Los lectores de Ludwig von Mises aprecian no sólo la profundidad y amplitud de sus ideas, sino también la elegancia de su lenguaje. Incluso escribiendo en inglés, un idioma que adoptó en la mediana edad, Mises transmitió densas teorías conceptuales y grandes ideas con un estilo vigoroso que normalmente no se asocia con los economistas. Nada en su escritura es seco o técnico. Por eso, por ejemplo, abrir La acción humana a cualquier página al azar puede producir beneficios inmediatos. Para usar una analogía de los días en que la música llegaba en vinilo y discos compactos, con canciones en un orden particular, no hay canciones desechables en el trabajo de Mises.
Mises no dudó en tomar prestado mucho de otros campos de su escritura, incluyendo la historia, la sociología y la filosofía (especialmente la epistemología y la lógica), siempre al servicio de una presentación holística de la economía. Su empeño por comprender las implicaciones más amplias de la acción y la razón humanas lo salvó del tipo de visión de túnel que vemos hoy en día en el mundo académico, donde la «interseccionalidad» (muy lejos de lo que sugiere su nombre de moda) sirve a un propósito político estrecho más que a la causa más amplia del avance del conocimiento.
En este sentido, demostró una humildad característica, que contrasta con la arrogancia de tantos académicos brillantes: entendió la profesión elegida como parte de una experiencia humana más amplia, más que como un cuerpo de conocimiento egoísta con límites rígidos que hay que proteger incluso cuando se topan continuamente con otras disciplinas.
Un gran ejemplo del maravilloso uso del lenguaje de Mises viene al final de la Acción Humana, en un capítulo típicamente ambicioso titulado «La Economía y los Problemas Esenciales de la Existencia Humana». Aquí utiliza el maravilloso término «élan vital», originado por el filósofo francés Henri Bergson, para describir el impulso innato y noble que nos impulsa a mejorar nuestra condición. Es este «anhelo inerradicable» el que nos obliga a buscar la felicidad, minimizar el descontento y pasar nuestras vidas «luchando a propósito contra las fuerzas adversas a (nosotros)».
Como de costumbre, la sintaxis y la dicción de Mises difícilmente traen a la mente un texto aburrido de economía:
Se dice que la civilización empobrece a la gente, porque multiplica sus deseos y no los calma, sino que los aviva. Todas las ocupaciones y tratos de los hombres que trabajan duro, sus prisas, sus empujones y sus bullicios son absurdos, porque no proporcionan ni felicidad ni tranquilidad. La paz mental y la serenidad no pueden ser ganadas por la acción y la ambición secular, sino sólo por la renuncia y la resignación. El único tipo de conducta propia del sabio es escapar a la inactividad de una existencia puramente contemplativa.
Sin embargo, todos estos reparos, dudas y escrúpulos están sometidos por la fuerza irresistible de la energía vital del hombre. Es cierto, el hombre no puede escapar de la muerte. Pero por el momento está vivo; y la vida, no la muerte, se apodera de él. Cualquiera que sea el futuro que le depare, no puede retirarse de las necesidades de la hora actual. Mientras un hombre viva, no puede evitar obedecer el impulso cardinal, el élan vital.
Mises ciertamente vivió su vida con un cierto ímpetu tranquilo, incluso frente a los reveses y descuidos que enfurecerían a un hombre menor. Sin rendirse, sin rendirse, siempre volviendo a la siguiente tarea con firme resolución, Mises es una inspiración para todos nosotros en este nuevo año. Ni siquiera sus momentos más oscuros durante la Gran Guerra pudieron obligarlo a aceptar las teorías deterministas de la historia y el progreso humano que tanto dominaron a principios del siglo XX. Para Mises, la voluntad humana triunfó sobre el destino. En lugar de lamentar el panorama político o económico, debemos seguir adelante con certeza y buena voluntad.
Esforcémonos todos por leer más Mises en 2018, y menos noticias y comentarios desechables. Su trabajo puede inspirarnos e involucrarnos en formas que los medios sociales y las páginas editoriales no pueden, de una manera inimitable, tan diferente de la literatura de autoayuda sensiblera que domina nuestra época. Enfrentémoslo: la mayoría de los artículos, libros, podcasts y programas de televisión de hoy no son dignos de nuestro tiempo. El contenido gratuito en línea es casi infinito hoy en día, pero el tiempo seguramente no lo es. Si no está seguro por dónde empezar, o no quiere abordar la economía y la filosofía pesada desde el principio, considere las memorias de Mises o la gran biografía del Dr. Guido Hülsmann. Ambos le ayudarán a entender el lado imperfecto y humano de este gran pensador, mientras aprende algo de economía.