Dado que llamé a Trump un Republicano de gran gobierno durante la campaña de 2016 y acabo de condenar su capitulación en un acuerdo para un presupuesto de gasto digno de un alcohólico, no hace falta decir que no soy un gran fan del presidente.
Caramba, también recientemente critiqué su proteccionismo, advirtiendo que las barreras adicionales al comercio podrían anular el efecto a favor del crecimiento de unos tipos fiscales inferiores.
Pero quiero pensar que soy justo en mis críticas. Me alejo de las cosas personales (salvo para fines humorísticos) y sencillamente me centro en si la libertad está aumentando o disminuyendo.
Sin embargo, hoy casi quiero defender a Trump porque un profesor de la Universidad de Richmond escribió un artículo realmente extraño para el Washington Post con una afirmación muy rara acerca de Juan Domingo Perón, el presidente populista de Argentina tras la Segunda Guerra Mundial.
Está de moda entre los progresistas enfurecidos comparar el trumpismo con el peronismo argentino, usando la analogía como una advertencia acerca del potencial apocalipsis que temen que esté a punto de engullirnos. (…) Sin embargo, como muchos tópicos históricos familiares, éste es incompleto, si no abiertamente erróneo.
El profesor que escribía el artículo, Ernesto Semán, quiere que creamos que Perón es alguien a admirar, una especie de versión argentina de Bernie Sanders.
El núcleo del peronismo era una visión que es exactamente la contraria del trumpismo. El peronismo llevó a un proceso de expansión de la igualdad económica, la organización colectiva y la emancipación política. (…) Juan Domingo Perón presidió un proceso de redistribución masiva de riqueza a favor de las emergentes clases trabajadoras. (…) Su gobierno aumentó su intervención en la economía y proporcionó (…) educación y atención sanitaria públicas y gratuitas para todos, así como una amplia gama de servicios sociales gestionados por los sindicatos. El peronismo aprobó fuertes regulaciones sobre el capital privado (…) Las transformaciones sociales de Argentina recordaron en cierto modo las que tuvieron lugar en EEUU durante el New Deal. Perón indudablemente lo creía (…) En 1946 citó párrafos enteros del discurso de toma de posesión del presidente Franklin Roosevelt.
Y dice que los Demócratas actuales deberían adoptar las políticas de Perón.
La comparación del trumpismo con el peronismo (…) ignora las formas esenciales en que son completamente opuestos. (…) En lugar de temer el populismo latinoamericano, (…) los demócratas deberían considerarlo como una vía potencial hacia un país más igualitario y justo.
Guau. Esto no es tan raro como argumentar que Venezuela debería ser un modelo (os estoy mirando, Bernie Sanders, Joe Stiglitz y otros), pero se acerca.
Aquí tienen todo lo que necesitan saber sobre el peronismo, de un artículo de 2014 de The Economist.
El país clasificado entre los diez más ricos del mundo (…) su posición como una de las economías más dinámicas del mundo es un recuerdo lejano (…) Su renta por cabeza es ahora del 43% con respecto a esas mismas 16 economías ricas (…) Al ir creciendo la población urbana de clase trabajadora, lo mismo hizo al electorado susceptible a la promesa de Perón de apoyar la industria y fortalecer los derechos de los trabajadores.
Echad un vistazo a este grafico del artículo, que muestra el PIB por cabeza de Argentina en relación con otras naciones. Como podéis ver, el país solía ser mucho más rico que Brasil y considerablemente más que Japón. Y a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX, Argentina no estuvo muy detrás de Estados Unidos y otras naciones ricas. Pero mirad a continuación las líneas que empiezan después de que Perón llegó al poder a finales de la década de 1940.
En otras palabras, las políticas peronistas redujeron la prosperidad comparativa de la gente normal.
Igual que políticas similares han reducido la prosperidad comparativa de la gente normal en Venezuela.
Lo que hace especialmente poderosos estos números es que la teoría de la convergencia supone que la diferencia entre naciones ricas y naciones pobres debería disminuir. Pero las políticas estatistas están haciendo que las diferencias aumenten.
En 2011 dibujé un gráfico mostrando las clasificaciones relativas tanto de Argentina como de Hong Kong. Como podéis ver, Argentina solía ser una de las naciones más ricas del mundo. De hecho, era el décimo país más rico del mundo cuando Perón asumió el cargo. Y Hong Kong era relativamente pobre. Pero mirad lo que ha pasado a lo largo del tiempo. Las políticas estatistas de Perón produjeron un constante declive mientras que la aproximación de laissez faire de Hong Kong ha hecho de ella hoy una de las jurisdicciones más ricas del planeta.
Aun así, Sr. Semán dice que deberíamos copiar a Perón. Caramba.
Concluyamos volviendo a Trump. A Semán le preocupa que algunas personas comparen a Trump (a quien desprecia) con Perón (a quien admira).
Simpatizo vagamente con parte de este argumento. Tiene razón en que la versión del populismo de Trump no es la misma que la versión izquierdista del populismo de Perón (básicamente, el programa de Bernie Sanders).
Pero como me preocupan los más desafortunados, no tengo sino desdén por la afirmación de Semán de que las políticas de Perón deberían adoptarse en América.
P.S. Dado su notable nivel de ignorancia económica, no les sorprenderá saber que el papa Francisco estuvo influido por el peronismo.