas décadas. ¿Para quién? Para que el gobierno gastara y devastara.
Si hablan de la catástrofe del dinero, no tienen que tener siempre en mente una destrucción total del sistema monetario. Eso sí ocurrió en este país en 1781 con la llamada divisa continental. Y ocurrió en muchos otros países después, por ejemplo, la famosa inflación, la destrucción del marco alemán en 1923. Estos cambios no son lo mismo, ni en el mismo grado en diversos países. Pero no se debería exagerar la diferencia en los efectos producidos por las mayores inflaciones frente a las más pequeñas. Los efectos de las inflaciones más pequeñas también son malos.
Debemos darnos cuenta de que en la economía de mercado, en el sistema capitalista, todas las relaciones interhumanas que son simplemente personales e íntimas, todas las relaciones interpersonales se expresan, realizan y cuentan en términos monetarios. Un cambio en el poder adquisitivo del dinero afecta a todos y no de una forma que se pueda decir que sea beneficiosa si el poder adquisitivo del dinero sube o baja. Todas nuestras relaciones, las relaciones entre las personas y el estado y entre personas y otras personas, se basan en dinero. Y esto es verdad no solo para los países capitalistas. Es verdad para todo tipo de condiciones. Por ejemplo, en países predominantemente agrícolas en los que prevalecen las granjas pequeñas o medianas, es usual, necesariamente usual, que, tras la muerte del propietario de dicha granja, uno de sus hijos se ocupe de la granja y de los demás hijos, heredando sus hermanos y hermanas solo parte de la granja. El que se queda con la granja tiene que pagar a los demás a lo largo de su vida, paso a paso, la parte de la herencia que es de ellos. Eso significa que el hombre que hereda la granja no obtiene ni más ni menos que los demás miembros de la familia. Pero cuando se dispone a transferir la propiedad a un heredero y dar a los demás derechos en términos monetarios ante este heredero, estos deben pagarse a lo largo de los años, lo que significa que cada día, si hay inflación en curso, la porción del hombre que se quedó con la granja está aumentando y las partes de los demás hermanos están disminuyendo.
Hemos tenido en este país, ahora continuamente durante algunos años, un aumento inflacionista declarado en la cantidad de dinero en circulación. Si embargo, las condiciones están influenciadas por esta situación. Ha habido un aumento general de precios. Han oído hablar de ello, han leído sobre ello, la gente compara precios y habla de ello lo bastante. Pero no debería exagerar qué le ha pasado ya al dólar. Lo que le ha pasado al dólar no es todavía algo que haga inevitable una catástrofe. Si van a algunos otros países (Brasil y Argentina, por ejemplo), estarían en países que también tienen inflación, pero una inflación mucho mayor. Y su preguntan a alguien en Brasil qué considera una moneda estable que no pierde poder adquisitivo, diría: El dólar de EEUU… ¡Es maravilloso! Por supuesto, cuando se compara con el dinero de su país.
El problema del dinero, el problema práctico del dinero hoy en todo el mundo es precisamente este: Los gobiernos creen que en la situación que acabo de señalar, cuando hay una alternativa entre un impuesto no popular y un gasto muy popular, hay una salida para ambos: la salida de la inflación. Esto ilustra el problema de abandonar el patrón oro. El dinero es el factor más importante en una economía de mercado. El dinero fue creado por la economía de mercado, no por el gobierno. Fue un producto del hecho de que la gente sustituyó paso a paso el intercambio directo por un medio común de intercambio. Si el gobierno destruye el dinero, no solo destruye algo de extrema importancia para el sistema, los ahorros que la gente ha dejado aparte para invertir y cuidar de sí misma en alguna emergencia: también destruye el propio sistema. La política monetaria es el núcleo de la política económica. ¡Así que es inútil toda la palabrería sobre mejora de condiciones, sobre hacer próspero al pueblo mediante expansión del crédito!
Inflación y controles públicos
La cooperación humana puede organizarse de acuerdo con dos modelos distintos. Uno es el modelo del gobierno absoluto por solo un gobernante, el modelo soviético: todo está organizado bajo el liderazgo de un jefe, der Führer. El término no se usa mucho en idioma anglosajón porque la gente no pensaba en él como un sistema que pueda funcionar realmente. Pero en los países en los que predomina el socialismo, el término, der Führer, el líder, es muy conocido. En esos países, todo depende de este régimen autocrático: todos tienen que obedecer las órdenes emitidas desde una autoridad central. La gente a la que le gusta el sistema lo llama orden, la gente a la que no le gusta lo llama esclavitud.
El sistema en el que la gente debe obedecer las órdenes emitidas por una autoridad central es muy conocido para cualquiera que haya servido en el ejército. Para el ejército, es el único sistema posible. Si se critica el sistema centralizado, no se debe olvidar que solo es apropiado para un propósito concreto, por el objetivo especial que puede lograr.
Lo característico del mercado es que el gobierno no emite órdenes que deba obedecer la gente, no controla los precios, precios y salarios están determinados por la demanda y la oferta en el mercado. Este sistema es el sistema que trajeron las constituciones y todas esas comunidades y servicios que juntos pueden calificarse como vida civilizada moderna. Lo contrario al mercado es la abolición del mercado y su sustitución por el estado socialista o comunista. Eso significa planificación, planificación centralizada, en la que todo está determinado por decretos y órdenes del gobierno. Los cargos públicos no pueden ignorar la opinión pública, no pueden ignorar las ideas y prácticas del pueblo. El gobierno nunca está en disposición de hacer cualquier ley que quiera. No puede permitirse tener en consideración solo las opiniones de la gente que está dirigiendo el gobierno. Así que las leyes tienden a seguir prácticas y teorías aceptadas. Y esto también es verdad en el campo del dinero. Con respecto al dinero, el gobierno debe aceptar y reconocer el dinero que ha evolucionado a partir de las acciones e ideas de los individuos.
Supongamos la siguiente situación política. El gobierno quiere gastar más de lo que gastaba hasta ayer, pero no tiene el dinero. Y no quiere aumentar los impuestos o, por razones políticas, sencillamente no puede aumentar los impuestos. Tampoco puede pedir prestado el dinero, porque desde su punto de vista las condiciones de los préstamos resultan insatisfactorias. El gobierno quiere gastar más y no quiere gravar a su pueblo. El gobierno quiere parecerse a Santa Claus, lo que es algo muy agradable, una situación más popular que la de un recaudador de impuestos. Por tanto, el gobierno no grava a la gente para conseguir el dinero para su nuevo gasto: infla, imprime el dinero. Lo importante a recordar con respecto a la inflación es que, mientras aumenta el dinero en circulación, otras cosas no cambian. Esta inflación es muy barata, como ven: es un procedimiento muy barato. ¿Qué ocurre entonces? Los precios aumentan. El gobierno, por supuesto, quiere una salida, una solución, así que tiende a fijar precios. El gobierno no se da cuenta del hecho de que si la gente obedeciera realmente sus órdenes de fijación de precios, los vendedores venderían todo su suministro de productos a clientes habituales a los precios anteriores o fijos con el resultado que aquellos a cuyos bolsillos vaya el dinero adicional no encontrarán nada que comprar.
Quiero dar un ejemplo típico de cómo funcionan los controles públicos de precios. En la Primera Guerra Mundial y de nuevo en la Segunda, el gobierno alemán y el inglés, entre otros, acudieron a la inflación como medio para financiar la guerra. La adición de nuevo dinero al que ya circulaba produjo una tendencia al alza de los precios que no gustaba al gobierno. El gobierno quería que los negocios funcionaran como era habitual. Pero evidentemente no funcionaban como era habitual. Por tanto, el gobierno alemán, igual que otros, recurrió a los controles de precios.
Ahora bien, si los precios se fijan por debajo de los que habría habido en un mercado no intervenido, los productores con altos costes están condenados a sufrir pérdidas. El gobierno empieza, digamos, fijando el precio de la leche. Como consecuencia, los productores con sotes más altos dejan de llevar leche al mercado y convierten su leche en otros productos, mantequilla, por ejemplo. Así, la cantidad de leche en el mercado no solo no aumenta, sino que en realidad disminuye, precisamente lo contrario de lo que quería el gobierno. El gobierno quería que la leche estuviera más disponible para la familia media, pero la cantidad de leche disminuye. Cuando el gobierno se acerca a los productores en busca de explicaciones, su respuesta es que habrían sufrido pérdidas produciendo leche debido al precio que tenían que pagar, digamos por el forraje y, por tanto, convirtieron su producción de leche en mantequilla que no tenía un precio fijo máximo. El gobierno entonces fija el precio del forraje.
Y luego esta misma historia se repite con el forraje. Así que el gobierno sigue paso a paso hasta que llega a lo que los alemanes en la Primera Guerra Mundial llamaron el Plan Hindenburg, una completa socialización de todo. El gobierno alemán se vino abajo al acabar la guerra. Pero varios años después el gobierno Brüning reinstauró los controles de precios que Hitler llevó a su conclusión final. Los controles de precios transformaron la propiedad privada y la producción privada en un sistema de control público completo de todo. El comunismo alemán, el nacionalsocialismo, bajo Hitler no expropió legalmente a los dueños de los medios de producción, pero todo paso económico estaba determinado por el gobierno. Seguían siendo empresarios, aunque se eliminó el nombre de empresarios: se les llamaba gestores de fábricas. Estaban a la cabeza de organizaciones de negocios, pero tenían que cumplir completa y exactamente las órdenes del gobierno. Tenían que comprar materias primas a los precios establecidos por el gobierno, vender a otras empresas a los precios determinados por el gobierno y emplear a los trabajadores asignados por el gobierno. No hay un tercer sistema económico que haga posible por un lado tener un mercado libre y por el otro evitar el socialismo o el comunismo. La interferencia con el mercado inevitablemente produce efectos que, desde el punto de vista de las autoridades que interfieren, son incluso peores que el estado de cosas que querían alterar. Para hacer que el sistema funcione, las autoridades van cada vez más lejos hasta que llegan a una situación bajo la cual la iniciativa de todos los demás queda destruida y todo depende de las autoridades, del liderazgo del gobierno. La razón por la que hoy no tenemos aquí controles de precios es las experiencias de otros países. Una y otra vez, el gobierno repite que necesitamos controlar los precios. Pero no dice a los fabricantes de cigarrillos que tienen prohibido aumentar el precio del paquete en un céntimo. Por el contrario, el gobierno trata de hablar con los fabricantes de cigarrillos y con los representantes de miles de otras empresas para presionarlos. Aunque el gobierno no haya acudido aún al control de precios, en realidad no ha hecho nada para impedir que el sistema actual funcione de una forma que no le guste. En realidad, ha hecho todo lo contrario. Ha creado inflación en nuestro sistema actual, inflación incluso en el sentido aceptado popularmente en el que el gobierno usa el término, es decir, precios más altos.
Vemos por tanto que el problema del dinero es mucho más que solo el problema de la organización del mercado. El mercado hoy está luchando por su independencia y existencia. El gobierno trata de interferir en el mercado y estamos a solo un día, un año, quién sabe lo lejos que estamos de lo que se llama control de precios. Y eso significa la abolición del mercado.
Dinero, inflación y guerra
Ahora, se puede decir que hay situaciones en las que el gobierno se ve obligado a aumentar la cantidad de dinero, en las que lo más sabio por parte de gobierno e proceder así. Esa situación se daría cuando el país esté amenazado por una invasión de fuerzas extranjeras. ¿Qué puede hacer entonces el gobierno? Debe gastar más. Y como el pueblo no está pagando lo suficiente en impuestos y el gobierno no puede gravarles más porque no tienen dinero, el gobierno tiene que imprimir dinero. Para ver si este razonamiento es correcto, hablemos ahora de problemas históricos. ¿Qué significa esto de que hay algunas situaciones en las que no puedes evitar inflar? Hablo de un caso particular: ¡la guerra! ¡Ahora mismo! En una guerra el gobierno necesita armamento y muchas otras cosas para defender el país (no quiero enumerarlas). Todas estas cosas deben producirse y cuestan dinero. Si los ciudadanos no están dispuestos a suministrar los armamentos o a dar el dinero para pagar estos, su país será derrotado en la guerra y el país se convertirá en dependiente, pero un aumento en la cantidad de papel moneda no cambia esto.
Puede haber ciertas condiciones bajo las que el gobierno infle y se pueda decir que la situación era tal que la alternativa a la inflación, a aumentar la cantidad de dinero, era también muy mala. Cuando las colonias americanas luchaban contra Inglaterra en la Guerra de Independencia, acudieron a la inflación. La alternativa, supongamos, habría sido la derrota, porque sin duda a los ojos de los hombres responsables de esta inflación, de este aumento en la cantidad de dinero, esta era la alternativa. Se puede decir que, si fue realmente posible conservar la independencia de lo que posteriormente sería Estados Unidos mediante la inflación, entonces la inflación estuvo justificada. Por tanto, la catástrofe no podía evitarse. Pero la catástrofe, la quiebra de esta divisa en 1781 después de la Guerra Revolucionaria, no significó lo mismo que lo que hubiera significado años después cuando cambiaron las condiciones económicas. En los años de la Guerra Revolucionaria, las colonias americanas eran un país predominantemente agrícola: la mayoría de la gente eran propietarios o trabajadores en terrenos agrícolas y pudieron sobrevivir a la catástrofe que significó la quiebra de la divisa americana, la divisa continental, después de la Guerra Revolucionaria. Conseguir comida no era entonces un asunto de ir al mercado. No usaban dinero para comprar comida o apenas otras cosas. Cuando el gobierno continental infló en 1781, el hombre que tenía una granja pequeña o que trabajaba con su familia en esta granja y tenía unos pocos dólares, perdió estos pocos dólares debido a la inflación, pero eso no le afectó mucho. Por tanto, todo el problema de la inflación fue solo de importancia menor para los americanos al acabar la Guerra Revolucionaria.
No podemos comparar las condiciones actuales en Estados Unidos con las de los Estados Unidos de 1781. Hoy ya no tenemos el sistema sencillo que existía en ese momento, bajo el cual la economía monetaria significaba muy poco para la mayoría de la gente. Hemos tenido otros ejemplos en el pasado. Pero bajo las condiciones de una sociedad altamente desarrollada, bajo la división del trabajo bajo las condiciones de una sociedad en la que prácticamente todos dependen de trabajar para otros y se paga con dinero y usa este dinero para comprar cosas, bajo esas condiciones que no tengo que describir porque las conocen todos, una quiebra de la divisa significaría algo bastante distinto. No hay excusa para un gobierno que recurre hoy a la inflación diciendo: «Pero no olviden que tenemos una vieja tradición de inflación. Somos una nación independiente hoy porque tuvimos una inflación en la Guerra de la Independencia, en la Revolución.» No se pueden comparar las condiciones.
Por ejemplo, también estuvo el gran problema de Estados Unidos, el mayor problema histórico de Estados Unidos, la Guerra de Secesión de la década de 1860. Estaban los estados del norte y los estados del sur. Y los estados del sur estaban en una muy mala situación porque tenían muy poca industria. Su producción agrícola era grande, pero sus industrias no estaban en disposición de producir el armamento necesario. Desde el primer día de la Guerra de Secesión, fue una situación desafortunada para los sureños, especialmente porque la armada del norte estaba en disposición de impedir el comercio entre los estados del sur y los países europeos que habrían estado en disposición de enviar armamento al sur. Es imposible mejorar la situación militar de un país mediante inflación, incluso en un país en el que estén disponibles todos los materiales requeridos para la guerra. Por tanto, incluso desde el punto de vista de las necesidades de una situación en la que un país esté luchando por su supervivencia, la inflación como tal no es una medida para mejorar condiciones. La escasez de armamento no pudo verse afectada en modo alguno por el hecho de que el gobierno secesionista aumentara la cantidad de dinero. Pero si fueras un estadista en los estados sureños y te estuvieras aproximando a la derrota y alguien te pregunta: «¿No sabes que imprimir dinero, billetes, más y más billetes de dólares sureños destruiría este sistema?», este estadista sureño habría respondido: «¿Por qué hablas de dinero? El problema ahora es si los estados sureños, nuestro sistema, que es más importante que cualquier otra cosa en el mundo, debería sobrevivir o no. Nuestra guerra o nuestra rebelión», depende de cómo consideres este problema, está acabada. Podría imprimir dinero para tratar de conseguir lo necesario para seguir luchando. Así que imprimiría los billetes y cada vez más billetes. Y estos valdrían cero.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, muchos gobiernos que no habían recurrido antes a la inflación y habían proporcionado todo el dinero que necesitaban mediante impuestos, empezaron a imprimir billetes adicionales, billetes en papel. El efecto fue necesariamente un movimiento al alza en los precios. Los gobiernos probablemente no eran tan ingenuos como para no saber lo que producirían sus nuevos métodos de conseguir dinero para su gasto público. Los gobiernos sabían que la política de añadir en el mercado cantidades enormes de nuevo dinero adicional produciría necesariamente una tendencia a precios más altos. ¿Pero qué hizo el gobierno? Con el estallido de la guerra, con el cambio en sus políticas, también empezaron a crear leyes que castigaban a la gente que, de acuerdo con las ideas del gobierno, pedían por los productos precios más altos de los que pedían antes. Lo que hicieron a este respecto los gobiernos de algunos países, de muchos países, es sencillamente increíble (yo diría que fue una estafa): introdujeron un nuevo delito, un nuevo método para castigar a los ciudadanos. Declararon que había un delito especial de usura. Y empezaron a encarcelar a gente. ¿Por qué? Porque, decían estos gobiernos, esta gente eran usureros: pedían más que antes, más de lo que le gobierno consideraba necesario.
No quiero decir que la inflación sea un vicio y calificarla como inmoral. No me importa este método de criticar la inflación. Pero, en serio, haya una cosa de la inflación que sabemos con seguridad. No se puede decir hoy si la gente en el gobierno mañana o pasado mañana decidirá por alguna razón aumentar la cantidad de dinero, es decir inflar. Pueden tener una excusa. Dirán: «La inflación es mala. Nunca debería haber ninguna cuestión con respecto a la inflación.» Y luego añadirán: «Sí, pero no tuvimos en cuenta las condiciones de una guerra importante. En realidad esta situación no se ha dado nunca antes.» Y luego aumentarán la cantidad de dinero. En uno de los muchos países beligerantes de los últimos cincuenta años, había un ministro de finanzas que, cuando se le preguntó: «¿Por qué infla? ¿No es un delito que esté destruyendo la divisa de su país emitiendo más dinero y por tanto aumentando los precios?», respondió: «En tiempo de guerra, es la obligación de todo ciudadano, de toda rama de gobierno y de toda parte del país contribuir tanto como sea posible a la defensa del país. Desde este punto de vista, como ministro de finanzas, contribuyo imprimiendo dinero.»
Los alemanes antes de la Primera Guerra Mundial eran muy inteligentes y muy patriotas. Pero, por desgracia, durante décadas y décadas el gobierno y todos los catedráticos que nombró para las universidades habían enseñado muy mala economía, especialmente economía monetaria. Hace sesenta años, un catedrático alemán, un famoso profesor de economía, G. F. Knapp, declaraba: «Dinero es lo que el gobierno dice que es. El dinero es un producto del gobierno. El gobierno es soberano y libre de hacer lo que quiera.» No estaba diciendo nada nuevo. Lo único nuevo era que lo decía un catedrático, que toda la gente en el gobierno dijera: De acuerdo y que incluso quienes no decían de acuerdo actuaban como si consideraran estar de acuerdo. Eso significaba que el gobierno reclamaba el privilegio de declarar lo que la gente tenía en mente cuando llegaba a acuerdos relativos al dinero. No era notable que el catedrático dijera esto, ya saben: los catedráticos a veces dicen cosas que no son notable. Pero lo que era notable es que la gente lo aceptara. Un economista americano, B. M. Anderson, predijo que la influencia del profesor Kapp sería tal que los estudiantes probablemente «tendrán que leer su libro si quieren entender la próxima década de la historia de Alemania. (…) Mirad vuestra teoría alemana, mirad la llamada doctrina económica alemana sobre el dinero y verán lo que ocurrirá con el dinero alemán.»5
¡Y tenía toda la razón! El resultado se produjo enseguida. Cuando Alemania fue a la guerra, el gobierno no se dio cuenta, y menos el pueblo, de que lo que se necesita para pelear en la guerra no es papel moneda sino armas y varias otras cosas. Así que imprimieron papel moneda. E imprimieron papel moneda día y noche. El resultado fue que el papel moneda alemán anterior a la Primera Guerra Mundial deterioró su valor. La paridad con el dólar americano en 1914 expresada en marcos alemanes era de 4,2 como había sido los 60, 80, 100 años anteriores, Saben qué cuesta un sello de correos. La política monetaria alemana de aumentar la cantidad de dinero, imprimiéndolo continuamente, hasta que un sello de principios de la década de 1920 de nuestro siglo costaba varios millones de marcos. Imaginad la situación que se desarrolló en 1923 cuando alguien que había comprado un sello para mandar una carta a un pueblo cercano tenía que pagar varios cientos de millones de marcos.
Veinte millones de marcos era más que la riqueza del hombre más rico de Alemania en el periodo anterior. Al acabar esta inflación, nueva años después, el dólar valía 4.200 millones de marcos, algo absolutamente fantástico porque no hay gente que tenga una idea, una idea clara, de cuánto son mil millones. Este fue el resultado de la doctrina económica de que el dinero era una creación del gobierno. El hecho de que el gobierno hubiera impreso dinero, de que el gobierno hubiera aumentado la cantidad de dinero, no mejoró la situación de las fuerzas armadas alemanas o la resistencia alemana. Fue simplemente un intento de engañar a la gente en Alemania y fuera de Alemania sobre los efectos de la guerra.
Es verdad que el Reichsbank imprimía cada vez más papel moneda. Pero la importancia de esta famosa inflación alemana de 1923 consistió en el hecho de que estos pedazos de papel tenían valor de curso legal. ¿Qué significa esto? El gobierno asumió el derecho a decir, no solo lo que era dinero, sino también a decretar qué gente estaba obligada a aceptarlo como dinero. La legislación del curso legal hace imposible que alguien rechace aceptar el papel moneda. De la misma manera, la inflación actual [1969] del dólar americano consiste en el hecho de que el dólar de papel tiene valor de curso legal y al mismo tiempo en que poseer oro se ha hecho ilegal. Las posesiones de oro fueron confiscadas y se ha hecho ilegal comerciar con oro.6
El lado constitucional de la inflación
Cuando hablamos de estas cosas no debemos olvidar que no tiene solo un lado económico: también tienen un lado constitucional. Se puede decir que el gobierno es la institución más importante. El gobierno es muy importante en muchos aspectos. Quizá se sobrevalore la importancia del gobierno, pero no se sobrevalora la importancia del buen gobierno.
Las constituciones modernas, los sistemas políticos de todas las naciones que no están gobernadas por bárbaros déspotas, se basan en el hecho de que el gobierno depende financieramente del pueblo, indirectamente en los hombres que los votantes han elegido para la asamblea constitucional. Y este sistema significa que el gobierno no tiene poder para gastar nada que no la haya dado el pueblo, a través de procedimientos constitucionales que hacen posible que el gobierno recaude impuestos. Esta es la institución política fundamental. Y es un problema político fundamental si el gobierno puede inflar. Si el gobierno tiene el poder de imprimir su propio dinero, entonces este procedimiento constitucional se convierte en absolutamente inútil.
Todo nuestro sistema político se basa en el hecho de que los votantes son soberanos, de que los votantes están eligiendo al Congreso y otras instituciones similares en los diversos estados que gobiernan el país. Los votantes determinan todo. Y esto distingue al sistema, no solo de los sistemas despóticos de otros países, sino también de las condiciones que prevalecían en días anteriores, en países que ya tenían instituciones parlamentarias y gobierno parlamentario, en ese momento. Sin embargo, se ha desarrollado, especialmente en la última década, un problema de derecho constitucional, que es si el gobierno debe obtener la aprobación del pueblo a través del Congreso cuando quiera gastar o si el gobierno, porque está establecido y tiene a su disposición a un número de hombres armados, es libre de gastar como desee, simplemente aumentando la cantidad de dinero. La gente debe darse cuenta de que la pregunta es: «¿Quién debería ser supremo? ¿Los parlamentos elegidos por los votantes, que pueden restringir el gasto público rechazando conceder el poder de gravar? ¿O las instituciones que quieren eludir los intereses del pueblo aumentando la cantidad de dinero para expandir el gasto público y así eliminar la prerrogativa e independencia del votante individual?»
Si no conseguimos restaurar el sistema monetario que hace independiente hasta cierto punto al individuo ante la interferencia de las instituciones públicas, los bancos públicos, las autoridades monetarias públicas, los precios máximos públicos y todo lo demás, perderemos todos los logros del mercado libre y de la iniciativa libre de las personas, sea cual sea el derecho constitucional que sigamos. Si el gobierno puede inflar siempre que quiera gastar, puede quitarle a la gente sin su aprobación todo lo que quiera, su poder adquisitivo, su ahorro y todo. Desde este punto de vista desaparece incluso el principio fundamental que todos ven como la diferencia entre un gobierno comunista y un gobierno basado en la idea de la libertad individual, la conservación de los mercados libres y la capacidad del pueblo de controlar al gobierno.
Si vemos la historia constitucional de Inglaterra en el siglo XVII, vemos que los Estuardo tenían problemas con el Parlamento Británico. El conflicto consistía precisamente en el hecho de que el Parlamento no estaba dispuesto a dar al rey de Inglaterra el dinero que necesitaba para finas que dicho Parlamento no aprobaba. El pueblo desaprobaba una gran parte de los pastos públicos y el Parlamento no quería nuevos impuestos. Los reyes Estuardo querían gastar más de lo que el Parlamento estaba dispuesto a darles.
Si el rey en ese momento, digamos en 1630, hubiera preguntado a quienes se consideran hoy expertos en finanzas públicas ¿Qué puedo hacer? ¡No tengo dinero!, el experto habría dicho: Por desgracia, vuestra familia, los Estuardo, llegaron demasiado pronto a su puesto como gobernantes. Doscientos años, trescientos años después, sería mucho más fácil ese gobierno tal y como quieren gobernar el país. Una imprenta habría sido bastante para hacer posible que vuestro gobierno gastara todo el dinero que necesitara para tener un ejército y las demás cosas necesarias para proteger al rey frente al pueblo. Pero los pobres Estuardo vivían en una época en la que la técnica de producir papel moneda no se había desarrollado en un grado considerable. Carlos no podía inflar, ya ven. No había solución para él: no podía realizar gasto en déficit. Esto fue la perdición de la dinastía Estuardo y del régimen de los Estuardo. Y en el conflicto que originó esto, un miembro de la familia Estuardo perdió la vida de una forma muy desagradable: Carlos I perdió la cabeza.7 Y la dinastía Estuardo como tal perdió la corona de Inglaterra. Lo que no tenían los pobres Estuardo era la capacidad de la imprenta que existe hoy.
El problema monetario con el que tenemos que lidiar es el problema de pagar gastos públicos que no son aceptados o, digamos, no son aprobados por el pueblo. La dirección de los asuntos del gobierno, los asuntos públicos, no es diferente de la dirección financiera y monetaria de los asuntos privados. Si el gobierno quiere gastar, tiene que recaudar dinero, debe gravar a la gente. Si no grava, sino que aumenta la cantidad de dinero para gastar más, produce inflación. La diferencia entre las condiciones de la Inglaterra del siglo XVIII y las de otros países, digamos por ejemplo Rusia, consistía en el hecho de que el gobierno ruso era libre para robar a sus súbditos lo que quisiera, mientras que el gobierno británico no. El gobierno británico tenía que cumplir con las disposiciones de una serie de layes que limitaban la cantidad de dinero que tenía derecho a recaudar de sus ciudadanos. Y tenía que gastar ese dinero exactamente de acuerdo con los deseos del pueblo. Todas nuestras leyes constitucionales y nuestro sistema de gobierno se basan en el hecho de que no se permite al gobierno hacer nada que viole este sistema legal que representa la moral y las ideas y filosofías reales de nuestro pueblo. Pero si el gobierno está en disposición de aumentar la cantidad de dinero, todas estas disposiciones se convierten en absolutamente sin sentido e inútiles. Si se dice que el gobierno tiene que gastar, tiene derecho a gastar, una cantidad concreta para mantener a gente en prisión, esto significa algo. Hay una razón concreta para este gasto. Todas nuestras disposiciones legales están influidas hasta cierto punto por el hecho de que esta es la cantidad de dinero que se da al gobierno para este propósito. Pero si el gobierno está en disposición de aumentar la cantidad de dinero para usarla para sus propios fines, todas estas cosas se convierten meramente en una expresión teórica de algo que no tiene prácticamente ningún significado en absoluto. No debemos olvidar que toda la protección dada a personas a través de constituciones y leyes desaparece si el gobierno está en disposición de destruir el significado de toda relación interhumana socavando el sistema de intercambio indirecto y moneda que se llama mercado. Y esto es mucho más importante que cualquier otro problema del que hablemos hoy. Es la interferencia del gobierno con violencia la que ha arruinado el dinero. La que ha destruido el dinero en el pasado y tal vez lo esté destruyendo hoy de nuevo.
Hace unos años, podían leer frecuentemente citas diciendo que Lenin dijo que el mejor método para destruir el sistema de libre empresa sería destruir el sistema monetario. Ahora un catedrático en Alemania ha demostrado que Lenin nunca dijo esto. Pero si lo hubiese dicho, habría sido la única cosa correcta que haya dicho nunca. El problema monetario que tenemos en este país, que tienen hoy en todos los países, es el mismo: mantener el presupuesto en equilibrio, las entradas y salidas del balance el ingreso y el gasto, sin imprimir una cantidad adicional de billetes, sin aumentar la cantidad de unidades monetarias. Esto no es solo un problema de economía. Es también el fundamental del gobierno constitucional, ya lo saben. El gobierno constitucional se basa en el hecho de que el gobierno solo puede gastar lo que ha recaudado en impuestos. Y solo puede gravar al pueblo si el pueblo lo acepta mediante el voto de sus representantes en el parlamento. Y de esta forma los votantes son soberanos. El problema de la gestión monetaria en un país un país moderno no puede, por tanto, separarse de problema constitucional, de la doctrina que dice que todos los problemas del gobierno, todos los asuntos gubernamentales se deciden en último término por el coto del pueblo. El que llamemos esto democracia o gobierno popular no supone ninguna diferencia. Pero no hay problema monetario o presupuestario que pueda independizarse del problema constitucional de quién gobierna el país, quién determina en último término lo que hay que hacer en el país.
Capitalismo, los ricos y los pobres
Una suposición muy popular, criticada solo raramente por la gente, es que el sistema capitalista produce condiciones satisfactorias para una minoría de gente que se beneficia, mientras que las masas se empobrecen cada vez más. De todos los enormes problemas relacionados con la crisis monetaria, quiero tratar este problema específicamente porque la idea más popular, o una de las más populares, del marxismo es que el sistema del capitalismo produce un empobrecimiento progresivo, un deterioro progresivo del estado económico de cosas de las masas, en beneficio de un número decreciente de personas que se hacen cada vez más ricas cada año. La gente cree que lo que está pasando con estos problemas monetarios hoy se refiere al bienestar que la gente corriente no está demasiado interesada. Quiero demostraros lo errónea que esta idea. Se piensa que cuando el gobierno infla y como consecuencia rebaja el poder adquisitivo de la unidad monetaria, esto es ventajoso para las masas, para la gran mayoría de la gente y que solo sufren los ricos. Si no quieren usar la expresión sufrir, digamos que tienen que pagar precios más altos por las cosas. Esta idea, la de que la gente afectada no son las masas, no es la mayoría de la gente, sino solo la gente rica y que solo los más ricos se ven afectados, se basa en una doctrina antigua.
Esta doctrina era perfectamente correcta en los tiempos de Solón (ca. 638-559 aC) de Atenas o en los días de la antigua Roma, de los hermanos Graco (muertos en 121 y 133 aC). O en la edad Media. En las épocas precapitalistas la gente rica poseía tierras y, por tanto, riqueza. Podían ahorrar, aumentar sus posesiones invirtiendo en inmuebles, casas, negocios, bienes raíces. O podían aumentar sus fortunas tratando de un modo más conservador los bosques que poseían. Por otro lado, había gente pobre, muy pobre, gente que no tenía nada, que podía ocasionalmente ganar una pequeña moneda, pero que realmente no tenía ninguna oportunidad de acumular algo para mejorar su condición. Bajo las condiciones antiguas, las masas no tenían ninguna oportunidad para ahorrar: el hombre pobre solo tenía la posibilidad de ganar tal vez unas pocas monedas y esconderlas en algún sitio, tal vez un oscuro rincón de su hogar, pero eso era todo. Siempre estaba bajo la tentación de gastarlas. O podía perderlas. O alguien podía robarlas. Los pobres no estaban en disposición de hacer crecer sus ahorros prestándolos con intereses. Incluso en Inglaterra, el país capitalistamente más avanzado del siglo XVIII, a un hombre pobre no le era posible ahorrar, salvo unas pocas monedas en una vieja media escondida en algún lugar de su casa. Esos ahorros no daban ningún interés. Solo los ricos podían invertir dinero con intereses, quizá en hipotecas y todo eso.
En ese tiempo, cuando la gente hablaba de acreedores y deudores, tenía en mente un estado de cosas en el que cuanto más rico era un hombre, más acreedor era y cuanto más pobre era un hombre, más debía. Toda la idea se basaba en la suposición de que el gobierno tenía que ayudar a los pobres que tenían grandes deudas, mientras que los ricos con quejas eran suficientemente ricos. Por tanto, el método por el que el gobierno rebaja el poder adquisitivo de la unidad monetaria ayuda a los deudores, porque sus deudas encogen, y al mismo tiempo va contra los acreedores, porque sus obligaciones también disminuyen.
Nos inclinamos por pensar que la situación es hoy similar, que los ricos hoy son los acreedores, que indudablemente no tienen deudas ni son deudores. Pero ya no vivimos bajo las condiciones en que las que los autores trataban estos problemas en las épocas precapitalistas. La situación hoy es muy distinta. Es muy distinta porque tenemos una organización muy distinta de negocios, del derecho comercial y del ajuste de los negocios a las diversas personas. El capitalismo ha enriquecido a las masas, no a todas, por supuesto, porque el capitalismo sigue que teniendo que luchar contra la hostilidad de los gobiernos. Pero bajo las condiciones capitalistas ya no es verdad que los acreedores sean los ricos y los deudores los pobres. El capitalismo ha desarrollado un gran sistema haciendo posible que las masas de los estratos más pobres de la población, la gente que tiene menos (no quiero decir que sean pobres en el sentido en que se usa el término, solo que son más pobres, menos ricos, que los ricos, que los empresarios y similares), ahorrar e invertir sus ahorros indirectamente en el funcionamiento de los negocios. Los ricos son propietarios, por ejemplo, de acciones ordinarias de una gran empresa. Pero la gran empresa debe dinero, ya sea por haber emitido bonos, bonos corporativos, o porque tiene alguna relación actual con un banco, empleando el dinero que le prestan los bancos en el desarrollo de sus asuntos. Así que los grandes millonarios, los propietarios de inmuebles, los propietarios de acciones y otros son deudores en este sentido. Las masas, las personas a las que calificamos como menos ricas, han invertido sus ahorros en depósitos de ahorro, en bonos, en pólizas de seguro y otras cosas. Y los bancos tienen el dinero de las cuentas de ahorro de los ciudadanos corrientes que, por tanto, son acreedores. Y si se hace algo, como hacen prácticamente todos los gobiernos, contra el poder adquisitivo de la unidad monetaria hoy bajo las condiciones actuales, no se está dañando a los ricos, sino a las clases medias y las masas de personas que están ahorrando toda su vida para disfrutar de una mejor vejez y para hacer posible educar a sus hijos y demás cosas.
El hecho de que los bonos públicos estén hasta cierto punto libres de impuestos significa que el gobierno da privilegios especiales a los ricos para atraerlos al mercado de los bonos públicos y así se convierten en acreedores. Es un sistema muy complicado: se le podría decir que el simplemente privilegia por medio de impuestos más bajos para hacer que los estratos más ricos de la población también se interesen por la compra de bonos públicos y de esta forma hacer posible que el gobierno gaste más. Pero en general tenemos que decir que la mayor parte, la muy mayor parte, de los privilegios, de los «beneficios» que la gente obtiene de la política inflacionista del gobierno no van a las masas, sino a los más acomodados. Y por tanto los beneficios de la inflación los pagan las masas.
No hace mucho tiempo hubo un poderoso movimiento nazi en Alemania. Pueden decir lo que quieran de Alemania, pero no pueden decir que fuera un país iletrado. No podrán decir que la población de Alemania no tuviera experiencia con los problemas del capitalismo y del industrialismo moderno. En ese país, Alemania, uno de los principales lemas, un lema muy popular, trajo millones de votos al Partido Nazi y era: «Acabemos con la esclavitud del interés. Sois esclavos de pagar intereses a los ricos y acabaremos con la esclavitud del interés.»
¿Qué es esta esclavitud del interés? Era una idea fantástica, pues eran realmente a las masas, a la gente más pobre, a la que las grandes empresas y otras instituciones pagaban intereses. Pero prácticamente nadie se opuso a este lema. Un eminente periódico alemán, quizá el periódico alemán mejor informado con respecto a los problemas económicos, el Frankfurter Zeitung, publicó un artículo en el que decía: «¿Ustedes, pueblo, que aceptan este programa del Partido Nazi de acabar con la esclavitud del interés, saben que son acreedores y no deudores?» Y lo eran, pero no lo sabían. El día en que el Frankfurter Zeitung publicó este artículo en su primera página, yo iba a Londres viajando en el expreso de un extremo de Alemania al otro, de la frontera austriaca de Alemania a la holandesa. Pude ver a la gente leyendo este artículo y me dije: «No entienden estas cosas y por tanto están condenados a sufrir las consecuencias.» ¿Y sufrieron las consecuencias? ¡Por supuesto! El tipo se volvió cero. Esta significaba que todos los activos, todos los ahorros de la gente, los acreedores, desaparecieron, en beneficio de los deudores.
La gente en un país como Estados Unidos ahorra en los años en que tiene pleno vigor y puede ganar dinero. No ahorran solo para atender situaciones inesperadas que pudieran producirse algún día: ahorran sistemáticamente para disfrutar de una renta sin tener que trabajar en la vejez. Por ejemplo, la gente contrata pólizas de seguros de vida, acumulan depósitos de ahorro y llegan a acuerdos con sus empleadores por los cuales estos están obligados a pagarles posteriormente cantidades concretas como derechos de pensión, etcétera. Cuando hay inflación en marcha, toda esta sufre porque está sufriendo constantemente con el progreso de la inflación, porque el progreso de la inflación significa que disminuye el poder adquisitivo de la unidad monetaria. Si queremos tener un sistema en el que la persona pueda planificar su propia vida y la vida de su familia, tenemos que tener un sistema en el que la gente pueda decir: «Si tengo la posibilidad de trabajar y ahorrar, mejorares mi condición y la de mi familia.» Luego hay que tener un sistema regular de lo que alguien solía llamar seguridad burguesa. Pero si los gobiernos destruyen los ahorros de sus ciudadanos una y otra vez mediante inflación, producen una situación en la que la gente hace lo que hacían esas personas en diversos países comunistas europeos y que se escuchan una y otra vez de violencia y acciones de destrucción.
El ejemplo de Alemania puede ayudaros a daros cuenta de sigue habiendo muchas cosas a aprender acerca de los problemas económicos por parte de todos, no solo los directores de los grandes bancos, los editores profesionales de revistas económicas, etcétera. Por esta razón, creo que todos deberían interesarse por estos problemas, no porque sean más importantes que otras cosas, ni debido al hecho de que uno debería aumentar su conocimiento teórico, sino debido al hecho de que uno debería saber, como votante y como ciudadano, cómo cooperar en la formación de su propio país, nación y todo el sistema econó0mico mundial. Esta es una de las razones por las se tendrían que tratar estos problemas. No son muy interesantes para muchos, no son fáciles de estudiar, pero hay ciertas razones para decir que son fundamentales para la conservación de la propia seguridad económica. Tenemos que cambiar la opinión de la gente que cree que el problema monetario es algo que afecta solo a grupo de negocios, pequeños grupos de gente, etcétera.
Envilecimiento de la moneda en los viejos tiempos
Hay una tendencia muy mala de algunos historiadores de atribuir virtudes a generaciones pasadas y defectos a los que viven hoy. Me haría muy infeliz si creyeran que lo que quería decir era que todas las épocas fueron muy virtuosas y que la inflación solo apareció desde la invención de la imprenta y el desarrollo del papel moneda. Pero ya había inflacionistas en las épocas muy anteriores a la imprenta. No deberían creer que la inflación es un defecto solo de nuestro tiempo. Pero los primeros gobiernos tenían un problema más difícil que los gobiernos modernos: los antiguos gobiernos tenían que tratar con dinero fabricado, acuñado, a partir de los metales preciosos de la plata o el oro. Y ni la plata ni el oro pueden aumentar en cantidad de la forma en que puede aumentarse y estamparse el papel como dinero. Una y otra vez aparecían problemas debido al hecho de que estas piezas, estas piezas monetarias, se trataban de una forma que violaba los acuerdos y dañaba los intereses de alguna gente en beneficio de otra. Si quieren estudiar hoy esta proceso, id a un museo en el que tengan moneda acuñadas en el pasado y ved lo que ocurría con las monedas de plata del antiguo Imperio Romano del siglo III. En una ciudad como Nueva York especialmente, tienen muchas alternativas de colecciones. Pueden ver esas monedas desde distintos puntos de vista. La mayoría las mira desde el punto de vista estético, pero también pueden verlas desde el punto de vista de la historia, no de las monedas, sino del dinero. Y ahí verán lo que hicieron los gobiernos para beneficiarse falsificando el sistema monetario, aumentando ilegalmente y contra los deseos del pueblo, la cantidad de dinero.
Los diversos tipos de dinero a menudo tuvieron que luchar contra dos males. Un mal, el raspado de las monedas, producía una disminución en el tamaño y peso de las piezas. Y el segundo mal, que estaba muy a menudo relacionado con el primero, cambiaba el color de las monedas de plata, prácticamente las únicas monedas que se usaban en aquellos tiempos. Lo que hacían muy a menudo esos gobiernos antiguos era acuñar las monedas con la forma habitual, pero mezclaban con la plata y el oro algunos metales menos preciosos, como el cobre. Por desgracia, el cobre tiene un color distinto de la plata y otro peso específico, así que podía descubrirse por gente que tuviera los métodos e instrumentos tecnológicos. Era un proceso muy difícil. Pero lo hacían. Y no lo mencionaban. Las monedas cambiaban lentamente de color en el curso de los años, se volvían un poco rojizas, no porque estuvieran afectadas por ideas políticas comunistas, a las que hoy llamamos rojas, sino porque los gobiernos que las fabricaban ponían cada vez más cobre en las monedas que se suponía que contenían solo plata pura. Cuando los gobiernos se hacían cada vez más agresivos, digamos, y añadían cada vez más cobre, el color de las monedas cambiaba todavía más. Además, la gente no es ciega al color, especialmente no es ciega al color con respecto al dinero. Esto era demasiado para el pueblo. Así que no era muy fácil continuar con esta ficción. Las monedas se volvían más rojas y cada vez más delgadas.
El gobierno mantenía que las nuevas monedas acuñadas por él no eran distintas de las monedas que habían acuñado antes. De una forma u otra era siempre una catástrofe para los ciudadanos que no sabían cómo luchar contra ello. Pero era un mal pequeño, a pesar del hecho de que los efectos, los efectos inevitables de la inflación, se hacían visibles incluso en aquel entonces. Llevaba algún tiempo a los ciudadanos sencillos descubrirlo. Pero incluso los ciudadanos con poca información y conocimiento del metal podían descubrir las diferencias entre una pieza de dinero acuñada legal y ritualmente (adecuadamente) y otra pieza que no. La gente pronto descubría que el gobierno podía gastar más y gastaba más que antes. Y los precios subían. El muy famoso emperador romano Diocleciano (286-305 aC) fue muy conocido en la historia de la religión (yo no diría que por sus buenas obras), pero también fue conocido en la historia de los anales monetarios. Cuanto más caía el contenido en plata con respecto al contenido en cobre de la moneda, más subían los precios. Y Diocleciano se comportó igual que lo hace nuestro gobierno actual. Dijo que era culpa de otros, culpa de los hombres de negocios. Y por tanto recurrió a los precios máximos. Nuestros precios máximos se imprimen en papel, pero en el siglo III, en tiempos del emperador Diocleciano, es sistema de precios máximos se grababa en piedra, de la forma en que hacemos con nuestros monumentos. Por tanto, su interferencia con el mercado se ha recordado debido a sus leyes de precios. Hoy seguimos teniendo grabada en piedra la ley de Diocleciano en la que decretaba precios máximos, con el mismo éxito (o digamos con la misma falta de éxito) que logran nuestras actuales leyes de precios máximos.
El poder de acuñación del gobierno empezó sencillamente con el hecho de que el gobierno dijo: «Esta es una cantidad definida, un peso definido y una calidad definida del metal precioso.» Antes de esto, bajo el antiguo derecho romano, el derecho romano original, el acto de comprar tierra requería la presencia de un hombre con una balanza para establecer el peso correcto de la cantidad de metales preciosos que entraban en la transacción. Al final de esta evolución, el gobierno suponía que tenía el derecho a decir qué es el metal precioso y cuál es una cantidad concreta de este metal precioso. Una evolución de miles de años (realmente miles de años, porque había estos problemas bajo condiciones especiales hace 2.000 años) significa que los gobiernos incluso entonces intentaban interferir en el mercado interfiriendo con el dinero.
Profesores de economía y la cantidad de dinero
Muchos profesores famosos de economía piensan que la oferta de dinero es insuficiente. Es increíble, pero tenemos ahora desde hace mucho tiempo, libros de texto que dicen, en cada nueva edición, que la cantidad de dinero debe aumentar un 2%, o un 5%, o un 7%. Lo cambian cada año. Esto no tiene ninguna importancia, la cantidad que recomiendan no es tan importante, lo que es importante es que dicen que ese incremento es bueno desde el punto de vista de sus políticas. ¡Maravilloso! El gobierno, los bancos, pueden distribuir más dinero, pero no pueden distribuir más bienes. Y este es el problema. Como este dinero adicional aumentaría los precios de los bienes, los que no consigan nada de este dinero adicional se ven dañados. Y es de esto de lo que la gente no se da cuenta, lo que no ve. Si este dinero aumenta cada año, solo significa que otros grupos pueden decir: ¿Por qué nosotros no ganamos más? Y entonces el gobierno les da también una cantidad y luego también en otros. Y esta es la situación que tenemos hoy. La pregunta siempre será: ¿A quién das esta cantidad adicional? Porque si la cantidad adicional se da algún otro, tu condición se verá perjudicada.
No digo que la cantidad de dinero deba incrementarse o que deba disminuir. No tiene sentido que la gente se queje en sus libros de texto acerca del aumento de riqueza de algunos grupos de población y la disminución de riqueza de otros grupos de población y luego recomiende políticas que producirán precisamente esas condiciones que consideran equivocadas. Desde el punto de vista de la mayoría de la gente, de las masas, un aumento en la oferta monetaria es malo.
Sin embargo, estos métodos inflacionistas son muy populares. Son populares porque son muy cómodos para el gobierno. También son muy cómodos desde el punto de vista de un cuerpo parlamentario. Al miembro del parlamento no se le hace responsable de impuestos más altos, pero acepta encantado la responsabilidad de mayores gastos. Por tanto, si leen esos informes de los parlamentos que no se reimprimen en todos los periódicos, descubrirán que la mayoría de los miembros del parlamento, de cualquier parlamento (no estoy hablando de los parlamentos de los países representados en esta sala), se apresuran a sugerir gastos adicionales y a sugerir impuestos adicionales del tipo que los votantes en su distrito no pagan. Al mismo tiempo, tienen algunas inhibiciones con respecto a lo que consideran la injusta sobrecarga de impuestos de sus votantes.
Una vez oí a un cargo público, el ministro de finanzas de un país que era famoso por su inflación y no por otra cosa, decir: «Mi ministro de educación dice que necesita más dinero. Soy el ministro de finanzas. Tengo que proporcionar dinero. Tengo que imprimir dinero.» No importa si el propósito es bueno o malo. Lo que produce es que ahora hay en el mercado una demanda adicional de productos y servicios que se creó de la nada.
Un aumento en la cantidad de muchas cosas es muy bueno: sí, un aumento en la oferta de esas cosas que son útiles. Pero un aumento en la oferta de, por ejemplo, ratas y ratones, no sería muy útil. Por suerte, este no es un problema en el que los hombres tengan que decidir, porque los intereses de todos están de acuerdo a este respecto. Pero sus intereses no están de acuerdo con respecto al dinero. Lo que equivoca el pensamiento de mucha gente y por desgracia también el pensamiento de aquella gente que está dirigiendo nuestras actividades gubernamentales y políticas, es la idea de que importa la cantidad de dinero. Indudablemente para el individuo es mejor tener más dinero que menos. Pero no es mejor para el sistema económico en general tener más dinero que menos. El dinero es un medio de intercambio. Y eso significa, ante todo, que su cantidad no tiene ninguna importancia para la perfección de sus funciones. Si se aumenta la cantidad total de dinero, la cantidad total del medio de intercambio, no se mejora las condiciones en general: solo se cambia las relaciones de intercambio entre las evaluaciones de los individuos de los bienes y servicios y de lo que se usa como dinero. Quiero dejar esto claro señalando un caso muy sencillo tomado de la actividad cotidiana.
El más abierto defensor y predicador de la inflación en nuestro tiempo, Lord Keynes, tenía razón desde su punto de vista cuando atacaba lo que llamaba la «Ley de Say». Ahora bien, la Ley de Say es uno de los grandes logros de los primeros tiempos de la teoría económica. El francés Jean-Baptiste Say,8 en la llamada Ley de Say, decía que no se puede mejorar las condiciones aumentando la cantidad de dinero en general: cuando el negocio no es bueno, no lo es porque no haya suficiente dinero. Lo que tenía Say en la cabeza, lo que decía cuando criticaba la doctrina de que debería haber más dinero, era que todo lo que alguien produce es al mismo tiempo una demanda de otra cosa. Si se producen más zapatos, esos zapatos son algo que se ofrece en el mercado a cambio de otros bienes. En definitiva, los bienes no se intercambian por dinero (el dinero es solo el medio de intercambio), los bienes se intercambian por otros productos. Y si se aumenta la cantidad de dinero no se mejora la situación de nadie, salvo del hombre concreto al que se le da: ese hombre puede entonces comprar más, puede entonces tomar más cosas del mercado.
Cuando la gente pregunta a un tendero: «¿Por qué no es mejor tu negocio? ¿Por qué no ganas más dinero?», el responde: «La gente no tiene suficiente dinero y por tanto mi negocio no va bien». Lo que quiere decir no es que toda la gente no tenga suficiente dinero, sino que sus clientes no tienen suficiente dinero. Dice: «Mis clientes desgraciadamente no tienen suficiente dinero y, por tanto, no me pueden comprar más». Si el tendero quiere ganar más y si sus clientes, tomados en conjunto, no son lo suficientemente ricos como para proporcionarle más negocio, le haría falta encontrar más clientes. Pero este tendero no quiere decir que se necesite más dinero en general.No dice que le interese todo el mundo, el dinero de todos. Lo que tiene en mente este tendero es más dinero para sus clientes. Esta es la filosofía del tendero.
Ahora bien, los gobiernos creen, tal vez sean inocentes en esto porque esta creencia se les ha transmitido por malos profesores, de que tendría que hacerse algo. Realmente todos están de acuerdo en que debería haber más dinero parta este o aquel propósito: ya sea para escuelas u hospitales o investigación científica o lo que sea no supone ninguna diferencia. Digamos que el gobierno dice que los funcionarios tienen salarios muy bajos: deberían tener salarios más altos. Como el propio gobierno no produce nada, el único método con éxito que puede seguir es gravar al pueblo y usar los ingresos recaudados para aumentar los salarios de ciertos funcionarios.
No hay posibilidad de que el gobierno aumente las condiciones de sus funcionarios de otra forma que tomando dinero del resto de la población y, por tanto, empeorando sus condiciones. Si el gobierno grava, se lleva algo de los contribuyentes, que se ven obligados a restringir sus gastos, pero no hay ninguna razón para cambios generales en los precios. Esa gente a la que el gobierno le da salarios más altos está en disposición de comprar lo que otra gente solía comprar y ya no puede porque tuvo que pagar impuestos. Los cambios se producirían por el hecho de que algunas cosas que el contribuyente Mr. A solía comprar ahora ya no las compra Mr. A sino el funcionario Mr. B. esto tendería a aumentar los precios de algunas cosas que compra Mr. B y a reducir los precios de las cosas que Mr. A ya no puede comprar. Pero no tiene lugar ningún cambio revolucionario en el nivel general de precios. Esto es lo que pasa continuamente en un país cuyo gobierno tiene un presupuesto equilibrado. Pero hay otra forma, otro método. Y el gobierno usa este otro método.
El gobierno imprime el dinero adicional. Como saben, es muy fácil para el gobierno imprimir dinero. Y si el gobierno imprime este dinero, ¿cuál es el efecto? El efecto es que aquellos a quienes el gobierno da este nuevo dinero, es este caso los funcionarios, están ahora en disposición de de comprar más. Nada ha cambiado en el mundo: todo está como ayer, no hay más bienes disponibles, pero hoy hay más dinero porque el gobierno lo creó y se lo entregó a ciertos funcionarios, digamos a trabajadores del ejército. Puede ser para el mejor fin posible. No discutimos las cosas en el presupuesto del gobierno, sino solo la cantidad total. Y ahora el gobierno da dinero a algunos y estos aparecen en los mercados con demanda adicional, con una demanda que ayer no existía. A Lord Keynes le entusiasmaba esta demanda, ya saben, pensaba que era maravillosa, de verdad. Decía que esta mayor demanda producía demanda efectiva. Por supuesto, es una descripción muy correcta. Pero la cosa es que los precios están aumentando. ¿Pero qué significa esto?
Tomemos las patatas como ejemplo. No hay más patatas en el mercado. Pero hay más dinero en las manos de personas que quieren comer patatas. Mientras que ayer bastaba con un dólar para que un hombre comprara las patatas que necesitaba, hoy necesita más. Hoy necesita, digamos, dos dólares, solo porque hay más dinero, no porque haya cambiado ninguna otra cosa. Si solo ofreciéramos un dólar, entonces el hombre que obtuvo el dinero adicional del gobierno diría: «¡Vaya, vaya! Pagará 1,10$ y conseguiré las patas y tú te irás a casa con las manos vacías». Y esto es lo que estamos todos experimentando hoy: los precios aumentan debido a la inflación.
El gobierno aumenta la cantidad de dinero. Todos los males bajo los cuales estamos sufriendo en nuestras condiciones de mercado cada día se deben al hecho de que los gobiernos creen que es permisible y natural fabricar dinero para aumentar el poder público para gastar. Para gastar más, los gobiernos no tienen que hacer prácticamente nada, salvo dar una orden a una imprenta: «Imprima una cantidad de dinero, dénosla». Si los ciudadanos privados hicieran esto, al gobierno no le gustaría. Hay muchas imprentas en el país y la mayoría de estas imprentas estaría en disposición de imprimir billetes de dólar. Lo que impide que el ciudadano individual no imprima billetes de dólar son una serie de leyes que hacen de esto un delito y que el gobierno tenga el
poder para impedirlo arrestando a gente y encarcelándola y todo eso. Y este es el problema monetario. Aparte del hecho de que esto lleva a una situación muy mala para quienes no fueron los receptores del nuevo dinero adicional, porque no han recibido más dinero y ahora afrontan precios más altos.
Dos problemas monetarios
La función del gobierno es prevenir la violencia. La función que el gobierno adoptó, aceptó y mantuvo con respecto al dinero fue decir lo que las partes habían querido decir y las si las partes del acuerdo habían hecho o no lo que estaban obligados a hacer de acuerdo con el acuerdo que habían aceptado voluntariamente. En estos acuerdos, la palabra dinero se usó para especificar el medio de intercambio utilizado por las partes cuando se encontraron, cuando llevaron a cabo el contrato. Pero cuando los gobiernos afrontaban esta situación, adoptaban el privilegio de acuñar el metal usado en estos acuerdos y de usar las monedas, al principio sin malas intenciones. Al principio esto no significaba nada más que la declaración del gobierno de que la moneda era una pieza de metal de un peso concreto y que podía ser usada como tal entre las partes. Pero una y otra vez en diversas naciones, los gobiernos abusaban de la posición que esto les daba. La situación era sencillamente esta. Ya en tiempos muy antiguos, en la historia de casi todos los grupos de naciones y de toda civilización se desarrolló entre los gobiernos que hacían esto, estas piezas de metal acuñadas de una forma concreta, la idea de que tenían el derecho a (me cuesta mucho decir esta palabra) estafar. Si se habla de todas estas cosas, no debe olvidarse que lo hicieron con una mala conciencia. Pero cuando el gobierno se implicó con el dinero, esto llevó a dos problemas.
El primer problema, el que no es reconocido como un problema monetario por el gobierno, por portavoces y escritores oficiales, es el del aumento de precios, la llamada inflación. Una de las características más importantes de la nueva Economía,9 antes llamada sencillamente mala economía, es el cambio del significado de los términos. No hace mucho, inflación significaba un aumento considerable en la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero en circulación. El efecto de ese aumento era siempre una tendencia general de los precios al alza. Todos sabían esto y lo admitían y indudablemente el gobierno también lo sabía. Hoy la terminología, la terminología oficial, se ha cambiado. Tenemos que darnos cuenta de que el término inflación se usa hoy en las discusiones populares sobre el tema de una forma que es muy distinta del significado a él atribuido en el pasado. La gente llama ahora inflación al aumento de precios, mientras que en realidad la inflación no es el aumento de precios, sino el aumento en la cantidad de dinero que produce el aumento en los precios.
La gente hoy en día no habla del aumento en la cantidad de dinero; este es un tema que los representantes de nuestra doctrina oficial no quieren mencionar. Hablan solo del hecho de que los precios se mueven al alza. Esto, el efecto, es a lo que llaman inflación. No mencionan en absoluto el hecho precedente, la causa del movimiento al alza, el aumento en la cantidad de dinero. Suponen que el gobierno no tiene nada que ver, que el gobierno solo quiere mantener estables los precios. Sencillamente suponen que el movimiento al alza de precios y salarios, al que llaman inflación lo causa la maldad de gente fuera del gobierno, gente mala que aumenta los precios.
El segundo problema es el mismo aumento real en la cantidad de dinero. Hablemos de un país fantásticamente pequeño, digamos Ruritania. Su gobierno quiere conseguir dinero para algunos de sus gastos. El gobierno dice, por ejemplo, que ciertos trabajadores deberían tener salarios más altos. La cantidad total de impuestos públicos es de un millón de unidades de la unidad monetaria. Sí. Pero el gobierno quiere gastar dos millones. El gobierno añade al millón de unidades recaudadas de los ciudadanos y segundo millón que ha imprimido concretamente para este fin. El resultado es que una mayor cantidad de dinero se intercambia en el mercado por una cantidad no aumentada de bienes reales, de bienes de consumo y otras cosas. Y esto significa que los precios deben necesariamente subir. El gobierno tiene un grupo de hombres preparados que tratan de ocultar está muy sencilla relación utilizando expresiones que a veces no significan nada y a veces significan precisamente lo contrario de lo que está pasando realmente en el sistema económico.
Para entender qué significa esto debemos hacernos primero algunas preguntas. ¿Cuáles son los efectos necesarios e inevitables de un aumento en la cantidad de dinero? ¿Cuál es el efecto de que gobierno gaste más de lo que recauda en impuestos o toma prestado de la gente aumentando la cantidad de dinero? ¿Cuál es el efecto sobre los precios cuando los que reciben parte de esta cantidad aumentada la gastan?
No deberíamos ser muy estrictos juzgando a los gobiernos que aumentan la cantidad de dinero porque quieren gastar más de lo que recaudan del pueblo. La situación en el Parlamento, el Congreso o el cuerpo parlamentario es que hay, por un lado, un impuesto muy impopular, muy impopular, y por el otro hay un gasto muy popular. Ya saben que los gastos públicos son siempre populares entre la gente que recibe el dinero que gasta el gobierno. Esto es un hecho, ya lo saben; no se puede cambiar. Hay un gasto muy popular. Y las elecciones no están lejos. ¿Qué hace entonces el gobierno en esa situación, un gobierno débil? No digan que se estuvieran al mando tendrían un gobierno mejor, tal vez también serían débiles en esta situación. El gobierno recurre a la inflación y eso significa un aumento en la cantidad de dinero. Y este es el segundo problema monetario.
Financiamiento del déficit y expansión del crédito
Supongo que saben cómo se desarrolló el sistema bancario y cómo los bancos pueden mejorar los servicios prestados por el oro transfiriendo activos de una persona a otra en las contabilidades de los bancos. Cuando se estudia el desarrollo de la historia del dinero se descubre que ha habido países en los que había sistemas en los que todos los pagos se hacían mediante transacciones en las cuentas de un banco o de varios bancos. Las personas contrataban una cuenta pagando oro a este banco. Hay una cantidad limitada de oro, así que los pagos que se hacían eran limitados. Y era posible transferir oro de la cuenta de un hombre a la cuenta de otro. Pero entonces el gobierno empezó a hacer algo que solo puedo describir en términos generales. El gobierno empezó a emitir papel que quería que hiciera el papel, realizar el servicio, del oro. Cuando la gente compraba algo, esperaba recibir de su banco una cierta cantidad de oro para pagarlo. Pero el gobierno se preguntaba: ¿Cuál sería la diferencia si la gente realmente consiguiera oro y o si obtuviera un título del banco que les diera el derecho a pedir oro? Sería totalmente lo mismo para ellos. Así que el gobierno emitió billetes o dio al banco el privilegio de emitir billetes, que daban al receptor el derecho a pedir oro. Esto llevó a un aumento en el número de billetes que daban al tomador el derecho a pedir oro.
No hace mucho nuestro gobierno proclamó un nuevo método para hacer a todos prósperos: un método llamado financiamiento del déficit. Es una palabra maravillosa. Saben, los términos técnicos tienen la mala costumbre de ser entendidos por la gente. El gobierno y los periodistas que escribían para él nos hablaban de esta financiamiento del déficit. ¡Era maravillosa! Se consideraba algo que mejoraría las condiciones en todo el país. Pero si se traduce esto al lenguaje más común, el lenguaje de los iletrados, se dice dinero impreso. El gobierno dice que esto solo se debe a la falta de educación: si se tuviera educación, no se diría dinero impreso, se diría financiación en déficit o gasto en déficit. ¿Qué significa esto? ¡Déficits! Esto significa que el gobierno gasta más de lo que recauda en impuestos y en tomar prestado de la gente, significa gasto público para todos esos fines para los que el gobierno quiere gastar. Esto significa inflación, poner más dinero en el mercado, no importa para qué fin. Y eso significa reducir el poder adquisitivo de cada unidad monetaria. En lugar de recaudar el dinero que el gobierno quería gastar, el gobierno fabricó el dinero. Imprimir dinero es lo más fácil. Todo gobierno es lo suficientemente listo como para hacerlo.
Si el gobierno quiere pagar más dinero que antes, si quiere comprar más productos para algún fin o aumentar los salarios de los funcionarios, no hay otra vía bajo condiciones normales que recaudar más impuestos y usar estos mayores ingresos para pagar, por ejemplo, los mayores salarios de sus empleados. El hecho de que la gente tenga que pagar mayores impuestos para que el gobierno pueda pagar salarios mayores a sus funcionarios significa que los contribuyentes se ven obligados a restringir sus gastos. Esta restricción de compras por parte de los contribuyentes compensa la expansión de de compras por parte de quienes reciben el dinero recaudado por el gobierno. Así, esta simple contracción del gasto por parte de algunos, los contribuyentes a los que se les quita el dinero para dárselo a otros, no produce un cambio general en los precios.
La cosa es que la persona no puede hacer nada que haga que funcionen las máquinas y el mecanismo inflacionistas. Esto lo hace el gobierno. El gobierno crea la inflación. Y si el gobierno se queja del hecho de que los precios están aumentando y nombra comités de hombres preparados para luchar contra la inflación, solo tenemos que decir: «nadie más que tú, el gobierno produce inflación, ya lo saben.»
Por otro lado, si el gobierno no aumenta los impuestos, no aumenta sus ingresos corrientes, sino que imprime una cantidad adicional de dinero y lo distribuye a los funcionarios, aparecen nuevos compradores en el mercado. El número de compradores aumenta como consecuencia, mientras que la cantidad de bienes ofrecidos para la venta sigue igual. Los precios aumentan necesariamente, porque hay más gente con más dinero pidiendo productos que no han aumentado su oferta. El gobierno no habla del aumento en la cantidad de dinero como inflación, llama inflación al hecho de que aumenten los precios de los productos. El gobierno luego pregunta quién es responsable de esta inflación, es decir, de los precios más altos. La respuesta: la gente mala. Pueden no saber por qué aumentan los precios, pero sin embargo están pecando por poner precios más altos.
La mejor prueba de que la inflación, el aumento en la cantidad de dinero, es muy mala es el hecho de que quienes crean la inflación niegan una y otra vez, con el máximo fervor, que sean los responsables. ¿Inflación?, preguntan. ¡Oh! Eso es lo que vosotros están causando al poner precios más altos. No sabemos por qué suben los precios. Hay mala gente que está haciendo que los precios suban. ¡Pero no el gobierno! Y el gobierno dice: ¿Precios más altos? Mirad a esta gente, esta gran empresa, este mal hombre, el presidente de esta empresa… Incluso si el gobierno culpa a los sindicatos (no quiero hablar de los sindicatos), incluso entonces tenemos que darnos cuenta de que lo que los sindicatos no pueden hacer es aumentar la cantidad de dinero. Y, por tanto, todas las actividades de los sindicatos están dentro del marco que crea el gobierno al influir en la cantidad de dinero.
La situación, la situación política, la explicación del problema de la inflación, sería muy distinta si la gente que está creando la inflación, el gobierno, dijera abiertamente: «Sí, nosotros la creamos. Estamos creando inflación. Por desgracia, tenemos que gastar más de lo que la gente está dispuesta a pagar en impuestos». Pero no dicen esto. Ni siquiera dicen abiertamente a todos: «Hemos aumentado la cantidad de dinero. Estamos aumentando la cantidad de dinero porque estamos gastando más, más de lo que nos están pagando». Y esto nos lleva a un problema que es puramente político. Aquellos en cuyos bolsillos va primero el dinero adicional se benefician de la situación, mientras que otros se ven obligados a restringir sus gastos. El gobierno no reconoce esto, ni dice: Hemos aumentado la cantidad de dinero y, por tanto, los precios suben. El gobierno empieza diciendo: Los precios suben. ¿Por qué? Porque la gente es mala. Es tarea del gobierno impedir que la gente mala produzca este movimiento al alza de los precios, esta inflación. ¿Quién puede hacer esto? ¡El gobierno! Luego el gobierno dice: Impediremos los beneficios extraordinarios y todo eso. Esta gente, los que obtienen beneficios extraordinarios, son los que crean la inflación: están poniendo precios más altos. Y el gobierno elabora guías para quienes no quieran estar a mal con el gobierno. Luego añade que esto se debe a presiones inflacionistas. Han inventado muchas otras expresiones que no puedo recordar, esas expresiones absurdas, para describir esta situación: inflación empujada por los costes, presiones inflacionistas y similares. Nadie sabe qué es una presione inflacionista, nunca se ha definido.10 Lo que está claro es qué es la inflación.
La inflación es un añadido considerable a la cantidad de dinero en circulación. Este movimiento al alza de los precios debido a la inflación, debido al hecho de que el sistema estaba inflado con cantidades adicionales de dinero, aumenta los precios. Y este sistema puede funcionar durante algún tiempo, pero solo si hay algún poder que restrinja el deseo del gobierno de expandir la cantidad de dinero y sea lo suficientemente poderoso como para tener cierto grado de éxito a este respecto. Los males que reconocen el gobierno, sus ayudantes, sus comités y otros, están relacionados con esta inflación, pero no en la forma en que se explican. Esto demuestra que la intención de los gobiernos y sus propagadores (propagandistas, promotores) es ocultar la causa real de lo que está pasando. Si queremos tener un dinero que sea aceptable en el mercado como medio de intercambio, debe ser algo que no pueda aumentarse con beneficios para nadie, ya sea un gobierno o un ciudadano. Los peores fracasos del dinero, las peores cosas hechas al dinero no las hicieron delincuentes sino gobiernos, que muy a menudo tendrían que ser considerados, en general, como ignorantes, pero no como delincuentes.
Expansión del crédito y el ciclo económico
¿Qué es entonces la expansión del crédito? La expansión del crédito también es inflación. La razón para hacer una distinción entre expansión del crédito y simple inflación se debe a los distintos efectos que tiene una cantidad adicional de dinero al entrar en el sistema económico por las dos rutas diferentes. En la inflación simple, el nuevo dinero entra por el gasto del propio gobierno. El gobierno gasta las sumas adicionales creadas, por ejemplo, para el fin de llevar a cabo una guerra. El efecto de este gasto es que suben los precios de las cosas que compra el gobierno y los consumidores empiezan a atesorar. Con la expansión del crédito, las cantidades adicionales de dinero entran en el sistema económico, no a través del gasto público, sino mediante préstamos de crédito recién creado para los empresarios por los bancos. Así que suben los de las cosas que compran las empresas. Esto lleva a un auge en los negocios. Si no se detiene este auge a tiempo, se convierte en una gran crisis económica. Este es el ciclo económico, el fenómeno más interesante del sistema capitalista.
El ciclo económico se debe al hecho de que los bancos expanden el crédito y esta expansión del crédito produce una expansión de los negocios. Pero como no aumentan las cantidades de los bienes de producción, de los bienes de capital, hay una sobreexpansión de algunos negocios, pero no una sobreinversión general, como la llaman algunos intermediarios financieros, a lo largo de toda la economía. La característica importante del auge es esta sobreexpansión por la rebaja artificial del tipo de interés para crear la expansión del crédito. Esto equivoca a los empresarios, que piensan que hay una mayor cantidad de bienes de capital disponibles de la que existe realmente y que ahora son posibles ciertos proyectos que habrían sido imposibles con tipo de interés más alto. De hecho, lo único que está disponible de nuevo es una mayor cantidad de crédito creado precisamente para este fin. Este sistema, este auge, continúa hasta que finalmente se viene abajo cuando resulta evidente que la llamada sobreinversión es en realidad una mala inversión o una sobreexpansión en algunas áreas de la economía.
En todo caso, tenemos ahora una situación en la que todos los países principales del mundo quieren expandir, tener un tipo inferior de interés. La gente siempre ha sido hostil al interés como tal, considerándolo como usura. Ha prevalecido desde hace mucho tiempo la idea de que el tipo de interés es algo que puede ser manipulado a voluntad por el gobierno y los bancos. La razón para esta actitud es una mala comprensión del todo el sistema económico moderno. Lo que genera problemas muy grandes es el deseo de todos los países, o digamos de los inflacionistas de todos los países, de tener un tipo de interés más bajo. Lo que me preocupa ahora mismo son los efectos que esta tendencia por parte de todos los países tenga sobre los precios, ahorros e inversiones del mercado.
Si los países tienen una divisa internacional o si tienen divisas nacionales que estén desligadas del oro, la gente estará a favor de aumentar la cantidad de dinero. Poca gente está a favor de disminuir la cantidad de dinero y de las bajadas de precios. Si un gobierno quiere hacerse popular, tratará de aumentar los precios para beneficiar a los consumidores, para beneficiar a los productores y especialmente para beneficiar a los sindicatos. Habrá por tanto una tendencia hacia un aumento en la cantidad de dinero. Un aumento en la cantidad de dinero produce precios más altos. Y si hay una tendencia a precios más altos, también hay necesariamente una tendencia a que suban los tipos de interés. Recientemente un columnista escribía en un semanario importante que hemos domeñado el ciclo económico. Quizá leyeron esta columna, yo la leí solo una hora antes de irme para venir a esta reunión. Pero en realidad, no hay nada que domeñar, salvo que sea a los inflacionistas, quienes quieren mantener bajos los tipos de interés y expandir artificialmente el crédito, lo que no piensan que las condiciones determinadas por el ahorro de la gente son satisfactorias.
Los tipos de interés deben subir cuando haya una tendencia general de los precios a subir, porque si se compran productos en lugar de prestar dinero y guardar los productos, se obtiene un beneficio extra en esa situación por el aumento en los precios de los productos comprados. Por tanto, la gente preferirá no prestar dinero a nadie si no hay una indemnización ene l tipo de interés que está recibiendo por el beneficio que podría obtener comprando productos o acciones por sí misma y manteniéndolos durante un tiempo hasta que suban los precios. Por tanto, el estado de cosas en el que los precios estén subiendo es necesariamente un estado de cosas en el que también subirá el tipo de interés, porque bajo esas condiciones el tipo de interés debe contener un elemento al que he llamado prima de precio, que es una indemnización por el beneficio que el prestamista de dinero podría ganar comprando productos en lugar de dar un préstamo.
Ahora, cuando los tipos de interés están subiendo, la gente dirá que lo que hace falta para luchar contra los altos tipos de interés es aumentar la cantidad de dinero. Pero la situación es precisamente la opuesta. El único método para tener tipos de interés más bajos no es tener inflación, es eliminar del poder del gobierno el problema de aumentar o disminuir la cantidad de dinero. El gobierno siempre estará a favor de la inflación, porque los gobiernos siempre quieren gastar más. Por tanto, habrá un desacuerdo general acerca de las políticas.
Los principios de la inflación se caracterizan siempre por el hecho de que quienes son favorecidos por la inflación son los primeros en declarar que las condiciones son muy buenas y que quieren que el gobierno continúe. El gobierno quiere poder decir a los votantes, al pueblo, Nunca tuvieron un momento tan maravilloso como el que disfrutan ahora. Y ese tiempo tan maravilloso puede acabar fácilmente en muy poco tiempo por la inflación, como saben Solo después la gente descubre cuáles son los resultados. Y solo después descubre que esto significa al mismo tiempo la destrucción de los ahorros de toda esa gente que no es propietaria de algún inmueble o alguna empresa.
La balanza de pagos
Si un gobierno no sabe qué hacer, quiere sobornar a la gente pagándole algo, pagando sin haber recaudado con impuestos los medios requeridos para este pago. Y esto es lo que están haciendo los gobiernos. Es inflación, ya saben. En todas partes se oye hoy que los gobiernos hablan sobre inflación. Describen la inflación como precios más altos, como algo que ocurre (no se sabe por qué). O, de acuerdo con otra versión, dicen que se debe a las actividades, a las malas acciones de la gente. La gente es responsable. Tomemos el caso más popular, el problema del cambio de moneda. Hoy estamos en una situación en la que los diversos gobiernos no actúan concertadamente en sus medidas inflacionistas. Eso significa que un gobierno va más allá en sus medidas inflacionistas que otros. Y por tanto, hay cambios continuos en las tasas de intercambio mutuo de la moneda pública de los diversos países.
Lo que no quiere admitir el gobierno que impulsa la inflación es que el papel moneda que ha emitido sea en modo alguno menos valioso que el que quiere reemplazar. Tenemos ahora mismo inflación, de hecho en todo el mundo. También tenemos inflación en este país y tremendos déficits en el presupuesto que se cubren con la emisión de nuevo papel moneda. Y el gobierno sostiene que esto no tiene nada que ver con los problemas monetarios.
De lo que tenemos que darnos cuenta es que en el mercado, en todos los mercados sin ninguna excepción, ya sean mercados nacionales o el mercado mundial, prevalece el principio de paridad de poder adquisitivo. Este es un principio fundamental del mercado. Significa que prevalece una tendencia hacia la igualación de los tipos de cambio entre los diversos productos y el dinero: entra los propios productos, entre los productos y el dinero y entre las distintas monedas que circulan en el mundo. Esta es la interpretación, la interpretación correcta de lo que pasa con respecto a la relación entre los distintos productos.
Si hay una desviación de esta paridad de poder adquisitivo, entonces hay vía libre para que los empresarios obtengan beneficios. Y el propósito de todas las transacciones en el mercado es hacer que desaparezcan esas ocasiones de obtener ganancias comprando con una divisa y vendiendo con otra. Es imposible que se mantenga un estado de cosas en el que puedan prevalecer esas diferencias entre los poderes adquisitivos de las diversas divisas. En la medida en que los gobiernos tratan de hacer imposibles esos intercambios, hay un fin de los negocios, un fin en la compra y venta, pero no igualación de los precios expresada en las diversas divisas del mundo. Por
tanto, es imposible que un país o gobierno impida la devaluación de su divisa, si esta divisa está aumentando, sin conservar su paridad contra el dinero original con el que el gobierno pretende que todavía existe la paridad. Todo esto significa finalmente que solo el patrón oro, el patrón oro puro y completo, está libre de interferencia pública con los precios y con el valor de todas esas cosas que se expresan en términos de dinero.
Cuando se discuten nuestros problemas monetarios, nunca se oye a los representantes del gobierno o a los economistas oficiales de todos estos comités establecidos para este fin referirse al hecho de que hay gasto en déficit, de que hay un aumento en la cantidad de dinero. Y si hay algunos problemas a tratar, la valoración inferior, el menor poder adquisitivo, del dinero emitido por el gobierno frente al dinero que una vez se pensó que representaba, el dinero de oro, entonces los gobiernos, y el primero de todos el gobierno americano y sus asesores, se refieren a una doctrina que ha sido desacreditada hace muchísimos años: la doctrina de la balanza de pagos. No quiero explicar la historia de esta doctrina, no demostrar cómo fue desacreditada. Más bien quiero analizar la solución que ha sugerido el gobierno para sanar los males monetarios, la solución desde el punto de vista de la doctrina de la balanza de pagos.
A los ojos del gobierno, el mal es la menor valoración del dinero emitido por el gobierno frente al dinero que una vez se pensó que representaba. Y esto, dicen, se debe al hecho de que hay algunos ciudadanos muy malos en el país, que están gastando nuestro dinero (quiero poner nuestro dinero entre comillas), gente que está usando nuestro dinero y por tanto está derrochando nuestro dinero para comprar en el extranjero productos absolutamente malos: en champán francés y otros vinos franceses, por ejemplo. Y la solución recomendada es hacer imposible por medio de la legislación que esta gente use nuestro dinero (otra vez con comillas) para la compra de cosas tan inútiles como vinos franceses. Dicen que la razón por la que los precios expresados en dólares y los precios expresados en otras divisas estén aumentando se debe a vosotros, el pueblo. El pueblo es responsable, según los gobiernos, porque está bebiendo champán importado y porque viaja a países extranjeros. ¿Por qué hablan de champán y de viajar a países extranjeros? Porque, según piensan los gobiernos, estas son cosas de lujo. Por tanto, lo que hace el gobierno es sencillamente: «Ved esa mala gente que está bebiendo champán. Son los responsables de la inflación, de los precios más altos, son responsables de todos los males bajo el sol». La forma en que el gobierno americano trata este problema es solo una de las formas en que el gobierno justifica su acción. Esta es la «excusa del lujo.»
Pero hay una segunda excusa: la excusa de las necesidades de la vida, que dan los países cuando las importaciones consisten predominantemente en bienes que son considerados, por la opinión pública, como necesarios e indispensables. En esos países, (por ejemplo, en los países europeos que son predominantemente industriales, exportando productos industriales, manufactureros, para importar alimentos y materias primas) dicen: «Lo que es responsable de nuestra evolución desfavorable de nuestras tasas de cambio de moneda es el hecho de que somos pobres en la medida en que no podemos producir en nuestro propio territorio todos los alimentos y materias primas necesarios y tenemos que importarlos. Estas otras naciones, las naciones que tienen, nos están explotando.» Esta es, por ejemplo, la versión que usó Mussolini para justificar su agresión: «¿Por qué debemos ir a la guerra contra otros países? Porque estamos obligados a importar cosas que son absolutamente necesarias para soportar la vida y la salud y otras cosas de nuestra población.»
Lo que no dice el gobierno, cuando culpa a la balanza de pagos del efecto de la inflación sobre la paridad de poder adquisitivo, es que si se impidiera que la gente gastara dólares para importar champán, compraría alguna otra cosa. No pondría los dólares en un paquete y se lo mandaría al gobierno para que este tuviera más dinero para pagar los déficits de sus empresas, correos, por ejemplo. Si en lugar de comprar champán importado compran otras cosas en el mercado nacional, los precios de esas cosas aumentarán debido al hecho de que ahora hay mayor demanda de ellas. Esto producirá precios más altos para algunas cosas que antes se exportaban. Y esas cosas se volverán más caras, menos disponibles y ya no se exportarían. Si los gobiernos fueran coherentes o pudieran ser coherentes a este respecto, harían imposibles todas las importaciones e impedirían todo negocio con países extranjeros, restringirían necesariamente las exportaciones en el mismo grado en que están restringiendo las importaciones y esto produciría restricción, el completo fin del comercio internacional. Y todos los países estarían aislados económicamente.
¿Por qué esta mala situación de la balanza de pagos se produce solo entre unidades nacionales y no dentro de la unidad nacional? En Europa hay varios gobiernos, o varias naciones, cuya población es más pequeña o no mucho mayor que la población de muchos estados americanos. ¿Por qué no se oyen quejas similares en los diversos estados de las que se oyen sobre el comportamiento de una gente que está comprando champán y por tanto enriqueciendo a Francia y empobreciendo a Estados Unidos? Porque los diversos estados de la unión no tienen una política monetaria independiente: no puede haber inflación en Iowa que no sea al mismo tiempo y en el mismo grado inflación en los demás 49 estados de la unión. Y no hace falta ir a los estados. Cuando la gente dice que lo que está mal en la relación entre Estados Unidos y Francia es que Francia produce y vende a Estados Unidos solo bienes que son frívolos, muy malos, inmorales (libros, noveles, actuaciones teatrales, producciones de ópera y conciertos en París y champán, lo que es lo peor de todo) se puede decir lo mismo sobre, digamos, Brooklyn y Manhattan. Manhattan produce obras teatrales, conferencias, conciertos, etcétera en cantidades más grandes para la gente de Brooklyn, mientras que esta gente de Brooklyn gasta dinero en Manhattan. Normalmente, una persona de Brooklyn podría decir: «¿Por qué gasta mi vecino su dinero en acudir a una función de ópera en Manhattan? ¿Por qué no gasta su dinero en Brooklyn?» Y si se va paso a paso en esa dirección, se llega a la autarquía perfecta, la autosuficiencia, el aislamiento, el aislamiento económico de cada familia individual y tal vez incluso dentro de la familia. ¿Por qué no debería un niño, opuesto a sus hermanos o sus padres, decir consecuente y coherentemente «Quiero se autárquico» por la misma razón por la que alguno de los países del mundo quiere ser autárquico e impedir la importación de cosas de otros países?
Analicemos ahora cuáles sería el efecto de esa medida (impidiendo que los americanos importen vino francés, champán u otras cosas). Indudablemente produciría una dificultad en el negocio de los productores franceses de vino. Y el precio que tendrían que cobrar tendría que caer para hacer posible que vendieran toda su producción, su producción completa, en algún otro lugar, ya sea en Francia o en otros países. Tendrían que vender a precios más bajos que aquellos que habrían recibido si los americanos hubieran comprado este producto francés. Esto significaría que habría ahora a Francia gente que ya no estuviera en disposición de mantener el nivel de vida que mantenían hasta ahora. Tendrán que restringir su consumo. Por ejemplo, tendrán que restringir las compras de productos importados, digamos automóviles americanos. Y de esta forma se ajustarían a la nueva situación. Esto significa que cuando se prohíbe la importación de algunos bienes de países extranjeros, necesariamente se hace disminuir, no solo las importaciones americanas, sino también aquellas exportaciones americanas que se hubieran vendido en pago por estas importaciones de bienes franceses de lujo. Y esto no se refiere solo a Francia. La conexión es un poco más complicada: hay otros países afectados, los franceses no solo restringen su consumo de bienes americanos, sino que restringen también la importación de bienes de otros países. Y luego esos países están en la cadena de causación que acaba produciendo necesariamente también una caída en las exportaciones americanas.
Si todos los países del mundo, manteniendo coherentemente esta teoría de la balanza de pagos, fueran a actuar de la misma forma con el fin de hacer independientes sus divisas domésticas de la valoración internacional, es decir, su paridad de poder adquisitivo, este sistema al final acabaría con todo tipo de comercio internacional. Se impedirían todas las importaciones. Y el resultado de impedir todas las importaciones significaría, por supuesto, también el fin del comercio exportador. Todos los países serían autosuficientes, autárquicos, como dice el término griego. Hubo un periodo así en la historia. No hace mucho había muchos países en el mundo que no tenían relaciones comerciales con otros países, especialmente con países muy lejanos. Y hubo hace muchísimo tiempo un periodo en la historia en el que no había comercio exterior en absoluto. Y cuando se desarrolló el comercio exterior siempre significó exportar e importar.
El comercio exterior no tiene un solo lado. Siempre es necesariamente un intercambio mutuo de productos y servicios entre diversos países. No tiene nada que ver con la evaluación del poder adquisitivo de la unidad monetaria. No es la importación de vinos franceses lo que hace que suba el precio de los productos nacionales. El precio de estos productos nacionales sube debido al hecho de que el gobierno ha aumentado la cantidad de dinero y, por tanto, como se expresaba de una forma muy cuestionable, «una mayor cantidad de billetes americanos está ahora persiguiendo una cantidad no aumentada de bienes disponibles para consumo». Si se detuvieran todas las importaciones y exportaciones, los diversos países volverían a la autarquía, tendrían que renunciar a todas las ventajas que resultan de intercambio con otros países.
La única cosa que podemos aprender de toda la situación es esta. El mercado, la gente comprando y vendiendo en el mercado fuera del gobierno, ha desarrollado en el curso de siglos un sistema de dinero basado en metales preciosos, plata y oro. Los gobiernos interferían una y otra vez. La interferencia pública excluyó la plata del sistema monetario que había desarrollado el mercado, dejando solo el oro como dinero. Aun así, los gobiernos (los gobiernos individuales, los diversos gobiernos y ahora la cooperación de los diversos gobiernos en el Fondo Monetario Internacional) aún no han conseguido la demolición de este sistema. Se siga lo que se diga acerca de él, hay que darse cuenta de que el dinero es una creación del mercado, una creación de la gente comprando, vendiendo y produciendo. No es algo que el gobierno pueda manipular solo para hacer posible que el gobierno gaste más de lo que el pueblo está dispuesto a pagar.
Liquidez interbancaria
Ahora tenemos otro problema que normalmente se considera como un asunto monetario normal. Diversos comités públicos de catedráticos y representantes de diversos bancos centrales están estudiando un problema al que a veces se refieren como el de la liquidez interbancaria o como el problema de las reservas bancarias. ¿Cuál es exactamente este problema? Creo que la forma más fácil de entender este problema es referirse a las condiciones que existían en los mercados monetarios mundiales desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. En ese momento, las naciones económicamente más importantes del mundo estaban todas en el patrón oro u oro cambio y les interesaba mantener la paridad con el oro de su divisa nacional. Al mismo tiempo, querían mantener un tipo de interés bajo en los mercados monetarios de sus respectivos países y expandir el crédito, tener expansión del crédito, para estimular los negocios y producir un auge.
Los gobiernos se interesaban por entrar en el mercado y destruirlo porque querían gastar dinero, más dinero del que los ciudadanos estaban dispuestos a pagar. No hablo de Estados Unidos, sino de casi todos los demás países del mundo. Para el gobierno era siempre un problema decir a los ciudadanos, especialmente si ya estaban pagando impuestos altos: Queremos más dinero. ¿Y para qué? Para pagar los déficits de nuestras empresas. No olviden el problema de las empresas públicas. En la segunda mitad del siglo XIX, hubo un gran hombre, uno de los estadistas más importantes e influyentes del mundo: el príncipe alemán Bismarck, que estaba a favor de la nacionalización. Y Bismarck nacionalizó los ferrocarriles alemanes. ¿Por qué? Porque esto se consideraba algo sencillo. ¿Qué hacen esas gentes del ferrocarril? Los trenes funcionan y el dinero entra. El gobierno había dicho: «Qué maravillosos son los ferrocarriles. Están ganando montones de dinero. Es muy sencillo, por supuesto. Basta con mantener los trenes en marcha y todos querrán ir a alguna parte. O querrán enviar algunos productos en este ferrocarril. Por tanto los ferrocarriles son algo maravilloso. Nacionalicemos los ferrocarriles y nosotros, el gobierno, conseguiremos sus ganancias.» Así que nacionalizaron los ferrocarriles. Bismarck no fue el único en hacerlo, solo fue el hombre más importante que lo hizo. Todos los demás países, o la mayoría de los demás países, trataron de hacer lo mismo. Nacionalizaron el telégrafo, el teléfono y así sucesivamente. Luego se produjo algo muy interesante. Después de que los ferrocarriles, que habían estado produciendo ganancias, fueran nacionalizados, empezaron a tener déficits. Y los déficits tenían que pagarse. Los ciudadanos dijeron: «Cada vez nacionalizan más. Cada vez gravan más. ¿Y cuál es el resultado? ¡Más déficits!»
A este respecto, digamos solo entre paréntesis que Estados Unidos no nacionalizó los ferrocarriles. Pero Estados Unidos paga ayuda exterior, subvenciones, a muchos países que han nacionalizado sus ferrocarriles. El gobierno de Estados Unidos recauda impuesto de los ferrocarriles americanos que, después de todo, siguen teniendo algunos superávits y no déficits, como muchos ferrocarriles extranjeros.11 Y estos superávits los usan los países extranjeros para pagar los déficits de sus ferrocarriles nacionalizados. Hay quien podría decir que podría haber sido mejor nacionalizar también los ferrocarriles americanos y tener déficits que pagar los déficits de empresas extranjeras nacionalizadas. Sí tenemos en este país un monumento a este sistema de déficit: Correos, con mil millones de dólares, quizá más, no se sabe. Pero el hecho de que Correos de EEUU tenga déficits sirve como advertencia para el gobierno de EEUU contra la nacionalización de otros sectores.
En la segunda mitad del siglo XIX, si un país individual mantenía el tipo de interés por debajo del que tenía que tener para aumentar la cantidad de dinero y gastar más, la tendencia del capital a corto plazo era la de irse, en un periodo corto de tiempo, a un país extranjero. Por ejemplo, si Alemania, tan a menudo el malvado antes de la Primera Guerra Mundial, mantenía un tipo de interés muy bajo, el capital a corto plazo salía de Alemania a otros países en los que el interés no era tan bajo. Esto significaba que la gente trataba de sacar dinero de Alemania para transferirlo a Inglaterra, Francia o Estados Unidos. El Reichsbank, al ver disminuir sus reservas de oro y temiendo que no podría cumplir con sus obligaciones debido a su escasez de oro, se veía obligado a aumentar de nuevo el tipo de interés para detener la retirada de oro, es decir, sus reservas de oro.
No todos los países inflan o, si inflan, no inflan en la misma medida. Suiza es considerada un país malo porque no infla lo suficiente. Por tanto, hay problemas continuos con el flujo de dinero de países que tienen más inflación a otros que no han inflado en la misma medida. Si los diversos gobiernos y bancos centrales no actúan todos de la misma manera, si algunos bancos o gobiernos van un poco más allá que otros, la situación evoluciona como he descrito: los que expanden más se ven obligados a volver al tipo de interés del mercado para mantener su solvencia mediante liquidez, quieren impedir que los fondos se retires de su país, no quieren ver que sus reservas en oro o menda extranjera disminuyen. Y a esto se le llama el problema internacional.
En el siglo XIX se hablaba de la guerra de los bancos. Esta expresión no era buena. Habría sido más correcto referirse a los intentos inútiles de los bancos centrales, cada cierto tiempo, de mantener un tipo de interés más bajo dentro de su propio país de lo que permitían las condiciones reales. Sin embargo, esta expresión, la guerra de los bancos fue la más popular durante la primera década del siglo actual [el XX] cuando la Conferencia de Paz de La Haya estaba de moda. Un día el ministro italiano de finanzas incluso sugirió una conferencia de paz de los bancos centrales para acabar con la guerra de los bancos. Sin embargo, ni hubo una guerra de los bancos ni una conferencia de paz de los bancos.
Todos los países en el pasado tenían solo moneda metálica, no papel moneda, y usaban la moneda metálica de acuerdo con su peso, ya saben que el peso metálico permanece en los nombres de algunas unidades monetarias, por ejemplo, la libra esterlina. El dinero de valoraba entonces de acuerdo con su contenido de metal y los gobiernos no estaban en disposición de aumentar la cantidad de dinero. Pero el problema del dinero relacionado con una divisa puramente metálica no es el problema de nuestro tiempo. El problema que tenemos hoy, lo que afrontamos hoy, es que los gobiernos pretenden tener el derecho a aumentar la cantidad de dinero si quieren gastar más. Y el gobierno que hace esto, en la medida en que lo hace, se enfada mucho si alguien dice que ha adoptado una política inflacionista. Dice que las condiciones inflacionistas son las que causan los empresarios al poner precios más altos. Pero la cuestión no es que los empresarios pongan precios más altos, como saben, la cuestión es por qué no pedían ayer precios más altos, antes de que el gobierno aumentara la cantidad de dinero. Si hubieran pedido más dinero ayer, la gente no habría pagado los precios más altos porque no tenían el dinero y los empresarios se habrían visto obligados a rebajar sus precios si quisieran vender sus productos. Todas estas cosas solo tienen una causa. Y todas estas cosas solo pueden solucionarse de una manera, no inflando, no suministrando cantidades adicionales de dinero, del medio de intercambio.
Hay un refrán que dice: No nombres la soga en casa del ahorcado. Así que no se habla del problema internacional en términos de inflación. Cuando se habla de un problema monetario internacional, se dice que no hay suficiente liquidez, suficientes reservas.
El sistema monetario internacional del siglo XIX, que acabó con la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, fue, en general, restablecido después de acabar la guerra y de nuevo después de la Segunda Guerra Mundial. Los bancos centrales hoy todavía quieren mantener la estabilidad de los tipos de cambio. Por tanto, sus intentos de rebajar los tipos de interés crearán una situación que les lleva a temer un drenaje externo, con una retirada de fondos para transferirlos a países extranjeros. En esos momentos, el Banco, las llamadas autoridades monetarias, se enfrentan a una alternativa: o devaluar, algo que no quieren hacer, o volver a aumentar el tipo de interés. Pero a los bancos centrales no les gusta ninguna de ambas alternativas. Se quejan, diciendo que no hay bastante liquidez en los asuntos monetarios internacionales.
Para solucionar este mal, para crear más liquidez, muchos expertos han sugerido la creación de una nueva divisa de reserva. Si la gente en Bélgica, pongamos por caso, quiere retirar fondos de ese país para transferirlos a París, necesitan cambiar moneda: francos franceses o el cambio de otros países que pertenezcan a este grupo de varios países, no alguna divisa de reserva. Una divisa de reserva, por supuesto, podría ser una muy buena salida. Significaría imprimir más dinero y obligar a la gente a aceptarlo. Y lo haría el Fondo Monetario Internacional, ya saben.12 No importa que los que acuden a las reuniones del Fondo Monetario Internacional, que trabajan en sus comités, se reúnen en discusiones y libros blancos, anuncien casi cada semana algún nuevo proyecto o anuncien algún nuevo método con la esperanza de aumentar la liquidez o añadir reservas. Es característico que muchos nombres nuevos se hayan inventado para esa nueva divisa de reserva. Pueden leer en los periódicos estas maravillosas historias acerca del oro de papel. Nadie sabe qué es el oro de papel, como saben. Hay papel de fumar, pero el oro de papel es algo que el gobierno promete.13 Es necesario abandonar todas las ideas de una divisa artificial y todas esas ideas idiotas acerca del oro de papel, el papel de oro. Sin embargo, el nombre realmente no importa. El hecho de es que es inútil para un país tratar de mantener y mantener un tipo de interés por debajo de lo que permite la situación internacional.
En el siglo XIX, el lema de aquellos excelentes economistas británicos que eran unos titanes criticando a los entusiastas socialistas, era: «Solo hay un método para aliviar las condiciones de las futuras generaciones de las masas y ese es acelerar la formación de capital frente al aumento de la población». Desde entonces, ha tenido lugar un tremendo aumento en la población, por lo que se inventó la absurda expresión explosión de la población. Sin embargo, no estamos teniendo una explosión de capital, solo una explosión de deseos y una explosión de intentos inútiles de sustituir el dinero por otra cosa; dinero fiduciario o dinero de crédito.
¿Necesita el mundo un Banco Mundial?
Como medio de intercambio, la situación del dinero es distinta de la de los demás productos. Si hay un aumento en la cantidad de otros productos, esto siempre significa una mejora de las condiciones de la gente. Por ejemplo, si hay más trigo disponible, alguna gente para la que no había trigo disponible antes puede ahora conseguir algo o puede conseguir más de lo que habría recibido bajo las condiciones previas. Pero con el dinero la situación es muy distinta.
Para ver esto, no tienen que considerar qué pasa si hay un aumento en la cantidad de dinero. Un aumento así se considera malo porque favorece a los que obtienen primero el nuevo dinero a costa de otros, nunca ocurre de forma que deje inalteradas las relaciones entre personas. Tomemos la siguiente situación. Imaginemos el mundo como es. Alguna gente posee dinero y también derechos sobre dinero, derechos para conseguir dinero de otro, es acreedora. También hay gente que es deudora, que tiene deudas en dinero. Imaginemos ahora un segundo mundo que sea exactamente igual que el primero salvo en una cosa, en que siempre que haya disponible una cantidad de dinero, una existencia de efectivo o una demanda de dinero en el primer mundo, hay en el segundo el doble de lo mismo. Esto significa que todo es igual en ambos mundos, nada ha cambiado salvo algo en la aritmética. Todo en el segundo mundo está multiplicado por dos. Dirán entonces: «Para mí no hay ninguna diferencia en vivir en el primer mundo o en el segundo. Las condiciones son las mismas».
Sin embargo, si los cambios en la oferta de dinero fueran a producir esto, se podría pensar que es solo un problema de aritmética, un problema para contables: los contables tendrían que usar otras cifras, pero no cambiarían las relaciones entre personas. Sería absolutamente indiferente para la gente vivir en un mundo de cifras mayores o menores a usar en la contabilidad. Pero la forma en que se producen realmente los cambios monetarios en nuestro mundo no se corresponde con esto. La forma en que los cambios en la cantidad de dinero se producen realmente en el mundo es muy distinta para gente distinta para cosas distintas: los cambios no se producen de forma neutral, alguna gente gana a costa de otros. Esto significa, por tanto, que si la cantidad de dinero se aumenta o se dobla afecta de forma distinta a personas distintas. Significa asimismo que un aumento en la cantidad de dinero no produce ninguna mejora general de las condiciones. Esto es lo que el economista francés Say señalaba muy claramente al principio del siglo XIX.
Podríamos tratar este problema desde el punto de vista del mercado mundial y el Banco Mundial. Supongamos que hay quienes piensan que la mejor solución para el problema monetario sería una divisa mundial en papel, emitida por un banco mundial o una institución mundial, una oficina mundial o lo que sea. Y supongamos ahora que tenemos eso. Mucha gente quiere tenerlo. Piensan que sería una idea estupenda. Habría en algún lugar, posiblemente en China, una oficina para todo el mundo. Y solo esta oficina aumentaría la cantidad de dinero. ¡Sí! ¿Pero quién conseguiría esta cantidad adicional de dinero? No hay método de distribución que sea satisfactorio para todos. O digamos que el banco internacional que emite una moneda mundial para todos los países quiere aumentar la cantidad de dinero porque, dice, ahora nace más gente. Muy bien, dádselo a ellos. Pero entonces la pregunta es quién consigue el dinero adicional. Todos, cada país, dirían lo mismo: «La cantidad que conseguimos es demasiado pequeña para nosotros.» Los países ricos dirían: «Como la cuota por cabeza de dinero en nuestro país es mayor que en los países más pequeños, debemos conseguir una parte mayor.» El país pobre diría: «No, todo lo contrario. Como ya tienen una mayor parte de cuota de dinero por cabeza que nosotros, nosotros debemos conseguir la cantidad adicional de dinero.» Por tanto, todas estas discusiones, digamos la Conferencia de Bretton Woods, fueron absolutamente inútiles porque ni siquiera se aproximaban a la situación en la que poder tratar con el problema real, hasta donde yo sé, ninguno de los delegados ni ninguno de los gobiernos que habían mandado esos delegados siguiera entendían. Habrá una tendencia a precios superiores en aquellos países que estén consiguiendo esta cantidad adicional y los que la reciban primero estarán en disposición de pagar precios superiores. Así que otra gente querrá más, ya saben. Y los precios más altos quitarán productos y servicios de otras naciones que no consigan este nuevo dinero o una cantidad insuficiente del mismo.
Es muy fácil escribir un libro de texto diciendo que el dinero debería aumentar cada año un 5% o un 10%. Nadie habla de disminuir la cantidad de dinero, solo quieren aumentarla. La gente dice: «Como la producción económica (o la población) está aumentando, hace falta cada vez más dinero, más liquidez.» Quiero repetir lo que dije, que es muy importante: no hay manera de aumentar (o de disminuir) la cantidad de dinero de una forma neutral. Este es uno de los grandes errores que es muy popular. Y esto produciría una lucha entre todos los países o grupos de países, por las unidades que sean de este sistema.
Pero no se necesita cada vez más dinero generalmente. Si se aumenta el dinero, no se puede aumentar la cantidad de una forma neutral, de una forma que no mejore las condiciones económicas de un grupo a costa de otros grupos. Esto es, por ejemplo, algo que no se tuvo en cuenta en este gran error (no encuentro una palabra amable para describirlo) al crear el Fondo Monetario Internacional. Ni siquiera ese temible ignorante que se llamaba Lord Keynes tenía la más remota idea de él. Tampoco el resto de la gente. No fue todo culpa suya: ¿por qué le permitieron hacer esto? Es imposible tener un dinero que sea solo fabricado por el gobierno, fabricado por el gobierno mundial, si no está limitado de una vez y para siempre en su cantidad. Y limitar la cantidad de dinero no es algo que quiera que ocurra la gente que sugiere estas cosas. Ese estado de cosas no puede mantenerse. En relación con un dinero que, al contrario que el patrón oro, no aumenta salvo que se aumente por la situación concreta de minería de oro, aumentar su cantidad no es solo un problema cuantitativo: es, ante todo, un problema de a quién debería entregarse este aumento. Por tanto, todas esas ideas que podrían producir una divisa mundial completamente fabricada y operada por alguna institución mundial se basan sencillamente en una completa mala compresión, una ignorancia del problema de la no neutralidad del dinero, del hecho de que aumentos o adiciones al dinero no pueden tratarse de una forma que puede ser considerada por todos como una distribución justa.
Conclusión
Debemos darnos cuentas de que el dinero puede operar, puede funcionar solo si tenemos un sistema en el que se impida que el gobierno manipule su valor. No tenemos que preguntarnos si es mejor tener un dinero como un poder adquisitivo mayor o menor por unidad. De lo que debemos darnos cuenta es que no tenemos que tener un sistema de dinero en el que el valor de la unidad monetaria esté en manos del gobierno de forma que el gobierno pueda operar, manipular el mercado monetario en la forma que quiera.
Si el gobierno destruye el sistema monetario, destruye quizá los cimientos más importantes de la cooperación económica interhumana. Lo que tenemos que evitar es permitir que el gobierno aumente la cantidad de dinero como desee. Se preguntarán por qué no digo que deberíamos impedir que el gobierno la disminuya. Por supuesto, tampoco debería disminuir la oferta monetaria. Pero no hay peligro que se haga esto. El gobierno no querrá hacer eso porque eso sería caro: tendría que gravar, recaudar dinero de la gente y luego no gastarlo, sino destruirlo. Lo que hace falta es impedir que el dinero destruya el sistema monetario mediante inflación. Por tanto, la cantidad de dinero no debería estar manipulada por el gobierno de acuerdo con los deseos de aquella gente que quiere disfrutar durante unos pocos minutos, unas pocas horas, unos pocos días o unas pocas semanas de buena vida por el aumento del gasto público para un estado de cosas desastroso muy largo.
El asunto fundamental del dinero es que debe ser algo que no pueda aumentar alguien a voluntad. La lucha de los gobiernos contra el dinero había empezado mucho antes de la invención de la imprenta por Gutenberg. Pero en esos tiempos el método era distinto. El método era raspar las monedas, el envilecimiento de la divisa, mezclar en las monedas de plata un metal más barato, como el cobre. La inflación es mucho más sencilla hoy con las imprentas. No supone ninguna diferencia para el gobierno en su coste de producción producir un billete de un dólar o un billete de mil dólares. El papel y las cantidades de otros materiales son exactamente los mismos.
En pocas palabras, tenemos que decir que si un gobierno recauda todo lo que gasta gravando al pueblo y si las condiciones constitucionales son tales que los propios contribuyentes deben dar al gobierno el derecho a recaudar impuestos y se impide que el gobierno grave, que recauda cualquier impuesto no basado legalmente en el consentimiento del pueblo, podemos esperar que las condiciones evolucionen de tal manera que las generaciones posteriores disfrutarían de una vida, digamos, más civilizada y confortable que sus antecesores y que las condiciones mejorarían considerablemente. Podríamos entonces decir que las condiciones eran mejoras porque muchos males para los que las generaciones anteriores no tenían solución ya no serían esos males. Entonces podríamos hablar realmente de progreso. Pero si tenemos inflación, inflación progresiva, entonces estamos trabajando continuamente contra los intereses vitales de la mayoría de la población.
Nos enorgullece mucho reconocer el progreso de la tecnología y especialmente de la tecnología médica a lo largo de los últimos siglos, que ha hecho mucho más tolerables las condiciones para una gran parte de la población, de forma que hoy la gente no se ve dañada por deficiencias y problemas que eran peligros realmente grandes para la vida y la salud de la gente hace 20, 100, 200 años. Sin embargo, con la inflación estamos creando una situación que desanimará el ahorro y la inversión que hicieron posible el progreso tecnológico. Al mismo tiempo, con la inflación, la gente que envejece se ve continuamente castigada por la pérdida de poder adquisitivo de las reservas que han acumulado para su propia vejez y para circunstancias familiares que aparezcan con el paso del tiempo. Tenemos también que darnos cuenta de que esa inflación es el resultado necesario de las políticas financieras adoptadas por la mayoría de los gobiernos mundiales actuales.
Lo que podemos decir se ha dicho una y otra vez. Teóricamente también sería posible tener una divisa en papel creada por el gobierno sin inflación. ¡Tal vez! Pero debemos darnos cuenta de que no es culpar a los estadistas y miembros de parlamentos que tengan que determinar estas cosas cuando decimos que no son ángeles. Si fueran ángeles, se podría confiar en que nunca cometerían errores. Pero para los hombres comunes permanece el dilema (y este es el gran problema) al que me he referido antes: el dilema entre un impuesto muy impopular y un gasto muy popular en vísperas de una campaña electoral.
Mientras la gente califica a muchas cosas como malas y hace sugerencias relativas a la mejora de muchas condiciones, no se da cuenta de que hay un factor que produce, no solo un empeoramiento de las condiciones económicas para la mayor parte de la población, sino que también destruye el escenario político creando continuamente nuevas causas de preocupación. Es la inflación. Pero está claro que los gobiernos que son responsables de la inflación siempre quieren culpar a otros, descubrir que las acciones de otros, no las suyas propias, produjeron la inflación.
Debemos decir que lo que crea la inflación es la famosa solución para los problemas del gobierno, la solución que la gente creía que fue descubierta hace unos años, pero que realmente descubrieron los emperadores romanos: el gasto en déficit. El gasto en déficit hizo posible que el gobierno gastara más dinero del que tenía y recaudaba del pueblo. Como todos sabemos, el gasto en déficit, que es gastar más de lo que se ingresa, es muy malo para el individuo. El gran error es que la gente cree que lo que es malo para el individuo no es necesariamente también malo para todos los individuos juntos. Este es el gran error. Y si no se elimina muy rápido este error, todas nuestras mejoras tecnológicas y científicas no impedirán una tremenda catástrofe financiera que destruirá prácticamente todo lo que ha creado la civilización en los últimos cien años.
Lo que tenemos que tratar hoy es el hecho de que con un patrón oro estricto y un patrón oro cambio podemos disponer las condiciones de una forma en que este oro metálico pueda usarse como medio de intercambio. ¿Qué pasaría si alguien preguntara qué sugerirías si no hubiera ningún oro ni plata en el mundo? ¿Qué habrías sugerido? Hay una respuesta muy sencilla a esto. La respuesta es que el oro y la plata no son necesariamente los únicos medios que puede llevar a cabo la función de un sistema monetario si la gente se da cuenta de que la cantidad de dinero debe limitarse estrictamente por algún medio. No tenemos ninguna otra forma.
Como vemos hoy la situación, incluso el más poderos, el más honrado, yo diría que el más intelectual de los gobiernos del mundo —incluso si atribuyera todos estos atributos al gobierno americano— no está dispuesto a resistirse a la inflación, a negarse a aumentar la cantidad de dinero.
- 1Hablando en otra ocasión (30 de abril de 1950 en su seminario de la NYU), Mises no fue tan discreto: allí identificó al país cuyos bonos estaba explicando como Suecia. BBG
- 2La mayoría del tribunal consideró el 18 de febrero de 1935 en los casos de Cláusula Oro que los demandantes no se habían visto dañados por su anulación, porque no demostraron que en relación con el poder adquisitivo hubieran soportado ninguna pérdida en absoluto. BBG
- 3Mises se refería a los disturbios estudiantiles que tuvieron lugar en París en la primavera de 1968. Los británicos habían devaluado la libra el 18 de noviembre de 1967, de 2,80$ a 2,40$ y hubo una crisis internacional del oro en marzo de 1968. Los franceses querían volver al patrón oro. En mayo estudiantes rebeldes en la Sorbona y otros lugares, se manifestaron, pelearon con la policía y a ellos se les unieron unos 10.000.000 de trabajadores que iniciaron huelgas generales en toda la nación y tomaron muchas fábricas. La nación estuvo casi completamente paralizada. Finalmente, después de que los huelguistas consiguieran aumentos de sueldos y se acudiera a los tanques del ejército, la normalidad volvió a principios de junio. Ver World Almanac, 1969, pp.63, 72, 512-513. BBG
- 4El presidente Lyndon Johnson había anunciado en su discurso sobre el estado de la nación del 8 de enero de 1964, una guerra incondicional contra la pobreza en Estados Unidos. El dinero se destinaría especialmente a las áreas crónicamente en peligro de los Apalaches. (World Almanac, 1965, p.142). En diciembre de ese año, el Congreso había asignado 784,2 millones de dólares a diversos proyectos en los Apalaches y partes de otros 10 estados, principalmente para carreteras y nuevos empleos. (World Almanac, 1965, pp. 42, 47).
- 5Hay una gran probabilidad de que los estudiantes americanos puedan tener que leer su libro [G. F. Knapp, Staatliche Theorie des Geldes Leipzig, 1905] si quieren entender la próxima década de la historia monetaria alemana. ¡Sería bueno para Alemania que no fuera sí! B. M. Anderson, The Value of Money. Nueva York: Macmillan, 1917. p.435n. BBG
- 6Los ciudadanos de EEUU recuperaron el derecho a poseer oro solo después de que Mises muriera en 1973. La legislación efectiva el 31 de diciembre de 1974 permitían reanudar las ventas de oro en enero de 1975. BBG
- 7Carlos I fue decapitado el 30 de enero de 1649.
- 8Jean-Baptiste Say (1767-1832).
- 9La doctrina derivada principalmente de las enseñanzas del británico John Maynard Keynes de que la inflación mediante gasto público era la solución para cualquier recesión económica. BBG
- 10Hablar de presiones inflacionistas y guías data de la década de 1960. En ese momento, las empresas estaban aumentando los precios y los salarios porque el gobierno había expandido mucho la cantidad de dinero de la nación y los cargos públicos estaban tratando de convencer a las empresas privadas de mantener los aumentos salariales y de precios por debajo del 3,2%. Este era el máximo considerado permisible bajo las guías voluntarias del Presidente para aumentos salariales y de precios no inflacionistas. Y el presidente Johnson amenazaba con un aumento en los impuestos si no cesaban las presiones inflacionistas. Ver World Almanac, 1967, pp.60, 61. BBG
- 11Estas conferencias las realizó Mises en la década de 1960. BBG
- 12En 1969, el FMI creo los Derechos Especiales de Giro, a veces llamados oro en papel, que pretendía complementar las reservas bancarias existentes. BBG
- 13Cuando un miembro de la audiencia de Mises le preguntó qué pensaba del oro de papel, respondió: Debería preguntar a los alquimistas. BBG