Incluidos en La teoría del dinero y del crédito estaban al menos los rudimentos de otro magnífico logro de Ludwig von Mises: la explicación tanto tiempo buscada de ese fenómeno económico misterioso y problemático: el ciclo económico. Desde el desarrollo de la industria y la economía desarrollada de mercado a finales del siglo XVIII, los observadores habían notado que la economía de mercado estaba sometida a una serie aparentemente interminable alternados de auges y declives, expansiones, a veces llegando a la inflación desbocada o a graves pánicos y depresiones. Los economistas habían buscado muchas explicaciones, pero incluso las mejores tenían un defecto esencial: ninguna trataba de integrar la explicación del ciclo económico con el análisis general del sistema económico, con la teoría “micro” de precios y producción. De hecho, era difícil hacerlo, porque el análisis económico general demuestra que la economía del mercado tiende hacia el “equilibrio”, con pleno empleo, mínimos errores de previsión, etc. ¿De dónde vienen entonces las continuas series de auges y declives?
Ludwig von Mises vio que, como la economía de mercado no podía por sí misma llevar a una ronda continua de auges y declives, la explicación debía estar por tanto fuera del mercado: en alguna intervención externa. Construyó su gran teoría del ciclo económico sobre tres elementos anteriormente desconectados.
- Uno era la demostración ricardiana de la forma en que el gobierno y el sistema bancario expanden habitualmente en dinero y el crédito, impulsando los precios al alza (el auge) y causando un flujo de salida de oro y una consiguiente contracción del dinero y los precios (el declive), Mises se dio cuenta de que era modelo preliminar excelente, pero no explicaba cómo estaba el sistema de producción profundamente afectado por el auge o por qué una depresión debería entonces hacerse inevitable.
- Otro elemento era el análisis de Böhm-Bawerk del capital y la estructura de producción.
- Un tercero era la demostración del sueco “austriaco” Knut Wicksell de la importancia para el sistema productivo y los precios de un diferencial entre el tipo “natural” de interés (el tipo de interés sin la interferencia de la expansión del crédito bancario) y el tipo afectado realmente por los préstamos bancarios.
A partir de estas teoría importantes, pero dispersas, Mises construyó su gran teoría del ciclo económico. Dentro de la economía de mercado de funcionamiento suave y armonioso llega la expansión del crédito y el dinero bancarios, estimulados y promovidos por el gobierno y su banco central. Al expandir los bancos la oferta de dinero (billetes y depósitos) y prestar el nuevo dinero a las empresas, empujan al tipo de interés por debajo de tipo “natural” o de preferencia temporal, es decir, el tipo del mercado libre, que refleja las proporciones voluntarias de consumo e inversión entre la gente. Como el tipo de interés se rebaja artificialmente, los negocios toman el nuevo dinero y expanden la estructura de producción, aumentando la inversión de capital, especialmente en los procesos “remotos” de producción: en proyectos largos, maquinaria, materias primas industriales y demás. El nuevo dinero se usa para ofrecer mayores salarios y otros costes y para transferir recursos en estos órdenes anteriores o “superiores” de inversión. Por tanto, cuando los trabajadores y otros productores reciben el nuevo dinero, sus preferencias temporales no han cambiado, luego gastan en las antiguas proporciones. Pero esto significa que la gente no ahorrará lo suficiente como para comprar las nuevas inversiones de orden superior y se hace inevitable un colapso de estos negocios e inversiones. La recesión o depresión se ve entonces como un reajuste inevitable del sistema de producción, por el que el mercado liquida las “sobre-inversiones” frágiles del auge inflacionista y vuelve a la proporción consumo/inversión preferida por los consumidores.
Así Mises integraba por primera vez la explicación del ciclo económico al análisis “microeconómico” general. La expansión inflacionista del dinero por el sistema bancario dirigido públicamente crea una sobreinversión en sectores de bienes de capital y una infrainversión en bienes de consumo y la “recesión” o “depresión “ es el proceso necesario por el que el mercado liquida las distorsiones del auge y vuelve al sistema de producción del mercado libre, organizado para servir a los consumidores. La recuperación llega cuando se completa este proceso de ajuste.
Las conclusiones políticas que implica la teoría misesiana son diametralmente opuestas a la moda actual, ya sea “keynesiana” o “post-keynesiana”. Si el gobierno y su sistema bancario están hinchando el crédito, la receta misesiana es (a) dejar de hinchar de inmediato y (b) no interferir con el ajustes recesión, no impulsar al alza salarios, precios, consumo o inversiones insensatas, para así permitir que el necesario proceso de liquidación haga su trabajo tan rápida y suavemente como sea posible. La receta es exactamente la misma si la economía ya está en recesión.