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¿Es el aumento del gasto del consumidor bueno para la economía?

Prácticamente todas las llamadas revistas de negocios promocionan el aumento del gasto de los consumidores como «bueno para la economía» Pero, ¿es realmente así? ¿Podemos realmente gastar para salir de una recesión? Lord John Maynard Keynes pensaba que sí, y sus enseñanzas se han convertido en la narrativa estándar en casi todo el mundo.

Probablemente el tratado económico más influyente de todos los tiempos sea la «Teoría general del empleo, el interés y el dinero» de Keynes, publicada publicado en 1936, en plena Gran Depresión. Keynes teorizó que la Gran Depresión fue causada por una demanda agregada insuficiente, también conocida como gasto. Un concepto complementario es la paradoja  del ahorro que teorizaba que el ahorro es perjudicial porque provoca la caída de la demanda agregada. Keynes (y otros) predicaban que, aunque el aumento del ahorro por parte de un individuo puede ser beneficioso, un aumento general del ahorro por parte de la mayoría de los participantes en el mercado provocaría la caída de la economía en una espiral deflacionista.

La falacia de la paradoja del ahorro ha tenido muchas refutaciones excelentes. El problema fundamental es que trata «la economía» como algo separado de lo que cada individuo experimenta por sí mismo. Una «economía» es una construcción mental; no existe aparte de sus miles de millones de componentes individuales. Para una excelente desacreditación de Keynes y su nueva economía, sugiero el libro «Donde Keynes se equivocó» de Hunter Lewis.

Sin embargo, el concepto keynesiano de demanda agregada combinado con la paradoja del ahorro está plenamente arraigado en la mente de la mayoría de los economistas, periodistas financieros y, sobre todo, funcionarios públicos, porque les liberó de su condición de parásito necesario de la economía cuyas funciones eran proteger nuestra vida, libertad y propiedad. Estas funciones necesarias debían financiarse de la forma más económica posible. Ahora, el estatus de estos funcionarios ha pasado a ser el de impulsores necesarios de la economía a través del gasto. Esto fue un regalo del cielo para el gobierno que le ha permitido confiscar la riqueza de la nación, todo en el supuesto «bien mayor».

La métrica favorita de los acólitos del concepto keynesiano de demanda agregada es el producto interior bruto. Según la teoría keynesiana, todo lo que aumente el PIB es bueno. Se representa mediante la fórmula C + I + G = PIB, cuyos componentes son el Gasto del consumidor, más la Inversión empresarial, más el Gasto público. Mi primer ensayo aceptado por el Instituto Mises como adecuado como artículo diario fue «C + I + G = Baloney». Consideraba que el PIB era una tontería en 2010, ¡y sigo considerándolo una tontería hoy en día! Por lo tanto, sean escépticos ante cualquier informe que intente convencerles de que todo va bien en la economía porque —¡tachán!— el PIB ha subido. Es una métrica falaz que equipara el gasto con el progreso económico.

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Image Source: (Adobe Stock/Andrii)
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