Tom Kent era el responsable político principal en Canadá cuando se aprobó en 1966 la Ley de Atención Médica de Canadá. Kent describía el objetivo del gobierno:
El objetivo de la política pública era bastante claro y sencillo (…) asegurar que la gente pudiera tener atención cuando se necesitara, sin otras consideraciones.
Después de medio siglo, el gobierno sigue sin cumplir con su compromiso y su rendimiento disminuye cada año que pasa, a pesar del gasto creciente. Además, el gobierno hizo ilegal para los ciudadanos pagar a privadamente la atención sanitaria que el gobierno no proporciona.
Esperando, esperando, esperando al doctor
Según una encuesta del Instituto Fraser, para tratamiento médicamente necesario, el tiempo mediano de espera para pacientes en Canadá desde la consulta a un médico de cabecera a la de un especialista y luego hasta la fecha del tratamiento real fue de 21,2 semanas en 2017.
El tiempo de espera de este año 2017 (el máximo recogido nunca en la historia de esta encuesta) es un 128% más largo que en 1993, cuando era de solo 9,3 semanas.
La encuesta ha indicado constantemente que los tiempos de espera para tratamientos médicamente necesarios no son molestias benignas, Los tiempos de espera pueden tener, y tienen, consecuencias graves como un aumento en el dolor, sufrimientos y angustia mental. En algunos casos, pueden generar resultados médicos peores, transformando enfermedades o lesiones potencialmente reversibles en condiciones crónicas e irreversibles o incluso en discapacidades permanentes.
¡O incluso en muertes! De un estudio de 2014 del Instituto Fraser:
Jueces del Tribunal Supremo de Canadá han indicado que pacientes en Canadá mueren como resultado de las listas de espera de atención sanitaria universalmente accesible.
Nuestro análisis estima que entre 25.456 y 63.090 (con un valor intermedio de 44.273) mujeres canadienses pueden haber muerto como consecuencia del mayor tiempo de espera entre 1993 y 2009.
Si no centramos conservadoramente en el valor más bajo, seguimos teniendo una media de unas 1.500 mujeres que probablemente murieran entre 1993 y 2009 como consecuencias del mayor tiempo de espera en todo Canadá.
The Toronto Star publicaba una carta, fechada el 12 de mayo de 2015, dirigida a Cancer Care Ontario (CCO), una institución del gobierno provincial responsable de la financiación. La carta estaba firmada por cinco directores de trasplantes de células madre de todo Ontario, frustrados claramente por la falta de financiación pública (cursivas añadidas):
El efecto neto de las crecientes listas de espera, los pacientes que recaen y mueren mientras esperan un trasplante, pacientes que requieren nuevas rondas de terapia para tratar de ganar tiempo para un trasplante, la tensión y la frustración de los equipos de trasplantes es un problema generalizado en todas las provincias. (…)
Estimaciones previas del CCO de la capacidad necesaria de trasplante no han tenido en cuenta todos los factores implicados, generando infracapacidad, aparentemente sorprendente y repentina pero que en realidad fue anunciada o experimentada por los centros de trasplantes durante varios años. (…)
Los programas de trasplante requieren recursos que permitirían una capacidad (…) para aumentar inmediatamente en al menos en un tercio hasta tal vez un medio para eliminar retrasos y mantener tiempos médicamente apropiados para los trasplantes.
Indiferencia política y burocrática
Políticos y burócratas muestran poca preocupación por las decenas de miles de víctimas de su fracaso plan de atención sanitaria universal. El caso de la joven de 18 años Laura Hiller, una mera estadística para el gobierno es un ejemplo clásico. Laura sufría un caso agudo de leucemia mieloide y necesitaba desesperadamente un trasplante de células madre. Había disponibles múltiples donantes compatibles, pero NO había disponible una cama para trasplantes en un hospital. The Toronto Star informa:
En julio [de 2015], Frances [la madre de Laura] envió cartas la premier Kathleen Wynne y al ministro de sanidad Eric Hoskins rogando por Laura y todos los demás pacientes sometidos las “crueles , inhumanas y potencialmente letales” listas de espera de trasplantes de células madre. Ni Wynne ni Hoskins contestaron, dice Frances.
En julio de 2015, la ministra de sanidad, Rosa Ambrose, también rechazó comentar el asunto cuando fue contactada por CTV News.
El silencio de Ambrose, Wynne y Hoskins es ominoso, pero a veces una respuesta es peor que ninguna respuesta. En julio de 2105, en unas declaraciones a CTV News, Shae Greenfield, portavoz del ministro de sanidad de Ontario, Eric Hoskins, decía:
Esperamos que los hospitales prioricen a los pacientes basándose en la urgencia médica, pero esas decisiones las realiza cada hospital concreto.
Este comentario cruel parece pretender “pasar la pelota” a los hospitales, pero es un tema de falta de recursos, no de priorización. Hay numerosos pacientes que son una prioridad porque sus necesidades son médicamente urgentes, pero siguen atrapados en una lista de espera. El problema no está en los hospitales, sino en el gobierno, que no ha proporcionado a los hospitales la financiación necesaria para cumplir su promesa de “asegurar que la gente pudiera tener atención cuando se necesitara, sin otras consideraciones”.
Obligada a esperar por el gobierno, el estado de Laura empeoró y murió seis meses más tarde, el 20 de enero de 2016, todavía esperando una cama.
Desde la cirugía del trasplante de células madre a otras cirugías del cáncer, a cirugías de cataratas, a cirugías de reparación, a cirugía bariátrica, a cirugía cardiaca, etc., la salud y el bienestar de muchos canadienses sufre (y muchos mueren) mientras el gobierno les obliga a esperar una cantidad inapropiada de tiempo por la atención que prometieron proveer inmediatamente.
El fracaso del gobierno era predecible
Los gastos sanitarios están aumentando constantemente, pero esto no es sostenible:
Después de años de creciente gasto en atención sanitaria a un ritmo insostenible, parece como si los gobiernos provinciales hubieran empezado a llegar a sus límites en los últimos 5 años, entendiéndose que una continuación de dichos aumentos generaría, o bien reducciones en otros gastos, o mayores impuestos, o mayores déficits y deuda o alguna combinación de estos tres.
Con respecto a la atención sanitaria universal en Canadá, William Gairdner señalaba que (p. 288):
La Comisión de Artes de Curación de Ontario de 1970 advertía proféticamente que la sociedad no consideraría como suficiente la cantidad de bienes y servicios sanitarios que podrían producirse, aunque todos los recursos de la sociedad se dedicaran a la provisión de atención sanitaria.
Todos los recursos de la sociedad no se dedican a la provisión de atención sanitaria. Aun así, la predicción de 1970 parece precisa. Un hecho innegable es que al ir dedicando cada vez más recursos (impuestos) al gasto de atención sanitaria, la provisión real de atención sanitaria ha disminuido, como revelan los tiempos de espera más largo. Cuanto más trata de ayudarnos (supuestamente) el gobierno, más nos daña.
Efectos económicos
El gasto público estimado para atención sanitaria universal en Canadá en 2016 fue de aproximadamente 4.000$ por cabeza. (Esto no incluye costes privados de dentistas, medicinas alternativas, como la naturopatía, medicinas recetadas, seguro sanitario privado para servicios médicos no hospitalarios, etc.). Además, hay costes invisibles que recaen desproporcionadamente sobre las espaldas de los pobres.
Si consideramos las horas de una jornada laboral semanal normal, se ha estimado que el coste por “esperar” por paciente en Canadá fue de aproximadamente 1.759$ en 2016. Incluso la mitad de esa cantidad, unos 900$, será sufrida más por los pobres cuando son incapaces de trabajar por verse atrapados en la lista de espera del gobierno para la atención sanitaria. Y recordad (Parte 1) que la justificación del gobierno para imponer el Medicare en primer lugar fue (según ellos) que “muchos pobres no conseguían la atención sanitaria cuando la necesitaban”. Así que el gobierno no solo renegó de su compromiso de atención sanitaria para la gente pobre, pero, al hacerlo, está haciendo que los enfermos pobres sean todavía más pobres.
Muchos consumidores canadienses de la supuesta atención sanitaria universal se quedan con las ganas, ya que tienen acceso universal a las listas de espera, pero no a atención sanitaria real. Este es el resultado de incentivos económicos perversos incluidos dentro de la institución coactiva del gobierno frente a los incentivos económicos positivos incluidos en el sistema de libre empresa, un sistema para el que la provisión de atención sanitaria está prohibida por el gobierno monopolista. Esto se desarrollará en la Parte 3.