Según la mayoría de los expertos económicos, cuando una economía cae en una recesión, el banco central puede sacarla del atolladero mediante una inyección de dinero. Esta manera de pensar implica que la inyección monetaria puede de alguna manera hacer crecer la economía. De hecho, las evidencias históricas en EEUU supuestamente demuestran que las políticas de dinero barato sí funcionan. Por ejemplo, de media, entre 1970 y 2018, requirieron unos 11 meses antes de que los aumentos en la oferta monetaria fueran seguidos por aumentos en la tasa de crecimiento de la producción industrial.1
La pregunta es: ¿cómo es esto posible? Después de todo, si la impresión de dinero puede hacer crecer la economía, ¿por qué no imprimimos mucho para generar un crecimiento económico masivo? Al hacerlo, los bancos centrales podrían crear una prosperidad perpetua para cada persona del planeta.
Para la mayoría de los comentaristas, la llegada de una recesión se debe a acontecimientos inesperados como sacudidas que alejan a la economía del camino del crecimiento económico estable. Las sacudidas debilitan la economía, es decir, causan un menor crecimiento económico, eso se dice.
Una posible explicación sería que, por norma, una recesión aparece en respuesta a un declive en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria. Normalmente esto tiene lugar en respuesta a una postura más firme del banco central. Diversas actividades que surgieron a la espalda de la tasa previa de crecimiento con dinero fuerte (normalmente como consecuencia de políticas monetarias laxas del banco central) quedan bajo presión.
Estas actividades no pueden sostenerse por sí solas: sobreviven debido al apoyo que proporciona el aumento en la oferta monetaria. El aumento en el dinero desvía hacia ellas riqueza real desde las actividades generadoras de riqueza. Consecuentemente, esto debilita estas actividades, es decir, las actividades generadoras de riqueza.
Una postura más firme y la consecuente caída en la tasa de crecimiento del dinero perjudican a diversas actividades improductivas y este es todo el problema de la recesión. Debido a esto, las actividades improductivas no pueden sostenerse por sí mismas, ya que no son rentables, una vez que disminuye la tasa de crecimiento de la oferta monetaria. (Una caída en la tasa de crecimiento monetario significa se dificulta que las actividades improductivas accedan a los diversos recursos).
Luego la recesión no debilita una actividad económica como tal, sino que liquida las diversas actividades improductivas que aparecieron a las espaldas de un aumento en la oferta monetaria.
Por qué el marco del PIB muestra una imagen equívoca
El crecimiento económico es presentado por los estadísticos del gobierno en términos de datos de gasto monetario, como el producto interior bruto (PIB) y la producción industrial. Estos indicadores están pensados siguiendo la línea de pensamiento de que gastar equivale a rente y por tanto más gasto lleva a una renta nacional superior y, a su vez, a un crecimiento económico mayor.
Bajo esta lógica, una postura monetaria más firme por parte de la Fed lleva a un crecimiento económico más lento, mientras que aumentos en la inyección monetaria producen un mayor crecimiento económico. (Una tasa más fuerte de crecimiento monetario lleva a un ritmo superior de gasto). En el marco del PIB, esto lleva a un aumento en la renta general en la economía y, por tanto, a una mayor tasa de crecimiento del PIB.
Creemos que en realidad pasa exactamente lo contrario: imprimir más dinero debilita la capacidad de los generadores de riqueza para hacer crecer la economía, mientras que una caída en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria fortalece su capacidad de hacer crecer la economía. (Advirtamos que un aumento en la oferta monetaria genera un intercambio de nada por algo).
Una vez el banco central aumenta el ritmo de la inyección monetaria para levantar la economía en una recesión, esto detiene la renuncia a diversas actividades improductivas. También da lugar a nuevas actividades improductivas.
El resultado del llamado crecimiento económico en este caso no es más que un fortalecimiento de los consumidores de riqueza a costa de los generadores de riqueza. Todo esto perjudica el proceso de generación de riqueza y debilita el verdadero crecimiento económico.
La riqueza real financia la actividad económica
Independientemente de si una actividad es productiva o improductiva, en cada momento en el tiempo el número y tamaño de todas las actividades que pueden asumirse está determinado por la cantidad disponible de riqueza real. A partir de esto, podemos inferir que la tasa general de aumento en las actividades productivas e improductivas en su conjunto está establecida por la tasa de expansión de las existencias de riqueza real.
Observemos que esto va en contra del marco del PIB, en el que el ritmo del gasto monetario, es decir, la inyección de dinero, crea el llamado crecimiento económico. Sin embargo, esto no tiene mucho sentido.
Después de todo, las personas, realicen actividades productivas o improductivas, deben tener acceso a riqueza real para mantener su vida y bienestar. Advirtamos que el dinero no puede mantener a las personas, solo puede desempeñar el papel de medio de intercambio.
Según Rothbard:
El dinero, por sí mismo, no puede consumirse ni usarse directamente como un bien de producción en el proceso productivo. Por tanto, el dinero en sí es improductivo: es un peso muerto y no produce nada.
Mientras los productores de riqueza puedan generar suficiente riqueza real para soportar actividades productivas e improductivas, las políticas de dinero barato parecerán tener éxito. (De forma equivalente, las políticas fiscales laxas son similares a las políticas monetarias, ya que también empobrecen a los generadores de riqueza).
A lo largo del tiempo, puede aparecer una situación en la que no queden suficientes generadores de riqueza, debido a las persistentes políticas laxas en materia monetaria y fiscal. (Los generadores de riqueza se han visto muy dañados por estas repetidas políticas laxas a lo largo del tiempo). Las consecuencias de esto serían que la riqueza real generada puede no ser suficiente para soportar un aumento en la actividad económica. Una vez ocurre esto, se hace añicos la ilusión de la política monetaria laxa: el crecimiento económico real debe quedar bajo presión.
El intento del gobierno de estimular la tasa de crecimiento del PIB aumentando su propio gasto también va a fracasar si está disminuyendo la oferta de riqueza real. Después de todo, las actividades del gobierno también requieren riqueza real. (Recordemos que toda actividad debe financiarse, independientemente de si es productiva o improductiva). Si el gobierno persiste en su postura agresiva, esto no hará más que empeorar las cosas. (Privará de financiación a las actividades generadoras de riqueza).
Igualmente, si la Fed acelerara su inyección monetaria mientras disminuye n las existencias de riqueza real, se corre el riesgo de dañar gravemente aún más dichas existencias de riqueza real. Aquellos comentaristas que suscriben la opinión de que en este caso la aceleración de la inyección monetaria podría arreglar las cosas están afirmando que puede crearse algo de la nada.
A partir de esto, podemos deducir que no existen las políticas de estímulo que puedan hacer crecer la economía. Lo único que pueden hacer las políticas de estímulo es redistribuir riqueza real de los productores de riqueza a actividades improductivas. Estas políticas estimulan el consumo no soportado por la producción que genera riqueza.
Conclusiones
El llamado crecimiento económico en respuesta a una política laxa sencillamente sigue la tasa de crecimiento del gasto monetario y no el verdadero crecimiento económico. Como indicadores económicos como el PIB y la producción industrial reflejan el gasto monetario, cuanto más sea el dinero inyectado por la Fed, mayor será el supuesto crecimiento económico. Sin embargo, con el paso del tiempo, puede aparecer una situación en la que no queden suficientes generadores de riqueza debido a persistentes políticas laxas en materia monetaria y fiscal, que erosionan su capacidad de generar riqueza real. Consecuentemente, la riqueza real que se genera puede no ser lo suficientemente grande como para soportar un aumento en la actividad económica. En esta situación, ni una política monetaria laxa, ni una política fiscal laxa pueden “funcionar”.
- 1Esta correlación se basa en la medición de la producción industrial y la oferta monetaria usando la medida “oferta monetaria austriaca”.