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¿Dictadura constitucional?

Cuando el presidente Trump comenzó recientemente a llamar dictador al dictador ucraniano, elementos tanto de izquierda como de derecha del establishment de Washington se indignaron bastante por ello. Después de todo, él es su chico del cartel para su amada «ayuda exterior». La constitución ucraniana permite la suspensión de las elecciones en tiempos de guerra, gritó «The Grate One», Mark Levin de FOX News. Levin dio entonces su apoyo incondicional al dictador ucraniano ya que, después de todo, un trozo de papel escrito por su gobierno le da tales poderes dictatoriales, dijo el autoproclamado erudito constitucional. 

Las denuncias al presidente Trump por parte de la izquierda por señalar este hecho obvio parecen ser infinitas. Por supuesto, las mismas personas también denunciarían al presidente si dijera que Zelenski era un campeón de la democracia. 

Pero hay constituciones y luego hay constituciones. El hecho de que la constitución de un gobierno permita la dictadura no significa que el dictador sea por tanto legítimo, moral o incluso necesario y que debamos obedecer esa Constitución, como diría Levin el «erudito constitucional». Pero consideremos lo siguiente: La Unión Soviética tenía una constitución que sonaba muy bien y que decía defender la libertad de expresión, de religión y de prensa. Léalo en Marxist.com. Todo era una farsa. Incluso el héroe de Levin, Abraham Lincoln, no suspendió las elecciones durante la Guerra para impedir la Independencia del Sur. Las interfirió y amañó y cerró la mayor parte de la prensa opositora, pero las elecciones se celebraron. 

Lincoln fue en cierto modo la otra cara de la moneda del dictador ucraniano. Se comportó como un dictador a pesar de que la Constitución de los EEUU no otorga tal poder al poder ejecutivo. Generaciones de historiadores de la corte han elogiado a Lincoln (y a otros presidentes) por ejercer poderes inconstitucionales y dictatoriales. En su libro Constitutional Dictatorship (Dictadura constitucional), el historiador de la Universidad de Cornell Clinton Rossiter escribió que «la dictadura desempeñó un papel decisivo en el exitoso esfuerzo del Norte por mantener la Unión por la fuerza de las armas... un hombre era el gobierno de los Estados Unidos...» Lincoln fue un gran dictador». Qué interesante que un destacado historiador elogie públicamente el hecho de que Lincoln destruyera la unión voluntaria de los padres fundadores y la sustituyera por una mantenida «por la fuerza de las armas» como, por ejemplo, la Unión Soviética.

El historiador James Ford Rhodes escribió sobre Lincoln: «Nunca el poder de un dictador había caído en manos más seguras y nobles». La gente de los estados del Sur durante y después de la guerra no habría estado de acuerdo con eso. James G. Randall, el preeminente estudioso de Lincoln de la última generación, escribió que «Si Lincoln fue un dictador, hay que admitir que fue un dictador benévolo». Los elogios de Levin a la dictadura de Zelenski recuerdan a esa agitación y propaganda. 

Si Marc Levin fuera un verdadero defensor de la libertad constitucional al estilo americano, habría denunciado al sucio saqueador ucraniano de los contribuyentes americanos en lugar de defenderlo y alabarlo. En su lugar, habría citado el famoso caso Ex Parte Milligan de la Cote Suprema de EEUU de 1866 que reprendió a la dictadura de Lincoln y su suspensión arbitraria e ilegal de gran parte de la Constitución. Los jueces declararon que:

La Constitución de los Estados Unidos es una ley para los gobernantes y para el pueblo, tanto en la guerra como en la paz, y cubre con su escudo protector a toda clase de hombres, en todo momento y bajo toda circunstancia. El ingenio de los hombres jamás ha inventado doctrina alguna que implique consecuencias más perniciosas, en el sentido de que cualquiera de sus grandes disposiciones pueda ser suspendida durante cualquiera de las grandes exigencias del gobierno.

En otras palabras, la Corte Suprema dijo que es precisamente en tiempos de guerra cuando las libertades civiles deben defenderse con especial vigor. De lo contrario, los gobiernos se verán incentivados a crear constantemente crisis, reales e imaginarias, como medio de acaparar más poder y robar más riqueza y libertad al pueblo. 

La defensa que hace Levin de la dictadura de Zelenski —y de la propia Constitución ucraniana— está más en sintonía con la antigua constitución soviética que con la tradición constitucional americana. Y como los izquierdistas en general, en este caso parece creer que el fin justifica los medios. 

Crédito de la imagen: Office of the president of Ukraine, vía Wikipedia. CC BY 4.0

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