La Argentina de Javier Milei está cosechando algunas victorias sólidas, y este caso perdido fiscal registra su primer superávit presupuestario mensual en 12 años.
Al parecer, Milei sólo tardó nueve semanas y media en equilibrar un presupuesto que, según las previsiones del gobierno anterior, supondría el 5% del PIB. En términos de EEUU, convirtió un déficit anual de 1,2 billones de dólares en un superávit de 400.000 millones. En nueve semanas y media.
¿Cómo lo hizo? Fácil: recortó en un 50% los presupuestos de un gran número de organismos de la Administración central, al tiempo que recortaba los contratos de amiguetes y las dádivas de los activistas.
En perspectiva, si se recortara todo el presupuesto de Washington en un 50%, se ahorrarían rápidamente 3 billones de dólares y se empezaría a pagar la deuda nacional.
Resulta que se puede hacer, y el mundo no se hunde en el caos.
Milei hace progresos rápidos
El déficit no es la única victoria de Milei. Ha recortado drásticamente la regulación clientelar, ha eliminado los controles de divisas y, recientemente, ha bajado drásticamente los precios de los alquileres eliminando los controles, lo que ha hecho que se dupliquen los apartamentos en alquiler en Buenos Aires, reduciendo así los costes de los alquileres.
Desgraciadamente, no todo va sobre ruedas: un proyecto de ley para privatizar empresas estatales corruptas —para desovietizar de hecho la economía argentina— fue bloqueado por la oposición socialista al servicio de los sindicatos gubernamentales que perderían sus puestos de trabajo.
Mientras tanto, una importante reforma del Milei para facilitar la contratación de personal, pero que perjudicaría a los sindicatos, fue tumbada por el alto tribunal, que dijo que debe pasar por el Congreso.
Dicho esto, para el argentino medio, éstas son tumbonas en el Titanic comparadas con el elefante de la economía: la hiperinflación argentina.
La semana pasada, la inflación mensual fue del 20,6%. Esta cifra es mucho mejor que la del Gobierno saliente, pero sigue situando la inflación interanual en el 254%.
¿Por qué tan alto? En parte porque Milei tuvo que liberar el tipo de cambio para allanar el camino hacia la dolarización —para que Argentina adoptara el dólar de EEUU en lugar del confeti local.
Pero sobre todo porque los ríos de dinero impresos por los anteriores socialistas siguen corriendo por las maltrechas ruinas que dejaron de la economía argentina. Al fin y al cabo, Milei sólo lleva dos meses en el cargo.
Dolarización de Argentina
Las reformas de Milei seguirán siendo una guerra de trincheras. Pero sus avances en materia de inflación van a ser clave para conservar el apoyo.
Acaba de conseguir una gran victoria con el déficit, pero sólo detiene la hemorragia: el paciente sigue con respiración asistida.
Para acabar del todo con la hiperinflación argentina, Milei tendría que avanzar de verdad en la dolarización o, nos atrevemos a soñar, en un patrón oro. En cuanto a la dolarización, supondría anunciar un plazo de meses para que los activos en pesos se revalorizaran en dólares.
Hasta ahora ha estado preparando el terreno: los controles de divisas y los déficits son una gran ayuda. Y seguramente está motivado para hacerlo, ya que la dolarización en otros países que lo hicieron como Ecuador tiene un 90% de apoyo público. Pero es un proceso complicado, y si se hace mal, estará muerto en el agua.
Es mucho lo que está en juego. Y no sólo para Argentina: si Milei tiene éxito, será un modelo para la reducción radical del gobierno en otros países de América Latina, en el resto del mundo, e incluso para nuestros duendes sin carácter de Washington.