Una de las realidades sobre las que la crisis sin precedentes de Reddit/GameStop ha alertado a más personas es la gran desconexión entre el mercado bursátil en expansión y la economía real. Una burbuja bursátil es un indicador significativo de la fase de auge del ciclo económico de auge y caída al que nos hemos acostumbrado en las últimas décadas.
Muchos, sobre todo en la izquierda, culpan al capitalismo de libre mercado de los ciclos económicos; sin embargo, los ciclos de auge y declive no son una característica inherente a una economía de mercado. Los economistas de la escuela austriaca llevan un siglo argumentando de forma convincente que los ciclos económicos son el resultado de las distorsiones monetarias en la economía creadas por la creación de dinero artificial, o fiduciario, y la falsa expansión del crédito que se deriva de ella.
Mises, Hayek y Rothbard son quizás los defensores más conocidos de esta teoría. Una obra poco conocida pero increíblemente perspicaz sobre la teoría austriaca del ciclo económico que rivaliza con el trabajo de esos grandes es Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, de Jesús Huerta de Soto, de 1998.
Abarcando desde la naturaleza legal (o ilegal) de la banca de reserva fraccionaria hasta la teoría de la banca libre, pasando por una crítica de la teoría keynesiana, el trabajo de Huerta de Soto es tan exhaustivo como esclarecedor.
En lo que respecta específicamente al ciclo económico, posiblemente el análisis más útil sea el de Huerta de Soto, que divide el ciclo económico en seis etapas. El libro completo es ciertamente desalentador para el profano, pero para los principiantes curiosos que buscan una explicación introductoria de la teoría austriaca del ciclo económico (TACE), la comprensión de estas etapas le hará por sí sola más inteligente que el 99% de los políticos y profesores de economía de izquierdas.
Primera etapa: fase de expansión
La fase de expansión del auge se inicia con la creación de dinero fiduciario por parte del banco central (la Reserva Federal en el caso de Estados Unidos), que se inyecta en la economía en forma de fondos prestables. Esto permite a los bancos conceder créditos que no están respaldados por el ahorro real, sino que se han creado de la nada.
La mayor parte del dinero fiduciario es creado por la Reserva Federal mediante operaciones de mercado abierto. Este proceso implica que la Reserva Federal compra títulos públicos propiedad de los bancos: los bancos cambian bonos públicos relativamente ilíquidos por saldos de efectivo que pueden ser prestados. Pero la Reserva Federal no utiliza ninguna de sus reservas de efectivo para pagar los bonos, sino que crea digitalmente nuevo dinero para acreditar a los bancos que venden los bonos.
Dinero de la nada.
Además, la banca de reserva fraccionaria permite a los bancos prestar una cantidad de crédito mucho mayor que la cantidad original de dinero creada por el banco central. Por ejemplo, si los requisitos de reserva de los bancos son del 10%, los bancos pueden convertir, digamos, un millón de dólares en dinero nuevo de la Reserva Federal en 10 millones de dólares en crédito nuevo.
La diferencia clave entre este proceso y la ampliación del crédito respaldada por el ahorro real es que no hay sacrificio por parte de los ahorradores en la economía. Cuando los consumidores ahorran realmente, se produce un descenso del gasto de consumo. Bajo la expansión del crédito fiduciario recién creado, no hay una caída corolaria en el gasto de consumo, porque la gente no está poniendo una mayor parte de su dinero en el ahorro.
La oferta adicional de fondos prestables reduce artificialmente los tipos de interés en la economía, porque una mayor oferta de fondos prestables hace que los bancos compitan por los prestatarios bajando el tipo de interés.
Segunda etapa: expansión continuada
Como resultado de la infusión de fondos prestables adicionales y de los tipos de interés más bajos, las empresas aumentan sus préstamos para invertir en bienes de capital, normalmente en bienes de capital más duraderos. Como señala Huerta de Soto, «De ahí que los empresarios se apresuren a lanzar proyectos de inversión como si el ahorro real de la sociedad hubiera aumentado, cuando en realidad esto no ha sucedido».
Los tipos de interés que reflejan las condiciones reales del mercado cumplen una función de coordinación. Los tipos de interés bajos indican que los consumidores tienen una menor preferencia temporal y, por tanto, aplazan el consumo actual en favor del ahorro. Ese ahorro suele traducirse en un aumento del consumo futuro.
Unos tipos de interés más bajos atraen a los empresarios a invertir en bienes duraderos, porque la financiación es más barata y hace que más inversiones parezcan rentables. La inversión se concentra más en las industrias más sensibles a los tipos de interés, normalmente los bienes de capital más duraderos (y algunos bienes de consumo duraderos como la vivienda), porque se financian con préstamos a más largo plazo.
En resumen, los bajos tipos de interés animan a los empresarios a invertir en mejoras de la productividad que darán lugar a una mayor producción en el futuro, al tiempo que reflejan las preferencias de los consumidores de aplazar el gasto de consumo hacia el futuro.
Los planes intertemporales de consumidores y productores están en armonía, si los tipos de interés reflejan las condiciones reales del mercado.
Tercera etapa: la fase de auge
El aumento de la demanda de bienes de capital duraderos hace subir los precios de los insumos utilizados para producir estos bienes de capital, es decir, la mano de obra y los recursos naturales. Hay que tener en cuenta que, como el gasto de los consumidores no ha disminuido, no se liberan recursos productivos del sector de los bienes de consumo. En consecuencia, hay mucho más dinero persiguiendo una oferta relativamente fija de bienes de capital duraderos, lo que contribuye a hacer subir sus precios.
En su libro, Huerta de Soto explicaba que «cuando la expansión del crédito se produce sin el respaldo de un aumento previo del ahorro, no se liberan medios de producción originales de las etapas más próximas al consumo».
El crecimiento y la rentabilidad del sector de los bienes de capital hace que los salarios en el sector de los bienes de capital aumenten.
Con la difusión del crédito fácil que ayuda al auge del sector de los bienes de capital (y a menudo de la vivienda), la especulación bursátil se generaliza, alimentando las subidas del mercado.
Cuarta etapa: fase de crisis
Dado que la preferencia temporal de los consumidores no ha cambiado, la tasa de gasto de consumo en relación con el gasto de inversión no se ve reducida por una mayor preferencia por el ahorro. Los ingresos adicionales de los empresarios y trabajadores del sector de bienes de capital se destinan a un mayor gasto de consumo.
Debido a la mayor demanda de bienes de consumo procedente de quienes tienen salarios y beneficios más altos en el sector de los bienes de capital, explica Huerta de Soto, los precios de los bienes de consumo aumentan más rápidamente que los salarios -en términos relativos- en las industrias de bienes de consumo.
Como resultado, aparecen beneficios contables en el sector del consumo, lo que aumenta la demanda de inversión en esos sectores.
Se produce un tira y afloja por los recursos entre las industrias de bienes de consumo y las de bienes de capital.
En este punto, la economía se encuentra en un punto de inflexión, al borde de una crisis causada por una de las dos situaciones (a menudo una combinación de ambas): una crisis de crédito o una crisis de recursos reales.
El aumento de los precios de los bienes de consumo es una señal de alarma para que la Reserva Federal frene la expansión del crédito y frene la creciente ola de inflación. Como consecuencia de la disminución de los fondos prestables, los tipos de interés suben. El crédito para las empresas se vuelve menos disponible y los préstamos son más caros. Surge una crisis crediticia.
Además, el aumento de la demanda de recursos en el sector de los bienes de capital supera la capacidad de los productores para crear esos recursos, dada la cantidad relativamente fija de recursos en estas industrias. Esta escasez real de recursos obliga a que los precios de los insumos se disparen, haciendo que más inversiones parezcan poco rentables.
Etapa 5: fase de depresión
A medida que una mayor cantidad de productos terminados se introduce en el mercado como resultado del anterior repunte de la inversión en bienes de capital, los vendedores se encuentran con un nivel insuficiente de demanda de los consumidores, porque no hay una mayor reserva de ahorro real a la que recurrir.
Como escribe Huerta de Soto, «la crisis y la recesión económica revelan que un número muy importante de proyectos de inversión financiados con nuevos créditos creados por los bancos no son rentables porque no se corresponden con el verdadero deseo de los consumidores».
La situación se ve agravada por el aumento de los tipos de interés, los salarios y los precios de los insumos en las industrias de bienes de capital. Se emprenden menos inversiones y expansiones empresariales.
Los trabajadores de las industrias de bienes de capital son despedidos en gran número; las empresas cierran a un ritmo creciente. Los préstamos no se devuelven y los impagos bancarios aumentan, provocando una congelación del crédito.
La economía entra en recesión y el pesimismo se extiende. Los empresarios tienen que liquidar sus inversiones erróneas; hay que hacer reajustes: se necesita una nueva disposición del capital y del trabajo que refleje las nuevas condiciones del mercado.
Sexta etapa: fase de recuperación
Para que se produzca la recuperación, se necesita un verdadero ahorro que impulse nuevas inversiones en modelos de producción que se ajusten a las preferencias de los consumidores. Es necesario permitir que los precios de los recursos productivos se ajusten para reflejar las nuevas realidades, a fin de permitir una reorganización más rápida de los recursos para crear una estructura de producción sostenible.
Sin embargo, si las nuevas inversiones se basan en la expansión del crédito a partir de la creación de dinero fiduciario, se inicia la primera fase del siguiente ciclo económico.