Este mes, Portugal celebra catorce años de despenalización de las drogas. El gran experimento se considera hoy un feliz éxito, considerando que se adoptó debido a la desesperación y ante serias advertencias de los defensores de la guerra de la droga global.
Qué llevó a la descriminalización
A mediados del siglo XX, Portugal experimentó cincuenta años de dictadura militar y cuando el control democrático izquierdista fue restablecido en 1974, muchos expatriados portugueses regresaron de sus colonias. Por supuesto, mucha de esta gente eran disidentes, extraños y marginados y muchos usaban drogas ilegales.
Durante los siguientes veinticinco años, hubo un aumento en el uso de drogas, abuso de drogas, adicción, sobredosis y se acabó con una prevalencia muy importante de SIDA y otras enfermedades relacionadas con jeringuillas sucias. En el punto máximo de esta epidemia de drogas, la tasa de adicción a las drogas y la infección de SIDA era «considerablemente superior» al del resto de Europa, según el Dr. João Goulão, desde hace mucho tiempo máximo responsable contra la droga en Portugal.
Goulão era uno de los once miembros de la comisión anti-droga que formuló la ley 30/2000, que despenalizaba todas las drogas a partir del 1 de julio de 2001.
El «gran experimento» parece ser el resultado de dos factores. El primero es que Portugal es un país europeo relativamente pobre y era incapaz de abordar la guerra a las drogas en todos los frentes.
El segundo factor es que la comisión era relativamente independiente y simplemente adoptó la idea de sentido común de que el abuso y la adicción a las drogas no eran problemas criminales que tuviera que resolver la policía. El abuso y la adicción a las drogas son problemas médicos y psicológicos que el individuo soluciona mejor con la ayuda de profesionales y presiones sociales.
Pasos de bebé alejándose de la guerra de la droga
La despenalización es solo un paso de niño alejándose de la guerra contra la droga y los contrabandistas y vendedores de drogas siguen siendo perseguidos y castigados. A la gente solo se le permite poseer cantidades muy pequeñas de drogas ilegales sin ser castigados como vendedores. Bajo las leyes actuales, aun puedes ser arrestado y enviado a terapeutas, pero no vas a la cárcel, salvo que seas un delincuente reincidente no cooperador.
Aunque indudablemente no es lo ideal, la despenalización tiene beneficios directos sobre la prohibición completa. Primero, ciudadanos en otros casos cumplidores de la ley no serán criminalizados por poseer drogas ilegales. Segundo, los adictos a las drogas es más probable que busquen ayuda profesional cuando el gobierno trata la adicción como un problema médico en lugar de criminal. Tercero, la policía tendrá más recursos para ocuparse de los delitos reales y posiblemente para proporcionar subvenciones a programas de tratamiento. Cuarto, los adictos a las drogas, se alejarán de las peligrosas drogas sintéticas sustitutivas y acudirán más a drogas ilegales naturales, como la marihuana y la cocaína. Quinto, si las jeringuillas fueran también legales, habría menos casos de enfermedades como SIDA y hepatitis. Sexto, los guetos de los adictos disminuirían en tamaño y visibilidad. En resumen, la despenalización debería generar menos gente muerta y enviada a prisión y más gente viviendo vidas «normales».
Por supuesto, la mayor preocupación antes de la despenalización era la cantidad de drogas ilegales consumidas. Esa preocupación es aún más dominante cuando se discute la legalización abierta de las drogas. Cuando Portugal estaba considerando la despenalización, me entrevistaron en el Time Magazine de Portugal y el reportero destacaba que era la preocupación principal en ese país en ese momento. Respondí que no puedes saber la respuesta a esa pregunta por adelantado, que nunca sabrás la respuesta a esa pregunta y que la pregunta no era importante.
Hay demasiados factores impactando en los mercados de las drogas ilegales como para poder decir categóricamente que el consumo de droga aumentará o disminuirá después de la despenalización. Realmente, las estadísticas sobre el consumo de drogas son necesariamente imprecisas. Esto es verdad para estadísticas antes y después de la despenalización. Las estadísticas existentes se basan, o en cosas como encuestas o en conjeturas informadas sobre los hechos reales embrollados en el mundo secreto de los mercados negros. Aparte del consumo, la pregunta real es si la prohibición hace más daño que la despenalización y la respuesta es que sí.
Cuando el periodista me presionó sobre qué pensaba yo, respondí que el consumo general no cambiaría mucho: podría aumentar a corto plazo y disminuiría a largo plazo, salvo que se legalizaran las drogas en el futuro para usos médicos o recreativos. Sin embargo, destaqué que hay beneficios innegables (listados antes) y que no hay razón por la que el consumo fuera a dispararse debido a la despenalización.
Muchos siguen rechazando ver el éxito
Es difícil culpar a los portugueses por sus preocupaciones en ese momento. La despenalización se consideraba un experimento peligroso y un incumplimiento de las normas de la ONU sobre la guerra global contra las drogas. Sin embargo, los expertos ortodoxos en política sobre drogas se mantuvieron «escépticos» ante el experimento portugués, incluso después de casi ocho años de experiencia.
Mark Kleiman, director del programa de análisis de las políticas sobre drogas en UCLA, afirma que Portugal era un modelo no realista. Peter Reuter, otro importante experto en políticas sobre drogas, afirmaba que a pesar de alcanzar su objetivo principal (disminuir el consumo), esto podía explicarse por el hecho de que Portugal era un país pequeño y que el abuso de drogas es cíclico por naturaleza.
Notablemente, el Dr. Goulão, que ayudó a diseñar y supervisar la nueva ley parece desinformado y perplejo por los resultados positivos incluso hoy. Se le ha citado recientemente diciendo: «es muy difícil identificar una relación causal entre la despenalización por sí misma y las tendencias positivas que hemos visto».
Una imagen que resume esta historia portuguesa de éxito muestra que Portugal tiene la segunda menor tasa de muertes por drogas ilegales en toda Europa, después de experimentar una de las peores tasas con la prohibición.
También es interesante señalar que el Centro Europeo de Monitorización de las Drogas y la Adicción a las Drogas (EMCDDA, por sus siglas en inglés) tiene su sede central en Lisboa. Un analista que trabaja en el EMCDDA, Frank Zobel, califica la política de Portugal como «la mayor innovación en este campo» y dice «que la norma está funcionando. El consumo de drogas no ha aumentado enormemente. No hay un caos masivo. Para mí, como evaluador, es un resultado muy bueno».
Es un aniversario feliz para los portugueses, pero atemorizante para todos los guerreros de la droga en todo el mundo cuyas rentas y poder dependen de que continúe la ignorancia acerca de los efectos de la prohibición.