[Nota del editor: Contrariamente a algunos intentos de retratar a Ludwig von Mises como un teórico que rechazó soluciones radicales, encontramos en sus trabajos que Mises apoyaba la descentralización radical y la secesión generalizada. Hans-Hermann Hoppe analiza las opiniones de Mises a continuación.]
Por tanto, una nación no tiene derecho a decir a una provincia: Me perteneces, quiero apropiarme de ti. Una provincia consiste en sus habitantes. Si alguien tiene derecho a ser escuchado en este caso, son estos habitantes. Las disputas fronterizas deberían resolverse por plebiscitos. (Gobierno Omnipotente, p. 90)
Ningún pueblo ni ninguna parte de un pueblo deberá mantenerse contra su voluntad en una asociación política que no desea. (Nación, estado y economía, p. 34)
El liberalismo no conoce de conquistas, ni de anexiones, solo que es indiferente hacia el propio Estado, así que el problema del tamaño del Estado no le importa. No obliga a nadie contra su voluntad a estar en la estructura del Estado. Quien quiera emigrar no es retenido. Cuando una parte del pueblo del Estado quiere abandonar la unión, el liberalismo no le impide hacerlo. Las colonias que quieran convertirse en independientes solo necesitan hacerlo. La nación es una entidad orgánica que no puede aumentarse ni reducirse por cambios en los estados; el mundo en su conjunto no puede ganar ni perder con ello. (Nación, Estado y economía, pp. 39-40)
Por tanto, no importa el tamaño del territorio de los Estados. (Nación, Estado y economía, p. 82)
El derecho de autodeterminación respecto de la cuestión de la pertenencia a un estado significa entonces: siempre que los habitantes de un territorio concreto, ya sea una sola ciudad, todo un distrito o una serie de distritos adyacentes, haga saber, mediante un plebiscito realizado libremente, que ya no desean seguir unidos al estado al que pertenecen en ese momento, sino que por el contrario desean formar un Estado independiente o unirse a otro estado, sus deseos han de ser respetados y cumplidos. Es la única forma viable y eficaz de impedir revoluciones y guerras civiles e internacionales. (Liberalismo, p. 109)
Si hubiera alguna forma posible de conceder este derecho de autodeterminación a toda persona individual, debería hacerse. (Liberalismo, pp. 109-110)
La situación de tener que pertenecer a un estado al que uno no desea pertenecer no es menos onerosa si es el resultado de unas elecciones que si uno debe soportarla como consecuencia de una conquista militar. (Liberalismo, p. 119)
No supone ninguna diferencia el dónde se fijen las fronteras de un país. Nadie tiene un interés material especial en agrandar el territorio del estado en el que vive: nadie sufre pérdidas si parte de esta área se separa del estado. Tampoco importa si todas las partes del territorio de los estados están en conexión geográfica directa o si están separadas por una porción de tierra que pertenezca a otro estado. No tiene importancia económica si el país tiene salida al océano o no. En un mundo así, la gente de cada ciudad o distrito podría decir por plebiscito a qué estado quiere pertenecer. (Gobierno Omnipotente, p. 92)
De una entrevista a Hans-Hermann Hoppe en la Austrian Economics Newsletter:
AEN: ¿Era Mises mejor que los liberales clásicos en la cuestión del Estado?
HOPPE: Mises pensaba que era necesario tener una institución que suprimiera a aquella gente que no pueda comportarse adecuadamente en la sociedad, gente que es un peligro, porque roba y mata. Llama gobierno a esta institución.
Pero tiene una idea única de cómo debería funcionar el Estado. Para controlar su poder, todo grupo y todo individuo, si es posible, debe tener el derecho a secesionarse del territorio del Estado. Llamaba a esto el derecho de autodeterminación, no de las naciones como decía la Liga de Naciones, sino de ciudades, distritos y grupos de cualquier tamaño. En Liberalismo y Nación, Estado y economía, eleva a la secesión a un principio central del liberalismo clásico. Si fuera posible conceder este derecho a la autodeterminación a toda persona individual, dice, debería hacerse. Así que, para Mises, el Estado democrático se convierte en una organización voluntaria.
AEN: Pero tú has sido un fuerte crítico de la democracia.
HOPPE: Sí, en el sentido en que se entiende normalmente. Pero bajo la definición única de Mises, el término significa autocontrol y autogobierno en su sentido más literal. Todas las organizaciones en la sociedad, incluido el gobierno, deberían ser resultado de interacciones voluntarias.
En cierto modo, puedes decir que Mises era casi anarquista. Si se quedó corto al afirmar el derecho de secesión individual, solo fue por lo que consideraba fundamentos técnicos. En la democracia moderna, exaltamos el método de la mayoría como medio para elegir a los dirigentes de un monopolio obligatorio de impuestos.
Mises frecuentemente hacía una analogía entre votar y el mercado. Pero era muy consciente de que votar en el mercado significa votar con tu propiedad. El peso de tu voto está de acuerdo con el valor de tu productividad. En la arena política, no votas con tu propiedad: votas respecto de la propiedad de todos, incluida la tuya. La gente no tiene votos de acuerdo con el valor de su productividad.
AEN: Pero Mises ataca el anarquismo en término indiscutibles.
HOPPE: Su objetivo eran aquí los utópicos de izquierdas. Ataca su teoría de que el hombre es suficientemente bueno como para no necesitar una defensa organizada contra los enemigos de la civilización. Pero esto no es lo que cree el anarquista de propiedad privada. Por supuesto, existen asesinos y ladrones. Tiene que haber una institución que mantenga a raya a esta gente. Mises llama gobierno a esta institución, mientras que la gente que no quiere ningún estado en absoluto apuntan que todos los servicios defensivos esenciales pueden llevarse a cabo mejor por empresas en el mercado. Podemos llamar gobierno a estas empresas si queremos.